Tuesday, March 27, 2007

Vestidos de Custo

 
  Las madres con niños necesitan una guardería para dejarlos mientras trabajan. Es imposible trabajar con Pablito. Marta no le hace caso. Cree que yo, como soy su profesora en el  instituto Mirasierra, también soy su niñera. ¡Sólo faltaría!
 
 Fuimos a los baños Gellért a hacer el reportaje de las camisetas Custo. Pablito me dio el día con los malditos conquistadores de América. Desee haber sido la Reina Católica para haberle prohibido a Colón descubrir América.
 
 -¿Sabes lo que eran las empresas de rescate, profe Sophia?
 -Mi chico tiene una empresa de rescate. Está rescatando a su socio de las garras de los gendarmes franceses.
 -Las empresas de rescate le pagaban impuestos a la Corona.
 -La revista "Miss" -dijo Mara- también le paga impuestos.
 -Pero no conquista un nuevo continente -dice Pablito.
 -Según como lo mires, niño. Este reportaje de camisetas Custo lo voy a colgar en nuestra página web, lo leerán en Estados Unidos los fans de Custo, se preguntarán quién es Mara, me buscarán en google y me haré famosa.
 -Amén. Soñar no cuesta nada.
 -¡Sophia! ¿Cómo puedes ser tan pesimista?
 
 Más que pesimista soy realista. Escribir maravillas sobre las camisetas Custo no te catapulta a la fama. Ni siquiera te abre las puertas del Parlamento de Hungría. Mara le dijo al policía de la puerta que todos íbamos vestidos de Custo, hasta Pablito llevaba un vaquero Custo adaptado a su talla. Le enseñó la etiqueta de su abrigo, pero el policía prefirió mirar nuestros pasaportes. Los DNI no valían. Él quería ver escrito "pasaporte europeo" y contar las doce estrellas.
 
 -¿No reconoce usted un vestido Custo? -le preguntó Mara.
 -Vengan por aquí. El guía los acompañará a ver las joyas de la Corona.
 -Tenemos que hacer unas fotos.
 -No pueden. Están prohibidas las cámaras de fotos.
 
 Ambrosio ya se había enterado. El detector de metales pitaba como la sirena de un petrolero. Nuestro fotógrafo nos dijo hasta después y se fue. A él no le interesaban las joyas de la corona húngara.
 
 Mara no se dio por vencida. Nos llevó a la Estación de tren del Oeste. Había que fotografiar la línea de vaqueros Custo.



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Thursday, March 22, 2007

El socio detenido

 
 
 Carlos marchó sin despedirse. Cuando bajé a desayunar, el recepcionista me entregó una carta tan larga que parecía el testamento de un embajador. Tanta palabrería para decir que su socio estaba en apuros. ¿Y  a mí qué me importaba? No tenía tiempo para leer los quince folios manuscritos. Le envíe un SMS diciéndole que me resumiera la carta de viva voz.
 
 A los cinco minutos me llamó.
 
 -Estoy en la gendarmería de Perpiñán.
 -¿Detenido?
 -No. Está detenido Alberto.
 
 Suspiré aliviada. No tenía que buscar otro novio. Su socio capitalista podía cumplir condena; total, está divorciado y nadie lo necesita.
 
 -Lo detuvieron por tráfico de antigüedades.
 -Por robo.
 -No, por tráfico.
 
 Mi chico es un cabezota a la hora de emplear palabras piadosas. Cuando acabó de contarme las peripecias delictivas de su socio, se disculpó por dejarme plantada ante la Basílica de San Esteban.
 
 -Justo en ese momento recibí una llamada de Alberto. Tenía que venir a sacarlo del truyo.
 -Al final no pude casarme por poderes contigo.
 -¿Qué dices?
 -Olvídalo.
 
 Había acabado de tomar mi supercafé. ¿Para qué contarle lo de los curas de mentirijilla? Bastante preocupado estaba buscando el dinero para la fianza.



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Tuesday, March 20, 2007

Las nuevas conquistadoras

 Me vengué de mi chico siéndole infiel con la mente. Siempre que me enfado con él entro en el chat "Encuentros". Allí soy la reina. A los cinco minutos tenía dos docenas de candidatos a mi bella persona. Los mayores los descarté. A mi me gustan los treintañeros.
 
 -Profe Sophia, vamos a hablar de las conquistadoras.
 -Vete, Pablito, y déjame conquistar en paz.
 -¿Qué conquistas, profe Sophia?
 
 Pablito miraba las fotos de mis ligues con cara de policía antidelincuencia.
 
 -¿Quienes son éstos?
 
 Yo no tenía palabras. Mi alumno más delicado estaba perdiendo su inocencia a los doce años. Un poco pronto para un niño.
 
 -No se parecen a los conquistadores de América.
 -Pues descienden de ellos.
 -¿De Pizarro? ¿De Hernán Cortés?
 -De todos ellos, Pablito.
 -Casi todos te invitan a un café. Los conquistadores del siglo XVI te invitarían a seguirlos al Nuevo Mundo.
 -Creo que prefiero un café.
 -¿No hay chicas?
 
 El niño era espabilado. Le dije que regresara a su habitación.
 
 -Mamá salió con Mara y Ambrosio. Fueron a ver la residencia del Presidente.
 
 ¿Dónde era eso? El Danubio divide la ciudad en dos partes: Buda y Pest. La residencia del Presidente de Hungría estaba en Buda.
 
 Apagué el ordenador. Pablito se quedó con ganas de conocer a las conquistadoras del siglo XXI. No protestó. supuse que estaba más interesado en nuestras antepasadas del siglo XVI.



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Friday, March 16, 2007

Intentando casarme

 
 
 Finalmente puede liberarme de mi alumno Pablito e irme a hacer turismo con mi chico. Delante de la Basílica me entraron unas ganas locas de casarme. Se lo dije a Carlos.
 
 -Tranquila, Sophia; todo a su debido tiempo.
 -Tiene que ser ahora mismo.
 -No puede ser. Las bodas requieren preparativos.
 -Mi boda no. Digo sí, dices sí, y quedamos casados ante Dios y los hombres.
 
 Carlos reía como se ríe uno ante las ocurrencias de una niña. Para él, yo soy un poco fantasiosa. No acaba de creerse mis realidades.
 
 En la terraza de uno de los bares situados frente a la iglesia, había sos curas. Tomaban café y charlaban.
 
 -Padres -les dije-, yo y mi chico venimos a casarnos bajo la cúpula de San Esteban.
 -¿Dónde está su chico? -me preguntó el sacerdote mayor.
 
 Carlos cruzaba la plaza peatonal como si lo llevara el demonio. ¡Me había plantado! Lo odie a muerte. ¿Aquel era su amor? Gracias a Dios, mi memoria es prodigiosa. Recordé que existía el matrimonio por poderes.
 
 -Mi chico está en EEUU haciendo fortuna. Usted me casa por poderes. No se preocupe por el dinero. Pagaré todo cuanto me pida.
 
 El sacerdote mayor no parecía muy dispuesto a casarme. En cambio, el joven dijo que no había problema. Entramos en la Basílica. Me emocioné. Iba a casarme en la misma iglesia de Budapest donde contrajo matrimonio la archifamosa Sophia Loren. Aquello había que fotografiarlo para la eternidad. Le entregué mi cámara al cura joven. Iba a ser testigo, novio sustituto y fotógrafo.
 
 -¿Le viene bien delante de la imagen de San Esteban?
 -Ni hablar, yo me caso delante del altar mayor.
 -Los matrimonios por poderes no se pueden celebrar ante Dios.
 -El Papa no dijo tal cosa.
 
 El sacerdote mayor dijo que yo tenía razón.
 
 -¡Profe Sophia!
 
 Allí estaba Pablito para fastidiar.
 
  -¿Qué haces aquí, niño travieso?
 -Mamá me dio dinero para hacer turismo. ¿Qué haces tú con estos curas?
 -Me van a casar por poderes con mi chico.
 -No parecen curas de verdad.
 
 El sacerdote de verdad salió de la sacristía. En varios idiomas gritó "fuera comparsas". Mis curas marcharon sin casarme. Sigo soltera. ¡No hay derecho! Ni siquiera por poderes y con sacerdotes de mentirijilla soy capaz de dejar la soltería.



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Tuesday, March 13, 2007

Mujeres conquistadoras

Inés de Suárez

No siento los brazos. Quedé muerta después de arrastrar a Marta hasta el taxi que llamó Mara. El taxista sólo entendía su idioma. Abría la puerta del taxi como se la abriría un lacayo a un rey sin desmayar. Era un húngaro fuerte, nada caballeroso.

-Esta tarde descansamos, profe Sophia.
-Sí, cariño. Falta me hace.
-Le quiero hablar de las mujeres conquistadoras.
-No, por favor.
-Sí, profe Sophia. ¿Prefiere iniciar la conversación con Inés Suárez o con Mencía Calderón?

Eché las manos a la cabeza arrastrando mis brazos cansados. Pablito interpretó que un dolor de cabeza me atacaba. Preparó rápidamente un café para mí, en la cafetera eléctrica de la habitación; para él, se sirvió un vaso de leche.

-Cariño, ¿por qué no vas a mirar como se encuentra tu madre?
-Se encuentra perfectamente. Mamá suele desmayarse con cierta frecuencia. Cuando ve a un hombre guapo se tira al suelo. Es su forma de ligar.

¿Qué hombre guapo vio Marta? ¿Ambrosio? Ambrosio es un chico resultón; rubio, alto, guapillo de cara. ¿Estará Marta enamorada de nuestro fotógrafo? Si lo está, pierde el tiempo. Ambrosio sólo tiene ojos para su poeta.

-Unas cuarenta mil mujeres llegaron a América en el siglo XVI, profe Sophia.
-No estamos en clase, Pablito.
-Yo quiero hablar de nuestras grandes conquistadoras. Lo dejé que hablara. Me repanchingué en el sillón y pensé en mi chico. A mí las chaladas que corrían detrás de sus maridos hacia el Nuevo Mundo, me traían sin cuidado. Eran unas tontas. Son los hombres los que deben seguirnos a las mujeres. Mira mi Carlos, siempre me acompaña en mis viajes. Es el descanso de la guerrera.

Es imposible descansar. Pablito me sacude. Estos son malos tratos. Lo miro con mirada de madrastra. No se da por enterado. Supongo que la señora Otra que rapto a su padre del domicilio familiar, no tiene mirada de madrastra.

-Escuche, profe Sophia.
-¿Vienen las conquistadoras?
-Los hombres casados tenían prohibido irse a América sin sus esposas, pero muchos sortearon la prohibición de la Corona.
-Siguen haciéndolo, Pablito. Los hombres casados son el peor subgénero masculino.
-Muchas mujeres los siguieron, pero cuando llegaron a América ya eran viudas.
-¡Vaya por Dios!
-En América fundaron conventos para rezar por sus maridos.
-Eran tontas perdidas. Yo de ellas no rezaría ni un padrenuestro.
-¡Habían muerto en la batalla!
-Como si murieran de sarampión. Yo no rezo por ningún hombre.
-¿Por mi tampoco rezarías, Sophia?
-¡Carlos!

Me levanto de un salto y lo abrazo. Mi chico ha llegado a Budapest vivito como un pez espada. ¿Para qué perder el tiempo en rezos? Yo el tiempo lo utilizo para disfrutar de este amor carnal que me besa como solo él sabe hacerlo.

Thursday, March 08, 2007

En Budapest

Puente de las Cadenas

Ni siquiera me he librado de Pablito en las vacaciones de carnaval. Mara contrató a la madre de Pablito para el reportaje de Budapest, y aquí la tenemos con su superpesado niño.

-Estas camisetas de House of Holland no me gustan nada.
-Por favor, Marta. Apóyate en la barandilla del Lánchíd.
-Creo que no lo voy a hacer, mi querida Mara. Éste antiguo hierro no es seguro. Si caigo en las frías aguas del río Danubio, Pablito quedaría huerfano de madre.
-Algún día todos seremos huérfanos -dice Ambrosio.

Marta lo mira encantada. Ambrosio ha cambiado mucho desde que tiene una novia poeta. Se volvió filósofo. No me extraña: las poesías de Yolanda son muy metafísicas.

-¿Yo cuándo seré huérfano? -pregunta Pablito.
-Imposible saberlo, cariño -lo tranquilizo-. La Divina Providencia es imprevisible.
-Concentremonos, chicos -dice Mara-. Marta, por favor, posa como una manifestante. Fíjate en Sophia.

Yo me sentía en mi salsa. Las camisetas XXL de House of Holland atraían las miradas de todos los peatones. La mía ponía en grandes letras: "Do me daily, Christopher Bailey". Una niña le susurró a su madre el significado en su idioma. Pablito me preguntó qué había que hacer a diario. No le contesté. Se lo preguntó a su madre. Marta le dijo que me lo preguntara en clase. Espero que se olvide.

La camiseta de Marta ponía: "soy el arma del amor". La directora de la revista "Miss" no estuvo muy acertada. Marta es una pobre cornuda, abandonada por un marido experto en temas históricos.

-Profe Sophia, ¿sabe de quién me habló papá?
-De Madonna.
-No. Me habló de los grandes conquistadores españoles.

Tape los oídos. Si me iba a soltar la vida y milagros de Colón no quería oír nada.

-Así, así -chillo Mara-. Ambrosio, dispara todo el carrete. La marca Worn By va a quedar encantada con estas imágenes.
-Profe Sophia, ¿sabes nadar? El puente de las Cadenas no es una construcción segura.
-¿No me digas, Pablito? Si se derrumba nos vamos todos al otro mundo.
-No digáis tonterías -dijo Mara-. ¿A dónde va Ambrosio? Marcha a todo correr como si se fuera a acabar el mundo?
-Va a salvarse.

Marta palideció. Emitió un lastimoso ¡ay! y se derrumbó sobre el suelo del puente construido en 1.840.

Wednesday, March 07, 2007

Me quedo con los incas

Escudo del Nuevo Reino

Doña Manolita nos reunió en su despacho para zanjar definitivamente el incidente. Había hablado con las monjas del colegio Miraflores. No pensaban denunciarnos, pero querían que doña Manolita le dijera a Pablito que hay que respetar a tus hermanos más pequeños.

-No tengo hermanos, doña Manolita. Mi madre es modelo y no puede tener más hijos.
-Ser modelo no impide tener hijos. En todo caso, las hermanas se referían a la hermandad por la ley de Dios.
-No adoctrine al niño -protestó Ena-. Dígale que no haga el indio y punto.
-¡Con lo que me gustaba ser inca!

Lo miramos atónitas. Pablito es un niño muy especial. Tiene madera de político. Nos vendía el Imperio Inca de tal manera que me vinieron ganas de salir a la calle pidiendo firmas para un referéndum incas sí o incas no.

-Tenían un sistema contable avanzado -decía Pablito.

Mi chico no tendría problemas con sus consultorías. Si el sistema contable inca era tan avanzado los balances cuadrarían en un plis plas. Igual hasta podría reducir costes fijos prescindiendo de algunos empleados que no necesitaría.

-La educación era muy disciplinada. Todos los alumnos obedecían a sus profesores.
-Obedécenos, Pablito -aprovechó doña Manolita, para corregir la indisciplina del niño -. Prometeme olvidarte de todos los pueblos precolombinos.
-Me quedo con los incas.
-Pensé que vivías con tu padre -le dije.
-A mi padre le encanta el Virreinato de Nueva Granada.
-Tu padre es un sádico.
-¡Macarena!
-Doña Manolita, sólo a un sádico le puede encantar un sitio en el que sacrificaban adolescentes para ofrecérselos al sol.
-Pero cuando llegamos los españoles fuimos bien recibidos- protestó Pablito -. Nos tiraron a los pies cadáveres de sacrificados.

Me estremecí. Prefiero los malos recibimientos de la madre de Carlos. Cuando voy a buscar a mi chico, y está ella en casa, no me saluda. Es mejor que te ignoren a que te tiren un muerto a los pies para darte la bienvenida.



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Tuesday, March 06, 2007

El gran inca Pablo

 
 
 La contienda no había llegado a las manos y terminó cuando llegó Pablito hablando de los incas.
 
 -Yo respeto sus ritos, señora.
 -Aquí tenemos al niño caníbal. ¡So abusón! ¿No te da vergüenza abusar de los niños pequeños?
 -¡Cállate, bruja!
 -Macarena, por favor... -protestó doña Manolita, totalmente afónica por los gritos de paz proferidos.
 -Soy el gran inca Pablo -prosiguió Pablito-, y le otorgo la gracia de conservar el rito caníbal siempre que sólo lo practique con los miembros de su familia.
 
 La abuela del privado se desmayó. Doña Manolita le tomó la mano derecha y se la llevó al oído. Le dije que el pulso no se miraba así. Doña Manolita dijo que aquella mujer necesitaba un boca a boca urgente para resucitar.
 
 -Levántate y anda -decía Pablito.
 -¡Calla, niño! Esta mujer no es Lázaro.
 
 Pablito tampoco era Cristo. Él ayudaba como podía y, lo mismo que otros alumnos, aportaba sus conocimientos en resurreciones de desmayados. Doña Manolita no sabía a quien hacer caso. El que decía que un papel quemado hacía milagros tampoco le parecía muy de fiar. Peor le parecía el remedio de retorcerle un brazo. Del instituto Mirasierra nunca había salido un visitante herido.
 
 Ena terminó con las dudas de la directora. Llegó armada con el cubo de fregar suelos y vació su contenido sobre la cara maquillada de la abuela del privado. La mujer despertó escupiendo y maldiciendo al Dios único por haber hecho un mundo tan malo. Ena le dijo que no había sacerdote cristiano que pudiera perdonar sus blasfemias.
 
 -Yo la perdono, señora. Vaya con Dios y no se pierda en los cuarenta mil kilómetros del Imperio Inca.
 -¿Cómo dice? -preguntó la mujer aturdida.
 -Estamos haciendo grandes obras públicas.
 -¿Refeormas en el instituto? Así malgastan el dinero de mis impuestos.
 -No se olvide de acudir a su puesto de trabajo. Es obligatorio.
 -¿Obligatorio?
 -Sí, todos los incas adultos están obligados a aceptar el puesto de trabajo que les toca. A usted le ha tocado limpiar los baños del instituto Mirasierra.
 
 La abuela del privado no quiso oír más. Marchó maldiciendo a la ministra de Educación. La profe chachi gritó ¡viva la escuela pública! Todos, menos doña Manolita, contestamos ¡viva!



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Friday, March 02, 2007

Pelea por un sacrificado

Uno de los alumnos sacrificados fue el nieto de la abuela del privado. Pablito no pudo elegir peor esclavo para ofrecer a los dioses. La abuela del privado se exalta por mucho menos; si le das motivos se revoluciona.

Viene todos los días a pedir castigos para Pablito. Doña Manolita la recibe todas las mañanas. Le da la razón. Pablito es un demonio, pero ella no puede castigarlo porque lo impide la ley.

-Sólo le pido un cachete.
-No puede ser, señora.
-Un cachete a tiempo es el mejor correctivo.
-Hablaré con la profesora tutora de Pablito.

La abuela del privado insistió en hablar directamente con la tutora. Doña Manolita me ordenó buscar a Ena.

Allí se iba a armar una buena. Ena era muy capaz de agredir a la abuela del privado con el cachete correctivo. NO, yo a la profe chachi no la buscaba. Me fui a esconder a la alula de informática.

Unos quince minutos más tarde, los gritos de la profe chachi llegaron a mi escondite. Siempre pensé que Ena se podría haber ganado muy bien la vida cantando ópera. Su do de pecho hace temblar toda la Sierra de Madrid.

La abuela del privado tampoco quedaba atrás a la hora de dar gritos salvajes. Abrí la puerta. Todos nuestros alumnos abandonaban las clases e iban hacia el lugar de la pelea. Debían estar pegándose ya. Recordé que Ena es cinturón negro en judo. Eché la mano a mi móvil y llamé a emergencias Madrid.

-Vengan rápido al instituto Mirasierra. Hay una pelea.
-¿Acoso escolar?
-¡Corran! Se están matando.
-Presente una denuncia cuando haya cadáver.
-¿Para qué?

Cortaron la comunicación. El hombre de la operadora de emergencias sólo sabía que cuando hay un cadáver se presenta una denuncia en algún sitio. No importa para qué.