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Es fácil encontrar el Parador de Artíes en Lleida. Vas por la carretera Baqueira Beret y llegas sin perderte hasta este edificio en medio de cumbres nevadas y mucho paisaje verde bajo la nieve. Está en los Pirineos más nevados, sobre todo en invierno. Debes ir bien abrigada. Yo lo iba y no pasé nada de calor, exceptuando el interior del Parador, donde tienen una calefacción que funciona a las mil maravillas en todas sus estancias.
Estuve en este parador con mi marido y con mis hijas y fueron dos días deliciosos. Lo que más disfruté fue la comida. El restaurante del Parador te sirven la típica olla arenesa que está que te chupas los dedos. También está muy buen la trucha a la llosa. Yo pedí la trucha porque el civet de jabalí que pidió mi chico para cenar era muy fuerte para mi estómago. Por eso pedí a mediodía la trucha y a la cena el pescajús de Artíes. Mis hijas se animaron con el civet de jabalí. Comen como dos limas.
El Parador de Artíes en Lleida es inconfundible. Lo ves y no lo olvidas. Está en un edificio un tanto rarito, con tejado de pizarra y muchas ventanitas subidas al tejado en dos alturas.
Nos dieron una habitación más grande de lo que era con las paredes pintadas de verde, las cortinas en color crema, una cama con un cabecero de madera y una cortina a mayores metida en el cabecero. Los suelos eran de madera. Había un escritorio a juego con el color de la madera del suelo. Tan a juego que mi chico decía que lo habían hecho con la misma madera. Le echa mucha imaginación a la vida.
Lo más importante es que estaba todo muy limpio. Hasta los salones donde tenían chimeneas funcionando se veían impolutos. No veías cenizas de la leña por el suelo.
Os lo recomiendo. El Parador de Artíes en Lleida fue en su día la casa de Don Gaspar de Portolá, el descubridor de California. Me lo comentó una chica de recepción que hablaba como una estudiante de Historia. Fuera lo que fuera está decorado con buen gusto. Me pareció muy acogedor.
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Mi prima va mucho al gimnasio y, como no anda sobrada de dinero, se ha apuntado al Altafit Vitoria, un gimnasio low cost que deja bastante que desear. Yo fui con ella un día y prometí no volver. Estoy acostumbrada a gimnasios en los que no me siento una sardina enlatada y encima sudorosa. Aquello era como sentir claustrofobia en un ascensor.
La única ventaja que tienen estos gimnasios presentes en muchas ciudades españolas es su precio. Te cobran 19,90 euros al mes. Por ese precio nadie queda sin hacer gimnasia. De hecho, cuando se apuntó mi prima lo hicieron también todas sus amigas, incluidas las que nunca habían pisado otro gimnasio que no fuera el del colegio.
Bueno, el precio no resultó ser tan barato porque no te incluían el IVA ni el importe de la matrícula. Incluyendo todo salía en 23 euros. No era mucho dinero, pero podrían haber sido más claros y no engañar al personal en unos tres o cuatro euros.
En todo caso, a mi prima no le importó. Estuvo encantada y sigue encantada yendo a este gimnasio porque ella sólo mira el precio. La calidad le da igual.
Yo no os recomiendo ni os dejo de recomendar este gimnasio. El de Vitoria tiene un local amplio con máquinas para hacer ejercicio, zonas de pesas, colchonetas, espalderas, duchas para chicos y duchas para chicas amplias y una cafetería que está siempre tan concurrida, o más, que el gimnasio en si. Esto es lo que no me gusta: que haya tenga gente. Es un gimnasio que huele a sudor como los barcos de esclavos.
Antes de hacerlos el abono mensual os aconsejo ir un día para probarlo. Fue lo que hice yo. Como lo que vi no me gustó, no hice el abono mensual en mi ciudad de residencia, donde también hay un gimnasio de esta cadena tan famosa.
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La Ruta Lagos de Covadonga, Covadonga, es una ruta muy asturiana por medio de paisajes verdes que no olvidas nunca. Te da la sensación de estar en el paraíso. Pero no debes bajar la guardia si vas conduciendo porque las carreteras son estrechas y peligrosas. Nosotros casi tuvimos un accidente en la bajada por culpa de una vaca que salió de un campo para la carretera sin previo aviso.
Los lagos quedan arriba de Covadonga, una aldea de pequeñas casas con tejados negros en la que no vive mucha gente. Hay más turistas que vecinos, sobre todo cuando hace buen tiempo. Covadonga queda cerca de Cangas de Onís.
Llegar a los lagos nos costó lo nuestro. Mi marido no quería seguir subiendo tras alcanzar el primer lago de agua cristalina. Yo le dije, que ya que estábamos allí, subíamos arriba de todo aunque hubiera que atar el coche a un tractor. Tuvimos suerte: nuestro coche no se caló nada. En cambio, el coche que subía delante quedó para el taller mecánico. Aquellas cuestas tan empinadas requieren un buen vehículo para dominarlas. Es mejor llevar un todoterreno como llevábamos nosotros.
El paisaje de los lagos es maravilloso. Si te dicen que estás en el paraíso te lo crees. Yo en mi vida había visto un agua tan limpia. Mi chico decía que era por el frío. Yo creo que se debía a que poca gente sube. Suele haber mucha niebla y las carreteras no invitan a ir hasta arriba de todo. Son tan estrechas que casi no caben dos coches en doble dirección. Mi chico se tenía que meter en las huertas cuando nos cruzábamos con otro automóvil. Menos mal que no nos cruzamos con ningún autobús porque no hubiéramos cabido.
Os recomiendo ir a hacer la Ruta Lagos de Covadonga, Covadonga. Es mejor ir en coche porque hace frío y las cuestas son muy duras para las personas que no estamos muy acostumbradas a hacer senderismo.
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artigoo.com 'La inteligencia del éxito de Anxo Pérez es un libro más de los muchos libros de superación personal que hay en el mercado. Digo superación personal porque ' / |