Monday, June 11, 2007

Cita recuperada

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Teníamos que hablar. Nuestra relación se ha convertido en un río de sentimientos que nunca alcanza la meta del océano. Salí de la redacción de la revista "Miss" hecha una furia. No, aquel enfado mío no lo iban a arreglar los besos de Carlos.

Llegué a su casa de Madrid saltándome varios semáforos y metiendo mi coche alquilado por un para de calles en dirección prohibida. Lo sentí por los de Tráfico: no podían conducir por mí.

Carlos estaba enchufado a la televisión y a un yeso.

¿Qué te pasó, amor?
-Un accidente.
-Conducen como locos. El carné por puntos no arregló las locuras que hacen en la carretera los chalados de siempre.

-Fue un accidente laboral, Sophia. El portero de la finca estaba fregando las escaleras y resbalé.

Me vinieron ganas de ir a matar el portero. Mi chico tenía una pierna rota por culpa de unas escaleras fregadas en horario de oficina. Apagué el televisor. Teníamos que hablar. Yo quería denunciar al portero, pedirle una indemnización por un delito de viudez en grado de tentativa.

-Trae para aquí el mando, nena. Echan "House" en la Cuatro.

En el televisor de plasma apareció Gregory House subido a una moto de gran cilindrada.

-Me encanta ese tipo.
-¡Por Dios! Es un machista borde.
-No lo entiendes, Sophia.

¿Cómo no lo voy a entender? Yo a un tipo como el doctor House no le daba trabajo ni de barrendero. Lo enviaba directamente a galeras. Y encima es médico. No aguanto a los médicos. Cuando el monstruo llegó al hospital, volví a apagar el televisor.

-¿Qué dices, nena?
-Si veo una camilla, me desmayo.
-Contente, Sophia. Hoy no estoy para cogerte en brazos.

No le dejo ver "House". Tiro el mando y, en vez de encestar en el sillón de orejeras, encesto en el suelo. Carlos se levanta furioso.

-¿A qué vienes tú aquí?
-Hoy creo que a hacerte la cena. Llama a los bomberos por si mi paella termina en incendio.

Carlos dice que no puede más, que lo vuelvo loco, que ojalá fuera el doctor House.

-Debería decirte lo que estoy pensando, Sophia.
-No te atrevas, amor. Yo puedo decir una barbaridad peor.
-Necesitas un hombre como House.
-En este momento casi lo tengo, amor. Tienes barba de tres días, vas despeinado, esa camisa tiene más arrugas que una sábana centrifugada, pro no hablar de los pantalones que...
-Que me compraste tú en los chinos -me interrumpió.
-Sabes que soy tacaña.

Mi chico intenta recomponer el mando a distancia. No tiene arreglo. Las pilas no encajan.

-Voy a ver la tele a la habitación. No te acerques, nena.

Carlos se aleja cojeando. Entonces recuerdo lo del portero.

-¿Denunciaste al friegasuelos?
-Déjame en paz, anda.

Cuando oigo al doctor House me vuelvo a revolucionar. Dejo la paella haciéndose y me me dirigo a la habitación decidida a ponerle fin a otro mando a distancia.

-¡Quieta! -grita Carlos-. Has ganado. No hay más "House" por hoy.
-¿Lo tienes en dvd? -pregunto sorprendida al verle quitar la cinta.
-Sólo trae veinticuatro capítulos.
-Los de la Fox son unos peseteros y tú eres un adicto. Con lo que echan en la Cuatro debería bastarte.

Mi chico vuelve a decirme que no lo entiendo. Me explica las similitudes del doctor borde con Sherlock Holmes y yo sólo encuentro diferencias.

-Es paternal.
-¡Mentira! Es un torturador, un bruto, un maleducado, un...
-Es un buen médico del hospital de Princeton.
-Ojalá te curara a ti esa pierna para que supieras lo que es un matasanos.

Carlos puso cara de pena. Pobrecito mio. Le dolía el menisco roto. Lo abracé olvidándome de todo. Íbamos por el quinto beso cuando me dijo que olía a quemado. Era la paella. No necesitamos los bomberos, pero casi. El arroz estaba negro marrón ceniza. Gracias a un repartidor de pizzas pudimos cenar.

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