La directora de la revista "Miss" llena mi buzón de voz de mensajes. Quiere que regrese a Madrid a toda costa. Ni en sueños. Mi nuevo trabajo de espía es apasionante.
Dianita come como una leona. Si no vomitara sus comilonas, no cabría en la ciudad.
-Mi hija es bulímica -dijo su madre ayer-. Quiero ingresarla en un centro especial subvencionado por la Xunta de Galicia.
Dianita no quiere. Decidió no regresar a casa y ahora duerme en la trastienda.
-Nos va a arruinar, don José -le dije al jefe-. No podemos permitirnos alimentarla.
El encargado dijo que el supermercado no alimenta a nadie gratis: Diana paga lo que come.
Yo no estoy tan segura de su honradez. Nunca la he visto anotando los productos que coge de las estanterías. Puede que tenga buena memoria, pero no creo.
-¿Tu madre trabaja, Sophia?
-Creo que sí.
-¿Crees? ¿Te llevas mal con tus padres?
Quedo muda. No me gusta hablar de mi vida privada.
-No me contestaste.
-Ni pienso hacerlo.
-Eres una maleducada.
-¿Por no hablar de mi vida privada?
Dianita abre los ojos como platos; cuando se recupera de la sorpresa, intenta contarme su vida.
-No te pregunté por tu familia, Diana.
-Estoy diciendo que mi madre es sobrina del jefe de RENFE, prima del presidente de Telefónica y cuñada del conselleiro de Industria.
Por mí como si era la reina de América. ¿Cómo iba a hacer para poner a aquella mujer a trabajar? Necesitaba acceder a la caja fuerte para introducir la contabilidad B.
-¿No se trabaja aquí?
-Sí, don José -contestamos a dúo.
-Tú queda, hija. Sophia atenderá la caja 3.
Cuando te discriminan te sientes una esclava. Peor me sentí minutos después: don José gritaba como un loco. Aquel había descubierto que faltaban los libros de la contabilidad B.
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2 days ago