La tasca de Celso es uno de los restaurantes de Portugal que más le gustan a mi chico. Por fuera parece y es una pequeña casita, igualita a las de Vilanova de Milfontes, donde está ubicado el restaurante.
Cuando entras encuentras una barra de madera y unas mesas rústicas en las que yo no me sentaría si a mi marido no le gustara tanto este local.
Más que el local me gusta la comida. Los platos los anotan en unas pizarras como en los viejos tiempos. Tienen raciones y platos del día, que son los que e recomiendan.
Mi marido siempre pide boletus a la plancha. A mí las setas no me van nada. Prefiero las almejas con salsa de tomate o el solomillo que sirven cortado en finas lochas dentro de una cazuela de barro.
La tarta de almendras que pedí de postre la última vez me recordó mucho a la tarta de Santiago. Os recomiendo también pedir un café. El café de Portugal tiene un sabor distinto.
Por unos 12 euros tienes menú. Puedes subir a los 22 euros si empiezas a pedir vinos de reserva. Yo paso de vinos caros. Mi chico, en cambio, no pierde ocasión para pedir uno de esos vinos de reserva que tienen en La tasca de Celso.
Como os decía, a mí no me gusta nada su decoración rústica. Las mesas de madera como las de la casa de mi abuela no me van. Lo mejor que puedo decir del local es que es tranquilo. No hay mucho barullo. Puedes comer tranquilamente sin que te apuren los camareros ni te agobien las conversaciones de las mesas vecinas.
Cuando entras encuentras una barra de madera y unas mesas rústicas en las que yo no me sentaría si a mi marido no le gustara tanto este local.
Más que el local me gusta la comida. Los platos los anotan en unas pizarras como en los viejos tiempos. Tienen raciones y platos del día, que son los que e recomiendan.
Mi marido siempre pide boletus a la plancha. A mí las setas no me van nada. Prefiero las almejas con salsa de tomate o el solomillo que sirven cortado en finas lochas dentro de una cazuela de barro.
La tarta de almendras que pedí de postre la última vez me recordó mucho a la tarta de Santiago. Os recomiendo también pedir un café. El café de Portugal tiene un sabor distinto.
Por unos 12 euros tienes menú. Puedes subir a los 22 euros si empiezas a pedir vinos de reserva. Yo paso de vinos caros. Mi chico, en cambio, no pierde ocasión para pedir uno de esos vinos de reserva que tienen en La tasca de Celso.
Como os decía, a mí no me gusta nada su decoración rústica. Las mesas de madera como las de la casa de mi abuela no me van. Lo mejor que puedo decir del local es que es tranquilo. No hay mucho barullo. Puedes comer tranquilamente sin que te apuren los camareros ni te agobien las conversaciones de las mesas vecinas.
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