Friday, June 05, 2015

Turismo de compras en Milán y turismo de restaurantes en otras ciudades

1

Milán es la ciudad de las compras. Yo me arruino en Milán porque no puedo evitar comprar las cosas bonitas que encuentras en muchas de sus tiendas, sobre todo en las de marca. 

Esta conocida ciudad italiana tiene un centro histórico pequeño, pero interesante. Lo puedes recorrer andando, si estás más interesada en la historia monumental que en las compras. 

No es mi caso. Yo a Milán voy a hacer turismo de compras. He visto el Duomo, he ido a representaciones en el Teatro de la Scala (Teatro alla Scala). El teatro no te deja indiferente y no es para menos porque es uno de los grandes teatros de la ópera. El 7 de diciembre empieza la temporada. Nosotros lo visitamos en una de las visitas guiadas que hay para turista cuando no hay temporada. También fui al Navigli District donde la actividad nocturna es más intensa. Pero lo mío es comprar. Es así como disfruto yo Milán. 

Mi marido siempre quiere ir a la catedral. Le gusta mucho el gótico, las más de tres mil estatuas que hay en la Catedral de Milán. A mí no me gusta mucho esta catedral: la encuentro muy de rezar. encima te cobran siete euros por subir a la terraza y 13 euros si subes en ascensor. 

Para compras os recomiendo ir a la Galería Víctor Manuel. A nosotros nos gusta también frecuentar sus cafés porque son muy elegantes. 

La última vez que estuvimos en Milán a mi marido se le antojó ir al cementerio. Es muy monumental. Más que un cementerio podría decirse que es un museo al aire libre. Hay muchos italianos famosos enterrados en aquellas tumbas. 

Os recomiendo visitar Milán. Es la Italia refinada, la Italia del norte.

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2

Cuando viajamos al extranjero yo siempre me temo lo peor en cuanto a hoteles. Mi experiencia me dice que los hoteles de los países vecinos y menos vecinos son bastante peores que los hoteles españoles. De vez en cuando, nos alojamos en algún hotel que nos deja satisfechos. Tal es el caso del Mamaison Imperial Hotel, Ostrava, donde nos hospedamos en nuestro último viaje a la República Checa. 

Nos dieron una habitación grande decorada con unos muebles muy tradicionales que le daban un toque señorial a la estancia. Era una habitación luminosa, con espacio de sobra para dos personas. Lo mismo puedo decir del cuarto de baño, donde había una bañera redonda que parecía una piscina. Mi marido decía que, si hubiéramos llevado a las niñas, nos nadaban en la bañera. 

Pero había cosas que no me gustaban. Por ejemplo, una enorme planta que más parecía un árbol al lado de la cama. tuve que llamar a recepción para que la retiraran. No aguanto ni plantas ni flores ni nada de eso en mi habitación. Tampoco me gustó encontrarme con una vela en la mesa del restaurante del hotel. Me dio la cena. Cuando la retiraron a petición mía, nos quedó un olor a cera en la comida que era inaguantable. 

El personal del hotel es amable y lo tienen todo muy limpio, tanto las estancias comunes como las habitaciones. Pero podía ser más profesional. Muchos de los empleados casi no hablan ingles y los que lo hablan lo hacen de tal manera que te cuesta entenderlos. Su nivel de idiomas es muy mínimo. 

En los desayunos servían mucho pan. Había las barras igualitas a las que venden en los supermercados y panaderías de nuestra España y también tenían unos panes negros que no me gustaron nada. Me animé a probarlos, porque mi marido decía que era el pan negro que daban con la cartilla de racionamiento tras la Guerra Civil española. Una broma suya. Aquel pan dios sabe con qué cereal lo habrían hecho. Era incomible. 

En todo caso, os recomiendo el Mamaison Imperial Hotel, Ostrava. Es un hotel mucho mejor que otros hoteles extranjeros en los que me alojé.

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3

Nosotros fuimos a comer varias veces al Restaurante La Lonja, Sanlúcar de Barrameda, pero no creo que volvamos porque los vendedores ambulantes te dan la cena. Son agobiantes. 

Es una pena porque el restaurante queda justo enfrente del Parque Nacional de Doñana, y era uno de nuestros restaurantes favoritos para comer algo después de pasa unas horas en el parque con las niñas. 

Los pedigüeños ya empiezan a molestarte cuando llegas al parking. Parece que hay que darles un euro a los gorrillas por no hacer nada. Te encuentras tú misma el sitio para dejar el coche y vienen a pedirte una monedita. 

Nosotros solíamos comer en la terraza del restaurante. Desde allí tienes unas vistas estupendas del mar. Mejores son todavía las vistas desde el comedor de la planta de arriba del restaurante, pero yo prefiero quedarme en la terraza porque es más grande. 

En este restaurante se come muy bien. Tiene arroces para compartir, con bogavante, con cigalas, con carabineros y en grandes cantidades. Te dan para toda la familia de sobra. 
Hay gran variedad de mariscos y pescados, todos ellos muy frescos y pescados en la zona. Os recomiendo las mariscadas enormes y los pescados al horno, que están deliciosos, o a la brasa para compartir. Huelen que enamoran. 
También están muy buenas las papas aliñás y las ensaladas. ¿Y qué decir de la sopa de marisco, el gazpacho y oras cremas frías? Te chupas los dedos. 

Lo que no hay en este restaurante son carnes. Todo lo que tienen en carne se reduce a embutidos del montón. 

Lo que están muy bien son los postres caseros para elegir en oco variedades. Lo mismo puedo decir de los vinos. Tienen una carta de vinos no muy extensa pero más que suficiente. 

La mayor desventaja que le encuentro al Restaurante La Lonja, Sanlúcar de Barrameda, es la cantidad de vendedores ambulantes que te molestan mientras estás comiendo en la terraza. Mi marido decía que nos veían cara de millonarios. Pues, estaban muy equivocados: somos una familia en crisis que se gana la vida como puede, pero sin molestar a los demás como hacen ellos con tanto sombrero, pañuelos y bisuterías que te ofrecen.

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4

El Miralmar, Gavà Mar, es un restaurante donde sirven muchas paellas. Allí todo el mundo come paella, lo cual me llama mucho la atención. Yo fui tres o cuatro veces con mi marido y unos amigos que no querían gastar mucho. Gastar no gastas porque no estamos hablando de un restaurante lujoso sino todo lo contrario. Está lleno de gente que quiere comer barato. 

Está en la zona costera del municipio de Gavá y tiene dos alturas. En lo que es el primer piso el comedor tiene una capacidad de unos 50 comensales, en la planta baja es todavía más grande, como el doble de grande. 

La decoración del local es de bar barato. El suelo de la planta baja es de césped artificial, cosa que me llamó mucho la atención. Se ve limpio, pero a mí no me hace mucha gracia. En este restaurante no han gastado dinero en decoraciones. Ni siquiera las mesas se ven mínimamente dignas de un restaurante; parecen de un todo a cien. 

En todo caso, los precios no son muy baratos, aunque sí más baratos que en los restaurantes de la zona. Una buena ración de paella te sale por 15 euros. Nosotros pedíamos, además de la paella, unas zamburiñas y unos boquerones. 

Me llamó la atención lo bien que presentan el pescado. Las zamburiñas estaba colocaditas y perfectas. Lo mismo puedo decir de las raciones de boquerones que pidieron nuestros amigos. La paella, en cambio, era de pescado, pero no destacaba por una presentación en los platos que te llamara la atención. 

No os recomiendo ni os dejo de recomendar el Miralmar, Gavà Mar. Es un restaurante muy de andar por casa que podría tener los precios aún más baratos de lo que los tiene.

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5


Es un lujo poder cenar en un restaurante con vistas a la mezquita de Córdoba. Tal es el caso del Restaurante Caballo Rojo, Córdoba, un restaurante donde cenamos hace unos días con unos amigos. 

Me encantó el local. Tiene una decoración muy años 50 del pasado siglo XX. Parece que estás en una película. 

También son de película sus platos exquisitos, desde la lubina a la pimienta que me zampé yo hasta las croquetas que pedimos todos o el salmorejo, una de las especialidades de este restaurante cordobés. 

Nosotros ya habíamos estado en otra ocasión. La vez anterior nos habían servido un bacalao con aroma de canela que estaba que te chupabas los dedos. Lo mismo puedo decir de la tarta que nos pusieron con unos vinos dulces. 

En este restaurante tienen unos vinos de reserva de las bodegas Yllera que están muy buenos. Son de los mejores Ribera del Duero que he probado. La desventaja es su precio, pero en el Caballo Rojo no hay nada barato: ni vinos ni comidas. Casi llama la atención de que esté siempre hasta los topes. Como no hagas reserva no encuentras mesa libre. 

Los camareros son muy amables. Te atienden pronto y te cobran más rápido que en otros restaurantes. Casi parece que tuvieran miedo de que les marcharas sin pagar. No era para menos teniendo en cuenta que la última cena nos salió en unos 90 euros largos por cabeza. Por ese dinero en mi casa se come marisco, cosa que en este restaurante no nos sirvieron.

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