Hoy conocí un nabateo de verdad. Fue en Petra, en esa octava maravilla del mundo que está en Jordania.
Yo estaba con mi marido paseando entre monumentos excavados en las rocas, cuando apareció un chico de unos veinte años ofreciéndose de guía. Le iba a decir que se largara, pero, mi santo lo contrató, antes de que pudiera rechazar sus servicios, al saber que era un nabateo de los nabateos que llevan más de 2000 años por la zona.
El chaval hablaba de las rutas de la seda como si él mismo hubiera sido un comerciante al por mayor de trapos. También conocían las rutas de las especias. Nos dijo que iban desde China hasta la India y que llegaban hasta el sur de Arabia, Egipto, Siria, Grecia y Roma. Una pasada. Eran como hoy Amazon. El mundo no ha cambiado tanto si lo piensas un poco.
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