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El Parador de Baiona está en una fortaleza amurallada rodeada por el mar en la Península de Monte Real, al lado de un bosque de pinos. Te sientes como una princesa a borde de la guerra. Yo me asomaba a la ventana de mi habitación y me imaginaba los barcos piratas asaltando la costa.
También es de otras épocas la decoración de este parador. Las estancias son muy regias dentro de una línea de austeridad que se aleja del lujo total. Nuestra habitación, por ejemplo, tenía una gran cama de dosel, suelos de madera, alfombras que le sobraban y cortinones de palacio.
Quité las alfombras porque sencillamente no las aguanto. Mi marido me decía que me iban a llamar la atención porque estaba cambiando la decoración de la habitación. Le contesté que el cliente siempre tiene razón. Yo no podía sentarme en una zona de salita con una alfombra de lana de oveja debajo de sillones y mesa. Tampoco podía salir de la cama y poner mis pies sobre una alfombra que tenía más años que mi abuela.
Estaba todo muy limpio, eso sí. Se notaba que el personal de limpieza se esmeraba encerando aquellos suelos de madera vieja.
Lo que más me llamó la atención fue la comida del restaurante del Parador. Nos sirvieron una lubina con navajas en salsa de grelos que casi me hace repetir plato. Estaba deliciosa. Lo mismo puedo decir de las dos mariscadas que tuvimos en una cena y en una comida con unos amigos. De la tarta de Santiago y de las filloas mejor no os hablo porque se me está haciendo la boca agua. Las filloas siempre fueron mi perdición.
Os recomiendo el Parador de Baiona, un parador que recuerda los palacios sobrios de los Reyes de la Casa de Austria. Las camas son de la Edad Media. No me gustaron, pro supuesto, pero reconozco que siempre tiene su gracia meterte en una cama de dosel que huele a antigüedad.
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Estuvimos muy contentos en el Hotel Evenia Rossello en Barcelona, un hotel pequeño, muy romántico y recientemente renovado. A mí me gusta mucho hospedarme en alojamientos que huelen a nuevo. Me siento como si estrenara casa sin pagar un pastón por ella.
También me gustó mucho su ubicación. El Hotel Evenia Rossello, se encuentra situado en pleno centro comercial y de negocios de la ciudad de Barcelona, justo al lado están los jardines de la Placeta de Joan Brossa y a tan solo 350 metros del famoso Paseo de Gracia y de la Avenida Diagonal. Te queda tan bien que no gastas en desplazamientos. Puedes ir andando a los sitios de mayor interés turístico de la Ciudad Condal. El barrio del Eixample, donde se encuentra el hotel, es la localización ideal para alojarse en Barcelona si no llevas coche ni has alquilado uno.
Nos dieron una habitación que parecía más grande de lo que era gracias a una decoración en color blanco elegante. Desde la ventana había unas vistas preciosas de la ciudad. Apartabas las cortinas y parecía que tenías un cuadro delante de ti.
El colchón era cómodo, blandito, como a mí me gusta. La cama era de matrimonio. A un lado teníamos un escritorio grande con un buen televisor de plasma.
El cuarto de baño también había sido recientemente renovado. Los sanitarios eran nuevos, modernos, había una ducha con mampara que funcionaba de cine. Nos dejaron toallas suficientes y los productos de aseo que te dejan en todos los hoteles. Yo siempre prefiero utilizar los míos.
Os recomiendo este hotel. A mí marido no le pareció muy romántica la decoración. Decía que era un poco fría. Mi santo no entiende la modernidad. Yo prefiero una decoración en blanco que estar entre muebles de mi abuela.
Volvería sin pensarlo dos veces. El personal es amable y profesional. Lo tienen todo muy limpio. Este hotel tiene un restaurante donde se pueden saborear los platos de la mejor cocina mediterránea. No debes perderte su terraza en frente de los jardines. La terraza del restaurante sí que le pareció romántica a mi santo.
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artigoo.com '¿Te gustaría que alguien aparcara el coche por ti cuando vas de viaje? Yo recurría a mi hermana para que se llevara el coche para casa cuando volaba de Madri' / |
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