Sunday, September 17, 2017

Mis vacaciones en Sevilla


El Bar El Baratillo, Sevilla es un bar perfecto para los taurinos por su decoración de paredes adornadas con cabezas de toros muertos, pero no es nada ideal para una mujer a la que no le gustan las corridas de toros. No soy anti nada. Simplemente no me gusta que maten un animal delante de mí. 

Fui porque mi santo se empeñó en entrar. Decía que había tapas de otras cosas y era cierto. Yo esperaba encontrar sólo rabo de toro. Pero encontré unas patatas bravas que te morías comiéndola. Yo comía sin mirar los toros muertos. Mi marido decía que los toros de las paredes estaban bien disecados y que no olían. A mí me olían a animal muerto. Aún así pude saborear los ricos calamares y algún pescado bien frito que estaba que te chupabas los dedos. 

También tienen tapas originales. Por ejemplo, una de queso manchego de cabra con una mermelada pasada por el horno. Le echan mucha imaginación a sus tapas. Por eso hasta los que no somos taurinos nos dejamos caer por alguna de sus mesas. 

No os lo recomiendo ni os lo dejo de recomendar. Lo que sí os recomiendo es no llevar niños. No me parece adecuado que los más pequeños de la casa vean cabezas de toros cortadas cual trofeo de guerra en las paredes de ningún sitio. Los niños deben crecer en el amor, no en la guerra contra el toro o a favor, pero matando toros bravos. Diría lo mismo si tuvieran colgadas cabezas de conejos. La barbarie no me gusta. 

Mi marido lo que más comió fueron calamares. Es muy de calamar. Para mi santo lo mejor que puede salir de una cocina son unos calamares. Para el padre de mis hijas los calamares son tan buenos como los langostinos, que también había en el Bar El Baratillo, Sevilla.


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