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Hay hoteles pequeños que no tienen mucho encanto. Tal es el caso del Hotel Spa Casa Conors. Esperaba más cuando mi marido me dijo que había hecho una reserva en un hotel de Foz que estaba en un sitio tranquilo.
Tranquilidad no nos faltó. El hotel no tiene ruidos y está en una zona que es difícil de encontrar. Dimos mil vueltas en el coche antes de llegar a la puerta. Yo ya me estaba rindiendo. Fue mi marido el que consiguió llegar gracias al GPS.
Una vez allí, nos dieron una habitación de la planta baja, que era donde estaban todas las habitaciones. Había unas habitaciones arriba que estaban con reformas. Era una habitación amplia, con suelo de madera y decorada en tonos crema. Me llamó la atención lo bajita que era la cama. Mi marido decía que era casi como dormir en el suelo. Era imposible caer y lastimarte.
La misma decoración sencilla encontramos en un cuarto de baño que tenía una pequeña bañera y no estaba sobrado de geles y champús. Menos mal que estaban las toallas limpias. Una tiene que consolarse con algo cuando está en un hotel que la defrauda.
Las desventajas del Hotel Spa Casa Conors estuvieron en el spa. Allí no funcionaba nada. En el jacuzzi sólo funcionaba un botón. Lo mismo puedo decir de la piscina. Mi marido me animó para que fuera a nadar con él y las niñas y casi me ahogo. Aquella piscina no era para mí.
Ni siquiera puedo decir que me gustara el jardín. Parecía más una finca de la aldea en Galicia que un jardín. No estaba nada cuidado. Por tener no tenía ni la hierba bien cortada.
No os recomiendo este hotel y menos os lo recomiendo si quieres tener un buen parking para dejar tu coche. El parking del Hotel Spa Casa Conors se queda pequeño cuando está el hotel con una ocupación alta.
Tranquilidad no nos faltó. El hotel no tiene ruidos y está en una zona que es difícil de encontrar. Dimos mil vueltas en el coche antes de llegar a la puerta. Yo ya me estaba rindiendo. Fue mi marido el que consiguió llegar gracias al GPS.
Una vez allí, nos dieron una habitación de la planta baja, que era donde estaban todas las habitaciones. Había unas habitaciones arriba que estaban con reformas. Era una habitación amplia, con suelo de madera y decorada en tonos crema. Me llamó la atención lo bajita que era la cama. Mi marido decía que era casi como dormir en el suelo. Era imposible caer y lastimarte.
La misma decoración sencilla encontramos en un cuarto de baño que tenía una pequeña bañera y no estaba sobrado de geles y champús. Menos mal que estaban las toallas limpias. Una tiene que consolarse con algo cuando está en un hotel que la defrauda.
Las desventajas del Hotel Spa Casa Conors estuvieron en el spa. Allí no funcionaba nada. En el jacuzzi sólo funcionaba un botón. Lo mismo puedo decir de la piscina. Mi marido me animó para que fuera a nadar con él y las niñas y casi me ahogo. Aquella piscina no era para mí.
Ni siquiera puedo decir que me gustara el jardín. Parecía más una finca de la aldea en Galicia que un jardín. No estaba nada cuidado. Por tener no tenía ni la hierba bien cortada.
No os recomiendo este hotel y menos os lo recomiendo si quieres tener un buen parking para dejar tu coche. El parking del Hotel Spa Casa Conors se queda pequeño cuando está el hotel con una ocupación alta.
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El Museo Nacional del Romanticismo no es más que una casa del siglo XIX decorada con el estilo de la época. De ahí que no sea un museo grande. Aún así vale la pena visitarlo. Resulta interesante ver como vivían los ricos de hace dos siglos en esta España nuestra que también fue la suya.
El origen de este museo se remonta al año 1924. Por supuesto que no es el mismo que se inauguró en las postrimerías del reinado de Alfonso XIII. Ha aumentado gracias a las donaciones que ha recibido y con adquisiciones por parte del Estado.
Yo fui con mi marido y con mis hijas porque una amiga me contó maravillas de este museo. Sabe mi amiga que servidora no es nada de museos, pero me dijo que me gustaría. Así fue. Nada más entrar, me encontré con un palacete madrileño y me vinieron ganas de quedarme a vivir un mes entre aquellas paredes. Había una sala de billar, una sala preciosa para descansar en familia o sin familia, habitaciones. Me llamó la atención encontrar en una pared un cuadro de Goya. Estaba en concreto en el oratorio. Realmente en este palacio hay muchas pinturas. También hay relojes de la época, cerámicas, abanicos, muebles. Puedes quedarte a vivir, como le decía yo a mi sano esposo según íbamos recorriendo las habitaciones de la casa.
El Museo Nacional del Romanticismo organiza trimestres temáticos, todos ellos del siglo XIX, por supuesto. Son interesantes porque te tratan un tema concreto desde distintos puntos de vista. cuando fuimos nosotros tenían cuentacuentos. Mis niñas flipaban con aquellos cuentos del siglo XIX musicales. Tuvimos la suerte de que nos dejaran asistir a la sesión de cuentacuentos pese a no haber hecho la reserva previa que había que hacer. las actividades como la de cuentacuentos y otras no las cobran, son gratuitas.
También destacaría el jardín del palacio. Es muy bonito y lo tienen muy bien cuidado.
Os recomiendo ir a ver este Museo Nacional del Romanticismo. Yo pienso volver. Nos hemos apuntado a una visita guiada, de las que programan junto con el Museo del Traje. Me interesa ver la moda del siglo XIX en el Museo del Traje. Una amiga mía fue a verla y me contó maravillas.
El origen de este museo se remonta al año 1924. Por supuesto que no es el mismo que se inauguró en las postrimerías del reinado de Alfonso XIII. Ha aumentado gracias a las donaciones que ha recibido y con adquisiciones por parte del Estado.
Yo fui con mi marido y con mis hijas porque una amiga me contó maravillas de este museo. Sabe mi amiga que servidora no es nada de museos, pero me dijo que me gustaría. Así fue. Nada más entrar, me encontré con un palacete madrileño y me vinieron ganas de quedarme a vivir un mes entre aquellas paredes. Había una sala de billar, una sala preciosa para descansar en familia o sin familia, habitaciones. Me llamó la atención encontrar en una pared un cuadro de Goya. Estaba en concreto en el oratorio. Realmente en este palacio hay muchas pinturas. También hay relojes de la época, cerámicas, abanicos, muebles. Puedes quedarte a vivir, como le decía yo a mi sano esposo según íbamos recorriendo las habitaciones de la casa.
El Museo Nacional del Romanticismo organiza trimestres temáticos, todos ellos del siglo XIX, por supuesto. Son interesantes porque te tratan un tema concreto desde distintos puntos de vista. cuando fuimos nosotros tenían cuentacuentos. Mis niñas flipaban con aquellos cuentos del siglo XIX musicales. Tuvimos la suerte de que nos dejaran asistir a la sesión de cuentacuentos pese a no haber hecho la reserva previa que había que hacer. las actividades como la de cuentacuentos y otras no las cobran, son gratuitas.
También destacaría el jardín del palacio. Es muy bonito y lo tienen muy bien cuidado.
Os recomiendo ir a ver este Museo Nacional del Romanticismo. Yo pienso volver. Nos hemos apuntado a una visita guiada, de las que programan junto con el Museo del Traje. Me interesa ver la moda del siglo XIX en el Museo del Traje. Una amiga mía fue a verla y me contó maravillas.
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