Saturday, March 30, 2019

Disfrutando a Festa do Ourizo



Este año nos fuimos el 16 de marzo a la Festa do Ourizo en San Ciprián, Cervo, Lugo. Mi marido fue porque le encantan los erizos. Yo fui por acompañarlo y por la música que había en vivo y en directo hasta altas horas de la noche. 

No sólo disfrutamos la fiesta gastronómica del erizo. Aprovechamos para conocer el pueblo a fondo. San Ciprián fue el puerto por el que salía la cerámica de Sargadelos. Notas que siempre tuvo cierta importancia económica. Hoy en día la sigue teniendo. Es una localidad marinera que cada año se nos vuelve más turística. Nosotros paseamos por el sendero litoral hasta el faro. Estaba hasta los topes de gente. La Festa do Ourizo fue todo un éxito. No descartamos volver para el año. 

Mi suegra se quedó con ganas de venir. Cuando le enseñamos las fotos se lamentaba por no haberse sumado a nuestra excursión familiar hasta San Ciprián. Nos salió barata. Tenemos unos primos que tienen un chalé en San Ciprián y nos alojamos en su casa. Los erizos estaban ricos. A mí no me gustan, pero los que había en la fiesta estaban mucho más ricos que los que preparas tú en casa porque los cocinaban los chefs más expertos. El ayuntamiento de Cervo tiró la casa por la ventana. Contrataron a los mejores chefs de Galicia. 

Os recomiendo visitar San Ciprián. No debes perderte el Museo del Mar. Fue el primer museo de este tipo que hubo en Galicia. Nosotros fuimos sin parar mucho. Lo dejo en mi agenda para otro viaje en el que vaya con más tiempo. Mi marido estaba tan interesado en los conciertos de música folk que sólo pensaba en los horarios de los conciertos. A mí me sorprendió San Ciprián. No esperaba encontrar un pueblo tan bonito y tan moderno. Como os decía, se nota la actividad industrial que hay en la zona. La industria siempre deja buenos ingresos a los ayuntamientos. Pueden hacer paseos marítimos y aceras, como dice mi suegra.

Friday, March 29, 2019

Mis vacaciones con mucho encanto



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La Posada del Almudí, en Daroca, Zaragoza, tiene su gracia. Me esperaba encontrar un edificio distinto, sobre todo en sus interiores, cuando mi marido me dijo que había hecho una reserva en un hotelito construido entre los siglos XV y XVI. Cuando llegamos al centro de Daroca nos encontramos con un pequeño hotel con fachada de piedra y mampostería. Los relieves geométricos de la fachada delataban su origen árabe. Tenía unos balcones con barandilla de hierro forjado que le quedaban muy monos. No esperaba encontrar un edificio tan árabe en Aragón. 

La recepción tenía un suelo hecho con guijarros. en las paredes veías ladrillos originales tal cual. Una amplia escalera de peldaños de barro te llevaba a la planta superior. Por toda la pared de la escalera veías una cenefa de yesería musulmana hasta las mismísimas habitaciones. 

Nos dieron una habitación rústica y sencilla. Los cabeceros de las dos camas alternaban hierro forjado, telas y madera. No creo que aquellas camas las hubieran aceptado los árabes que habitaron en los primeros siglos el edificio. Las paredes de las habitaciones del piso superior eran azules. Me preguntaron si quería una habitación de abajo, del piso inferior. La rechacé tan pronto como supe que tenían las habitaciones pintadas de color amarillo canario. No es que sea muy supersticiosa respecto al amarillo, pero hay que tener cuidado. No vaya a ser cierto eso de que da mala suerte. Me quedé con nuestra habitación color azul. Mi marido decía que era una habitación de color infantil. Seguro que las amarillas también le parecían infantiles. 

Os recomiendo la Posada del Almudí, en Daroca, Zaragoza, pese a un decoración un tanto rarita. Tiene biblioteca, un patio renacentista muy chulo y un restaurante en el que se come a precio razonable. Nosotros fuimos por Daroca a ver si encontrábamos algún restaurante mejor y no había nada que nos gustara más. Por eso quedamos a comer y a cenar los dos últimos días de nuestra estancia.



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Nuestra estancia en el Hotel Mas de Torrent en Torrent, Girona, fue un regalo de una empresa con la que colabora mi marido. Ojalá le hicieran a mi santo regalos como este con más frecuencia. Pasamos casi una semana disfrutando del lujo que ofrece esta masía del siglo XVIII reconvertida en hotel adscrito a la organización Relais & Châteaux. 

Cuando llegamos al hotel notamos un olor a manzanas delicioso que provenía de los manzanos cargados de fruta madura que había en el jardín. Me sentí como la Eva del paraíso. Hubiera ido directa a los manzanos si mis hijas no tuvieran ganas de descansar del viaje en coche. Ya dentro del hotel, nos encontramos con una recepción abovedada decorada con la misma sencilla elegancia que encuentras en el resto de estancias. Piedra vista, tonos pastel suaves en las paredes, muebles de maderas nobles, antigüedades, suelos de barro y telas estampadas forrando sillas, cojines, sofás y más estampados encontré en las colchas de las camas de las habitaciones. 

Las suites son preciosas. Tienen muchas antigüedades y detalles llenos de elegancia campestre. Nosotros disfrutamos una suite con piscina climatizada para nosotros solos. Todo un detalle. La bañera hidromasaje era otra de las ventajas de la preciosa suite en la que pasamos cinco días. Me hubiera quedado a vivir allí toda mi vida si los clientes de mi esposo siguieran pagando nuestra estancia. La suite tenía dos habitaciones. Nos quedamos con la más grande. La más pequeña fue para las niñas. Las dos habitaciones tenían unas camas de matrimonio antiguas cuyos cabeceros hacían juego con las sillas. Grandes ventanales le daban paso a la luz del sol a raudales. Tenías que correr las dos cortinas para quitar la luminosidad estridente que había a media mañana. 

Nosotros estuvimos en el edificio central. Había a mayores veinte bungalós con terraza distribuidos por el jardín. Me pareció una buena idea la de los bungalós. Así amplían el negocio dándole a los clientes una mayor intimidad. Como dice mi suegra, no hay nada mejor que una casita en el campo. 

Desayunamos en el hotel. Ofrecen unos desayunos exquisitos con zumos naturales y todo tipo de cafés e infusiones. No falta la fruta. Las manzanas están deliciosas. Son manzanas de los manzanos de la finca. También había fruta de temporada. Yo me puse hasta las cejas de albaricoques. Me encantan. Las niñas dieron buena cuenta de las fresas. Las otras comidas las hicimos en el Restaurante Arati, el restaurante del hotel. Se come bien. Es un restaurante que tiene una surtida carta de vinos. La atmósfera es cálida, tranquila. 

No sólo comimos y descansamos en el Mas de Torrent en Torrent, Girona. También practicamos deporte. Había pista de tenis, frontón y pádel. Yo me apunté al tenis, como siempre. 

Fue una pena que el tiempo no acompañara mucho. En verano ponen una carpa para comer fuera. Me lo comentaron los camareros en el restaurante. Cuando estuvimos nosotros había bastante gente. Se notaba que eran ricos. Muchos estaban para reuniones de negocios, igual que mi marido, pero llevaban a sus familias. Os recomiendo el hotel. Es de lo mejor de lo mejor.



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El Teide es la montaña más alta de España. No creo que ninguno de nosotros lo hayamos olvidado después de varios exámenes de Geografía a lo largo de nuestra vida estudiantil. Yo tuve la suerte de comprobarlo in situ varias veces. La última vez llevé a mis hijas para que vieran la famosa montaña. Hicimos un recorriendo en familia por el Parque Nacional del Teide en Canarias, un parque declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Merece tal declaración. Su belleza no te deja indiferente. 

El Parque Nacional del Teide en Canarias se extiende sobre unas rocas volcánicas en estratos formados por capas alternas de sedimentos de lava, cenizas y bombas volcánicas. Sobre su falda encuentras numerosos miradores. Nosotros fuimos de mirador en mirador sacando fotos. Tuvimos la gran suerte de que no había muchos turistas. Apenas nos cruzamos con gente en nuestros paseos por los senderos del parque. Esto le daba algo de miedo a mi hija pequeña. Es una niña muy miedosa. Su padre le decía que había cámaras y que era un sitio totalmente seguro. 

No faltan alojamientos hoteleros en la zona. Como dice mi suegra, si les dejaran hacer hoteles encima del mismo Teide allí clavaban un hotel. Espero que conserven el parque. Sería una pena que el ladrillo especulativo acabara con un enclave paisajístico espectacular que os recomiendo visitar. 

El Parque Nacional del Teide en Canarias tiene 46.600 hectáreas de extensión. Es bastante grande. Todo él ha sido cincelado por la acción del viento, la lluvia y la nieve que lo acompaña en los meses más fríos. Nosotros tuvimos la suerte en ir con las niñas un día que estaba nevado. Mis hijas no se querían creer que aquello era nieve. Tenían la idea de que en Canarias sólo había sol y playa. Espero volver para que vuelvan a ver la nieve de Canarias. Me quedé con ganas de hacer más viajes en el teleférico. Fuimos en el teleférico hasta cerca del Pico.



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En el Valle de la Orotava, en Tenerife, Canarias, casi me muero de frío. Me llamaron mucho la atención las bajas temperaturas. Eran un día soleado y temblabas con el frío. Mi marido se hizo el valiente y me prestó su jersey. Con dos jerseys y una chaqueta estaba que no me tenía con el frío. Tuvimos que dejar la tarde que habíamos programado de senderismo para otro día. 

Regresamos al día siguiente más abrigados para disfrutar de este valle a 2400 metros de altura sobre el nivel del mar. Recorrimos en coche los municipios de La Orotava, Los Realejos y el Puerto de la Cruz, municipios situados en este valle del norte de la isla de Tenerife. Es un valle próspero tanto a nivel económico como a nivel cultural. Otra ventaja en su haber es la amabilidad de sus gentes. Son vecinos amables con el visitante. Saben que los turistas tanto nacionales como extranjeros llevamos dinero a Canarias. Paramos en un bar de Los Realejos a saborear los buenos caldos que se cultivan en la zona. El Valle de la Orotava es una zona de buenos viñedos. Producen vinos en las elevadas laderas de suelo volcánico. Los vientos Alisios provenientes del Atlánticos y un suelo distinto al de otros cultivos de vinos de la Península le dan a estos caldos canarios un sabor distinto. Tomas una copa y te apetece la siguiente. Y hubiera bebido más si no emborracharan. No era cuestión acaba la excursión por el Valle de la Orotava piripi perdida. 

Os recomiendo visitar este valle. Dicen los historiadores que en el Puerto de la Cruz nació el turismo. Casi te llama la atención recorriendo la zona. Gran parte de la zona costera es acantilada. Tiene unos acantilados imponentes. Es perfecta para los que quieren disfrutar del mar al borde de los precipicios. Nosotros no sólo disfrutamos de las vistas al mar desde los acantilados. Nos acercamos hasta el Jardín Botánico para disfrutar de la gran variedad de plantas y flores que tienen para hacer las delicias de los visitantes.

Friday, March 22, 2019

Vacaciones en el Valle de losCaídos



Cuando entramos en el recinto del Hotel El Botánico en San Lorenzo de El Escorial, Madrid, por un sendero de pizarras colocadas sobre la hierba supe que había sido un acierto hacer en este pequeño hotel una reserva para pasar unos días tranquilos con mi suegra y las niñas. Me sentí como una princesa que llegaba a la casa de campo de unos amigos. Subí la escalera y notaba que estaba en mi casa. Es un hotel señorial, discreto y sumamente tranquilo. No tienen huéspedes ruidosos ni vecinos por los alrededores que se hagan notar con sus ruidos.

Mi marido tenía otro motivo para alojarse en el Hotel El Botánico en San Lorenzo de El Escorial: asistía a una reunión de negocios en su sala de reuniones. Nosotros hacemos del trabajo un placer. Aprovechamos para pasar unos días de relax en nuestros desplazamientos por motivos laborales. En este caso también el hotel hacía una mezcla similar. La sala de reuniones estaba en la biblioteca. Son muy apañados, como decía mi suegra.

Cogimos para nosotros la suite tipo dúplex. No íbamos a discutir por falta de espacio. Mi suegra también quedó contenta con su habitación. Tenía un bonito cuarto de baño de piedra. Nuestra suite estaba instalada en un torreón y desde sus ventanas teníamos unas vistas preciosas del monasterio de El Escorial.

Mi suegra aprovechó el tiempo que tenía libre para hacer excursiones por los alrededores. Yo la acompañé una tarde y no olvidaré el paseo en coche que nos dimos en mi vida. Acabamos en el Valle de los Caídos. Está relativamente cerca. A unos ocho kilómetros. Yo veía la tremenda cruz y le decía a la madre de mi marido que íbamos hacia la memoria histórica de la Guerra Civil. Mi suegra seguía conduciendo sin hacerme caso. Yo creo que quería ir a ver la tumba de Franco. Y acabó yendo. Se bajo del coche y entró. La esperé en el coche muerta de miedo. Me horrorizan los cementerios.

Os recomiendo el hotel. Es un pequeño hotel perfecto para pasar unos días en el campo de Madrid. Nuestra habitación me recordó un camarote de barco con sus ventanas tapadas por cortinitas blancas del tamaño de las pequeñas ventanas que rodeaban la estancia. Las paredes cubiertas de madera ayudaban a hacerte sentir como en un camarote de un barco antiguo.

Wednesday, March 20, 2019

Mis vacaciones con la Virgen de la Candelaria



Candelaria es uno de los municipios de la isla de Tenerife que más nos gusta. Está a unos veinte kilómetros de Santa Cruz de Tenerife. El verano pasado estuvimos por sus fiestas. Celebran en agosto la Virgen de la Calendaria, que es la patrona de Canarias. Son unas fiestas muy bonitas, llenas de turistas de todos los lugares del mundo. 

Nosotros aprovechamos para hacer un recorrido por la zona. Llevamos a las niñas hasta a ver un conjunto escultórico que se llamalos nueve Menceyes, una obra del escultor lagunero José Abad. Representa a los reyes guanches. Estas esculturas custodian la Plaza de la Patrona de Canarias. A mis hijas les hizo mucha gracia que hubiera unos reyes distintos a los de las monarquías de los Austrias y de los Borbones. Tiempo hubo a que existieran monarquías en la Prehistoria. Mi marido les hablaba de los reyes guanches como si los hubiera conocido. Le gusta quedar bien con sus hijas. Yo le daba codazos porque había unos turistas ingleses que se habían sumado a sus explicaciones. 

Seguimos nuestro recorrido hasta la Cueva-Ermita de San Blas. Allí eché de menos a mi suegra. Seguro que se nos hubiera puesto a rezar. Casi lo hice yo. Es una cueva muy espiritual. Te hace pensar en Dios sin creer en Él. 

Os recomiendo visitar Candelaria, sobre todo a mediados de agosto, los días de fiesta total. Hacen una gran celebración por su patrona, que es, como os dije, la patrona de toda Canarias. Este municipio situado en el sureste de la isla a orillas del mar es muy frecuentado por los turistas. Me parece ideal para unas vacaciones de sol y playa. Santa Cruz de Tenerife te queda a un paso. Hay transporte urbano para desplazarte sin necesidad de conducir ningún coche. Nosotros estábamos en un hotel en Santa Cruz porque mi marido tenía una reunión de negocios en la capital de la isla. De no ser así, fijo que elegíamos un hotel en la misma Candelaria.

Tuesday, March 12, 2019

Mis vacaciones presumiendo de culo



No es grande Ponteceso, al menos en población. Anda por los seis mil habitantes largos. No llega a los siete mil porque la gente se va de las aldeas para las ciudades. Es lo que ha hecho una amiga mía natural de Ponteceso. No le hables de vivir en una aldea. Esta en La Coruña más feliz que una perdiz. A Ponteceso sólo va a las fiestas. El verano pasado nos invitó a nosotros y pasamos un día estupendo en la que fue casa de sus abuelos y ahora es suya. 

Aprovechamos para ir a nadar a la Playa de Balarés, una de las más frecuentadas en Ponteceso. Es una playa muy rural. Al fondo del arenal tienes una arboleda que mete miedo. A mí me gustan más las playas urbanas. Esta playa conserva el muelle de una antigua mina de Titanio. Tiempos mejores vio Ponteceso. La mina abasteció a las tropas de la Segunda Guerra Mundial, según nos contó mi amiga. Pasamos de entrar en la cafetería. Estaba hasta los topes. Por suerte no tuvimos problemas para dejar los coches. En el parking había sitio para todos los turistas y no turistas. Mi marido quería ir a pasear por el bosque. Le dije que ni hablar. Como mucho accedí a dar unos paseos sobre las rocas, y eso porque no venían las niñas. No es muy seguro pasear sobre las torres. Se te puede ir un pie y acabas en el agua. 

Os recomiendo visitar este municipio que se encuentra entre Cabana de Bergantiños, Coristanco y Carballo. Es un municipio tranquilo, rural, que mira más hacia Carballo, la capital de la comarca de Bergantiños, que hacia sí mismo. Nosotros fuimos a mediados del mes de agosto, cuando celebran un pequeño festival de música en la playa. Estaba bien. 

Tras la fiesta nos acercamos al Faro de Roucudo. Mi marido es un apasionado de los faros. Les saca fotos a todos. El Faro de Roucudo está en Corme. No me gustó mucho su entorno. Mientras mi marido y nuestros amigos disfrutaban mirando las estrellas yo me aterrorizaba mirando unas cruces que pusieron allí en recuerdo a los percebeiros muertos. Las estrellas se ven muy bien en este faro porque no hay ninguna contaminación lumínica. Lucen tan bien como luce mi culo en un vaquero.


Mis vacaciones rosas



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Lo pasamos bien en el Pazo de Vilabade en un pueblo que se llama Castroverde. Está en la provincia de Lugo. El pazo fue mandado construir en el año 1650 por Diego Osorio y Escobar, el inquisidor canónico de Toledo y virrey de Nueva España. El hombre tenía dinero. Lo pensé recorriendo las estancias de esta gran casa, de muros gruesos y fachada blasonada. Mis hijas querían saber de quién era el escudo. La propietaria del pazo, muy amablemente, le dio todas las explicaciones. Por eso sé quién fue el primer propietario de esta casa grande en la que te puedes alojar alquilando una habitación o las que quieras. 

La casa la tienen bastante bien cuidada. Donde no se paran es en el jardín. Es una pena. Lo que podía ser un precioso jardín se queda en una finca extensa de hierba tipo huerta y árboles centenarios. Aquellos árboles que vieron siglos ganaban mucho rodeados por un césped bien cuidado y por algún seto recortado a tijera. 

A lo que le hay que dar un diez es a la atención al cliente. Te recibe la propietaria en el patio de columnas del pazo. Yo pensaba que nos había confundido con alguien del Gobierno. La señora nos llevó hasta la antigua lareira y nos estuvo hablando de todo lo que podíamos disfrutar en su casa. Le hice casa en lo de ir a leer a la biblioteca. Me sentí como si fuera una prima de la dueña de la casa. Allí leyendo libros antiguos rodeada por los recuerdos familiares de la dueña estaba totalmente integrada en su familia. 
Mi marido, en cambio, estuvo más tiempo encerrado en nuestra habitación. Quería trabajar con su portátil sin verse rodeado por extraños. Yo creo que era que se sentía como en la casa de su madre. El mobiliario sencillo de época le recordaba a mi suegra fijo. Lo mismo puedo decir del suelo de madera de la habitación. A la madre de mi esposo le encantan los suelos de tarima. La cama era de forja, igualita a las que compra mi suegra para todas sus habitaciones. Las mesillas de noche, una a cada lado de la cama, eran igualitas a unas mesillas que había en la casa de mis abuelos. Las habían comprado justo antes de la Guerra Civil española. Lo que sobraba, y así se lo dije a la dueña del pazo, era una cortina que había colocado detrás del cabecero de la cama. Pensé que había una ventana, pero no. La cortina, según la señora, estaba allí para hacer juego con la colcha de la cama. Y allí quedó. No hubo manera de convencerla para que se la llevara. Tuvimos que dormir con un cortinón estampado detrás de nuestras cabezas. Menos mal que estaba limpio. 

Os recomiendo el Pazo de Vilabade en Castroverde, Lugo. Es un pazo muy gallego. No es lujoso, pero encuentras un mobiliario de época y unas lareiras que te enamoran. Yo volvería sólo para leer en su biblioteca. Me gustaron mucho los recuerdos de la dueña de la casa entre libros sobrados de polvo. Es una buena idea enmarcar las fotos de tu familia para que la disfruten tus huéspedes.



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Descubrí los platos precocinados de Yatecomere en una tienda gourmet. Me llevé para casa unas croquetas y le pregunté a la empleada de la tienda si era una marca nueva. Nada de eso, me contestó, Yatecomere lleva años cocinando platos con las mejores materias primas y sin colorantes ni conservantes. No conocía la marca porque distribuyen sus platos precocinados en tiendas gourmets y en restaurantes. 

Volví por más croquetas. Tienen infinitas variedades. Yo llevé unas de jamón porque son las que le gustan a mi santo. Hubiera llevado las de pollo si no supiera que las acabo comiendo yo sola siempre. Las variedades raras como que no me van. Siempre compro croquetas que me recuerdan a las que hace mi madre. Las croquetas de Yatecomere están mucho más ricas que las que venden precocinadas en los supermercados. Se nota en su sabor que no le ponen conservantes ni colorantes. Los de yatecomere, como bien me dijo la empleada de la tienda gourmet, no tienen fábricas sino cocinas, grandes fogones. 

Os recomiendo los platos precocinados de Yatecomere, sobre todo os recomiendo sus 40 variedades de croquetas. También tienen recetas de paté, mariscos, ensaladillas, carne asada, carne confitada,... Yo me llevé la semana pasada una carne deshebrada típica de México que le encanta a mi marido. Es una pena que los de Yatecomere no vendan todavía en supermercado. Seguro que lo acaban haciendo. Tienen unos productos que arrasarían en un supermercado aunque sean más caros que los de la competencia. Son mejores. Por eso a muchos no nos importaría pagar algo más. Con los platos precocinados de Yatecomere quedas bien delante de las visitas. Yo hago pasar sus croquetas de jamón por croquetas hechas por mis manos. Mucha gente se lo cree. Al único que no consigo engañar es a mi santo. Mi marido sabe que soy de las que busca lo fácil en la cocina. Y lo fácil es ir a los platos preparados.



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En el Augusta Spa Resort en Sanxenxo encontramos todo lo que buscábamos para unas vacaciones de sol y playa en Galicia. Teníamos un spa estupendo, el mejor de Galicia según mi marido, y una playa, la de Silgar, a sólo seiscientos metros. Pudimos prescindir del coche para nuestros desplazamientos del día a día, cosa que agradecí porque meter a dos niñas en un coche para la playa, volverlas a meter cuando regresas al hotel y conducir no es lo mío cuando estoy de vacaciones. 

La habitación que nos dieron no nos dejó indiferente. Era una habitación clásica que se salía de lo habitual en los hoteles gracias a unas paredes empapeladas con papel blanco salpicado con un dibujo estampado otoñal. Yo lo hubiera puesto sólo en una pared, en la que estaba detrás de los cabeceros de la cama. Los cuatro tabiques empapelados como los interiores de los pisos de los años setenta resultaban un poco cargantes. Menos mal que el papel tenía un toque distinto al que se llevaba en la década de los setenta. 

Pese al toque cargante del papel la habitación no nos defraudó. Había dos camas grandes de matrimonio. La supletoria parecía un poco más pequeña, pero era un casi nada tan nada que se podía decir que teníamos dos camas gemelas de tamaño grande. Por las ventanas entraba luz a raudales. Me gustó mucho que la mesa del escritorio estuviera debajo de una ventana. Podías trabajar con luz natural hasta que caía la noche. 

El cuarto de baño también se veía moderno. Casi tan moderno como los ruidos de nuestros vecinos de habitación. Por suerte para nosotros los vecinos ruidosos se marcharon al segundo día y vino la tranquilidad a toda la planta del hotel. Mi marido pudo disfrutar los juegos a los que tenía acceso en el televisor de nuestra habitación sin la juerga de los ruidosos. 

Os recomiendo el Augusta Spa Resort en Sanxenxo. Tiene un buen spa y la piscina también está muy bien. Mis hijas la disfrutaron todos los días. Piscina y playa. Yo las controlé en la piscina desde la terraza de nuestra habitación. Tenía unas maravillosas vistas de la piscina del hotel.

Monday, March 11, 2019

Un restaurante para ricos en La Coruña


Mi marido no olvidará en su vida los 250 euros que pagó por una cena en La sartén de La Coruña, un restaurante próximo al Museo de Bellas Artes. La comida no fue para tanto precio. Además, casi deberían pagarme a mí los 250 euros por aguantar a mi suegra y a un camarero que le explicaba con todo detalle los platos. Lo que no le contó a mi suegra fue el precio de aquellos platos que no te quitaban el hambre.

Mi marido casi volvería porque le gustaron mucho las zamburiñas. No sé cómo estaban. Yo pedí unas navajas que también estaban ricas. Se nota que compran buen marisco. Los pescados también están deliciosos. Es una pena que no sean más generosos con las raciones. Deberían de serlo porque cobran al por mayor. Me apreció un restaurante muy caro. Por eso no lo recomiendo mucho.

A mi suegra le gustó mucho el camarero que nos atendió. Más bien tendría que decir que la atendió a ella. No habló con otra persona durante toda la cena. Yo ya pensaba que lo iba a adoptar. El camarero se quedó de que trabajaba muchas horas. Mi suegra le tuvo mucha compasión. Yo no digo nada. Cada uno tiene sus problemas. En todo caso, los camareros son amables, rápidos y viene a cobrar pronto. Lo que les quitaría es tanta explicación. Yo sé de sobra lo que son unas navajas y mi marido las zamburiñas también las tiene muy conocidas. Mi suegra se pidió unas almejas a la bilbaína que ahora prepara en su casa casi todas las semanas. NO sabe el dinero que nos ahorra.

Os recomiendo este restaurante si quieres gastar dinero y comer una buena mariscada en calidad. Las cantidades de marisco son las que son. Como os dije, no pienses que te van a llenar el plato de almejas. Vienen casi contadas, y así con todo el marisco que sirven. la carta es amplia. Pero pregunta precios. No te vayas a llevar una sorpresa a la hora de pagar.

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Friday, March 08, 2019

Mi vida en un monasterio de Huelva



Mi hermana me convenció para ir hasta Moguer en Huelva a unas visitas guiadas que hacen en su monasterio. Yo fui por lo bien que se come en Moguer y para pasar con mi hermana un día de chicas como en los viejos tiempos. Venían unas amigas también de tiempos distintos a los de ahora. Fue un reencuentro en una ciudad preciosa, en una ciudad que os recomiendo. 

Lo pasé bien en la visita guiada que hicimos por el Monasterio de Santa Clara. El guía era un chico muy majo. Nos explicó todo el arte gótico que había por las viejas paredes del monasterio. Donde más se paró con sus explicaciones fue en el templo. Las monjas tenían una capillita muy chula. Como decía mi hermana, Dios estaba allí fijo. Aquello era pura belleza arquitectónica. 

No había menos belleza en la casa museo de Zenobia y de Juan Ramón. Yo soy una enamorada de la mujer del famoso poeta. Gracias a Zenobia Juan Ramón vivió muy bien. Zenobia era una mujer excepcional, era la que organizaba la vida del poeta y la que buscaba dinerito para la familia. El recorrido por la casa fue una experiencia que espero repetir con mis hijas. A las niñas siempre les leo poemas de este poeta y de otros poetas. La poesía es fundamental en el desarrollo emocional de una persona. 

Después de la casa de Juan Ramón y de Zenobia nos acercamos hasta el castillo. Yo no hubiera ido, pero mi hermana donde sabe que hay un castillo no se lo pierde. El castillo data del siglo XIV. Es almohade. 

Después del castillo mi hermana y sus amigas continuaron la visita a los templos. Yo no podía ni ir a ver una iglesia. Tenía bastante con la capilla del Monasterio de Santa Clara. Lo que me apetecía era comer. Por eso me di un buen homenaje con una raya en pimentón. Estaba que te chupabas los dedos. 

Os recomiendo visitar Moguer. No debes perderte la casa de Zenobia y de Juan Ramón. Está llena de objetos que fueron propiedad de esta famosa pareja y de fotografías suyas. Tampoco debes perderte la gastronomía de Moguer, un pueblo blanco andaluz que enamora a todo el mundo con sus pintorescas construcciones de color blanco.

Wednesday, March 06, 2019

Mis vacaciones de mujer vanguardista



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El Hotel San Roque no nos dejó indiferentes. Mi marido me prometió unas vacaciones en Canarias en un hotel lujoso. Lo que yo no esperaba era pasar un fin de semana largo en un hotel rural que se suponía que era lujoso. No quiero decir que no tuviera ciertos lujos, que los tenía, pero eran uno lujos un tanto vanguardistas como, por ejemplo, los muebles de habitaciones y estancias comunes firmados todos ellos por autores que van de artistas.

El exterior es una fachada rojiza sin adornos que llega hasta un campo de fútbol. Tiene un color rojo que se hace ver desde lejos. Una vez dentro te das cuenta que no es más que un hotel rural en un caserón con un patio interior canario forrado de madera oscura y presidido por una fuente-escultura de un tal Miguel Navarro. Nos hicimos cientos de fotos en la fuente. Mi santo decía que quedaba genial como fondo de fotos de enamorados. Tanto le gustó que tengo una de esas fotos enmarcada en mi casa para recordar aquellos días de amor en pareja.

Pasear por los claustros del hotel era como pasear por los claustros de un convento sin monjas. Yo me iba por el primer claustro comunicante y terminaba los paseos en el segundo patio con piscina. Muchas cremas de Mary Kay les vendí a unas señoras inglesas que temían quemarse con el sol que caía sin piedad sobre la zona de la piscina.

Mi marido tampoco estaba muy contento. Sus quejas eran de la habitación. El cuarto de baño lo traía de cabeza porque la ducha no tenía repisa para el champú. Gastó todo el champú que nos dejaron y tuvo que pedir más. Los de la recepción no se lo tomaron muy bien. No es que dijeran nada, pero pusieron cara de pocos amigos. Mi marido les salía caro. El cuarto de baño era lo peor de nuestra habitación. Tan moderno lo quisieron hacer que teníamos una bañera junto a la cama tal cual, sin separación alguna. Eran un todo en uno que no dejaba sitio a la intimidad.

Aún así os recomiendo este hotel. Vale la pena ir para disfrutar de los muebles de autor. Las cómodas vanguardistas del salón llaman la atención. ¿Y qué decir de la silla Barcelona expuesta en una antesala de la planta superior? Hay que verla para creer en tanto diseño. YO volvería sólo para disfrutar de mi habitación roja con la gran bañera a los pies de la cama. Salías de la cama, te metías en la bañera y salías de la bañera e ibas para la cama.



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Mi hermana me convenció para ir hasta Moguer en Huelva a unas visitas guiadas que hacen en su monasterio. Yo fui por lo bien que se come en Moguer y para pasar con mi hermana un día de chicas como en los viejos tiempos. Venían unas amigas también de tiempos distintos a los de ahora. Fue un reencuentro en una ciudad preciosa, en una ciudad que os recomiendo.

Lo pasé bien en la visita guiada que hicimos por el Monasterio de Santa Clara. El guía era un chico muy majo. Nos explicó todo el arte gótico que había por las viejas paredes del monasterio. Donde más se paró con sus explicaciones fue en el templo. Las monjas tenían una capillita muy chula. Como decía mi hermana, Dios estaba allí fijo. Aquello era pura belleza arquitectónica.

No había menos belleza en la casa museo de Zenobia y de Juan Ramón. Yo soy una enamorada de la mujer del famoso poeta. Gracias a Zenobia Juan Ramón vivió muy bien. Zenobia era una mujer excepcional, era la que organizaba la vida del poeta y la que buscaba dinerito para la familia. El recorrido por la casa fue una experiencia que espero repetir con mis hijas. A las niñas siempre les leo poemas de este poeta y de otros poetas. La poesía es fundamental en el desarrollo emocional de una persona.

Después de la casa de Juan Ramón y de Zenobia nos acercamos hasta el castillo. Yo no hubiera ido, pero mi hermana donde sabe que hay un castillo no se lo pierde. El castillo data del siglo XIV. Es almohade.

Después del castillo mi hermana y sus amigas continuaron la visita a los templos. Yo no podía ni ir a ver una iglesia. Tenía bastante con la capilla del Monasterio de Santa Clara. Lo que me apetecía era comer. Por eso me di un buen homenaje con una raya en pimentón. Estaba que te chupabas los dedos.

Os recomiendo visitar Moguer. No debes perderte la casa de Zenobia y de Juan Ramón. Está llena de objetos que fueron propiedad de esta famosa pareja y de fotografías suyas. Tampoco debes perderte la gastronomía de Moguer, un pueblo blanco andaluz que enamora a todo el mundo con sus pintorescas construcciones de color blanco.



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Estuvimos en una urbanización a unos 17 kilómetros de Valencia alojados en el Hotel Ad Hoc, un hotel decorado con muebles de anticuario, ladrillos decorativos al descubierto y enfoscados de color vainilla. Es un hotel que no te deja indiferente con una decoración un tanto peculiar.

Por ejemplo, detrás del cabecero de nuestra cama había una pared de ladrillos descubiertos colocados en línea que hacía juego con otro trozo de pared idéntica detrás del escritorio. A mi marido le gustó el detalle. Decía que debíamos poner aquellos ladrillos en alguna pared interior de nuestra casa de campo. No lo hará mientras esté casado conmigo. No me convencen las paredes de ladrillos descubiertos por muy decorativos que sean. Lo mismo me pasa con las paredes de piedras peladas.

Nuestra habitación era idéntica a otras habitaciones del hotel. Nos enseñaron varias porque yo les pedí una de las habitaciones más luminosas que tuvieran. Al fina nos quedamos con la que era más grande. Estaba decorada, como os dije, entre lo clásico y lo moderno. Lo clásico lo ponían los muebles estilo casa de la tía abuela y lo moderno el televisor de plasma y un cuadro de un pintor desconocido para mí que había imitado en sus trazos sobre lienzo a Picasso.

Lo que sí me encantó fue el cuarto de baño. Flipé mirando aquellos grifos Grohe. Me comentó la camarera de habitación que los cuartos de baño de todas las habitaciones tenían la lujosa grifería Grohe y toallas sin raspa. Yo no me había fijado mucho en las toallas, pero, sí, eran suaves. Tanto me da que sean suaves o que rasquen un poco. Casi prefiero que rasquen porque secan mejor.

Nos quedamos a comer en el Restaurante Chust Gogoy, el restaurante del hotel. Es un restaurante que ofrece una gran variedad de platos mediterráneos. Tenían unos arroces que te chupabas los dedos. Yo no pedí otra cosa tanto para comer como para cenar. Sólo por los arroces ya merece la pena recomendar el Hotel Ad Hoc en Valencia.



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Fui a Nepal con mi marido por un viaje de negocios suyo y nos alojamos en el Hotel Shambala, un hotel que está en Katmandú, a poca distancia de Monasterio de Kopan y de Boudhanath. Este hotel de 4 estrellas se encuentra muy cerca de Chabahil y Templo Pashupatinath. Nosotros aprovechamos para visitar estos templos tan frecuentados por los turistas en nuestros momentos de ocio.

Las habitaciones del hotel me parecieron unas habitaciones perfectas para descansar. Me sentí como como en mi propia casa. Teníamos un cuarto con aire acondicionado y televisor LED. El acceso inalámbrico a Internet gratuito nos mantuvo conectados con nuestros trabajos y nuestras familias y la programación digital está disponible para nuestro entretenimiento de películas y series. Los baños disponen de artículos de tocador y secador de pelo bien atadito a la pared. Eso es lo que no me gusta nada en los hoteles: que tengan los secadores de pelo atados a la pared. Las comodidades de este hotel oriental también incluyen caja fuerte, escritorio y teléfono. El teléfono ni lo utilizamos.

Lo que más me gustó del hotel fue el spa, que ofrece masajes, tratamientos corporales y tratamientos faciales. Me dejó nueva. El tratamiento facial no pensaba hacerlo, pero tanto me lo recomendaron que accedí. Fue todo un acierto. Me quitaron el estrés de encima. También fui a la piscina al aire libre y a una sauna que no estaba nada mal. Para ir de tiendas me subía a un autobús que me acercó a las calles comerciales junto con otros huéspedes. En este hotel están en todo.

Las comidas las hicimos todas en el restaurante. El restaurante del hotel sirve desayuno, almuerzo y cena. Había comida internacional. No tuvimos que comer arroces con palillos, que también tenían.

Os lo recomiendo. Mi marido quedó muy contento con el centro de conferencias y salas para reuniones de negocios. Fue allí donde se reunió con sus clientes. Estuvo muy cómodo y no le salió muy caro este servicio.

Mis vacaciones más mediterráneas



Denia es una ciudad que me encanta. He pasado allí muchos días de vacaciones de niña. Una tía mía vivió en Denia hasta que se separó de su marido ruso. Por eso fue para mí una gran alegría poder volver a Denia con mi marido y con mis hijas. Nos alojamos en el Hotel Buenavista, una casona del siglo XIX que está sobre una pequeña colina. Es un pequeño hotel muy fácil de encontrar. Se ubica justo al lado del Parque Natural de les Marines. Por allí hay un castillo árabe precioso. ¿Y qué decir de la enorme mole rocosa del Montgó? Impresionante. Fuimos a pasear por la zona rocosa para que mis hijas vieran la naturaleza alicantina. Las niñas piensan que en la comunidad de Valencia sólo hay sol y playa.

Llegar al Hotel Buenavista es un gustazo. Vas subiendo por un camino sinuoso entre árboles frutales. Llegas al gran portalón de la entrada y te sientes como una duquesa que acaba de llegar a su gran finca. La casona ha sido remodelada a fondo. Falta le hacía. Pero conserva tal cual la finca de 16.000 metros cuadrados con pinos, palmentas, naranjos, cipreses, sauces y arancarias. Es todo un lujo para los huéspedes. Pasear entre tanto árbol es recuperar la salud, como decía mi suegra. La madre de mi marido se sumó a nuestras vacaciones cuando su hijo le envió una foto de la zona arbolada de la finca.

La casona es inolvidable con su fachada de color terracota y sus balcones de forja. Tiene una cubierta de teja árabe con pronunciados aleros. La tienen muy bien cuidada tanto por fuera como por dentro.

A mi suegra lo que más le gustó fue el jardín. Yo lo encontraba algo boscoso, pero para la madre de mi santo estaba perfecto. Paseaba con sus nietas por los caminos de grava rosada. Mi suegra pasea mucho. Dice que andar es el mejor deporte que hay. Debe creerlo porque se lo dice su médico de cabecera. Yo las dejé andar y me relajé en la piscina. Cuando no nadaba estaba en las sillas de mimbre que había junto a la piscina. Leí un montón tanto sentada en una silla de mimbre como tumbada en las hamacas de teca a la sombra de los naranjos.

Os recomiendo el Hotel Buenavista en Denia, Alicante, un hotel rural con suelos de barro, mobiliario rústico y elegante. Vi alguna pieza restaurada que parecía cara. Las colchas de las camas eran de colores alegres. la nuestra era de un azul precioso. En las paredes había apliques dorados que hacían mucho juego con los colores pastel de los tabiques.

No diría que es un hotel lujoso, pero está bien para pasar unos días en Denia lejos del mundanal ruido de las zonas que frecuentan más los turistas en esta bonita ciudad alicantina. Yo volvería sólo por la bañera de hidromasaje que teníamos en nuestro cuarto de baño y por volver a comer y a cenar en el comedor acristalado sentada en una silla de mimbre mientras miraba el verdor del jardín. Mi marido no salía del gimnasio, un gimnasio bastante lujoso ubicado en una construcción anexa de la casona. Jugamos al tenis y al pádel en la pista que tenían. Mi suegra descubrió una antigua sala de baños escondida entre la maleza del jardín. La tenían cerrada.

Lo que debería mejorar el Hotel Buenavista en Denia, Alicante son las zonas comunes. Debería hacerlas más amplias. Por ejemplo, la sala de desayunos la utilizan también para sala de reuniones. No me parece buena idea. la gente que va a una reunión de trabajo no quiere sentarse en unas mesas que aún huelen al bacon ahumado del desayuno. El bar que tienen en recepción también queda pequeño. Un bar un poquito más grande le daría mayor comodidad a los turistas alojados en el Hotel Buenavista en Denia, Alicante.


Mis vacaciones de maruja bien casada


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El Hotel Es Recó de Randa en Randa, Mallorca, no es más que una casa de pueblo en la que puedes alejarte del mundanal ruido sin poner muchos kilómetros en ti y la fiesta. Palma te queda a treinta kilómetros. Por eso mi marido y yo elegimos este pequeño hotel rural para pasar unos días de descanso. Queríamos un sitio tranquilo en Mallorca. Lo encontramos en el Hotel Es Recó.

No sólo encontramos tranquilidad sino buena cocina mallorquina. En este hotel tienen un restaurante que elaborá sus deliciosos menús con productos cultivados en campos de la isla de Mallorca. Te sientes como en la casa de una abuela, pero con todas las comodidades. Han restaurando muy bien el edificio dentro de la línea de una arquitectura popular remozada.

Nos dieron una habitación de piso de arriba. A mi marido le gustó mucho el estilo provenzal de nuestra habitación. A mí me gustaron menos las vistas a los tejados del pueblo. Casi prefería unas vistas al jardín, pero todo es acostumbrarse. También era relajante ver los tejados de las casas que te rodeaban. Por cierto, los tenían bien cuidados. Se nota que en este pequeño pueblo en el que se ubica el hotel la gente tiene dinero.

La gente que había alojada en el hotel no metía ruido. Eran turistas que no querían fiestas de discoteca. Nosotros tampoco. Yo me acerqué a Palma para ir de tiendas y poco más. Tanto mi marido como servidora teníamos mucho trabajo de ordenador pendiente. Menos mal que la conexión wi fi del hotel iba como una moto. Trabajamos con los portátiles tan bien como en nuestro dulce hogar.

Lo que más me gustó del Hotel Es Recó de Randa en Randa, Mallorca, fue el olor a horno de leña que me despertaba todas las mañanas. Invitaba a levantarse y correr a desayunar un desayuno en el que el pan recién horneado era el rey. ¡Qué pan tan rico! Tanto me gustaba que no comía otra cosa que pan como mantequilla y un zumito. Sólo por el pan os recomiendo el Hotel Es Recó de Randa en Randa, Mallorca, un hotelito que ves desde la entrada del pueblo.



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Portugal es un país que me encanta. Lo digo siempre. Por eso solemos ir con cierta frecuencia. De Portugal me gustan hasta sus pequeñas villas. No hace mucho fuimos a Castro Verde, una villa portuguesa perteneciente al Distrito de Beja, región del Alentejo y comunidad intermunicipal del Bajo Alentejo. No llega a los cinco mil habitantes. Es de esos pueblos tranquilos por los que da gusto pasear y tomar unos vinos y aprovechar para disfrutar la gastronomía local con o sin niños.

Mis hija se lo pasaron pipa en los Campos de Girasol, unos jardines que se centran en el cultivo de esta planta de la que se saca un aceite barato y bueno. Les explicamos que de aquellas flores llamativas salían unas pepitas y que de las pepitas se fabrica el aceite que más usamos en mi casa. Después del paseo por el jardín, nos fuimos a ver una película en el Cineteatro de Castro Verde. Nos gusta mezclarnos con la gente de las localidades que visitamos y ser unos ciudadanos más. El papel de turista que hace cosas de turista cansa mucho. Después del cine seguimos paseando. Nos fuimos hasta la Praza da Liberdade y acabamos nuestro paseo en la Praza da República. Fue una tarde muy agradable.

Mi marido quería entrar en la Iglesia de Nuestra Señora de los Remedios. Yo no estaba para iglesias. Afortunadamente, no venía mi suegra. Por eso pude pasar de visitar templos. En Castro Verde no hay muchos edificios impresionantes. Quitando las iglesias sólo ves edificios de dos plantas como mucho. Es un pueblo. No se le pueden pedir rascacielos. Esto llamaba la atención de mis niñas, acostumbradas a andar entre edificios de muchas alturas.

Os recomiendo visitar Castro Verde. Es un pueblecito encantador. En la Praza da República hay bares con buen café. Utilizan la plaza como terraza para poner sus mesas al aire libre a la sombra de algún árbol que hay por allí.



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Nos alojamos en el Hotel L'Odissea de L'Empordá en Orriols, Girona, cuando se casó una prima mía en una iglesia próxima. Este pequeño hotel rural está en la Carrer del Castell y esperamos volver porque nos pareció un alojamiento ideal para unas vacaciones familiares en el Ampurdán. Se ubica en el Castell Palau d'Orriols, construido entre los siglos XVII y XVIII, aunque su arquitectura parezca totalmente medieval. Debe ser porque aprovecharon en su construcción una torre de defensa del siglo XII y decidieron darle un estilo más austero que la arquitectura recargada que se llevaba en el siglo XVII.

Mi marido decía que se sentía como en una fortaleza. Miraba por la ventana y era como estar esperando las tropas enemigas. Yo me sentí más en una residencia señorial que en una fortaleza. Pero fortaleza sí parecía, sobre todo si bajabas a su patio de armas. Yo leí mucho en el patio de armas. Llevaba algún libro a medio leer y aproveché la tranquilidad de la estancia para ir avanzando en las lecturas pendientes.

Las paredes interiores de L'Odissea de L'Empordá en Orriols, Girona, son de piedra vista, pero las telas alegran tanta sobriedad. Me gustaron mucho las cortinas de vivos colores de las habitaciones. Unos familiares nuestros también se alojaban en este hotel rústico y tenían una habitación muy parecida a la nuestra. En todas las habitaciones había jarrones con flores silvestres. Yo les pedí que retiraran las de nuestra habitación porque no me gustan nada ni las flores ni las plantas en las habitaciones de dormir. Lo que no les hice quitar fueron los cuadros. Las pinturas modernas enmarcadas me parecía que le daban un toque muy chic a la decoración. Las tenían tanto en las paredes de las habitaciones como en los pasillos y en estancias comunes. Por ejemplo, en el salón, los cuadros te hacían mirar sus dibujos que recordaban los dibujos de Picasso alegrados por vivos colores. Son pinturas de artistas modernos.

Os recomiendo el L'Odissea de L'Empordá en Orriols, Girona. Nosotros cogimos la suite más pequeña. Tiene cinco suites. Era una suite de 77 metros cuadrados. Falta nos hizo porque llevábamos a las dos niñas. A mis hijas les gustaron mucho los muebles de diseño. Decía la mayor que estábamos mejor que en casa. Yo no diría tanto. Aquella iluminación tenue acabó dándome un poco de dolor de cabeza. Lo que sí me gustó fue que los suelos fueran de tarima de madera nueva. Se veían muy limpios.



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Nosotros íbamos hacía Lleida cuando pasamos por Balaguer y tuvimos que parar al ver su castillo iluminado. Era de cuento de hadas. Mis niñas me preguntaba sin tenía un hada dentro. Aquello hay que verlo. Por eso os recomiendo ir a Balaguer.

Estuvimos un día paseando por el pueblo. De día es menos bonito. Tiene zonas que están bien, como su centro más histórico, pero también tiene algún edificio de pena penita. Esas casas que pintaron de blanco pobre hace años y que sus propietarios no pueden cuidar mucho por falta de dinero desmerecen mucho en un pueblo que tiene un castillo tan bonito de noche.

En Balaguer no debes perderte el Puente de San Miguel. Tiene muchos años en su haber. el agua sigue pasando pro debajo de sus arcos perfectos. Mi marido hizo un montón de fotos en el puente, casi tantas como en el castillo.

Tuvimos la suerte de que era sábado y en la Iglesia de Santo Domingo se celebraba una boda. Vimos salir a los novios bajando por la escalinata de piedra bajo una lluvia de arroz. Una escena preciosa. Toda iglesia queda bonita con una boda delante. No quiero decir que la iglesia de Santo Domingo no sea bonita. Está bien con sus escaleras delante.

Balaguer fue en su día una ciudad musulmana. Está situada en el pirineo leridano. Nosotros coincidimos con la fiesta que hacen con unas lanchas que van pro el río muy adornadas. Estaba hasta el tope el río de pequeñas barcas. Me recordaron las de las fiestas de Betanzos en La Coruña. Como dice mi suegra, las fiestas son parecidas en todos los sitios. La Transsegre es una carrera de barcas. Está mejor para mirar que para participar. A mí me dan mucho miedo esas cosas. Correr se corre más seguro por una carretera en una maratón. el río lleva mucha agua y es peligroso.



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Cifuentes en Guadalajara es el pueblo de las cien fuentes. De ahí viene su original nombre tal como nos comentó un vecino cuando fuimos a esta localidad de la provincia de Guadalajara un poco dejada de la mano de Dios. La gente se va para las grandes ciudades y se nota la despoblación en estos pueblos castellanos que no alcanzan los dos mil vecinos.

Paseando por sus calles pensé que no era un mal sitio para vivir. El día que sea vieja de verdad me voy a vivir a un pueblo como Cifuentes fijo. Debe ser un gusto conocer a todos los vecinos y que todos los vecinos te conozcan. Vives como en familia. En Cifuentes no me faltaría una buena iglesia para ir a rezar por mis pecados. La Iglesia del Salvador recuerda con su estilo gótico la existencia de tiempos mejores en el pueblo. a mi marido le gustó mucho la gran puerta occidental del templo. Los maestros albañiles se esforzaron domesticando la piedra en bonitas formas.

Nuestra siguiente parada fue en el Museo de Arte Contemporáneo Santo Domingo. Paseamos por sus salas mirando cuadros de pintores algo conocidos y esculturas de escultores menos conocidos que los artistas que firmaban los cuadros. Apenas nos cruzamos con gente. Nos comentó una chica que había por allí que los cifuenteños no frecuentan mucho el museo; lo hacen más los turistas que paran a pasar unas horas en el pueblo o que se acercan desde las casas rurales de la zona para interesarse por el arte. Pasa en todas las ciudades, sean pequeñas o grandes.

Mi marido quería ir a las cuevas de Cifuentes. Me negué cuando supe que se conocían como el Santuario del crimen. Las leyendas serán un cuento,pero es mejor apartar de las malas leyendas. Me daba igual que la gente fuera pro allí a hacer meriendas en el campo. Yo no iba y mis hijas tampoco. Agarré las niñas de las manitas y me las llevé al Museo de la Automoción. Mi marido vino detrás sin protestar. Fue mucho mejor idea la mía que la suya. El Museo de Automoción está muy bien para entretener a dos niñas a las que les encantan los coches.

Os recomiendo visitar Cifuentes. Hay mucho que ver. Sólo pro el maravilloso Museo de Automoción que tienen merece la pena acercase a pasar una tarde. Nosotros volveremos. Me quedé con ganas de ver más. Medio día no llega para ver todo lo de interés turístico que hay en la bonita Cifuentes.