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La Posada del Almudí, en Daroca, Zaragoza, tiene su gracia. Me esperaba encontrar un edificio distinto, sobre todo en sus interiores, cuando mi marido me dijo que había hecho una reserva en un hotelito construido entre los siglos XV y XVI. Cuando llegamos al centro de Daroca nos encontramos con un pequeño hotel con fachada de piedra y mampostería. Los relieves geométricos de la fachada delataban su origen árabe. Tenía unos balcones con barandilla de hierro forjado que le quedaban muy monos. No esperaba encontrar un edificio tan árabe en Aragón.
La recepción tenía un suelo hecho con guijarros. en las paredes veías ladrillos originales tal cual. Una amplia escalera de peldaños de barro te llevaba a la planta superior. Por toda la pared de la escalera veías una cenefa de yesería musulmana hasta las mismísimas habitaciones.
Nos dieron una habitación rústica y sencilla. Los cabeceros de las dos camas alternaban hierro forjado, telas y madera. No creo que aquellas camas las hubieran aceptado los árabes que habitaron en los primeros siglos el edificio. Las paredes de las habitaciones del piso superior eran azules. Me preguntaron si quería una habitación de abajo, del piso inferior. La rechacé tan pronto como supe que tenían las habitaciones pintadas de color amarillo canario. No es que sea muy supersticiosa respecto al amarillo, pero hay que tener cuidado. No vaya a ser cierto eso de que da mala suerte. Me quedé con nuestra habitación color azul. Mi marido decía que era una habitación de color infantil. Seguro que las amarillas también le parecían infantiles.
Os recomiendo la Posada del Almudí, en Daroca, Zaragoza, pese a un decoración un tanto rarita. Tiene biblioteca, un patio renacentista muy chulo y un restaurante en el que se come a precio razonable. Nosotros fuimos por Daroca a ver si encontrábamos algún restaurante mejor y no había nada que nos gustara más. Por eso quedamos a comer y a cenar los dos últimos días de nuestra estancia.
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Nuestra estancia en el Hotel Mas de Torrent en Torrent, Girona, fue un regalo de una empresa con la que colabora mi marido. Ojalá le hicieran a mi santo regalos como este con más frecuencia. Pasamos casi una semana disfrutando del lujo que ofrece esta masía del siglo XVIII reconvertida en hotel adscrito a la organización Relais & Châteaux.
Cuando llegamos al hotel notamos un olor a manzanas delicioso que provenía de los manzanos cargados de fruta madura que había en el jardín. Me sentí como la Eva del paraíso. Hubiera ido directa a los manzanos si mis hijas no tuvieran ganas de descansar del viaje en coche. Ya dentro del hotel, nos encontramos con una recepción abovedada decorada con la misma sencilla elegancia que encuentras en el resto de estancias. Piedra vista, tonos pastel suaves en las paredes, muebles de maderas nobles, antigüedades, suelos de barro y telas estampadas forrando sillas, cojines, sofás y más estampados encontré en las colchas de las camas de las habitaciones.
Las suites son preciosas. Tienen muchas antigüedades y detalles llenos de elegancia campestre. Nosotros disfrutamos una suite con piscina climatizada para nosotros solos. Todo un detalle. La bañera hidromasaje era otra de las ventajas de la preciosa suite en la que pasamos cinco días. Me hubiera quedado a vivir allí toda mi vida si los clientes de mi esposo siguieran pagando nuestra estancia. La suite tenía dos habitaciones. Nos quedamos con la más grande. La más pequeña fue para las niñas. Las dos habitaciones tenían unas camas de matrimonio antiguas cuyos cabeceros hacían juego con las sillas. Grandes ventanales le daban paso a la luz del sol a raudales. Tenías que correr las dos cortinas para quitar la luminosidad estridente que había a media mañana.
Nosotros estuvimos en el edificio central. Había a mayores veinte bungalós con terraza distribuidos por el jardín. Me pareció una buena idea la de los bungalós. Así amplían el negocio dándole a los clientes una mayor intimidad. Como dice mi suegra, no hay nada mejor que una casita en el campo.
Desayunamos en el hotel. Ofrecen unos desayunos exquisitos con zumos naturales y todo tipo de cafés e infusiones. No falta la fruta. Las manzanas están deliciosas. Son manzanas de los manzanos de la finca. También había fruta de temporada. Yo me puse hasta las cejas de albaricoques. Me encantan. Las niñas dieron buena cuenta de las fresas. Las otras comidas las hicimos en el Restaurante Arati, el restaurante del hotel. Se come bien. Es un restaurante que tiene una surtida carta de vinos. La atmósfera es cálida, tranquila.
No sólo comimos y descansamos en el Mas de Torrent en Torrent, Girona. También practicamos deporte. Había pista de tenis, frontón y pádel. Yo me apunté al tenis, como siempre.
Fue una pena que el tiempo no acompañara mucho. En verano ponen una carpa para comer fuera. Me lo comentaron los camareros en el restaurante. Cuando estuvimos nosotros había bastante gente. Se notaba que eran ricos. Muchos estaban para reuniones de negocios, igual que mi marido, pero llevaban a sus familias. Os recomiendo el hotel. Es de lo mejor de lo mejor.
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El Teide es la montaña más alta de España. No creo que ninguno de nosotros lo hayamos olvidado después de varios exámenes de Geografía a lo largo de nuestra vida estudiantil. Yo tuve la suerte de comprobarlo in situ varias veces. La última vez llevé a mis hijas para que vieran la famosa montaña. Hicimos un recorriendo en familia por el Parque Nacional del Teide en Canarias, un parque declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Merece tal declaración. Su belleza no te deja indiferente.
El Parque Nacional del Teide en Canarias se extiende sobre unas rocas volcánicas en estratos formados por capas alternas de sedimentos de lava, cenizas y bombas volcánicas. Sobre su falda encuentras numerosos miradores. Nosotros fuimos de mirador en mirador sacando fotos. Tuvimos la gran suerte de que no había muchos turistas. Apenas nos cruzamos con gente en nuestros paseos por los senderos del parque. Esto le daba algo de miedo a mi hija pequeña. Es una niña muy miedosa. Su padre le decía que había cámaras y que era un sitio totalmente seguro.
No faltan alojamientos hoteleros en la zona. Como dice mi suegra, si les dejaran hacer hoteles encima del mismo Teide allí clavaban un hotel. Espero que conserven el parque. Sería una pena que el ladrillo especulativo acabara con un enclave paisajístico espectacular que os recomiendo visitar.
El Parque Nacional del Teide en Canarias tiene 46.600 hectáreas de extensión. Es bastante grande. Todo él ha sido cincelado por la acción del viento, la lluvia y la nieve que lo acompaña en los meses más fríos. Nosotros tuvimos la suerte en ir con las niñas un día que estaba nevado. Mis hijas no se querían creer que aquello era nieve. Tenían la idea de que en Canarias sólo había sol y playa. Espero volver para que vuelvan a ver la nieve de Canarias. Me quedé con ganas de hacer más viajes en el teleférico. Fuimos en el teleférico hasta cerca del Pico.
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En el Valle de la Orotava, en Tenerife, Canarias, casi me muero de frío. Me llamaron mucho la atención las bajas temperaturas. Eran un día soleado y temblabas con el frío. Mi marido se hizo el valiente y me prestó su jersey. Con dos jerseys y una chaqueta estaba que no me tenía con el frío. Tuvimos que dejar la tarde que habíamos programado de senderismo para otro día.
Regresamos al día siguiente más abrigados para disfrutar de este valle a 2400 metros de altura sobre el nivel del mar. Recorrimos en coche los municipios de La Orotava, Los Realejos y el Puerto de la Cruz, municipios situados en este valle del norte de la isla de Tenerife. Es un valle próspero tanto a nivel económico como a nivel cultural. Otra ventaja en su haber es la amabilidad de sus gentes. Son vecinos amables con el visitante. Saben que los turistas tanto nacionales como extranjeros llevamos dinero a Canarias. Paramos en un bar de Los Realejos a saborear los buenos caldos que se cultivan en la zona. El Valle de la Orotava es una zona de buenos viñedos. Producen vinos en las elevadas laderas de suelo volcánico. Los vientos Alisios provenientes del Atlánticos y un suelo distinto al de otros cultivos de vinos de la Península le dan a estos caldos canarios un sabor distinto. Tomas una copa y te apetece la siguiente. Y hubiera bebido más si no emborracharan. No era cuestión acaba la excursión por el Valle de la Orotava piripi perdida.
Os recomiendo visitar este valle. Dicen los historiadores que en el Puerto de la Cruz nació el turismo. Casi te llama la atención recorriendo la zona. Gran parte de la zona costera es acantilada. Tiene unos acantilados imponentes. Es perfecta para los que quieren disfrutar del mar al borde de los precipicios. Nosotros no sólo disfrutamos de las vistas al mar desde los acantilados. Nos acercamos hasta el Jardín Botánico para disfrutar de la gran variedad de plantas y flores que tienen para hacer las delicias de los visitantes.