Mi chico se tomaba con calma el viaje de regreso. Decidí ocupara mi tiempo decorando la casa a mi gusto.
La mesa del comedor era horrible. Nunca vi una madera más fea. La tapé con papel de regalo infantil y puse encima unos cuantos libros viejos. Quedó como el escritorio de la Barby. Seguro que a Carlos no le gustaba el cambio, pero me daba igual. Encima del armario encontré una bola del mundo que, milagrosamente, daba vueltas si la movías con la mano. La coloqué sobre la mesa del recibidor. Allí estaba sacándole brillo a una tierra más redonda que achatada cuando llegó Carlos furioso.
-¿Qué te pasa a ti con mi madre?
-Hablame con amor o te dejo -lo amenacé.
Carlos dejó caer el maletín con gran estrépito. ¡Adiós portátil! Otro ruido idéntico se produjo en el salón.
-Oh, hay eco... -comenté.
Mi chico, que no cree en las cosas paranormales, se dirigió al salón con paso firme.
-Cayó el espejo y arrastró la colección de viejos sifones al suelo. Mi madre va a llevarse un disgusto.
-¿Otro más? Está muy apenada porque somos pareja de hecho.
-Tenemos que hablar de eso...
Otro estrépito anuncia más cristales rotos, esta vez en un habitación. Vamos a mirar y encontramos las lámparas en el suelo.
-¿Cómo cayeron las lámparas?
-Estarían mal sujetas.
-También han caído las lámparas de las mesillas -observo.
-Esas lámparas las compró mi abuelo en París.
-Vi unas muy parecidas en los "chinos".
-Tú no tienes gusto, Sophia.
Otro estrépito nos hace correr a la cocina. La vajilla acaba de finiquitar su vida útil sobre las baldosas.
-Te juro que estaban las puertas de las lacenas cerradas.
-Hay corriente. Cierra las ventanas, Sophia.
-Están cerradas, amor.
Un maullido lastimero me sobresalta. Detrás de mí está un gato con la piel blanca y negra enseñándome los dientes como un tigre. Me abrazo a mi chico muerta de miedo.
Mi sudadera larga color Burdeos
2 days ago
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