Un hotel que me encanta en La Coruña es el Hotel Carris Marineda. Lo que no me gusta es su ubicación. Está en un polígono industrial y a mí no me hace mucha gracia salir del hotel y verme rodeada de naves. El hotel se integra en un centro comercial en el que hay un Ikea, un Corte Inglés y alguna otra tienda. Según mi chico, es perfecto para mí porque soy una compradora compulsiva y allí estoy en mi salsa.
Donde estoy genial es dentro del hotel. Tiene una decoración moderna, con unos cuadros vanguardistas que le dan un toque chic a las paredes de las habitaciones.
Nuestra habitación era amplia, espaciosa, con muebles actuales, una cama grande de matrimonio muy cómoda, un televisor de plasma pegado a la pared como si de un cuadro más se tratase.
La misma modernidad encontrabas en el cuarto de baño. Estaba todo impecable. Los sanitarios eran nuevecitos. Lo que no me gustó nada fue el cristal enorme que había entre el cuarto de baño y la habitación. No tenías intimidad. Ni siquiera alojandome yo sola me hubiera gustado. No me gusta estar en la cama y ver el cuarto de baño. Les hice poner un estor o algo que tapara aquello. Fueron muy amables. Nos pusieron una especie de estor y así pudimos ducharnos con intimidad. Me parecía horrible.
Por lo demás todo genial. No había llevado mi coche, pero tenía a la puerta del hotel una parada de bus urbano y una parada de taxis. Los taxistas de Coruña cobran que se matan. Nos clavaron por 7 kilómetros hasta el aeropuerto de Alvedro 20 euros.
El desayuno fue un buffet poco abundante. La abundancia no prima en este hotel. También fueron bastante tacaños a la hora de dejar geles y champús en el baño.
Donde estoy genial es dentro del hotel. Tiene una decoración moderna, con unos cuadros vanguardistas que le dan un toque chic a las paredes de las habitaciones.
Nuestra habitación era amplia, espaciosa, con muebles actuales, una cama grande de matrimonio muy cómoda, un televisor de plasma pegado a la pared como si de un cuadro más se tratase.
La misma modernidad encontrabas en el cuarto de baño. Estaba todo impecable. Los sanitarios eran nuevecitos. Lo que no me gustó nada fue el cristal enorme que había entre el cuarto de baño y la habitación. No tenías intimidad. Ni siquiera alojandome yo sola me hubiera gustado. No me gusta estar en la cama y ver el cuarto de baño. Les hice poner un estor o algo que tapara aquello. Fueron muy amables. Nos pusieron una especie de estor y así pudimos ducharnos con intimidad. Me parecía horrible.
Por lo demás todo genial. No había llevado mi coche, pero tenía a la puerta del hotel una parada de bus urbano y una parada de taxis. Los taxistas de Coruña cobran que se matan. Nos clavaron por 7 kilómetros hasta el aeropuerto de Alvedro 20 euros.
El desayuno fue un buffet poco abundante. La abundancia no prima en este hotel. También fueron bastante tacaños a la hora de dejar geles y champús en el baño.
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