El Hotel Benetusser en Valencia es un tres estrellas que está poco céntrico, pero bien comunicado por tren con el centro de la ciudad.
La zona no le gustó mucho a mi chico. Decía que estábamos en un barrio malo. No tuvimos ningún problema. Era una zona de edificios antiguos, pero no había malos rollos.
Cerca del hotel está la estación del tren. Desde allí hay tantos trenes como autobuses en otras ciudades para ir al centro.
Nuestra habitación e notaba que había sido reformada hacía poco tiempo. Teníamos dos camas unidas, un cabecero acolchado, una mesa con su silla a modo de escritorio, un televisor de plasma colgando de la pared y un armario con espejos en los exteriores de ambas puertas.
No estaba mal para ser una habitación de un tres estrellas. Reconozco que esperaba algo peor.
Lo peor eran las vistas a un patio interior que no tenía ningún encanto. Parecía un patio interior de esos pisos interiores que todavía hay en muchas ciudades españolas.
Más me gustó el cuarto de baño. Era grande, con mucho mármol por doquier, muy limpio, con una bañera grande. Los geles y champús eran como los que tiene mi suegra en su casa: ofertas de supermercado. Menos sería nada. Yo usé los míos. Los del hotel se los dejé a mi chico. A él le vale cualquier cosa para asearse. Yo, en cambio, soy muy de marcas.
La insonorización del hotel brillaba por su ausencia. Pasamos varias horas escuchando la discusión de los vecinos de cuarto. Cuando ellos se callaron, tocó escuchar el ruidito de los aparatos de ventilación del patio interior.
Pese a todo os recomiendo este hotel. El personal es muy amable y lo tienen todo muy limpio.
La zona no le gustó mucho a mi chico. Decía que estábamos en un barrio malo. No tuvimos ningún problema. Era una zona de edificios antiguos, pero no había malos rollos.
Cerca del hotel está la estación del tren. Desde allí hay tantos trenes como autobuses en otras ciudades para ir al centro.
Nuestra habitación e notaba que había sido reformada hacía poco tiempo. Teníamos dos camas unidas, un cabecero acolchado, una mesa con su silla a modo de escritorio, un televisor de plasma colgando de la pared y un armario con espejos en los exteriores de ambas puertas.
No estaba mal para ser una habitación de un tres estrellas. Reconozco que esperaba algo peor.
Lo peor eran las vistas a un patio interior que no tenía ningún encanto. Parecía un patio interior de esos pisos interiores que todavía hay en muchas ciudades españolas.
Más me gustó el cuarto de baño. Era grande, con mucho mármol por doquier, muy limpio, con una bañera grande. Los geles y champús eran como los que tiene mi suegra en su casa: ofertas de supermercado. Menos sería nada. Yo usé los míos. Los del hotel se los dejé a mi chico. A él le vale cualquier cosa para asearse. Yo, en cambio, soy muy de marcas.
La insonorización del hotel brillaba por su ausencia. Pasamos varias horas escuchando la discusión de los vecinos de cuarto. Cuando ellos se callaron, tocó escuchar el ruidito de los aparatos de ventilación del patio interior.
Pese a todo os recomiendo este hotel. El personal es muy amable y lo tienen todo muy limpio.
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