Wednesday, January 27, 2016

Mis borracheras más caras

1

El DepiKofino, Sevilla, es un restaurante de tapas originales y vinos caros. Es uno de los restaurantes sevilanos favoritos de mi marido ahora que se le da por la cocina innovadora. 

Yo, en cambio, soy más de comidas de toda la vida. El DepiKofino, Sevilla, tienen tapas que son demasiado modernas para mi paladar clásico. 

NO es un restaurante grande. Por eso me parece más adecuado para ir con tu pareja o con una amiga, que para ir en plan grupo extenso. Tiene un ambiente bastante intimista, que invita a la conversación relajada. 

Mi marido quiere ir siempre para la terraza. Menos mal que en invierno la cubren. De lo contrario, nos moriríamos de frío. Sevilla puede ser bastante fría en invierno algunos días. 

Siempre me sorprenden con la decoración de los platos. En este restaurante emplatan de una manera muy original. El personal es muy eficiente, empezando por los camareros. Te atienden enseguida, cosa que se agradece. 

La última vez que estuvimos por allí, empezamos con una mini pizza de morcilla, que la llaman Juda-s pizza, y que está bastante buena. Yo me pasé de la pizza a un dulce que es una torta de aceite y ahí me quedé. 

Mi marido, en cambio, se atrevió con el arroz tailandes, el bacalao con porrusalda, el 
Ravioli con salmón... Últimamente come demasiado. Aún quería meterse entre pecho y espalda la carrillada con boniato. Le dije que o dejaba de comer o íbamos a un abogado a divorciarnos. No aguanto los hombres gordos. 

Os recomiendo este restaurante que se encuentra en la calle Eduardo Dato de Sevilla, junto a la 
Buhaira. Si te gusta la cocina moderna, es tu restaurante en Sevilla.

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2

Si eres joven y buscas un hotel para ir a hacer turismo barato a la capital de Francia con tus amigos, el Le Montclair Hostel es el hotel que necesitas. Es un hotel que tiene camas literas en todas sus habitaciones para que les quepa una tribu entera en cada cuarto. 

Yo me alojé hace cosa de dos años en este hotel con unas amigas. Quedé a cuadros cuando vi las habitaciones. En mi vida había dormido en una cama litera. Cuando vivía con mis padres tenía mi propia habitación y mi cama para mí sola. Aquello parecía una cárcel. 

Está en la zona de XVIII Distrito, a pocos minutos de caminata del Museo de Montmartre y de la Basílica del Sagrado Corazón de París. Realmente, más que un hotel, el Le Montclair Hostel es un albergue que te queda cerca de sitios tan conocidos como el Moulin Rouge y las Galeries Lafayette. Están a unos tres kilómetros y eso en París es cerca. 

Mis amigas se quedaron a desayunar. Yo desayuné fuera. Me dijeron que el desayuno continental que les sirvieron con mucha bollería industrial y muchos zumos de cartón estaba bueno. Para ellas estaría buena cualquier cosa porque iban en plan ahorrar. 

Lo que tenía bien este albergue era la wifi gratis. Iba como una moto. Pero tenías que conectarte en una especie de saloncito con unos ordenadores para tal fin. 

Ellos hacían lo que podían a la hora de ofrecer servicios a sus clientes. Por ejemplo, tenían un bar o lounge donde servían un aperitivo bastante decente. 

En recepción el personal se mataba por informarte de todos los sitios de interés turístico de París. Lo malo es que sólo hablaban francés. Muchas veces acababan haciéndose entender por señas. 

No os recomiendo ni os dejo de recomendar el Le Montclair Hostel en París. Está bien cuando eres joven y quieres ahorrar. Por supuesto, no vale para llevar a la familia.


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3

Yo no soy nada de museos, pero acabo visitando sus salas porque mi marido se empeña en llevar a mis hijas de turismo cultural en lo ssitios que visitamos, bien por trabajo o bien por placer. 

En Marrakech visitamos la Casa de la fotografía, un museo que me pareció un poco cutre. Lo mejor era la tranquilidad que había dentro. Por eso no nos apuramos a salir. La calle en la que está este museo es una escandalera porque está muy cerca de un mercado muy concurrido pro los locales. 

La exposición de fotos era bastante bonito. Se notaba que los responsables del museo habían hecho un esfuerzo por ofrecer un buen producto a sus visitantes extranjeros. Había turistas sacando fotos desde la terraza. Yo le dije a mi marido que ni se le ocurriera. No me gustaba que pareciera un turista nipón con su cámara de fotos en acción. 

Una vez que vimos todas las fotos, nos dirigimos a la pequeña cafetería de esta Casa de la fotografía. Nos sirvieron un té muy sabroso y pudimos descansar antes de seguir callejeando por Marrakech. 

La entrada no es nada cara porque te vale para varios días. Deberían tomar nota los museos españoles. Al valerte la entrada para entrar varios días, se garantizan visitas repetidas. Nosotros regresamos a los dos días porque nos habían encantado las vistas desde la terraza y también el té que servían en la cafetería. 

Os recomiendo visitar la Casa de la fotografía de Marrakech. No es un museo como los que hay en España, pero, pese a ser apañado, es coqueto y te sientes dentro como en el cielo por la paz que hay.

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