Estuvimos pasando unos días en el Hotel Apartamentos Don Carlos de Santander con mi suegra y las niñas. Mi suegra fue la encargada de hacer la comida en la cocina del apartamento. Teníamos una cocina con todo el menaje de cocina necesario para sentirnos como en nuestra casa.
Mi suegra preparó una tabla de quesos manchegos que estaba como para quitarles el hipo a los cocodrilos. Me chupaba los dedos comiendo los trocitos de queso blandito. No me extraña que el queso manchego sea el queso español que más se exporta. Es oro comestible.
Las niñas poco queso comieron. Ellas empezaron con unos yogures que había conseguido en Muestras gratis. Tenía cuatro y tocaron a dos yogures por niña. Patricia siempre echa su yogur en una tacita personalizada de myPIX.com. Su hermana, en cambio, prefiere tomarlo en el propio envase del yogur.
El siguiente plato fueron unas lentejas que olían a azafrán. Casi me muero del asco. Tuve que ir a mi habitación para volver a perfumarme con un perfume de la perfumería Vip. Tal era el olor a azafrán que inundaba todo el apartamento, que hasta se había pegado en unas muñecas que mi marido le compró a las niñas en Juguetes Eurekakids. Abrí la ventana de par en par para que se ventilaran. Mis hijas están muy encariñadas con sus muñecas educativas. Sería una pena que no pudieran jugar con ellas por la alergia que tienen Patricia y Paula a los olores de especias indias.
No comí en dos días. Las lentejas con azafrán me destrozaron el estómago. Estaba tan atontada que no me podía subir a mis zapatos de spartoo.es. Tuve que ir al cine en bailarinas.
Mi suegra preparó una tabla de quesos manchegos que estaba como para quitarles el hipo a los cocodrilos. Me chupaba los dedos comiendo los trocitos de queso blandito. No me extraña que el queso manchego sea el queso español que más se exporta. Es oro comestible.
Las niñas poco queso comieron. Ellas empezaron con unos yogures que había conseguido en Muestras gratis. Tenía cuatro y tocaron a dos yogures por niña. Patricia siempre echa su yogur en una tacita personalizada de myPIX.com. Su hermana, en cambio, prefiere tomarlo en el propio envase del yogur.
El siguiente plato fueron unas lentejas que olían a azafrán. Casi me muero del asco. Tuve que ir a mi habitación para volver a perfumarme con un perfume de la perfumería Vip. Tal era el olor a azafrán que inundaba todo el apartamento, que hasta se había pegado en unas muñecas que mi marido le compró a las niñas en Juguetes Eurekakids. Abrí la ventana de par en par para que se ventilaran. Mis hijas están muy encariñadas con sus muñecas educativas. Sería una pena que no pudieran jugar con ellas por la alergia que tienen Patricia y Paula a los olores de especias indias.
No comí en dos días. Las lentejas con azafrán me destrozaron el estómago. Estaba tan atontada que no me podía subir a mis zapatos de spartoo.es. Tuve que ir al cine en bailarinas.
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