El Restaurante Fargo es un restaurante ecológico que elabora los platos de sus menús con productos y ecológicos, de ahí sus precios algo carillos.
Nosotros entramos en este restaurante porque nos llamó la atención el nombre. Tiene nombre de película. Yo casi me arrepentí de haber entrado cuando supe que su comida era ecológica. Una mira la cartera en estos tiempos de crisis. Está muy bien el concepto de slow food, pero también está bien mirar y comparar los precios. Hay que ahorrar en todo lo que se pueda.
No estamos hablando de un restaurante vegetariano. Lo que quiere decir ecológico, como os he dicho, es que las materias primas con las que elaboran los platos no llevan nada de química.
Este restaurante está en una casita blanca y azul de la zona de la Alfalfa. Poco pega tanta modernidad allí. Como dice mi marido, a la casa le hubiera quedado mejor una taberna de tapas.
Dentro tiene un ambiente muy tranquilo. Nada de música, nada de clientes que lo abarroten. Puedes comer tranquilamente sin temor a que te digan que vayas acabando para dejar la mesa libre para otros clientes.
Lo que más me gustó de lo que comimos fue el arroz con langostinos. Era igualito al que prepara mi madre. Te chupabas los dedos. También estaba rico el salmón. Nos comentó el camarero que era salmón salvaje.
Para acompañar los platos nos ofrecieron vinos andaluces y franceses. Mi marido, que es el que sabe de caldos, se decantó por los andaluces. Lo de los vinos franceses se explica porque los dueños del Restaurante Fargo son originarios del país galo.
De postre me quedé con un helado de frutas del bosque y frutas delicioso. Mis hijas pidieron tarta esposo se puso hasta las cejas de mousse de chocolate.
La presentación de los platos está muy cuidada. Tal vez demasiado. Cuando me pusieron delante mi plato de arroz con langostinos me acordé de aquello que dice mi suegra de mucha decoración y poca comida. En mi casa me sirvo el doble de arroz y el doble de langostinos. Para mí aquello que tenía delante era media ración.
Nosotros entramos en este restaurante porque nos llamó la atención el nombre. Tiene nombre de película. Yo casi me arrepentí de haber entrado cuando supe que su comida era ecológica. Una mira la cartera en estos tiempos de crisis. Está muy bien el concepto de slow food, pero también está bien mirar y comparar los precios. Hay que ahorrar en todo lo que se pueda.
No estamos hablando de un restaurante vegetariano. Lo que quiere decir ecológico, como os he dicho, es que las materias primas con las que elaboran los platos no llevan nada de química.
Este restaurante está en una casita blanca y azul de la zona de la Alfalfa. Poco pega tanta modernidad allí. Como dice mi marido, a la casa le hubiera quedado mejor una taberna de tapas.
Dentro tiene un ambiente muy tranquilo. Nada de música, nada de clientes que lo abarroten. Puedes comer tranquilamente sin temor a que te digan que vayas acabando para dejar la mesa libre para otros clientes.
Lo que más me gustó de lo que comimos fue el arroz con langostinos. Era igualito al que prepara mi madre. Te chupabas los dedos. También estaba rico el salmón. Nos comentó el camarero que era salmón salvaje.
Para acompañar los platos nos ofrecieron vinos andaluces y franceses. Mi marido, que es el que sabe de caldos, se decantó por los andaluces. Lo de los vinos franceses se explica porque los dueños del Restaurante Fargo son originarios del país galo.
De postre me quedé con un helado de frutas del bosque y frutas delicioso. Mis hijas pidieron tarta esposo se puso hasta las cejas de mousse de chocolate.
La presentación de los platos está muy cuidada. Tal vez demasiado. Cuando me pusieron delante mi plato de arroz con langostinos me acordé de aquello que dice mi suegra de mucha decoración y poca comida. En mi casa me sirvo el doble de arroz y el doble de langostinos. Para mí aquello que tenía delante era media ración.
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