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AUDIBLE: libros leídos por famosos

Wednesday, October 31, 2007

El fantasma, 6

 Carlos llamó al ayuntamiento. Le prometieron venir dentro de dos días a buscar el gato; mientras tanto, no podremos utilizar la cocina.
 
 -Vamos a cenar con mamá. Se aloja en el Hotel María Pita.
 -Yo no voy. Me odia.
 -No digas tonterías, Sophia.
 -Quiere divorciarnos.
 -Yo voy a comer con mi madre.
 -Pues vete, hombre. Prefiero quedar sola con el fantasma de tu abuelo que se pasea por toda la casa tirando platos, espejos, lámparas y todo lo que rompe.
 -El tocador de la habitación cayó porque estaba mal colocado.
 -¿Y las lámparas?
 -Bueno, me voy.
 
 Media hora más tarde me llama. Su madre no está, y en el hotel no saben donde se encuentra.
 
 -La llevarían los hados.
 -¡Sophia!
 -La última vez que la vi fue en esta casa rodeada de abogados y amenazándome con romper nuestra unión de hecho.
 
 A Carlos se le rompe la paciencia. Cuelga. El gato maulla en la cocina como si lo mataran. Empiezo a creer que es la reencarnación felina del abuelo de mi chico.
 
 



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Thursday, October 18, 2007

El fantasma, 5



A Carlos se le curan los enfados cuando me pongo en plan florecilla temblorosa. Le gustan las mujeres estilo siglo XIX. Lo malo es que a mí poco tiempo me dura el tembleque.

-No puedo vivir con un gato.
-Debe ser de algún vecino.
-Dale de comer antes de que se atreva a arañarnos.
-¿Qué comen los gatos, Sophia?
-Prueba a darle leche.

Busco un cuenco en el armario y lo pongo en el suelo. El gato se acerca y maulla con más ganas.

¿Qué hay que hacer cuando te entra un felino en casa? Busco en las páginas amarillas una protectora de animales. Estoy tan nerviosa que no encuentro ninguna. Mi dedo índice tropieza con una tienda de venta de animales. Los llamo. No hay manera de endosarles el gato.

-Un gato persa le ira mejor -insiste la vendedora.
-¡No! -chillo-. Quiero que vengan a buscar el gato que les regalo.
-Nosotros vendemos animales -dice la señora con voz de madrastra de Cenicienta.

Cuelgo. La solución pasa por la crueldad. Me armo con una escoba e intento echar al gato.

-¡Le estás pegando al gato! -exclama Carlos.
-No, amor, lo estoy pastoreando hacia la puerta de salida.

El gato vuelve a enseñar los dientes provocándome otro ataque de pánico. Cierro la puerta de la cocina dejándolo encerrado, en un golpe de valentía.

-Ahí se queda para siempre jamás.
-Llamaré a los bomberos -dice Carlos-. No podemos tener un gato encerrado en la cocina sine die.
-¡Te lo prohibo! Vendrían armando mucho escándalo, amor, y no es para tanto. El gato, si quiere comer, tiene la nevera llena de comida, y nosotros comeremos fuera.

Un nuevo estrépito nos sobresalta. Nos miramos. El gato está encerrado en la cocina y el ruido procede de nuestra habitación. ¿Tendremos otro bicho en casa?

Saturday, October 06, 2007

El fantasma, 4

Mi chico se tomaba con calma el viaje de regreso. Decidí ocupara mi tiempo decorando la casa a mi gusto.

La mesa del comedor era horrible. Nunca vi una madera más fea. La tapé con papel de regalo infantil y puse encima unos cuantos libros viejos. Quedó como el escritorio de la Barby. Seguro que a Carlos no le gustaba el cambio, pero me daba igual. Encima del armario encontré una bola del mundo que, milagrosamente, daba vueltas si la movías con la mano. La coloqué sobre la mesa del recibidor. Allí estaba sacándole brillo a una tierra más redonda que achatada cuando llegó Carlos furioso.

-¿Qué te pasa a ti con mi madre?
-Hablame con amor o te dejo -lo amenacé.

Carlos dejó caer el maletín con gran estrépito. ¡Adiós portátil! Otro ruido idéntico se produjo en el salón.

-Oh, hay eco... -comenté.

Mi chico, que no cree en las cosas paranormales, se dirigió al salón con paso firme.

-Cayó el espejo y arrastró la colección de viejos sifones al suelo. Mi madre va a llevarse un disgusto.
-¿Otro más? Está muy apenada porque somos pareja de hecho.
-Tenemos que hablar de eso...

Otro estrépito anuncia más cristales rotos, esta vez en un habitación. Vamos a mirar y encontramos las lámparas en el suelo.

-¿Cómo cayeron las lámparas?
-Estarían mal sujetas.
-También han caído las lámparas de las mesillas -observo.
-Esas lámparas las compró mi abuelo en París.
-Vi unas muy parecidas en los "chinos".
-Tú no tienes gusto, Sophia.

Otro estrépito nos hace correr a la cocina. La vajilla acaba de finiquitar su vida útil sobre las baldosas.

-Te juro que estaban las puertas de las lacenas cerradas.
-Hay corriente. Cierra las ventanas, Sophia.
-Están cerradas, amor.

Un maullido lastimero me sobresalta. Detrás de mí está un gato con la piel blanca y negra enseñándome los dientes como un tigre. Me abrazo a mi chico muerta de miedo.

Wednesday, October 03, 2007

El fantasma, 3

 Carlos está camino de Coruña. Su madre lo llamó y le ordenó que regresara. Nos quiere divorciar. Si lo consigue, pero para Carlos; yo regresaré a Madrid y buscaré un nuevo amor.
 
 Ocupo mi tiempo libre telefoneando a los amigos. Ambrosio no responde. Su móvil repite machaconoamente la melodía de "yo amo a Laura". Le dejo un mensaje deseándole un feliz verano. Llamo a Gregorio, el segundo fotógrafo de la revista "Miss". Tampoco contesta. Otro que está de vacaciones. El siguiente número de mi agenda es el de Mara, la directora de la revista "Miss". ¿La llamo? No me apetece oír hablar de trapitos, pero pulso el botón verde.
 
 -¡Sophia! Regresa a Madrid, mi niña. Esta ciudad es preciosa en verano con todo el mundo de vacaciones.
 -¿Cómo van las cosas por ahí?
 -Cerré la revista.
 -¿La cerraste? -pregunté angustiada.
 -Sí, cariño. Tenía más pérdidas que un corsario venido a menos. Gregorio encontró trabajo en una gasolinera y Ambrosio va tirando vendiendo fotos robadas a los famosos.
 
 No me imagino a Gregorio en una gasolinera. Es un trabajo con mucho riesgo. Si aparece un ladrón y lo mata por unos cuantos euros, una familia numerosa queda sin padre. No conozco a la mujer de Gregorio, pero dudo que sea capaz de sacar adelante a media docena de chiquillos hambrientos. Las madres leonas ya no existen.
 
 -¿Sabes a quién vi el otro día? ¡Al socio capitalista de tu novio! Me propuso ser su amante.
 -¡Mara!
 -Querida Sophia, hay que seguir viviendo. En la revista "Miss" limé el dinero que conseguí en el divorcio de mi primer esposo. Los sueños cuestan mucha pasta.
 -¿Vas a cobrarle a Alberto?
 -¡Claro! Yo nunca me acosté gratis con un hombre.
 
 ¿El mundo puede ser tan asqueroso? Me despido de Mara. No puedo desearle suerte porque me resisto a creer que la única forma que tenemos las mujeres para ascender socialmente sea yendo de cama en cama vendiendo cada abrazo.



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