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Thursday, June 27, 2019

Mis vacaciones en un castillo

El hotel que hicieron en El Castillo de Monda en Monda, Málaga, está muy bien para pasar unos días tranquilos. Mi chico y servidora fuimos a pasar un fin de semana largo con unos amigos y sin niños. Nos entretuvimos haciendo senderismo por la zona y contemplando la maravillosa arquitectura de un castillo construido sobre las ruinas de la antigua fortaleza morisca de La Villeta. Es un reciclaje de piedras que hace mucho por el medio ambiente. Deberíamos tomar nota en las ciudades. Se pueden aprovechar las construcciones viejas para hacer construcciones más adaptadas al gusto del nuevo propietario. 

En el castillo ves arcos moriscos, azulejos en arabesco, celosías de madera... Los suelos son casi todos en la planta baja de terracota. No faltan los artesonados y los bonitos estucados andalusíes. Notas que estás en Andalucía. Decía mi marido que El Castillo de Monda en Monda, Málaga, es pura arquitectura cañí junto al Mediterráneo. 

En este hotel rural con mucho encanto no tienes problemas de movilidad. Un ascensor te lleva a las almenas acopladas a las murallas primitivas. Las instalaciones comunes están en la planta sexta. Allí encuentras un bar de aspecto kitsch y una maravillosa piscina con vistas al pueblo. Da gusto darse un chapuzón con el pueblo a tus pies. 

Es fácil de encontrar este alojamiento rural. Llegas sin perderte desde Marbella por la carretera que asciende a la Sierra de las Nieves. En lo alto del pueblo está el El Castillo de Monda en Monda, Málaga, que os recomiendo muy mucho. Es todo tranquilidad. 

Nosotros no descartamos volver. En este castillo las habitaciones son grandes y luminosas. Nos dieron una habitación con las paredes pintadas de blanco, algunos azulejos en la zona del cabecero de la cama. Bueno, cabecero en sí no había porque se trataba de una gran cama con dosel sin cortinas, cosa que agradecí porque los cortinajes en las camas de dosel siempre me dan asquito por limpios que estén. en la habitación había una zona de sala de estar y varios arcos separando ambas estancias. El jardín está muy bien cuidado. Yo sólo encontré ventajas. Hasta la wi fi gratuita iba como una moto. No tengo quejas.

Mis vacaciones en una casita de piedra



El Hotel San Pedro de Caldas en Yanguas de Eresma, Segovia no es más que una casita de piedra marrón con tejado a dos aguas. Sencillo, limpio, tranquilo y lejos del mundanal ruido. No se puede pedir más para unas vacaciones tranquilas. 

No siempre fue tan tranquilo. En el pasado no muy lejano era una fonda para los viajeros del ferrocarril de Yaguas. Hoy en día ha sido remodelado. En las antiguas cuadras pusieron las habitaciones. Son habitaciones coquetas y acogedoras, todas ellas con una zona de lectura en la misma habitación. Lectura o lo que quieras hacer, es decir, tienes unos sillones con una mesa auxiliar para relajarte lejos de la cama. 

Desayunamos en el mismo hotelito. Nos pusieron un desayuno buffet bastante sobrado de bollos industriales. Pero estaban frescos. Mi marido se quejaba del café. Decía que le sabía a café de máquina de oficina. Yo creo que era su paladar. No tenía el día el pobre. 

Aprovechamos nuestros dos días en el San Pedro de Caldas en Yanguas de Eresma, Segovia, para hacer algo de senderismo. Nos fuimos andando hasta el río Eresma. Esta zona es tierra de pinares y cereales. Me llamó la atención los campos de cereales diversos que se veían plantados. 

Os recomiendo el Hotel San Pedro de Caldas en Yanguas de Eresma, Segovia, pese a alguna desventaja como las barreras arquitectónicas que te encuentras. A nosotros nos dieron una habitación en tonos rosáceos muy bonita. Lo que le hubiera quitado era los dos niveles. Tenías la cama en una zona más alta y dos escalones para abajo estaba el sofá, los sillones y una mesa auxiliar alargada. La mesa auxiliar nos hubiera sido de mayor utilidad más alta. Pero la mesa era lo de menos. Lo que me fastidiaba eran los escalones. Mi chico se levantó por la noche para ir al baño y casi se me mata en los escalones. Suponían una barrera arquitectónica que les debió parar la obra por parte del Ayuntamiento. Yo creo que no miraron bien el plano cuando le dieron el alta a la remodelación.

Sunday, June 23, 2019

Mis vacaciones molonas



1

No conocí un hotel más pensado para los esquiadores que El Lodge en Sierra Nevada, Granada. Es un hotel en el que puedes entrar y salir esquiando. Las habitaciones están en la planta superior. La planta inferior está para la recepción, el bar y el ski-room. 

¿Qué es el ski-room? Es donde te cambias. Tienes un armario guardaesquís, un secador-higienizador de botas, un taller mecánico y asientos para calzarte. Yo agradecí mucho los asientos para calzarme cómodamente mis botas calentitas para la nieve. Mi chico es más apañado que servidora cuando vamos a esquiar o a hacer que esquiamos, lo cual es lo mismo para mí. Lo importante es divertirte y conocer gente para hacer negocios. Lo de esquiar mejor o peor no tiene mayor importancia. 

Me gustó mucho el salón inglés que hay en este pequeño hotel de montaña. El bar decorado con motivos de esquí también tenía su gracia. Pero el salón inglés estaba mejor para una persona a la que le gusta tanto el buen gusto británico a la hora de decorar los salones. 

Como os dije, los dormitorios están en la planta superior. Son dormitorios todo madera. El hotel entero es un todo madera. Pero no ves polilla. Tanto las paredes como las techumbres y los suelos están bien barnizados y la madera de pino finlandés se ve nuevecita. 

Poco fui a esquiar. Me pasé mis momentos de ocio en el hotelito. Cuando no estaba en el salón inglés estaba en el bar y cuando no estaba en el bar me estaba relajando en la bañera de hidromasaje instalada en el exterior del hotel. Era un gusto estar a remojo mientras mirabas los picos nevados de Sierra Nevada. Nieve blanca como el color blanco. Me sentí en mi séptimo cielo metida en la bañera hidromasaje. Tantas fuerzas me dio la sesión de de bañera de hidromasaje que me animé a acompañar a mi chico a hacer algo de senderismo por el Parque Nacional de Sierra Nevada. 

Os recomiendo El Lodge en Sierra Nevada, Granada. Es un hotel perfecto para los que van a esquiar al sur. Te sientes muy metida en el mundillo del deporte de invierno por excelencia porque el hotel está diseñado para que los esquiadores se sientan en su salsa.



2

Los tres días que pasamos mi chico y servidora en La Casona de la Peña en Ajo, Cantabria, fueron inolvidables. Esta casona palacio del siglo XVII no te deja indiferente. Ves que sus dueños se han ido dejando el dinero a lo largo de los siglos en la compra de las obras de arte que adornan todos sus rincones. Donde no ves un espejo ideal ves una cerámica o una pequeña escultura que piensas que quedaría bonita en el salón de tu casa. Yo saqué muchas ideas para mi casa mirando la decoración de este pequeño hotel con mucho encanto. 

Tampoco te deja indiferente su jardín con sus ocho mil metros cuadrados de extensión. Es lo suficiente grande como para que puedas pasear sin agobio. Y no es tan grande grandísimo como para que te pierdas entre setos y árboles. 

Mi chico hizo muchas fotos de la torre blasonada, la capilla, el jardín delantero tan cuidado y hasta sacó fotos del recibidor. Yo temía que le llamaran la atención. No me gusta que saque fotos como un japonés. Hay que ser discretos. En todo caso, no era el único fotógrafo aficionado que había por allí. Un señor mayor se empeñó en que le abrieran la capilla para sacar fotos del interior. Creo que los domingos dicen misa en la capilla. No pudimos comprobarlo porque llegamos un jueves y marchamos el sábado. 

Yo me hubiera quedado más días de haber podido. Me gustó mucho la habitación. Era una habitación regia y espaciosa con losas de piedra en los suelos y muchas vigas de madera en el techo. Todo el techo abuhardillado del cuarto estaba sostenido por un montón de vigas de madera. Me comentó la camarera de habitación que eran unas maderas de hacía cuatrocientos años. Quedé a cuadros. No se veía nada de polilla en aquellas vigas. La cama tenía una colcha más blanca de la nieve que se veía nuevecita. Los espejos de palacio daban vidilla a las paredes. Del techo colgaban unas lámparas de estilo velas colgantes. Era un cuarto que nos inspiró noches de luna de miel. 

Poco salimos del hotelito. Sólo fuimos andando hasta las Playas de Cuberris. No estaba el tiempo para darse un chapuzón en el mar. Sólo nos atrevimos a descalzarnos y pasear por los arenales. El mar estaba algo bravo, pero no era para tanto. Una señora nos dijo que saliéramos de la playa porque podía venir una ola y acabar con nuestras existencias. No fue para tanto. Ni nos salpicó el oleaje. Hay que saber pasear por una playa en invierno. 

Os recomiendo La Casona de la Peña en Ajo, Cantabria, un pequeño hotel de estancias regias y espaciosas decoradas con buen gusto. Yo pienso volver con las niñas para que puedan apreciar lo que es alojarse en una casa con mucha historia, tal como atestiguan los escudos de la torre.



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Nos alojamos en el Hotel Atalaya en Mundaka, Vizcaya, un fin de semana que a mi chico se le dio por ir a surfear con sus sobrinos. Casi me preocupaba y no lo dejé ir solo. Para mí eso del surfeo es para adolescentes. Un hombre con los treinta años cumplidos y los cuarenta años cercanos no debe arriesgar su existencia saltando las olas con una tabla de surf. Este pequeño hotel está frente a la ría de Mundakan, justo donde mi chico y sus sobrinos iban a surfear. 

No es un hotel grande. Se trata de una casa con galería y jardín. Data de principios del siglo XX. Se le notan los años en una fachada que ha sido remodelada, igual que su interior. Han conseguido ofrecer un pequeño hotel con todas las comodidades a los turistas tras gastar dinerito poniéndolo a día. 

Lo que sí me faltó en este hotelito fue espacio. Tuvimos que coger tres habitaciones para los cuatro. Una para las niñas y las otras dos para nosotros. Nuestro matrimonio corría peligro en la falta de espacio que había para dos personas en las pequeñas habitaciones del Hotel Atalaya en Mundaka, Vizcaya. 

El hotel está muy bien gestionado. Saben conquistar al cliente. Nos invitaron a tomar un marmitako con el resto de los huéspedes. Nos vino bien. Así hicimos amigos y yo pude venderles a las señoras mis cremas. No pierdo ocasión para hacer dinero con mi negocio. Era una noche templada de otoño. Se estaba de maravilla en el jardín. 

Poco salimos por los alrededores. Mi marido estaba cansado de verme al borde del mar mirando sus evoluciones con la tabla de surf. Sabe que sufro con sus deportes acuáticos. Por eso buscó tiempo para llevarnos en el coche hasta la iglesia de Santa María. Pretendía que rezara en una iglesia y no en la orilla del mar Cantábrico. A esta iglesia puedes ir andando. Está cerca. También nos acercamos hasta el Palacio Larrinaga y acabamos nuestro recorrido de pocos kilómetros en la Ermita de Santa Catalina. Una pequeña iglesia preciosa. 

Os recomiendo este hotelito. Tiene habitaciones pequeñas. Lo solucionas cogiendo dos en vez de una. Todo tiene solución. Yo tal vez vuelva. A mi chico le encantó la ría de Mundaka para surfear.

Tuesday, June 18, 2019

Mis vacaciones en la casa de unos condes catalanes



Los deportes de invierno no son lo mío, pero, gracias a esta afición de mi chico que no comparto he podido disfrutar de hoteles tan fabulosos como el Hotel Condes del Pallars en Rialp, Lleida, un hotel de sólo tres estrellas del que sólo puedo decir cosas buenas. 

Para empezar destacaría la amabilidad del personal. No parece que estás en la Cataluña profunda. La pela es la pela. El personal es tan amable que te sientes como en tu casa. También son muy profesionales. Tienen el hotel limpio como una patena. 

El entorno del hotel es tan bonito que no te vienen ganas de ir a esquiar. Menos te vienen cuando esquiar no es lo tuyo. Yo me entretuve paseando por los espaciosos jardines que rodean el edificio hotelero mientras mi marido iba a practicar el deporte de la nieve. En los alrededores del hotel sólo respiras el aire puro y libre de contaminaciones del Pirineo de Lleida. Este hotel tiene piscinas al aire libre. No estaba el tiempo para nadar precisamente. Creo que alguna de las piscinas estaba climatizada, pero, ni aún así apetecía zambullirse en las aguas estancadas para dar unas brazadas. 

Eché en falta la wi fi gratis en mi habitación. La Red de Redes sólo era gratuita en las zonas comunes. Un gran fallo. Comprendo que quieran hacer caja, pero no se arruinarían pro tener el detalle de extender la gratuidad de las conexión wi fi a las habitaciones de los huéspedes. 

Nuestra habitación no era lujosa. En este hotel las habitaciones son sencillas. Prima la comodidad y el pragmatismo en una decoración que recuerda un poco la de tu casa. No te falta un escritorio, unos sillones, una cama cómoda y unas paredes que parecen recién pintadas. La habitación era luminosa. 

Os recomiendo este hotel. El Hotel Condes del Pallars en Rialp, Lleida, es un hotel muy demandado, sobre todo en temporada de nieve porque tienes cerca la estación de esquí de Port Ainé. A esta estación fue a esquiar mi chico. Me dijo que la nieve estaba en su punto para deslizarte a toda velocidad. Por suerte no rompió una pierna. Yo casi prefiero que la nieve no esté muy esquiable para que deje los palos y venga para el hotel pronto.

Mis vacaciones en una cueva



La innovación puede llegar a unos extremos que no te crees hasta que los ves. Yo quedé a cuadros cuando llegamos al Hotel Rural & Spa Las Nubes en Guadalajara y nos encontramos con unas cuevas en mitad del monte. Es lo que es este hotel: seis cuevas con todos los lujos dentro. Muchos lujos, pero no dejan de ser cuevas. 

Mi marido no estuvo nada acertado cuando hizo la reserva. Me consolé pensando que estábamos en el Hotel Rural & Spa Las Nubes en Guadalajara para hacer negocios con unos clientes suyos alojados en otra cueva. Me alegré de no haber llevado a mis hijas. Seguro que se me traumatizaban las niñas. Aquellas edificaciones serán muy ecológicas y lo que quieras, pero no son para mí. Me sentí la mujer primitiva resucitada. Era horrible. 

La finca donde se ubica fue un coto de caza o todavía lo es, no sé. Durante el fin de semana que pasamos en una de las cuevas no escuché tiros. Supongo que no era época de caza. Yo procuré no alejarme mucho de las cuevas. Podía perderme en una finca de más de doscientas hectáreas. 

Relajar podía relajarme, por supuesto. Este hotel ecológico de la provincia de Guadalajara dispone de zona de Spa con dos jacuzzi, tumbonas térmicas calentitas, pileta de agua helada pro si quieres torturarte, baño turco, flotárium y cabinas para tratamientos y masajes a los que no me apunté. Mi cuerpo estaba pidiendo marchar cuanto antes. Los masajes me hubieran puesto más nerviosa aún. 

No os lo recomiendo ni os lo dejo de recomendar. Está bien para ir a echarle un vistazo y hacerte una idea de que los humanos y humanas podemos volver a vivir en cuevas como las que habitaron Adán y Eva. Serán unas cuevas distintas, por supuesto, con modernidades, pero no dejan de ser cuevas. Echas la cabeza por la puerta y ves unas vistas al río Tajo o a los campos, con La Sierra de la Alcarria al fondo. Estás alejada del mundo. Seguro que nadie se acuerda de ti como no marches pronto.

Monday, June 17, 2019

Mis vacaciones de senderista



Tengo los pies hechos polvo después de andar hace unos días los 16 kilómetros que tiene la Ruta do Cañón de Río Mao PR-G177 Cañón del Sil, una de las rutas de senderismo más espectaculares de Galicia. El Cañón del río Mao es un rincón libre del turismo masivo. Nosotros fuimos hasta el pueblo de Forcas, en el concello de Parada de Sil y tomamos un sendero que desciende por la montaña. 

Pensé que me iba a matar por aquella cuesta hacía abajo. Agarrada al brazo de mi chico conseguí llegar al puente medieval de Candeliñas. Me hubiera quedado allí mismo. Mis pies se resistían a caminar. Menos mal que pude descansar mientras mi marido y sus amigos entraban a ver las cuevas. Recorrieron toda la necrópolis rupestre de San Vítor con sus tumbas escavadas en las rocas. No le tienen miedo a los muertos. En las tumbas no había cadáveres, por supuesto, pero los hubo en la prehistoria. Por eso no me hacían ninguna gracia. 

Seguimos nuestra caminata. Quinientos metros más allá de la necrópolis aoareció la aldea de San Lourenzo, una aldea que está a 600 metros de altitud. No había acabado la ruta. Nos quedaban por ver las Fábricas de la Luz y las pasarelas. 

Os recomiendo esta ruta. Prepararos para andar por la Galicia más profunda y verdosa. La ruta va por el cañón del Mao antiguo, el que está vacío y sirve de sendero. Llevad calzado adecuado. Hace falta si no quieres tener el dolor de pies que tengo yo en este momento. 

Lo mejor de esta ruta para mi chico fue la necrópolis. Para mí fue lo peor. Lo mismo decía una amiga a la que le horrorizan los cementerios. A mí me dan mucho respeto esas cosas de difuntos. Las tumbas escavadas en la roca tenían su gracia. Me parecieron muy respetuosas con la naturaleza. Es una manera barata de hacer una sepultura sin necesidad de gastar en material de construcción. Nuestros antepasados fueron bastante apañados.

Mis vacaciones en la España profunda



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El Molino de Cidacos ha sido reconvertido en un hotelito con encanto, con todo el encanto que le da un edificio del siglo XVII a las orillas del río Cidacos. No ves más que huertos y arboledas a tu alrededor. Mi marido decía que era el sitio ideal para apartarte del mundanal ruido y que no te encontraran. No le faltaba razón. Los únicos ruidos que había eran los que hacían mis hijas con sus juegos por el jardín. Le pusieron mucha vidilla a un paraje parado en el reloj del tiempo. 

También se dejaba notar la carretera con el constante o casi constante paso de vehículos, alguno de ellos a gran velocidad. Una señora mayor que estaba alojada en una habitación vecina a la nuestra se quejaba del ruido de los coches. A mí los coches no me quitaron el sueño ni de día ni de noche. Estoy acostumbrada al ruido del tráfico. En lo que sí le doy la razón a la señora era en la falta de insonorización que tenía el hotel. Escuchabas la conversación de las habitaciones vecinas sin necesidad de pegar la oreja a sus puertas. Deberían hacer una reforma que mejorara la insonorización o, mejor dicho, que la pusiera. 

En todo caso, este hotel tiene su encanto. Cuando llegas pasas de la recepción al bar que hay enfrente si llegas con un ataque de sed como el que tenían mis niñas. Beben mucha agua cuando viajamos en coche. Así la acaban y llegan siempre sedientas a los hoteles. Nada más entrar noté un olor a madera notable. Procedía de los salones del hotel. Todos los salones olían a madera. 

La madera también estaba muy presente en las habitaciones. Es un hotel rural a más no poder. Y a resaltar su carácter rural contribuye mucho el molino que conservan. Tiene su gracia, hay que reconocerlo. Mi marido se quejaba de la hierba de huerta que había en el jardín. El jardín entero era una huerta. Te sentabas en los bancos y esperabas poco menos que un campesino plantando judías en surcos que abriría con una azada. 

Os lo recomiendo. Está en el kilómetro 63,5 de la carretera que va de Arnedo a Arnedillo. Os recomiendo también hacer alguna excursión por los alrededores. Nosotros fuimos en coche hasta Enciso para ver las huellas de dinosaurios. Queda a unos 10 kilómetros del Molino de Cidacos.



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Estuve con mi chico pasando un fin de semana romántico en el Hotel Almud en Sallent de Gállego, Huesca, uno de los hotelitos con más encanto del Pirineo aragonés. Lo construyeron en lo que en su día fueron unas caballerizas. Corría el siglo XVIII cuando los caballos ocuparon las estancias previas al hotel. Nada tiene que ver el edificio de hoy con el edificio que dio cobijo a los caballos. 

Me contó la chica de recepción que el hotel actual fue construido con materiales procedentes de demoliciones y solares abandonados. Un reciclaje de materiales de construcción del que deberían tomar nota los constructores tan dados a hacer cosas nuevas con nuevos materiales. Hay que reciclar para conservar el Planeta en buen estado. 

El reciclaje también estaba presente en la decoración interior. Veías antigüedades procedentes de la familia de los propietarios del hotel y de anticuarios de la región. Los muebles viejos de la familia no les llegaron para vestir toda la casa. Por eso tuvieron que ir a comprar esos muebles viejos caros que te venden a precio de oro los anticuarios. Yo hubiera ido a Ikea. Pero hicieron bien en ir a los anticuarios: unos muebles de Ikea mezclados con las camas viejas de la familia hubieran quedado mal. 

Nosotros nos sentimos con en la casa de nuestra abuela. Mi chico lo veía todo muy romántico. No le faltaba razón. La casa vista desde fuera parecía de cuento de niños. Casi te imaginabas una hada madrina saliendo por la ventana ofreciéndote un zapatito para ir al baile antes de las doce de la noche. La decoración combina a la perfección recuerdos y comodidades. Los herrajes de caballería, las esquilas y un espedo de asar decoran las paredes del salón. Las habitaciones me parecieron más elegantes. A nosotros nos dieron la mejor habitación: la de la buhardilla. Era preciosa. 

Os recomiendo el Hotel Almud en Sallent de Gállego, Huesca para pasar un fin de semana tranquilo en pareja. Nosotros no llevamos a las niñas. Mis hijas son más de hoteles con animación para los más pequeños de la casa. La tranquilidad las aburre. La única diversión que tienes en este hotel es ir a dar un paseo por los alrededores. Mi chico y yo fuimos andando hasta las Casas señoriales de los Docallos y los Martones. Me venían ganas de comprar una. Mi marido dijo que no se vendían y, aunque estuvieran en venta, no teníamos dinero para tanto gasto. 

No quería gastar dinero en una casa, pero sí quería ir a esquiar a la estación invernal de Formigal. Está a tres kilómetros del Hotel Almud en Sallent de Gállego, Huesca. Me negué. Esquiar nunca se me dio bien.



3

Lo mejor de nuestra caminata por la Ruta de la Boyería en León fue un gato montés que vimos en un prado desde la carretera. Era divino. Mis hija querían que se lo pilláramos para llevarlo para casa. Eso era un delito. Los animales salvajes son de todos los españoles, no sólo de mis hijas. Se lo explicamos. Tuvieron que contentarse con las fotos que le sacamos al gato. Yo creo que era un gato montés bastante doméstico porque se dejaba sacar fotos sin inmutarse. Tal vez lo hacía porque estaba acostumbrado a que los turistas andantes le sacaran instantáneas. 

Descansamos un rato mirando para el gato. Falta me hacía. Esta ruta que sale del pueblo de Maraña, en la provincia de León, transcurre por una zona de montaña pura. El macizo del Mampodre es bastante espectacular. También lo son los grandes bosques de hayedos que ves por el camino. Esta ruta arranca del Marrero, una masa forestal mixta de robles y hayedos. Espero que no los quemen. Los árboles se veían muy bonitos. Parecían de postal. Mi marido les sacó muchas fotos. Yo pasé de fotos. Bastante tenía con andar y controlar a las niñas. Iba con algo de miedo porque había fauna de alta montaña y aves salvajes. Me centré en andar e ir disfrutando de las vistas al Macizo de Mampodre. Tiene unos picos que invitan a hacer una escalada. 

Me sentí aliviada cuando la pendiente se suavizó. Lo malo era la altura. Ibas hacía abajo pero parecía que tenías más desnivel a tus pies. Sentí miedo. Agarré con más fuerza las manos de mis niñas. Si nos matábamos, mejor las tres juntas. No quiero dejar niñas huérfanas. Mi marido decía que aquello era seguro. Debía serlo. Nos adelantó una señora mayor dando zancadas de ejército. Era más valiente que servidora. 

Pronto llegamos al tramo del camino que nos llevaba de regreso a Los Llamargos a través de una solana monopolizada por los robles que creían a su aire sin saber lo que es una poda. De vuelta en la pista inicial de La Boyería, sólo nos quedaba desandar el primer tramo del recorrido en dirección a Maraña. Mi marido entró con las niñas en la Casa del Parque Valdeburón. Yo no necesitaba tanta información. Se encargó él de leer los folletos que le dieron de esta ruta y de otras rutas. Os recomiendo la Ruta de la Boyería en León PRC-LE48. Podrás ver algún gato montés bonito. Nosotros vimos uno.

Wednesday, June 12, 2019

Visitando el Museo de las Mujeres


Visité con unas amigas el Museo de las Mujeres en Bonn, Alemania, y me dio pena penita. La idea de hacer un museo para que las mujeres artistas puedan exponer sus obras de arte me parece fantástica. Lo malo es que todas las ideas, también las ideas fantásticas, necesitan financiación. El Museo de las Mujeres en Bonn, Alemania, muestra arte y pobreza. Con sólo mirar la fachada notas que les falta dinero para el mantenimiento. Lo mismo notas recorriendo sus salas.

La fundadora es Marianne Pitzen, una señora disfrazada de Dama de Elche con un peinado que le da un aire pintoresco. No te deja indiferente cuando la ves. La encontramos en una de las salas de este museo fundado el año 1981. Una amiga mía que habla alemán tuvo una conversación con ella. Es una viejecita muy simpática. No acompañó durante nuestra visita a este museo cuyos fondos proceden mayoritariamente de donaciones. No tienen dinero para hacer compras. Si eres artista y estás interesada en exponer tus cuadros o tus esculturas, puedes hacerlo en el Museo de las Mujeres en Bonn, Alemania, si les regalas tus obras. Es lo que hacen las artistas que tienen su obra expuesta en este museo que os recomiendo, aunque sólo sea para ver un museo que tiene la peculiaridad de que las obras de arte proceden del buen hacer femenino.

Me gustó mucho la cafetería. La cafetería del museo está decorada con pinturas llamativas. Tiene las paredes como esas paredes de edificios que pintan con murales de colores alegres para darle un toque de arte a las ciudades. La cafetería, decían mis amigas, era lo mejor del museo. No les faltaba razón. Por eso tenía tanta gente. Había clientes de la cafetería que pasaban del museo.

Os recomiendo visitar el Museo de las Mujeres en Bonn, Alemania. Su fundadora también es artista. Hace esculturas con papel y cola. Cada una hace lo que puede y sabe. Las esculturas de papel y cola de Marianne Pitzen no creo que pasen a la posteridad.

Sunday, June 09, 2019

Mis vacaciones más rurales



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Las Navezuelas, en Cazalla de la Sierra, Sevilla, nos brindó la experiencia de pasar unos días en un cortijo de 130 hectáreas, en uno de los molinos de aceite de la sierra norte de Sevilla que funciona desde el siglo XVI. Mis hijas fueron las que más lo disfrutaron. Mis niñas y las niñas de unos amigos que también se sumaron a nuestra escapada rural al campo sevillano. 

La casa no defrauda. Es un cortijo con una decoración muy rural. Coincidimos con unos ecoturistas que hacen rutas a caballo. Mi marido quería sumarse a sus rutas a caballo. Sólo accedía a hacer una ruta en bicicleta por los montes vecinos. Mi marido hizo otra ruta con nuestros amigos, pero andando. No permití que subiera a un caballo. Me dan miedo. Mi chico es muy intrépido. No piensa que es padre de dos niñas de corta edad. El proyecto familiar que tiene conmigo es más importante que sus ganas de subirse a un caballo que lo puede tirar con consecuencias irreparables. 

Los montes que rodean el cortijo son muy lindos con sus encinas y sus olivos. Se huele naturaleza sin contaminar. Da gusto pasear entre los olivos. También es muy sana la casa. Nuestra habitación tenía vistas al monte. Abrías la ventana y entraba aire limpio, no el aire contaminado que hay muchos días en la ciudad en que vivimos. 

No descarto volver pronto a Las Navezuelas, en Cazalla de la Sierra, Sevilla. Quiero coger una de los dos apartamentos independientes. Tal vez llevemos a mi madre. A mi progenitora le encantan los cortijos, esas fincas inmensas que no hace falta comprar para disfrutar. Hay muchas, como esta de Las Navezuelas, en Cazalla de la Sierra, Sevilla, que puedes alquilar por habitaciones. 

Comimos en la finca. Se come de cine. Cocinan con productos de la huerta. Sólo por la comida merece la pena ir. Ni que decir que os recomiendo Las Navezuelas, en Cazalla de la Sierra, Sevilla. Nosotros fuimos desde Sevilla por la carretera de El Pedroso. Enseguida encuentras esta finca con su casa de cortijo blanca inmaculada.



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Valdevilla en Soria, es un ejemplo de lo que había que hacer con todas las aldeas abandonadas que hay en la España interior y no tan interior. Este pueblo había quedado abandonado y lo han remodelado de arriba a abajo para tener casas apetecibles para los turistas que pagan por vivir en una aldea unos días. 

El pueblo sólo tiene cinco casas. Nosotros alquilamos una entera. Nos hacía falta porque mi madre celebraba su onomástica y quería darnos una gran fiesta a su manera. Fue todo un acierto alquilar una gran casa de piedra del siglo XVIII para que mi progenitora se sintiera a sus anchas. Decía que se sentía como una marquesa. No era para menos. Mirabas aquellas piedras con Historia y soñabas con los viejos tiempos que tuviste que estudiar en la escuela. Piedra, madera, teja, yeso... Los que hicieron la remodelación de la casa supieron gastar el dinero para darle a la casa su vieja esplendor. 

En el conjunto de casas encontramos un edificio de servicios con talleres ocupacionales y salas de reuniones. Tanto este edificio como las casas estaban decoradas con estilo rústico total. Como os decía, los que hicieron los arreglos eran unos profesionales dignos de alabanza. 

Mi marido les pudo explicar a nuestras hijas la arquitectura antigua. Se cansó de hablarles de los suelos de barro que todavía había en parte de la casa, de los portones de doble hoja y les explicó que los balcones asomados sobre los tejados colindantes fueron una moda del pasado. 

Os recomiendo Valdevilla en Soria. Debes ir para saber el mucho partido que se le puede sacar a un pueblo abandonado. Llegas por la carretera de San Pedro de Manrique a Fuentes de Magaria. a unos siete kilómetros encuentras un desvío a un camino carretero de dos kilómetros que bordea la loma de Hito de la Cuesta. Cuesta un poco llegar, lo reconozco. Yo si hubiera ido sola dudo que consiguiera acertar con Valdevilla en Soria. Mi chico se entiende mejor en las carreteras poco frecuentadas.



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La Hostería de Mont Sant en Xátiva, Valencia, es un alojamiento muy discreto próximo al famoso castillo de Xátiva. Nos fue muy fácil de encontrar. Subes hacia el castillo y a la mitad del camino entre el castillo y la población de Xátiva encuentras este alojamiento rural con más encanto en sus jardines que en su edificio. 

No es más que una pequeña casa rodeada por un jardín de unos 17000 metros cuadrados. Jardín suficiente para pasear sin necesidad de ir a hacer senderismo por los alrededores. Fue lo que hice yo. Mi chico quería hacer las mil y una rutas senderistas que encontró en no sé qué mapa. Yo tenía de sobra con el jardín para andar sin perderme. Además había unos bancos muy chulos para sentarme cuando me cansaba de pasear entre árboles y verdores silvestres domesticados por el buen hacer de los jardineros. 

Nos dieron una habitación con una decoración rural resaltada por los techos de madera y las vigas del mismo material noble. No le quedaban bien aquellos techos. Yo, de ser la dueña de la Hostería de Mont Sant en Xátiva, Valencia, le hubiera puesto una placa como Dios manda. No me gustan los techos de madera. La decoración rústica se acababa en la habitación. Lo que era la terracita de nuestro cuarto tenía unos sillones rojos que parecían sacados de la casa de mi cuñada. Eso sí, eran muy cómodos. Yo me sentaba en un sillón rojo para leer y contemplar el castillo en lo alto de la montaña. Estaba como en el séptimo cielo de la tranquilidad. 

Mi única salida fue un viaje que hicimos en coche hasta Bellús, una localidad con balneario y murallas. Al balneario no fuimos, pero si dimos un paseo por la zona de las murallas para que las niñas pudieran ver que hay muchas ciudades con murallas en este país. Mis hijas piensan que las únicas murallas que hay en España son las de Lugo y las de Ávila. 

Os recomiendo la Hostería de Mont Sant en Xátiva, Valencia. No es más que una casita de color naranja en mitad de un bonito jardín, pero merece mucho la pena por la tranquilidad que ofrece en una localidad muy turística.

Wednesday, June 05, 2019

Mis vacaciones en Trujillo



Mi chico es un enamorado de los castillos. No hay pueblo con castillo que no quiera visitar. En Trujillo estuvimos varias veces. Creo que volveremos pronto porque el castillo medieval le encanta. Nos contó a mí y a sus hijas todas las peripecias del castillo. Aquellas viejas murallas habían visto a los árabes, a los reconquistadores castellanos y allí las teníamos ahora aguantando las fotos de los turistas. 

Recorrimos el castillo y las grandes murallas que rodean el barrio viejo. Fueron unas murallas que empezaron a construir en la época musulmana. Es decir, los musulmanes hicieron sus murallas, vino la guerra, se las tiraron y los cristianos hicieron sus murallas. En la Edad Media no había mayor seguridad que unas robustas murallas defendiéndote del enemigo armado que llegaba para quedarse con casas y todo lo que había dentro del recinto amurallado. La mayor parte de la muralla que ves en Trujillo es de los primeros siglos de la Edad Media. Hicieron muchas torres en la muralla. Mis hijas las contaron. Había 17 torres de forma cuadrada en la muralla. 

El castillo es hermoso. Lo empezaron a construir en la época califal. Me gustó mucho el cromatismo de sus muros. Se debe a una mezcla de granito y pizarra. No me extraña que por allí rodaran un capítulo de Juego de Tronos. Se ve todo muy medieval. 

Mi chico quiso entrar al santuario de la Virgen de la Victoria. Está dentro del recinto del Castillo. Creo que hay una leyenda sobre el milagro que hizo por allí la Virgen. Yo no creo en esas cosas. Pero la Fe hace cosas muy grandes. El santuario es bonito. Casi tan bonito como el castillo. 

Os recomiendo visitar Trujillo, un pueblo extremeño que podría considerarse una pequeña ciudad. Nosotros dejamos mucho dinero en sus bares, restaurantes, tiendas y hoteles durante nuestras estancias. Trujillo es una ciudad-pueblo tranquila, con un caso histórico interesante y un castillo fabuloso. Si no tienes tiempo para mucho, debes ir a ver el castillo. Es lo mejor de Trujillo.

Mis vacaciones en el Norte



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Nos alojamos en el Hotel Cuca la Vaina en Castrillo de los Polvazares, en León, cuando fuimos a la boda de unos amigos que se casaban en una pequeña iglesia de este pueblo castellano. No sé si volvería a alojarme en este hotelito rural porque las habitaciones son muy pequeñas. Mi chico quería que nos metieran una cama supletoria para las niñas, pero no cabía. Tuvimos que abrir la cartera y pagar una segunda habitación para poder dormir respirando. La habitación se nos hizo diminuto aún para dos personas. Meternos cuatro sería estar peor que las sardinas enlatadas. 

No es un hotel que se pueda llamar bonito. La fachada de piedra con las galerías acristaladas parecía una mala copia de las fachadas con galería de las casas de Galicia. No me gustó. Encima casi me dejo los pies y los tacones pisando el incómodo adoquinado que tienen en el camino que conduce al hotelito. Menos mal que nuestros amigos se casaban allí mismo. Dieron el sí quiero hasta el divorcio en la iglesia parroquial que está al lado del torreón de entrada. Fue una boda bonita. Mis niñas les llevaron las arras y el traje de la novia era divino. 

Lo que o era nada divino era no poder comer de noche. Fuimos a dar una vuelta pensando en comer en el hotel y nos encontramos con el comedor cerrado. Nos dijeron que cerraba de noche. Tuvimos que tirar de unos sándwiches que había dejado preparados por la mañana en la habitación. Una siempre es una ama de casa precavida, hasta cuando está de viaje y de vacaciones. 

No os recomiendo ni os dejo de recomendar este hotel rural. Si te decides a ir a disfrutar de una casa con un corredor decorado con macetas y mesitas caseras, pide dos habitaciones mínimo. No importa que vayas sola. Necesitarás una habitación para dormir y otra habitación como vestidor. El espacio es muy importante para una mujer que, como yo, viaja con cuatro maletas. Nuestra habitación tenía vistas al monte Teleno. Era una habitación en la que el silencio era total. Sólo se oían los pajaritos piando. Mucho piaba. Yo creo que piaban con el hambre. Pobres. 

Si quieres ir de tiendas, tendrás que acercarte a León. Te queda a 50 kilómetros. Nosotros paramos en León cuando marchamos. Yo necesitaba ir de tiendas.



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Nos alojamos en el Hotel A Cortiña en Ribadeo, Lugo, cuando llevamos a mis suegros a ver la Playa de las Catedrales que tanta gana tenían de conocer. Este hotel queda a unos cinco kilómetros de la famosa playa. Lo encuentras saliendo de Ribadeo por la carretera de La Coruña. 

No en más que una casona de campo. Tiene las paredes recubiertas con piedra seca y pizarra en los tejados, lo cual le da un toque distinto al de otras casas de campo de Galicia. A mi suegro le llamó mucho la atención el tejado de pizarra. Le expliqué que los tejados de pizarra son muy caros. De ahí que los que tienen una buena casa aspiren a ponerle un tejado de pizarra, uno de esos tejados que no se ven mucho por Galicia. 

La casa conserva elementos de sus orígenes como, por ejemplo, un pozo, el horno donde habrán hecho tanto pan en otros tiempos y un hórreo del siglo XVIII. Delante del hórreo nos hicimos las fotos familiares. Quedaron bonitas. Mis suegros pudieron rellenar varias páginas del álbum familiar con instantáneas en las que aparecemos todos sonrientes. 

Nosotros elegimos una habitación a ras del jardín. Era de las más grandes. Mis suegros, en cambio, se decantaron por una habitación en la planta superior. El jardín como que no les gustaba mucho tenerlo a pocos metros de la ventana. Mi suegro es alérgico a las avispas y había visto unas cuantas volando entre las flores de un jardín que me olía a mar Cantábrico. Las dos habitaciones tenían una decoración similar. Sólo cambiaban las camas. La nuestra tenía el cabecero de forja y la de mis suegros era una cama antigua con el cabecero de madera igual que la camita auxiliar que había en nuestro dormitorio. 

Os recomiendo el Hotel A Cortiña en Ribadeo, Lugo. Es un hotelito rural muy tranquilo y muy limpio. Me parece perfecto para visitar la playa de las Catedrales desde la tranquilidad. Está los suficientemente alejado de la famosa playa para no sentirte agobiada con tanto autobús lleno de turistas. También vimos muchos turistas en el Monumento al Gaitero Gallego que queda a dos kilómetros del hotelito.

Sunday, June 02, 2019

Mis vacaciones en el Palacio del Amor



En pocos hoteles encontré el nidito de amor que encontramos mi marido y yo en el Motel Venus Madrid Norte, un alojamiento hotelero de los más nuevos que hay en la capital de España. Abrió sus puertas el año 2017. Como decía mi chico, todavía huele a albañiles. 

Con esto no quiero decir que no esté limpio. Lo vi limpio por todas partes. Nuestra habitación estaba limpia como una patena. Había habitaciones con jacuzzi privado y había otras habitaciones con piscina privada. La nuestra era de las del jacuzzi privado. Todo un lujo que me quitó el estrés de encima para medio año. 

Lo que más valoro de este motel es la intimidad y privacidad que tienes. Es perfecto para una pareja de amantes. En este hotelito que está a 44 kilómetros de Madrid nadie te encuentra. Y tú encontrarás el escenario perfecto para volver a enamorarte de tu pareja. Mi chico y yo fuimos a este motel porque estábamos pasando por una etapa de aburrimiento. Encontramos la diversión juntos. Entrar en una habitación con una gran cama cubierta por una colcha de color rojo pasión te hacía regresar a tu luna de miel. Lo mismo puedo decir del cuarto de baño: era negro con la bañera de color blanco, igual que los sanitarios. Yo nunca pondría un cuarto de baño negro en mi casa, pero me encantó poderlo disfrutar en este Motel Venus Madrid Norte, un alojamiento de luces tenues, discreción total y solo una planta baja. Os lo recomiendo. 

Nosotros volveremos al Motel Venus Madrid Norte. Es un alojamiento muy cómodo para una pareja. Puedes ir en tu coche y dejarlo en el parking gratuito como hicimos nosotros. Apenas salimos del hotel. Sólo fuimos hasta Guadalajara en nuestro coche. Queda cerca, a unos 18 kilómetros. 

Lo que más me gustó del Motel Venus Madrid Norte fue su decoración. Me gustó más por dentro que por fuera. Su exterior recuerda a un edificio mexicano en mitad de la nada. Dentro es el palacio del amor.

Prueba primero, paga después