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Saturday, April 27, 2019

Mis vacaciones en Asturias y en Cádiz





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Cerca de Llanes, en Asturias, encontramos un hotelito rural que se llama La Habana. No es más que una casa grande donde nos sentimos como en la casa de unos abuelos asturianos. Lo único que diferenciaría esta casa rural que aspira a ser llamada hotel de una casa de abuelos es que las habitaciones son distintas. Nada tiene que ver la decoración de una habitación con la decoración de otra. Nosotros cogimos dos habitaciones, una para nosotros y otra para las niñas. 

La decoración no te deja indiferente. Los rincones floridos que encuentras a lo largo y ancho de la casa, los enseres recuperados del pasado, los ventanales abiertos al campo por el que entra el aire limpio de Asturias... son cosas que no olvidan. Decía mi chico que la decoración de la casa le recordaba lejanos países de América, por ejemplo México. No le faltaba razón. El ambiente multicolor recordaba otros continentes. 

A nosotros nos dieron una suite de las plantas habilitada en la antigua cuadra, en una dependencia aparte. Así tuvimos mayor intimidad. Era casi como alquilar un apartamento. 

Se come bien en La Habana en Llanes, Asturias. Nosotros no salimos buscando restaurante. Nos quedamos en este hotelito rural porque en el comedor al fondo del vestíbulo, con vistas al jardín, tenía todo lo que deseabas para comer en Asturias. Las fabes las hacen deliciosas. Es una pena que mi estómago no me permita comer mucho. Hubiera repetido plato si no temiera un empacho. 

Os recomiendo La Habana en Llanes, Asturias, un hotelito al que llegas por el desvío a La Pereda que arranca de la N-634. Es un hotelito rural muy tranquilo. La casa la tienen perfecta. Por fuera está pintada como una casa de un cuento. Por dentro también está impecable. Lo que no me sentó muy bien fue tanta flor. Tengo alergia al polen. Las flores son muy bonitas, pero mi olfato no la aguanta.



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La Hacienda El Santiscal en Arcos de la Frontera, Cádiz nos resultó fácil de encontrar. Es una casa con silueta andalusí próxima a la urbanización que hay alrededor del embalse de Arcos. Dejas atrás las calles de la urbanización y enseguida la encuentras. A mi marido no le hizo mucha gracia que hubiera cerca una urbanización. Esperaba encontrar una casa más apartada del mundanal ruido. A mí no me defraudó. El saber que había un montón de vecinos cerca me hizo sentir más acompañada en mis vacaciones tranquilas en el campo andaluz. 

La decoración de la casa es muy islámica. Vas pasando de estancia a estancia y encuentras un montón de toques islámicos. Las puertas con arabescos de tachuelas, las mesitas de marquetería fina, unas bandejas de cobre que las hubiera comprado si estuvieran a la venta. El salón de estar no lo frecuentamos mucho. Tampoco la cafetería. Pasamos mucho tiempo en nuestra habitación y en los jardines de la casa. Las habitaciones eran mucho más elegantes que las estancias comunes. Nos enseñaron una habitación sin balcón más barata, pero acabamos quedando con la habitación que tenía balcón. No nos importó pagar un poco más. Una habitación con balcón siempre está más ventilada. 

Os recomiendo la Hacienda El Santiscal en Arcos de la Frontera. Está muy bien para pasar unas vacaciones tranquilas. La casa ha sido bien restaurada. No echas de menos comodidades. Tampoco echas de menos el mundanal ruido porque sólo tienes que salir de la finca y darte de bruces con la urbanización que rodea el embalse. Por cierto, desde nuestra habitación teníamos unas fabulosas vistas del embalse de Arcos. Las vistas eran lo mejor para mi chico. Mis hijas, en cambio, no estuvieron muy contentas. No les gustan mucho los hotelitos rurales. Encima tuvieron la mala suerte de que la gente que se alojaba en la Hacienda El Santiscal cuando estuvimos nosotros no tenían niños para que ellas pudieran hacer amiguitos.

Wednesday, April 24, 2019

Mis vacaciones en un cortijo de Cádiz


Lo pasmos muy bien en el Cortijo Barranco en Arcos de la Frontera, Cádiz, porque sólo íbamos a lo que ofrece este pequeño hotel próximo al Embalse de Guadalcacín: la tranquilidad del campo andaluz. Este cortijo tiene diez habitaciones en la antigua almazara decoradas con estilo señorial. Los objetos artísticos y el mobiliario antiguo no te deja indiferente. Hace que te sientas como la invitada perfecta en la casa perfecta.

Las habitaciones estaban muy bien. No eran lujosas, pero estaban limpias y los muebles antiguos habían sido perfectamente restaurados. Mi hermana miró a fondo los armarios de su habitación. La horroriza la polilla. No encontró polillas, pero, aún así, dejó su ropa en la maleta. Yo hago lo mismo. Me parece una pérdida de tiempo deshacer maletas.

Los dos matrimonios y los niños pasamos un fin de semana muy relajado en este hotelito rural al que llegas por un camino tortuoso sin asfaltar. el edificio es de planta cuadrada con un patio central. Parece una casa de labor con jardín y piscina. Por eso te sientes más en una casa que en un establecimiento hotelero.

Os lo recomiendo. El Cortijo Barranco en Arcos de la Frontera, Cádiz está a 67 kilómetros de Cádiz. Lo bastante alejado de una pequeña ciudad bulliciosa como para sentirte perdida en el campo. Nosotros hicimos una caminata por aquellos parajes solitarios hasta el Embalse de Guadalcacín. Puro campo y puro silencio. Yo me hubiera quedado en el cortijo, pero mi hermana quería andar. No tenía suficiente con entretenerse con las vistas que desde la terraza se extendían más allá de las sembraduras. No fue mala idea, sobre todo porque mi chico vino a buscarnos en coche y nos evitó la caminata de vuelta.

No descarto volver. El Cortijo Barranco en Arcos de la Frontera, Cádiz debería tener más habitaciones. diez habitaciones son muy pocas. Es difícil encontrar habitación libre, y no te digo dos. Nosotros esperamos más de lo que querríamos para tener un fin de semana con dos habitaciones libres en este cortijo.

Monday, April 22, 2019

Viajando con mi marido



El Hotel Mas Tapiolas en Santa Cristina d'Aro, Girona, nos proporcionó unas vacaciones muy sanas. Es un hotelito rodeado de pinos, alcornoques, brezos y encinas. Estás en un entorno sano, como decía mi suegra. Fue la madre de mi marido la que lo eligió. Le había hablado maravillas de este pequeño hotel una amiga suya que había estado alojada en unos días que pasó de excursiones por esta zona de la sierra del macizo del'Ardenya, también conocida como a pequeña Monserrat. 

Yo lo pasé bastante bien en este hotel. Es una masía del siglo XVIII en la que te sientes como en la casa de un familiar catalán con posibles. No es grande como hotel. Como masía sí es amplia con sus dos plantas, buhardillas y un edificio de nueva construcción a mayores. La pela es la pela. Vieron que el hotelito les iba bien y lo ampliaron construyendo un nuevo edificio en la antigua barraca de los cazadores, en el oeste de la finca. 

Nosotros estuvimos en la masía. Se ve antigua con sus muros de piedra reforzados de sillería en las esquinas y ventanas y con una cubierta de teja. Dentro ves al descubierto enormes vigas de madera que sostienen el tejado de la casa. A mí no me gustan las vigas descubiertas. Siempre me dan sensación de precariedad. También se ven muchos muebles antiguos tanto en las habitaciones como en las estancias comunes. Los propietarios del Hotel Mas Tapiolas en Santa Cristina d'Aro, Girona, hicieron un reciclaje de mobiliario considerable. Esta masía huele a aldea catalana por todas partes. 

Nos dieron dos habitaciones decoradas en tonos pastel. Me parecieron algo extravagantes, sobre todo la nuestra. Mi marido decía que era por el mobiliario viejo catalán. Era el conjunto, creo yo. en todo caso, no pasé mucho tiempo en la habitación. Mis tardes se amenizaban en la terraza que había frente a a masía. Soy vendedora de productos de belleza y necesito hacer contactos, es decir, clientes. Entre la terraza y el restaurante hice mi negocio. Se trata de que te vean te conozcan y te compren. Mi marido disfrutó mucho el restaurante. Le encanta ver como cocinan. En el restaurante veías a los cocineros a través de una gran cristalera. 

Os recomiendo el Hotel Mas Tapiolas en Santa Cristina d'Aro, Girona. Te queda a dos kilómetros del Campo de Golf Santa Cristina. Nosotros fuimos para animar a mi santo. No pierde ocasión para practicar el deporte de los palos, sobre todo cuando llevamos a su madre para aplaudirle.

Mis vacaciones locas en Mallorca y en Canarias



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Volvería al Hotel Nakar en Palma de Mallorca hoy mismo sólo para volver a ver las preciosas puestas de sol desde su azotea. Fue lo único que me gustó de este hotel: la azotea. Bueno, también me gustó su ubicación. Te queda cerca de las tiendas de moda de la zona del paseo del Borne. Nosotros aprovechamos para acercarnos también a los barrios de La Lonja y Santa Catalina, donde la ciudad de Palma tiene los mejores restaurantes y su vida nocturna más interesante. 

Este hotel fue en su día una pensión. No tiene nada que ver con la vieja pensión. Es un hotel de diseño con 57 habitaciones que se pasan con el diseño. Por ejemplo, la nuestra tenía cuarto de baño y habitación en sí sin separación alguna. Pasabas de la bañera a la cama y de la cama a la bañera. Te despertabas y te descolocaba la bañera ver a tu marido lavándose los dientes en el lavabo. Ese tipo de diseños tan vanguardistas que no dejan sitio a la intimidad no son para mí. Por eso no me gustó este hotel. Menos mal que íbamos los dos solos. De haber llevado a las niñas no sé cómo nos íbamos a arreglar. 

Es una pena que el arquitecto no hubiera pensado en que las personas necesitamos un mínimo de intimidad para asearnos y para hacer otras cosas que todo el mundo tiene en la cabeza sin necesidad de que yo relate. El hotel está dotado con la última tecnología y los materiales se ven de lo mejor y muy de moda. Lo que no está de moda, al menos para mí, es la unión de cuarto de aseo y cuarto de dormir. 

Mi marido, en cambio, estaba contento. Decía que el estilo racionalista de líneas sobrias junto con la iluminación indirecta lo relajaba. Los colores no estaban nada mal. Eran colores neutros en paredes, techos y suelos con unas pinceladas negras que le daban un toque de elegancia. 

Quedamos a comer y a cenar en el hotel. El hotel cuenta con un bar y un restaurante CUIT. El chef Miquel Calent nos ofrece una cocina artesanal que echa mano de los productos de temporada. Son platos sabrosos y de cantidad reducida. El restaurante tiene un acristalamiento desde el que ves el centro histórico, la catedral, el castillo de Bellver y la bahía de Palma. 

Os recomiendo el hotel sólo por la novena planta, donde está la azotea que os mencioné, una azotea al aire libre con una piscina de doce metros de largo que parece fundirse con el mar gracias a una barandilla de cristal. Cuando anochece la gente sube a tomar cócteles y a bailar al son de la música que selecciona un DJ. Yo me apunté también al spa. Tiene unos masajes terapéuticos que te dejan nueva.



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En Tenerife también hay turismo rural al estilo del interior de la Península. Nosotros lo encontramos en el Hotel El Patio en Garachico, Tenerife. Yo no iba muy convencida cuando mi marido me dijo que nos llevaba a unas vacaciones rurales en Tenerife. Para mí las islas Canarias son sol y playa todas ellas. Pues hay más. En el Hotel El Patio en Garachico, Tenerife, nos encontramos con una casa construida en el lejano año 1565 en una finca de 60 hectáreas entre los pueblos de Icod de los Vinos y Garachico. 

Está este pequeño hotel rural enclavado en un paisaje de mar, plataneras y lava volcánica. Parte de la antigua mansión ha sido acondicionada para albergar un salón-comedor y 14 habitaciones destinadas a los huéspedes. 

A nosotros nos dieron una habitación muy amplia y luminosa. Todas lo son, por lo que me comentó una de las camareras de habitación. Son habitaciones en las que puedes meter a toda la familia sin notar que te falta espacio. La nuestra tenía vistas a los jardines y a la piscina. Desde una de las ventanas veía a mis hijas nadar en la piscina. Era un lujo. 

Volvería ahora mismo al Hotel El Patio en Garachico, Tenerife, un hotel al que llegas sin perderte por la carretera de El Guincho. Hay indicadores hasta la Finca Malpaís. Nosotros no necesitamos a Siri para guiarnos por una carretera que no conocíamos. Una vez allí poco salimos. Sólo hicimos una pequeña caminata a pie hasta la zona de acampada de Arenas negras. Estaban allí unos amigos nuestros con sus hijos. Les dije que se dejaran de camping y que vinieran para el Hotel El Patio en Garachico, Tenerife. No lo hicieron porque son unos tacaños. Yo no creo que nadie se sienta cómodo en una caravana, y menos con niños pequeños. Prefiero mil veces un hotel. En el Hotel El Patio en Garachico, Tenerife, nos lo hacían todo. La habitación y el cuarto de baño nos los tenían limpios como los chorros del oro.

Friday, April 12, 2019

Descubriendo La Patagonia



La Patagonia, Argentina, tiene mucho que ver por lo que tiene de naturaleza salvaje bonita. Nosotros tuvimos que contentarnos con un crucero de cuatro días. Yo hubiera quedado cuatro semanas, pero era mucho. Mi marido decía que había que aprovechar el crucero de menos de una semana que nos pagaba una empresa con la que colabora. 

En el barco fuimos muy cómodos. No nos faltaba ninguna comodidad. El crucero fue parando en todos los glaciares. El que más me gustó fue el Cabo de Hornos. No se veía tan nevado como otros parajes. Nieve había por todas partes. No me imaginaba que en un territorio que pertenece a Argentina y Chile hubiera tanta nieve. Mi marido se cansó de quitar fotos. Todas las fotografías son de postal navideña. De hecho, algunos amigos nuestros que las vieron nos preguntaron si habíamos estado en los fiordos noruegos. Se parece el sitio, pero, si te fijas bien, tiene sus diferencias. La Patagonia es más exótica en sus paisajes nevados. 

Mi santo y yo fuimos el mes de octubre. Era temporada baja. Miré los precios y vi que no le habían hecho mucho regalo. Por unos mil quinientos euros por cabeza subías al crucero. La cosa cambia cuando es temporada alta. Entonces los precios del crucero se ponen por las nubes. Esto se explica porque a La Patagonia no puedes ir en avión ni por carretera. Sólo puedes pasar en barco. Nosotros volamos a Ushuaia desde Buenos Aires con un vuelo local. En Ushuaia cogimos el barco. 

Os recomiendo visitar La Patagonia. Yo nunca olvidaré la travesía que hicimos entre montes sin fin y glaciares. La Patagonia es más que Perito Moreno. Hay casi cincuenta glaciares. No faltan los animales. Nosotros vimos zorros, ciervos y guanacos. Mi marido marchó con ganas de ver un cóndor. Era difícil. Nos dijeron que se ven en primavera. Por eso mi santo quiere regresar. Yo no quedé con muchas ganas. Me vine con la sensación de que el fin del mundo era aquello. Sólo veías turistas. Turistas y alguna granja ganadera en la que parecía no haber gente.

Tuesday, April 02, 2019

Mis vacaciones en Portugal



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No me dejó indiferente el Douro Hotel Porto Antigo en Portugal con el río Duero a sus pies. A mí no me gustan mucho los ríos cerca de los hoteles. Es una manía mía. Me gusta más una playa. Los ríos siempre me dan sensación de poca limpieza por limpias que vayan sus aguas. 

Este cuatro estrellas tiene, según mi marido, una ubicación de ensueño. Por eso lo eligió para un fin de semana romántico. No estuvo muy acertado. En Portugal hay hoteles mucho mejores que este cuatro estrellas con una vistas maravillosas sobre el Duero. 

Más que las vistas me gustó su personal. Son serviciales y discretos. Las masajistas me dejaron mi espalda nueva. Volvería al hotel sólo por los masajes. Fue lo que más disfruté. A la piscina sólo me acerqué y me alejé. Estaba demasiado concurrida. Parecía que todo el mundo mundial estaba de vacaciones en el Douro Hotel Porto Antigo en Portugal los dos días que estuvimos nosotros. Casi todos eran de fuera de Portugal. Tal vez por eso en el restaurante del hotel abundaban los platos europeos. Poca cocina típica de Portugal vi en la carta. 

Nos apuntamos a un crucero en barco que organizaba el hotel. No estuvo mal. Ibas viendo el río y las estrellas porque la noche nos cayó encima prontísimo. Mi marido estaba encantado en lo que él creía que era un crucero romántico. Más románticos me parecieron los barquitos que se acercaban con sus ricos viajeros a tomar una copa en la terraza del hotel y dejaban el yate justo delante. No es que los envidiara, pero tenían su gracia. A mí los barcos siempre me dan mucho respeto tanto en los ríos como en el mar. El río Duero en su desembocadura parece peligroso. 

Os recomiendo el hotel pese a todo. Nuestra habitación era de las mejores, de las que tenían balcón privado. No nos faltaron comodidades: aire acondicionado, minibar bien surtido y televisión vía satélite.



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Nos gustó mucho el Hotel Villa Garden Braga en Portugal, un hotel que ha sido bien remodelado. El edificio fue en su día una casa de campo próxima a la ciudad. Era el siglo XIX. Hoy es un hotel con todas las comodidades que necesitas para pasar unos días de vacaciones tranquilas en esta bonita ciudad lusa. 

Yo aproveché para acercarme al centro de Braga a hacer compras. Mi turismo favorito es el turismo de tiendas. Teníamos un coche alquilado que dejábamos en el parking del hotel. No nos cobraron nada por dejar el coche. Mi marido decía que teníamos el parking gratis en el paquete que habíamos comprado. Podría ser porque estábamos a pensión completa. No queríamos perder tiempo buscando restaurante por los alrededores. El motivo de nuestro viaje era laboral, no de ocio, pero siempre ponemos algo de ocio en nuestros viajes de trabajo. 

Nos dieron una habitación luminosa, grande, con bonitas vistas al jardín del hotel. Teníamos dos camas: la nuestra, de matrimonio, y una cama auxiliar casi tan grande que ocuparon nuestras niñas. Dormimos cómodamente. Los colchones estaban nuevos y no los notabas nada duros. La habitación estaba pintada en un color blanco neutro que contribuía a resaltar todavía más la luz que entraba por los amplios ventanales. Los cortinones azulones nos hicieron mucha falta para poder dormir hasta las nueve sin que la luz del sol nos quitara el sueño. 

Os recomiendo el Hotel Villa Garden Braga en Portugal, un hotel que queda a unos cincuenta kilómetros de Porto. Mi marido quería acercase hasta Oporto para pasar una tarde. Me pareció mucha distancia. Poca menos distancia tuvimos hasta el Parque Nacional de Gerês. Nos quedaba a cuarenta kilómetros, pero acabamos yendo porque nuestra niña grande quería ir. Una amiguita suya había estado en este parque y ella también quería vivir la experiencia. Fue un acierto. Tuvimos un día precioso para pasar unos días en plena naturaleza portuguesa. Cuando regresamos al hotel yo no podía como mis pies. El senderismo es un deporte muy cansado.

Viviendo en un pazo gallego con mi suegra



A mi suegra le gustó mucho el Pazo do Sador en Arzúa, La Coruña, un pazo que ha sido rehabilitado en un pequeño hotel con encanto. Nosotros estuvimos alojados allí coincidiendo con la boda de una prima de mi marido. Lo pasamos bien en este pazo de estancias austeras y madera noble por doquier. 

Nos dieron una habitación amplia, luminosa a su manera. Las luces eran indirectas. Estaban ocultas tras las molduras del techo. De día tenías una luminosidad considerable que entraba a raudales por las ventanas. De noche la luz quedaba tenue, cálida. Las paredes estaban pintadas de cal blanca, igual que las del resto de estancias del pazo. Había mucha piedra vista, no en nuestra habitación, pero sí en otras, y en las estancias comunes tipo salón ni te cuento. Los suelos de las habitaciones eran de tarima. Los juegos de baldosas se limitaban a los pasillos. Lo mejor de la habitación eran sus vistas al valle. 

Mis hijas se animaron a meterse en la piscina. Casi me dio un patatús cuando las vi chapoteando. Hacía calor, pero el agua estaba congelada. Yo no las hubiera dejado. Fue mi suegra quien les dio permiso aprovechando que yo estaba ultimando los preparativos de la boda de la prima con la novia. 

El pazo está muy limpio. El agua de la piscina, por ejemplo, se ve cristalina. Fue una de las piscinas más limpias que vi en mi vida. Nuestra habitación y el cuarto de baño también estaban limpios como los chorros del oro. Hay que felicitar a las que limpian en Pazo do Sador en Arzúa, La Coruña. 

Os lo recomiendo. Nosotros lo pasamos muy bien tanto en la boda de la prima como dando paseos por los prados de los alrededores del pazo. Está a seis kilómetros de Arzúa. Dos días antes de la boda hicimos un viaje hasta Sobrado dos Monxes. Te queda a unos 22 kilómetros. En coche pronto vas y das la vuelta.

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Mi luna de miel



Para mí la Isla de Bali siempre será la isla de nuestra luna de miel. Por eso volvemos cuando queremos unas vacaciones románticas que nos recuerden el inicio de nuestro feliz matrimonio. Si por mí fuera, me iría a vivir a Bali. Una amiga mía lo hizo. No es que asociara esta preciosa isla asiática con la felicidad conyugal. Fijó su residencia en Bali porque se enamoró de las playas. Ahora trabaja desde allí con su ordenador portátil tan contenta y feliz. 

Bali es un paraíso natural. Es una isla con gente de todos los países. Por eso te sientes un poco como en casa. Encuentras gente de España, de Inglaterra, de Francia, de Estados Unidos. Hay muchos occidentales enamorados de Bali. Si un día me voy a vivir a Bali haré como mi amiga: por la mañana trabajaré con mi ordenador y por la tarde iré a la playa. 

La religiosidad está muy presente en Bali. Hay mucha gente hindú y mucho karma. Se te pega la espiritualidad de la gente aunque no seas creyente. Mi marido siempre se anima a recorrer todos los templos habidos y por haber. La última vez nos hicimos con una moto para nuestros desplazamientos. El tráfico en Bali es caótico. Una moto es el mejor medio de transporte si no te da miedo la moto. Yo superé mis miedos de mala manera. Iba de paquete con los ojos cerrados. 

Os recomiendo visitar Bali. Lo mejor no son las playas ni el paisaje de paraíso de Adán y Eva. Lo mejor es la gente. Son personas tranquilas con las que puedes hablar tranquilamente aunque no los conozcas de nada. Es gente sonriente, positiva. También te recomiendo irte a vivir a Bali. Mi amiga se gana muy bien la vida haciendo traducciones; trabaja para revistas online y asesora a clientes de forma online también. Es economista. 

Nosotros nos alojamos en una villa a las afueras de Ubud. Era todo un lujo despertarse en una habitación con vistas a los arrozales. Nunca olvidaré tampoco las vistas de los atardeceres en el templo de Uluwatu, al lado de los acantilados. El sur de Bali es la zona más bonita.

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