Regalos personalizados

AUDIBLE: libros leídos por famosos

Thursday, July 22, 2021

Mis vacaciones de la Quinta Ola

1
De Taramundi a los Oscos es una ruta senderista por el interior de la Comunidad Autónoma de Asturias que hice con mi marido, mis hijas y mi suegra. Transcurre por parajes idílicos, en los que parece que se ha parado el tiempo.

Todo lo que vimos de la comarca Oscos-Eo, en el extremo occidental asturiano, nos gustó. Es un territorio privilegiado por la tranquilidad y la naturaleza virgen. Salpicado de montañas, valles, ríos, cascadas y pequeños caseríos ha sido declarado Reserva de la Biosfera. Está como hace tres siglos. Te imaginas como vivían entonces los moradores de esta zona montañosa de la España del Norte. Descubrimos cómo los lugareños supieron aprovechar los valiosos recursos naturales del entorno: la piedra, la pizarra y la madera de sus bosques para la construcción de viviendas, paneras, pajares y cobertizos; el hierro, para fabricar sus herramientas, y la fuerza del agua, que se hace omnipresente, como fuente de energía para desarrollar sus oficios artesanales, algunos de los cuales todavía perviven, aunque se van extinguiendo. La gente joven quiere trabajos menos artesanales.

Necesitas ir bien equipada para andar. La ruta arranca en Taramundi, a 20 minutos de Vegadeo, donde se encuentra el Museo de los Molinos de Mazonovo. Como teníamos tiempo de sobra, paramos a visitarlo. Es el más grande de España y en él podemos ver la evolución tecnológica de los diferentes molinos a lo largo de la historia. No me imaginaba tanta variedad de molinos. Los hay manuales, a tamaño natural, todos restaurados y algunos en funcionamiento. Mi marido se animó a probarlos. Mis hijas no quisieron ser menos. También mi suegra se arremangó cuando supo que le daban un diploma. La experiencia de probar a moler cereal resulta de lo más divertido si viajas con niños y al acabar la visita consiguen, además, el diploma de molinero. Un diploma más para enmarcar. No todo el mundo puede presumir de ser molinero.

Yo creo que nos desviamos algo de la ruta. Acabamos haciendo una ruta de museos. Estuvimos en la Casa del Agua de Bres, el Museo de la Cuchillería Tradicional de Pardiñas y Os Teixois, uno de los conjuntos etnográficos más antiguos de Asturias. En medio de un entorno de cuento de hadas descubrimos esta antigua ferrería del siglo XVIII que muestra diversos inventos de andar por casa movidos por la energía inagotable del agua: mazo, molino, batán, rueda de afilar e incluso una rudimentaria central eléctrica que en su día puso luz en las casas de los alrededores.

Os recomiendo, pues, hacer la ruta del Agua, un recorrido circular sencillo. Pero, insisto, debes llevar calzado adecuado. La ruta discurre a lo largo de 14 kilómetros por frondosos bosques de castaños, robles y abedules. En el camino que nos quedaba por andar pasamos por el Museo Etnográfico de Esquíos, la aldea de piedra de As Veigas y la cascada del arroyo de la Salgueira, cuyas aguas se desploman desde una altura de 50 metros. Quita el hipo ver aquel milagro de la Naturaleza. Así llegamos a Mazonovo y Os Teixois.

Finalmente, la ruta nos lleva a los Oscos, la zona más montañosa de la comarca, la que se extiende por los concejos de Villanueva, San Martín y Santa Eulalia de Oscos. Te gustará si te gustan las montañas. Yo reconozco que pasé algo de miedo. Temía que nos saliera por allí un oso. Afortunadamente, sólo nos cruzamos con un par de perritos que tenían más miedo que servidora. Dejando atrás Morlongo, con sus característicos teitos (hórreos) y su vistosa cascada, alcanzamos Villanueva y su soberbio conjunto monástico de Santa María. Yo ya no podía con mis pies. Mi suegra, en cambio, iba como para seguir andando otro tanto.

2
Mi marido estaba cansado de comer en el centro de Barcelona y buscó un restaurante alejado del centro. Yo creo que lo que buscaba era pagar poco por las tapas. En todo caso, fue un acierto. Fuimos al restaurante La Esquinica y encontramos unas tapas deliciosas a un precio muy razonable.

Pedimos un par de tapas, unas bebidas y un postre y nos cobraron diez euros por cabeza. Bueno, doce mi santo, pero fueron doce euros porque repitió un pastel grande milhojas. Las tapas en La Esquinica son grandes. Parecen medias raciones.

A La Esquinica hay que ir por la semana laboral. Volvimos un sábado y fue imposible entrar. Había unas colas a la una de la tarde que parecían las colas de una cocina económica. Todo el mundo quería comer pataticas y jamoncico. La Esquinica es un restaurante muy maño. Sus dueños son de Teruel y se les nota.

Sean de donde sean han conseguido que La Esquinica se convierta en el restaurante de tapas más famoso de la Ciudad Condal. Un gran mérito. Más mérito me parece teniendo en cuenta la ubicación del restaurante. Está en Paseo de Fabra i Puig (antes estuvo en la cima del Turó de la Peirá). Un sitio al que nunca iría un turista si se deja llevar por las guías turísticas de Barcelona.

Os lo recomiendo. Nosotros fuimos como seis o siete veces. Sólo en una ocasión conseguimos mesa en la terraza. Las mesas de la terraza son las más solicitadas. No me extraña. El interior es un poco agobiante. Antes de la pandemia, estaba hasta los topes. Mesas pequeñas, mucha madera y mucho hierro conforman una decoración rústica que a los dueños les hace recordar su Teruel rural. Nos dan lo mejor de sí tanto en el local como en la comida.

La carta de tapas es amplia y sabrosa, siendo característico el sufijo "ica" al final de todas ellas, es así que encontramos morcillica, navajicas, bravicas, chistorrica, etc. Me gustan las denominaciones. Es precisamente en "La Esquinica" donde he degustado algunas de las mejores patatas bravas de Barcelona. Las bebidas características de este restaurante son los "guays", unas jarras de kalimocho que te hacen pensar más en un botellón que en un restaurante. Yo pedí zumo de piña y agua. Me volví más abstemia al ver aquellas jarras.

Si quieres llegar a La Esquinica sin perderte coge la línea 5 del metro. Te deja a tiro de piedra. Es la forma más cómoda de ir si estás en el centro de Barcelona.

3
El Hotel Vistabella en Roses, Girona, no te deja indiferente. Casi me quitó el hipo asomarme a la ventana de mi habitación y ver el acantilado que tenía a mis pies. Supongo que el acantilado explica las cinco estrellas del hotel. Su decoración no se puede calificar como lujosa.

Yo nunca le daría cinco estrellas a un hotel que tiene cuartos de baño con bañeras de subir la pierna para entrar y subir la pierna para salir. ¿Dónde estaba la ducha sin barreras arquitectónicas? En mi casa. Me faltó esta comodidad. En la habitación me sobraban unos adornos que habían puesto en el techo a modo de banderitas o no sé qué era aquello de color azul. Parecía que estaba en el puesto de una feria. Hacía un contraste de hotel barato con la pintura blanca de las paredes y del techo.

El hotel está alejado de la Ciudadela de Roses. Necesitas un coche para ir hasta Roses, a no ser que quieras andar cinco kilómetros. Me parece muy cansado andar tanto. Yo sólo anduve hasta la playa. En tres minutos de caminata estás pisando el arenal. Sol y playa. Era a lo que iba. Tanto yo como mis hijas no queríamos otra cosa.

Mi marido poco salió. Se contentó con la piscina, la bañera hidromasaje y el spa. La playa la dejó para nosotras. Decía que había muchos turistas. Mi santo se está volviendo un señor de la tercera edad antes de alcanzar su jubilación. Busca tranquilidad. Yo, en cambio, necesito vidilla. En el Hotel Bellavista no encontré tanta vidilla como esperaba encontrar. Lo mejor fueron las puestas del sol. Son espectaculares. Volví a enamorarme de mi marido mirando como el sol se iba yendo por el infinito. Justo por eso, por las bonitas puestas de sol, os recomiendo el hotel. Otras ventajas son la buena comida que sirven y la amabilidad del personal. Consiguen que te sientas tan cómoda que te olvidas del acantilado que quita el hipo.


Thursday, July 15, 2021

Mis vacaciones gastronómicas en Marruecos

 


Comer en el extranjero es un problema para mí. Pero o comes o no resistes. Por eso una entra en restaurantes como el Restaurant e-Bajia de Rabat en Marruecos cuando el apetito se hace presente. Es un restaurante que está en la Avenida de Hassan II, construido en los muros de la mismísima medina. 

Tiene una decoración muy marroquí. Me encantó su patio interior. La fuente que había en el patio le daba mucho encanto. Hasta me pareció romántico. Mi marido enseguida se lanzó a la comida. Yo lo dejé comer. Primero me situé en escena como quien dice. Miré el menú, miré los precios, miré lo feliz que era mi santo metiéndole el diente a aquellos platos que nos traía un camarero que hablaba español como si hubiera nacido en Guadalajara. Estábamos en el piso superior, en el lujoso salón marocain con sofás bordados y cojines muy mullidos. Más que hambre te venía el sueño. Si fuera por mí, me hubiera quedado en las mesas que había en la planta baja. Tenían unas vistas preciosas al patio interior. Pero las amistades de mi esposo eligieron el piso superior. Querían más lujo. Accedí porque los negocios son negocios. 

Finalmente empecé a comer. Probé el tajinede kefta aux oeufs y seguí con el tajine de poulet. Nada de carnes de cerdo. Aquellas carnes eran pollo y/o cordero. Estaban bien cocinadas. Los postres una delicia. En Rabat, igual que en el resto de Marruecos, tienen unos dulces deliciosos. 

Os recomiendo este restaurante. Tiene una relación calidad precio excelente. Acuérdate de darle al servicio un 10% de lo que te piden a la hora de pagar. Es una costumbre. Digamos que el 10% es la propina. Yo se la di gustosa. Los pobres no cobran mucho. Mi marido añadió unas monedas más porque realmente lo merecían. Los camareros eran muy amables y muy profesionales. Otro motivo más para recomendaros en Restaurant el-Bahia de Rabat. Nosotros esperamos volver en algún viaje a Marruecos que tenemos proyectado para las próximas semanas.

---------------------




Thursday, July 08, 2021

Mis vacaciones en la Sierra de Tramuntana



Read´s en Santa María, Mallorca es un hotel rural de lujo ubicado en una possesió del siglo XVIII, al pie de la Sierra de Tramuntana. Plena naturaleza y pleno silencio es lo que encuentras para unas vacaciones inolvidables.

A nosotros nos habían hablado maravillas de este alojamiento rural en las Baleares unos amigos. Por eso lo elegimos para un fin de semana largo. Se nos hicieron cortos los tres días que pasamos en esta finca de nombre Ca´n Moragues. Mis hijas disfrutaron mucho un jardín en el que no faltaba la acequia y el regadío disciplinado. Cuatro hectáreas de olivos y frutales te hacen sentir en pleno campo mallorquín.

En el interior de Read´s encontramos una decoración similar a las decoraciones de las casas de campo inglesas. No falta un bar donde tomar un refresco o achisparte con algo de alcohol. La decoración inglesa se acentúa en las habitaciones, con toques distintos. Tienen habitaciones más serias, más mediterráneas, pero todas te hacen recordar Gran Bretaña. Se nota el gusto por lo inglés de los propietarios de la casa. Muebles de alcurnia, tapices orientales, aparadores sobre los que descansan porcelanas chinas... Tomé nota para decorar así alguna casa mía en el futuro. No descarto comprar una casa en Mallorca para mi jubilación. Tendrán que pasar muchos años y tendré que ahorrar mucho dinero para hacer realidad mi sueño de abuela feliz.

Os recomiendo esta casa rural. Vas directa por la autovía a Inca. Tomas un desvío en Santa María indicado a la izquierda de la calzada. Es fácil llegar sin perderse. Nosotros hicimos varias visitas por los alrededores. La visita que más disfrutamos fue un convento en el que hay un museo de trajes populares. Mis hijas querían comprar los vestidos. Tuve que explicarles que no se vendían, sólo se podían mirar.

Esperamos volver a Read´s. Nos encantó esta casa rural al lado de la sierra de Tramuntana. Tiene un jardín muy cuidado. La casa ha sido restaurada con muy buen gusto.

-----------------------------

Saturday, July 03, 2021

Mis vacaciones más marroquíes

El Museo Dar Batha de Fez, en Marruecos, es un museo muy marroquí. Yo entré esperando ver pinturas y esculturas de artistas mundialmente famosos. Nada de eso había. El Museo Dar Batha de Fez está centrado en el arte autóctono.

Recorrimos el palacio en el que se ubica descubriendo lo mejor del arte local. El palacio también tiene mucho arte. Es un palacio del siglo XIX, grande, ostentoso. Por sus salas se multiplicaban las muestras de folcor marroquí. A mi marido le parecieron muy interesantes los manuscritos coránicos. Eran bonitos. Los habían escrito con tintas de colores. Se notaba que estaban escritos con pluma. La imprenta en aquellos años lejanos todavía no estaba inventada.

Vimos también varias colecciones de sellos. Estaban muy bien conservados. Junto a los sellos, colocaron instrumentos musicales, entre los cuales destacaba un Stradivarius. Se podía formar una orquesta con aquellos instrumentos. Mis hijas nos preguntaban si alguien los tocaba de noche. No era el caso.

No faltaban telas bordadas a mano, alfombras bereberes, maravillosos mashrabiyya. Las esculturas de madera eran ideales. Procedían de las medersas y mezquitas locales. Sólo por las esculturas de madera merece la pena visitar este museo tan marroquí. Os lo recomiendo. Nosotros pensamos volver cuando hagamos otro viaje por la zona. Marruecos es un país que nos encanta. Es distinto, antiguo, tradicional. El Museo Dar Batha resume el arte de un país peculiar. Me refiero al arte de andar por casa. Quitando el Stradivarius y los manuscritos, el resto de los objetos del museo podrían estar en cualquier casa marroquí, sobre todo en las casas de la clase media.

El Museo de las Artes y Tradiciones de estilo hispano-morisco, construido a finales del siglo XIX, también reúne astrolabios del siglo XII, monedas de las dinastías, lindas alfombras y preciosas joyas del Medio Atlas. Me gustó mucho el patio que hay a la entrada. Todo el edificio es ideal. El sultán Hasán I tenía muy buen gusto. También sus sucesores. Lo embellecieron hasta convertirlo en el palacio que alberga el museo.
----------------------------


Friday, July 02, 2021

Mis vacaciones tranquilas en Chulilla

Necesitaba unas vacaciones tranquilas. Es horrible ser ama de casa. Te estresas con el marido, con las niñas, con la suegra, con tus padres, con ese suegro que ves poco pero existe. Te estresas con los compañeros. Te acabas de agobiar con la necesidad de comprar una Tablet nueva que se cargue rápido porque la tablet vieja está más obsoleta que la lavadora de la abuela. En Valencia hay pueblos con mucho encanto para poder disfrutar unas vacaciones tranquilas. Uno de estos pueblos valencianos sobrados de encanto es Chulilla. No te deja indiferente. Sus casas subiendo por una montaña, o bajando, según se mire, impresionan. Lo primero que piensas es que en el pasado la gente se complicaba mucho la vida. Vivir en un pueblo con empinadas cuestas no es un plato de gusto de cara a la movilidad.

No era la movilidad lo que preocupaba a los antiguos habitantes de Chulilla. Sus preocupaciones eran de seguridad. Con las casas en lo alto, veían venir desde lejos al enemigo.

La vida social de Chulilla se centra en la concurrida Plaza de la Baronía. Bares, visitantes nacionales y extranjeros, población local dan vida a un pueblo interior, ideal para el turista que busca más la tranquilidad que el jolgorio. Nosotros encontramos mucha tranquilidad en Chulilla. Caía el otoño y los turistas habían regresado a sus lugares de origen. Ni siquiera encontramos mucha gente visitando el castillo medieval, alrededor del cual se fue construyendo Chulilla.

Este pequeño pueblo valenciano tiene un aire muy sano. Está enclavado entre los cañones del Turia y unos pinares respetados por los incendios. Se nota en sus estrechas calles el aire de los pinos. Un aire limpio que es un regalo para unas narices cansadas de respirar la polución de las ciudades grandes.

Tuvimos tiempo para darnos un chapuzón en el Charco Azul. Mi marido quería hacer escalada como unos amigos que vinieron con nosotros. Le prohibí la escalada. Es un deporte muy peligroso para un padre de familia. No tengo ganas de dejar a mis hijas huérfanas de progenitor. A lo que sí accedí fue a una excursión a lomos de unos caballos bien domesticados.

Os recomiendo visitar Chulilla. No debes perderte las pinturas rupestres. Me parecieron preciosas. El entorno natural de Chulilla es espectacular. Hay muchos animalitos protegidos. Nosotros vimos unas ardillas rojas preciosas. También vimos ranas. Las ranas son especie protegida, igual que el lagarto y la rata de agua. Lo digo por si piensas llevar un bichito de esos para casa. Te caería una multa. Mejor los dejas donde están. Yo nunca llevaría una rana para mi dulce hogar. Me dan asquito.
------------------------


Prueba primero, paga después