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Wednesday, February 27, 2019

Mis vacaciones de conferencias

Fui a Nepal con mi marido por un viaje de negocios suyo y nos alojamos en el Hotel Shambala, un hotel que está en Katmandú, a poca distancia de Monasterio de Kopan y de Boudhanath. Este hotel de 4 estrellas se encuentra muy cerca de Chabahil y Templo Pashupatinath. Nosotros aprovechamos para visitar estos templos tan frecuentados por los turistas en nuestros momentos de ocio. 

Las habitaciones del hotel me parecieron unas habitaciones perfectas para descansar. Me sentí como como en mi propia casa. Teníamos un cuarto con aire acondicionado y televisor LED. El acceso inalámbrico a Internet gratuito nos mantuvo conectados con nuestros trabajos y nuestras familias y la programación digital está disponible para nuestro entretenimiento de películas y series. Los baños disponen de artículos de tocador y secador de pelo bien atadito a la pared. Eso es lo que no me gusta nada en los hoteles: que tengan los secadores de pelo atados a la pared. Las comodidades de este hotel oriental también incluyen caja fuerte, escritorio y teléfono. El teléfono ni lo utilizamos. 

Lo que más me gustó del hotel fue el spa, que ofrece masajes, tratamientos corporales y tratamientos faciales. Me dejó nueva. El tratamiento facial no pensaba hacerlo, pero tanto me lo recomendaron que accedí. Fue todo un acierto. Me quitaron el estrés de encima. También fui a la piscina al aire libre y a una sauna que no estaba nada mal. Para ir de tiendas me subía a un autobús que me acercó a las calles comerciales junto con otros huéspedes. En este hotel están en todo. 

Las comidas las hicimos todas en el restaurante. El restaurante del hotel sirve desayuno, almuerzo y cena. Había comida internacional. No tuvimos que comer arroces con palillos, que también tenían. 

Os lo recomiendo. Mi marido quedó muy contento con el centro de conferencias y salas para reuniones de negocios. Fue allí donde se reunió con sus clientes. Estuvo muy cómodo y no le salió muy caro este servicio.

Wednesday, February 13, 2019

Enamorada en Nueva Orleans



Siempre quise ir a Nueva Orleans en Estados Unidos y por fin pude cumplir mi deseo hace unas semanas. Organicé un viaje de chicas con unas amigas y compañeras de trabajo. Mi marido estaba de los nervios porque sabía que íbamos a recorrer la ciudad de punta a rabo. No quería que fuéramos a barrios peligrosos, en concreto, al barrio negro de Treme. 

Por allí empezamos nuestro recorrido por esta fantástica ciudad mestiza por la que han pasado franceses, ingleses e irlandeses. Es una ciudad con muchas mansiones sureñas. Me gustaron mucho las fachadas de las casas pintadas en tonos pasteles. Todas las casas tenían balcones. Eran casas de postal. En el barrio negro de Treme y hacia Bywater vimos una ciudad cambiante. Una amiga que venía en el grupo había estado antes del Katrina y nos contó que por allí el vecindario era conflictivo. Tras el drama del Katrina se ha convertido el barrio en el hogar de los hipsters autóctonos y visitantes. 

Nueva Orleans es la ciudad menos americana de Estados Unidos. Parece que estás en Europa. Es una ciudad con un pasado violento. Casi no lo crees paseando por sus calles, unas calles llenas de música y fiesta. Nueva Orleans es la cuna del jazz. Nosotras pudimos ver gente bailando en la calle y tocando instrumentos como si fuera un evento organizado. 

Nos atrevimos a mezclarnos con la gente y a tomar unas copas en los clubs de Bourbon Street. allí es donde se concentra la juerga. De día preferimos perdernos por las angostas calles del barrio francés. Una de mis amigas se hizo muy amiga de un músico. Gracias a esta relación de amistad amorosa descubrimos que no todos los músicos que tocaban en las calles de Nueva Orleans eran aficionados. Los había profesionales. En Nueva Orleans hay muchos bares. Dicen que tiene más bares que cualquier otra ciudad de Estados Unidos. 

Espero volver con mi marido. Me gustaría ir a su carnaval. Es apoteósico. Cada año organizan casi 150 festivales diferentes. Tienen festivales para todos los gustos. También hay comidas para todos los gustos. Nosotras saboreamos platos de cocina sureña en todas sus variedades. Bueno, en todas no porque había variedades casi infinitas. Bígamos que en bastantes. Pero ninguna versión era light. Yo me comí un bocadillo de ostras rebozadas que me encantó. Lo llamaban po´boy. Por tener tenían hasta paella. Era el jambalaya. Pero lo que me dejó el estómago para el arrastre fue el gumbo, un guiso cajún que lleva de todo: pollo, gambas, ostras, salchichas, conejo, pato... 

Os recomiendo visitar Nueva Orleans en EEUU. Me gustó mucho el barrio de Warehouse District, una barrio que se ha puesto de moda y que ha abierto muchos hoteles.

El Portugal más desconocido



El año pasado descubrí Alentejo, la región más desconocida y despoblada de nuestro país vecino, es decir, de Portugal. Alentejo ocupa algo así como un tercio de Portugal, pero sólo el 7% de la población portuguesa reside en esta zona llena de naturaleza y de tranquilidad.

Nosotros fuimos en vacaciones familiares de mucho coche, muchos kilómetros y muchas carreteras casi sin coches. Cruzamos un montón de bosques salpicados de alcornoques. También vimos muchos campos de trigo. No me imaginaba que cultivaran tanto trigo en Portugal. Mi marido paró en algunos viñedos. También abundan. Lo mismo puedo decir de esos pequeños restaurantes que aparecen en mitad de la nada y que te ofrecen una gastronomía excelente.

Desde Lisboa te pones en Alentejo en una hora y media de coche. Está al suroeste de la capital de Portugal. Mi marido quería hacer el recorrido en bicicleta. Le dije que ni borracha de vino. Yo haría el viaje en coche y él si quería venir, que subiera. Accedió. Las niñas tampoco estaban por dar pedales. Era mucho más cómodo que anduviera el coche y nos llevara dentro. Nos cruzamos con gente que iba a caballo. La gente es muy deportista. Nosotros iniciamos el recorrido por el Alentejo en Évora, la capital de esta región bastante despoblada. Évora es una ciudad tranquila, amurallada y muy rural. Fuimos parando en los pueblos medievales de Monsaraz, Montemor-o-Novo y Beja. Las niñas siempre quieren parar por eso de ir al servicio y de paso tomar algún refresco y picar las delicias de la gastronomía local, sobre todo los pasteles. Cuando vamos de viaje quieren entrar en todas las pastelerías que encontramos.

Os recomiendo hacer un viaje a Alentejo. Yo ya había estado en su capital, en Évora. Pero Alentejo es más que su capital. El año pasado lo descubrí. No descarto repetir el viaje. Tal vez la próxima vez que vayamos hagamos algunos tramos en bicicleta. Hacer deporte es siempre bueno aunque a mí no me guste mucho.

Luna de miel familiar en Grecia

Hicimos con Celestyal Cruises nuestro crucero en familia por Grecia y quedamos muy contentos tanto con el barco como con los servicios recibidos por parte del personal. Nos parecieron muy amables y muy profesionales. Falta nos hacía amabilidad por su parte porque pasamos con dos niñas de corta edad siete días metidos en un barco, con las correspondientes paradas en tierra, por supuesto, pero se trata de navegar en un barco que es como una pequeña ciudad en la que empiezas sintiéndote un poco enclaustrada, sobre todo si eres una persona como servidora habituada a salir mucho a la calle.

Fuero siete días inolvidables por el Egeo. Volvería hoy mismo a navegar en el barco con mi familia de lo bien que lo pasamos. Los paisajes que vimos desde el barco eran estupendos, totalmente de postal. Mi santo se cansó de hacer fotos desde la cubierta del crucero. También pasamos por las playas más famosas de las islas griegas.

Las escalas nocturnas estaban muy bien estudiadas por los responsables del crucero. Paramos en Santorini y Míkonos. Pasamos un día completo en Milos, Heraclio, Kusadasi y Samos. Pero ni los días completos me quitaban de la cabeza que vivía durante una semana en un barco. A mí me cuesta cambiar el chip. Cuando consigo cambiar ya se acaba el viaje. Como siempre le digo a mi marido, necesitaría un crucero de dos semanas completitas para cogerle el gusto de verdad a la vida en un barco que tiene de todo.

Nosotros teníamos todo incluido a bordo. No nos salió el viaje nada caro. Hubiéramos gastado más en unas vacaciones en un hotel. El camarote era cómodo. No eché en falta las comodidades de mi casa, aunque sí un poco la estabilidad. Tuvimos la mala suerte de cruzarnos con una tormenta. Fue una experiencia para contar a los amigos y a los familiares. Poca gente puede presumir de haber vivido una tormenta en el mar.

Mis hijas no se aburrieron en el barco. Había mucho entretenimiento a bordo, sobre todo para los más pequeños de la casa. Hicieron muchos amigos y pudieron practicar su inglés con niños que no hablaban español. Las excursiones en tierra las organizan los del crucero. Eso no significa que no puedas ir por tu cuenta. Nosotros nos sumamos a las excursiones porque resultan muy cómodas y seguras. Así no te pierdes en localidades que no conoces.

Os recomiendo los cruceros de Celestyal Cruises. Todo va incluido en el precio, hasta las bebidas. Mi marido decía que no deberían incluir en el precio las bebidas. Había muchas personas pasadas de copas.

Descubriendo Portugal



Portugal es el país que lo tiene todo. Por tener hasta tiene famosos con casa en su capital. Tal es el caso de Madonna, Mónica Bellucci o Ricky Martin. Viven en Lisboa alguna temporada, pero yo nunca me los he cruzado en la calle. Mi hermana se encontró un día con Carla Bruni en un café. Tuvo más suerte que yo.

A mí Portugal me recuerda otros sitios. Por ejemplo, El Alentejo es muy parecido a la Toscana. En el Alentejo encuentras playas salvajes que no hay en otros sitios de Europa. Son arenales totalmente vírgenes bañados por el Altántico. Nosotros lo recorrimos en un viaje en coche. Fue un viaje inolvidable. No sólo estuvimos en el Alentejo, también nos acercamos hasta el valle del Douro, famoso por sus viñedos. Es todo un panorama de viñedos plantados en terrazas que se asientan en las laderas del río Duero. Nosotros fuimos a algunas bodegas que ofrecen visitas y catas. Aunque no te guste mucho el vino disfrutas un montó la visita. Os recomiendo ir por la autopista nueva. Se sube mucho más rápido que por la vieja carretera.

Siguiendo hablando de parecidos las Azores, por ejemplo, me recordaron mucho a Islandia. Son nuweve islas volcánicas en mitad del Atlántico. Cuando fuimos pudimos ver ballenas desde un barco en una excursión organizada por el hotel donde nos alojábamos. Mi marido quería bucear, pero no lo dejé. Me daban miedo aquellas aguas tan salvajes. Decía mi santo que las Azores también se parecen a Hawái por la naturaleza desatada que tienen. La isla de las Azores que más me gustó fue Terceira. Es la isla más grande. Vimos fuertes de los siglos XVI y XVII, iglesias y conventos barrocos. Pero para comer los mejores restaurantes están en la Isla de Pico.

Os recomiendo visitar Portugal, sobre todo sus zonas menos famosas. Portugal es más que Lisboa y el Algarve. Yo lo he descubierto en los muchos viajes que hicimos al país vecino, un país que me apasiona.

Mis vacaciones en Nueva Orleáns

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Me gustó el Shaya en Nueva Orleans, un restaurante que se puso muy de moda. Hace una fusión de cocina local con cocina israelí que tiene mucho éxito tanto entre locales como entre extranjeros. Lo que tuvo más éxito para mí fue la limpieza que vi en aquellas mesas, tanto en la parte más para pagar poco como en la parte más para reservados.

Nosotros poco comimos. La comida estaba sobrada de salsas para nuestro gusto. Lo que sí devoramos fue el pan. En mi vida había comido un pan más rico. Me olvidé de que el pan engorda y me puse de masa de agua y harina hasta las cejas. Un camarero me dijo que podía comer el pan que quisiera. El pan era ilimitado en su restaurante. Miré a mi alrededor y así parecía. La gente comía pan como si estuviéramos en una guerra con hambre.

De toda la comida que nos pusieron delante en un menú para elegir me quedé con un hummus de pollo. El camarero me lo recomendó cuando vio que dudaba de tanto nombre raro. Fue un acierto. Estaba bueno. Lo malo fue las salsas que se me ocurrió echarle. Ahí sí que no debí haberle hecho caso al camarero. El pollo estaba mejor sin salsas.

Mi marido se animó con una ensalada de col. No fue un acierto por su parte. La col le sentó fatal. Yo creo que era una verdura distinta a la col que venden en España. La col de Estados Unidos no debe ser apta para estómagos poco acostumbrados a comidas fuertes. Menos mal que el té de menta marroquí le facilitó la digestión. Fue lo que pedí por él y por mí cuando lo vi en la carta. Yo había probado el té con menta en Marruecos y el que preparan en el Shaya en Nueva Orleans es igual de delicioso que el que te sirven en ciudades como Marrakech.

Os recomiendo este restaurante. Tiene una carta muy variada. Seguro que encuentras un plato a tu gusto, sobre todo si sabes de qué van los nombres. Y, si no lo sabes, debes preguntar. Los camareros son muy amables. Lo que no debes perderte es el pan. Es lo más rico que tienen.



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Nuestra estancia en el Catahoula Hotel en Nueva Orleans fue de menos días que los que habíamos contratado porque me pareció cutre total. Nos lo habían vendido como un hotel boutique y, cuando llegamos, nos encontramos con una pensión. Hay pensiones en España mucho mejores que este pequeño hotel.

Fue llegar y querer marchar. Ya no me gustó el pequeño edificio. Cuando te hablan de un hotel boutique te esperas un edificio coqueto. No era el caso. El Catahoula Hotel en Nueva Orleans está en un edificio viejo pintado de azul noche chillón que parece el edificio de una pensión de mala muerte. Casi te esperas que salgan los mafiosos por la puerta a darte la bienvenida.

Una vez dentro casi te engaña. Ves una entrada más o menos bonita y un salón acogedor, con estilo hotelero. Ahí se queda lo agradable. Subes a tu habitación y crees que estás en una celda de una prisión. Ver aquella cama sin gracia con unos cojines tan blancos como las sábanas o colcha o lo que fuera aquello me deprimió. Más me deprimieron las ventanas sin cortinas, estupendas para que te viera todo el mundo desde fuera. Entre la cama más vieja que el respirar y las dos grandes ventanas había lo que no sabías si era un escritorio o una mesa auxiliar que salía de una pared cubierta en ese trocito de madera. Aquello no era para mí.

No os lo recomiendo. El Catahoula Hotel en Nueva Orleans tiene 35 habitaciones de pensión aptas para personas que viajen solas, no para familias. Mis hijas nos preguntaban si éramos pobres en EEUU. Era para pensarlo. Subí a la azotea con vistas porque mi santo insistió. Pocas vistas había. No podría haberlas porque el edificio es sólo de dos plantas. El patio interior era también de pena. Le habían metido una figura de mujer en tamaño grande como para darle un toque de modernidad y lo único que habían conseguido era darle un toque de sexualidad.

Mis vacaciones prehistóricas


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Es una pena que no dejen entrar en la Cueva de Maltravieso en Cáceres porque sería toda una experiencia meterte dentro de una cueva situada en la propia ciudad. Está en la Avenida de Cervantes. Por suerte tuvieron la buena idea de hacer un Centro de Interpretación donde te la explican mejor que en una clase de Historia.

Yo no quería creer que hubiera una cueva dentro del casco urbano. Tuve que ir a verla para creerlo. No me dejaron entrar, por supuesto, pero me lo pasé muy bien con mis hijas y con mi marido recorriendo en Centro de Interpretación de la Cueva de Malravieso. Allí nos explicaron que esta cueva cacereña tiene unas pinturas rupestres muy antiguas. No saben muy bien de que año son. Los historiadores andan peleados sobre la fecha en que los hombres y mujeres primitivos pintaron las paredes de la cueva. Es lógico. Hay otras cuevas que le disputan a la Cueva de Maltravieso la mayor antigüedad de sus pinturas.

La cueva es muy frágil y estrecha. Los habitantes de esta cueva no tuvieron mucho espacio para vivir en su día. Me dieron pena. Nosotros entramos en la cueva similar que hay allí cerca y tuve que salir enseguida porque me podía la claustrofobia. Yo hubiera vivido al aire libre por mucho frío que hiciera. En una cueva de aquellas no me metía.

La Cueva de Maltravieso está en una zona de cantera. De hecho la cantera estuvo en funcionamiento hasta que descubrieron que en la cueva había pinturas prehistóricas. El negocio era otro. Dejaron de quitar piedras para obras y se dedicaron al negocio del turismo. Corría el año 1956.

Nos explicaron también que las pinturas las hacían los extemeños y extremeñas primitivos poniendo las manos en la pared y aplicando pintura. Así dibuja cualquiera. En el Centro de Interpretación guardan los objetos encontrados dentro de la cueva y algún hueso que se supone que es de humanos. Yo a las niñas le dije que los huesos eran de animales para que no se deprimieran.

Os recomiendo ir a visitar la Cueva de Maltravieso en Cáceres. No te dejan entrar a la misma cueva, como os he dicho, pero tienen otra cueva idéntica para que tengas una experiencia de claustrofobia con pinturas rupestres para animarte los miedos.



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El queso de Cabrales no te deja indiferente. O lo quieres o lo odias. Yo pasé de odiarlo a quererlo gracias a mi suegra. En su casa nunca falta este famoso queso con denominación de origen. No tendrá otro queso, pero queso de Cabrales siempre hay. Es el queso que tienes fijo para preparar un bocadillo.

Para bocadillos, para ensaladas, para hacer postres... Mi suegra te mete el queso de Cabrales hasta en la sopa. Por eso me fui acostumbrando a su olor característico y a su sabor muy a leche de cabra. Por suerte compra el que hacen sólo con leche de cabra. El que trae una mezcla de leche de cabra y de leche de oveja no es tan de su gusto.

El Queso de Cabrales es un queso fabricado de manera totalmente artesanal. Es un queso tipo azul. Lo hacen con leches de oveja y/o cabra alimentadas en pastos de montaña. Lo identificas rápidamente cuando lo ves gracias a sus vetas de color azul verdoso. Es inconfundible.

Este queso lo maduran en cuevas durante como mínimo dos meses. Menos nada. Las maduraciones suelen ser de ocho meses las más comunes, e incluso más. Nosotros hicimos una visita a las cuevas donde lo maduran. Te las dejan ver. Fue toda una experiencia. Mis hijas quedaron a cuadros cuando vieron como maduraba el queso que tanto gusta a su abuela. Yo comprendí entonces el por qué de su alto precio. Mi suegra está pagando unos 56 euros por un queso de unos dos kilos y medio. Es como para pensarlo.

Lo que más me gusta del Queso de Cabrales es su textura untosa. Lo puedes poner en las tostadas de pan tostado de paquete si no tienes mantequilla. Es lo que hace mi suegra muchas veces. Lo que menos me gusta es que resulta un poco fuerte para mi estómago. No debes darte muchas alegrías con este queso. Come lo justo. No te pases. El Queso de Cabrales que está hecho sólo con leche de cabra tiene un olor intenso y penetrante. También el que lleva leche de oveja huele que se hace notar, pero menos que el de leche de cabra.

Os lo recomiendo. También os recomiendo ir a Cabrales para ver el proceso de maduración del queso. Es un proceso de maduración único en el mundo.


Thursday, February 07, 2019

Mis vacaciones bohemias

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Mi marido me llevó por nuestro aniversario de boda a la isla de St. Barth en el Caribe. Quería que nos alejáramos de todo lo que nos rodea para ser nosotros mismos. Yo no sé si fui yo misma en una isla del Caribe que no tenía más que chozas caras para turistas, silencio, vegetación y playas en las que te perdías en sus larguísimos arenales. 

Nos alojamos en el Hotel Manapany en la isla de St. Barth, una construcción muy bohemia que era carísima. Los huéspedes se notaba que tenían dinero. Mi marido aprovechó para hacer sus negocios. A los ricos les puedes vender todo lo que quieres cuando están felices. En el Hotel Manapany en la isla de St. Barth veías a todo el mundo feliz. Para que mi marido tuviera más éxito le propuse ponernos a tomar el sol en un par de hamacas que había en mitad de una piscina. Nos fuimos para las hamacas andando sobre un puente de madera que cruzaba las aguas estancadas. Causamos sensación. Se notaban las horas de gimnasio en nuestros cuerpos. 

No faltaban familias en este complejo hotelero. Gracias a Dios, los niños se iban para la playa con sus padres y madres. La playa no me gustaba nada por la zona donde estaban las hamacas blancas con sus sombrillas a juego. Era donde estaba todo el personal. 

Nosotros cogimos en este hotel caribeño una cabañita muy espaciosa. Estuvimos como en el paraíso. Afortunadamente, hacía buen tiempo. Yo veía casi todas las construcciones bastante frágiles. Lo que no veía nada frágiles eran los sillones que había en nuestra habitación. Tenían forma de jaula de pájaros tal cual. Te sentabas encima del tapizado azul turquesa y te encontrabas rodeada por unas varillas de hierro. 

En total hay 32 villas en el Hotel Manapany en la isla de St. Barth, un hotel que os recomiendo para unas vacaciones bohemias en pareja o en familia. De todo vi en este hotel del Caribe. Eso sí, os repito, se notaba que la gente tenía dinero o habían cogido un préstamo con muchos ceros para pagarse el capricho caribeño.



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Cuando estoy en Alcobendas con mis hijas vamos al Museo de Bonsais de Alcobendas, un museo donde te asesoran sobre el maravillos mundo de los bonsais. Yo fui a este museo por primera vez con una amiga que es gran aficionada a los bonsais. Me contó que en el museo la asesoran para hacer sus propios bonsais en casa sin necesidad de comprarlos. No es que sean muy caros, pero lo que puedes conseguir gratis o casi gratis te ahorra dinero. Mi amiga se hace con los arbolitos en el bosque. Los recoge pequeños y les va recortando las raíces y las ramas para que queden chiquitines. 

España es el segundo país entregado al fabuloso arte de los bonsais después de Japón. Te aseguro que engancha. Yo empecé con un nogal y ahora estoy haciendo lo casi imposible: dejar un eucalipto en bonsai. En el Museo de Bonsais de Alcobendas me dijeron que no lo iba a conseguir. Yo creo que sí. Con una tijera y una podadora voy a hacer maravillas. No necesitas más que una tijera y una podadora para introducirte en el arte del bonsai. Es lo que me dijeron en el museo. Te asesoran muy bien. 

Recorriendo las salas del Museo de Bonsais de Alcobendas te das cuenta de que es un arte y una filosofía de vida. Te meten en la cabeza la idea de la belleza, del orden, de la constancia. Gracias a los bonsais se ha desarrollado mucho más mi gusto por lo bonito. Por eso os recomiendo visitar el Museo de Bonsais de Alcobendas. Tienen bonsais de todos los árboles y de miles de formas. Te dan muchas ideas para hacer tus propios bonsais en casa. Sólo por eso compensa pasar una hora recorriendo sus distintas salas. Los empleados del museo son muy majos. Se nota que les gustan los bonsais. Saben un montón de estos pequeños arbolitos que viven en macetas.

Nuestras vacaciones de Romeo y Julieta

Verona es la ciudad de Romeo y Julieta. Mi marido dice que es la ciudad del amor, pero yo nunca me sentí muy feliz recorriendo sus calles. Iba paseando con mi santo y me imaginaba una Julieta horrorizada por el final de su Romeo y tomando la decisión errónea de seguirlo en su fatal destino. Romeo y Julieta vivieron un amor imposible de trágico final. Por eso Verona siempre me ha parecido una ciudad triste.

Triste o no esta ciudad situada al noroeste de Italia siempre está sobrada de turistas. Parece que todos los enamorados van a Verona para hermanarse con los amores de Romeo y Julieta. Yo la primera vez que fui me llevé la sorpresa de encontrar una ciudad bastante grande. Tendrá unos 250.000 habitantes largos. A esto le sumas los turistas y parece que estás en Nueva York. Todo es gente.

Nosotros fuimos a Verona en coche desde Venecia. Un viaje de 120 kilómetros que me dejó exhausta. Nuestra primera parada fue en la inmensa Plaza Bra. Dicen que es la plaza más grande de Italia y debe ser cierto. Me pareció un mundo. Allí hay un anfiteatro romano bastante grande. Me recordó al anfiteatro de Roma. La plaza es tan grande que le caben dentro unos jardines.

Después de tanta plaza me fui de tiendas por Verona. Mi marido sufría, pero no era para tanto. Verona no es tan cara como Milan o Roma para ir de compras. Se puede comprar. No es que compres baratito, pero compras esas cuatro cosas que quieres llevar de regalo para ti y para los tuyos sin que le tiemble mucho la cartera a tu marido.

Fue casi todo lo que hice en Verona: comprar. Mi marido quería ir a visitar monumentos. Lo de siempre. Yo no estaba para tanto paseo. Nos acercamos hasta el Palacio de la Razón y me parecía haberlo visto en miles de sitios. Las ciudades italianas son muy parecidas en monumentos. Lo mismo me pasó mirando la alta torre de los Lamberti. Es la torre más alta de Verona. Mide unos 84 metros de altura. Me defraudó un poco comprobar que no está construida en mármol en toda su altura. Le metieron unos ladrillos para ahorrar. Más ladrillos vimos en la Casa de los Mercaderes, en frente del Ayuntamiento de Verona.

Seguro que volveremos pronto a Verona con las niñas. Aprovecharemos para hacer más turismo de monumentos y menos turismo de compras. Mis hijas están muy interesadas en el arte. Han heredado de su padre el gusto por las viejas piedras que nos ha dejado la Historia del Arte. También han heredado su romanticismo. Mi niña grande siempre me pregunta cómo es la ciudad de Romeo y Julieta.

Friday, February 01, 2019

Desayunando gratis en Lanzarote

Pasé con mi marido unos días en el Meliá Salinas de Lanzarote. Un hotel lujoso que sólo admite adultos. Es tranquilo y tiene unas habitaciones grandes. La nuestra medía unos 25 metros cuadrados por lo menos. Teníamos una cama tan grande como la que tenemos en casa. Lo que sí eché de menos fue mi colchón. El de la cama del hotel lo noté bastante duro. Era casi como dormir encima de una piedra. Por eso el segundo día fui a buscar más comodidad en el sofá cama tapizado de color marroncito. Dormí como una bendita.

Frecuentamos mucho el bar de jardín. Había una camarera de Galicia súper simpática. Te hacía sentir como en casa. Las estancias comunes del hotel son muy lujosas, incluso más que las habitaciones. Pero yo no tengo queja de nuestra habitación: era de las mejores. Teníamos vistas al mar, una terraza amplia en la que yo tomé el sol algunas tardes y estaba muy limpia. Se notaba tanto en la habitación como en el cuarto de baño una remodelación reciente.

No debes perderte los jardines boánicos del resort. Son como un paraíso. Los tienen muy cuidados. Es un gusto pasear entre árboles domesticados por las manos sabias de los buenos jardineros que tienen contratados para el mantenimiento del frondoso jardín.

Os recomiendo este hotel. También os recomiendo el pago en el hotel. El pago online no permite cancelación. Nosotros nos arriesgamos con el pago online, pero no lo volvería a hacer. Contratamos sólo el alojamiento. Casi nos hubiera compensado contratar una media pensión porque la comida del hotel es muy buena y variada. Lo que sí teníamos incluido era el desayuno. Delicioso estaba todo el buffet de primera hora de la mañana.

Este hotel es de diez. No me extraña que esté tan concurrido. Está rodeado de playas de finísima arena blanca. Yo casi no me pasé por las piscinas del hotel. Done haya una buena playa que me quiten las piscinas.

Prueba primero, paga después