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Wednesday, May 27, 2020

Mi viaje de compras a Amsterdam

Mis padres estuvieron unos diez años viviendo en Holanda antes de nacer yo. Por eso le tenemos mucho cariño a este país hecho por el hombre ganándole terreno al mar. Es un país llano surcado por canales por los que navegan grandes barcazas.

Lo que más me gusta de Holanda es su zona rural. El campo en Holanda tiene muchos invernaderos. No faltan campos en los que ves vacas con sus colores negro y blanco típicos de la raza vacuna que apasta por allí. Mi marido, en cambio, prefiere las ciudades. Le gusta mucho Amsterdam. En concreto, le gustan las afueras de esta ciudad por los campos de fútbol y canchas de tenis que se ven. Cuando vienen las niñas, solemos acercarnos hasta el Palacio Real y también las llevamos al puerto para que vean los barcos. Amsterrdam es una ciudad moderna que no olvida su antigüedad. Siempre fue una ciudad muy comercial. Sólo hay que ir a la plaza del Dam para darte cuenta.

Amsterdam nunca me ha dejado indiferente con sus tranvías, los canales, las bicicletas, las flores, los visillos de las ventanas. Parece una ciudad de postal sacada de la postal. En Amsterdam hay muchos museos. También hay zonas de marcha o la zona de copas de la Rembradts Plein. Yo nunca salgo de Amsterdam sin comprar algo en un anticuario. Hay un montón de tiendas que venden antigüedades. Siempre me doy algún capricho. Si viene mi marido, el capricho suele ser algún diamante que paga mi santo. En ningún sitio encuentras un diamante mejor tallado que en los talleres de diamantes de Amsterdam.

Os recomiendo visitar Amsterdam. Más que sus museos os recomiendo dar un paseo por su casco antiguo. El barrio de Jordan tiene muchas casas de los siglos XVII y XVIII. Yo nunca le perdono a mi santo una tarde de compras. Lo arrastro hacia la zona comercial de la ciudad y en las calles de Kalvestraat y Nieuwndijk, cerca del Dam, le vacío la cartera. Mis niñas siempre quieren ir al Mercado Flotante de Flores. Está en el canal Singel. Te vuelves loca con tantas flores, con tanto color. Los anticuarios de los que os hablé están en la Spiegelstraat y en la calle Rokin.

Tuesday, May 19, 2020

Mis paseos por un Parque Nacional de Málaga

Cuando fuimos a ver el Parque Natural del Torcal nos alojamos en La Posada del Torcal en Villanueva de la Concepción, Málaga. queda justo al lado. Puedes ir andando desde la posada cómodamente. Esta posada está en la carretera de la Joya. Un nombre que le viene como anillo al dedo a la posada. Una joya parece con sus paredes blancas y sus interiores acogedores.

Lo que más me gustó de la La Posada del Torcal en Villanueva de la Concepción, Málaga fue su terraza. A la terraza se llega por un patio de caballerizas adornado con aperos de labranza. Tuvimos la suerte de comer en el patio de las caballerizas. hacía buen tiempo y el restaurante pone un toldo que cubre las mesas. Así comes de manera más higiénica. El toldo evita que te caigan mierda de los pajaritos a la vez que da la sombra que necesitas cuando aprieta el sol.

Me encantó nuestra habitación. Nos dieron una habitación grande, luminosa, con vistas a los campos y con las paredes decoradas con copias de cuadros de los pintores famosos que conocemos todos. El autor de las pinturas es el hermano de la dueña de la casa. La habitación tenía una bañera semicircular en el cuarto de baño que me vino de cine para mis baños relajantes. No baje a la piscina. Con mis baños relajantes en la bañera tenía más que suficiente para sentirme pez en el agua. A mis hijas les hizo mucha gracia la chimenea que había en la habitación. llamaba la atención porque no creo que la enciendan mucho. En Málaga los inviernos son cálidos.

Os recomiendo La Posada del Torcal en Villanueva de la Concepción, Málaga. Está a 15 kilómetros de Antequera. Es el alojamiento ideal para los visitantes del parque Natural del Torcal. Como os decía, puedes ir andando. Para ir de tiendas tampoco está mal. Vas a Antequera y compras algo. Yo acabé yendo a Málaga. Me hice un viaje de 40 kilómetros de ida y 40 kilómetros de vuelta en el coche de mi marido. Soy adicta a las tiendas de trapitos caras.

También soy adicta a la buena comida. En el restaurante de la La Posada del Torcal en Villanueva de la Concepción, Málaga se come muy bien. Nosotros no fuimos a otro.

Descubriendo la Navarra rural

Una amiga mía es de Donamaria, un lugar poco conocido del Pirineo navarro que tuvimos la ocasión de conocer cuando nos invitó a la Primera Comunión de su niño. Nos alojamos en Donamaria'ko Benta e Donamaria, Navarra, un pequeño hotel rural ubicado en el Camino de Santiago. Todo es muy rural: el entorno, la casita, los campos que la rodean. Te sientes apartada del mundo en medio de una tranquilidad a la que no estamos acostumbradas las personas que vivimos en grandes ciudades. Los únicos ruidos que hay son los trinos de los pajaritos.

El hotelito lo tienen bien organizado. Las habitaciones las han puesto en un edificio anexo, aparte de restaurante y recepción y demás zonas comunes. Pese a ser un anexo han mantenido la misma línea arquitectónica del edificio principal: piedra antigua en las paredes y tejas en el tejado.

La Primera Comunión del niño de mi amiga se celebró en el restaurante de Donamaria'ko Benta e Donamaria, Navarra. No éramos muchos los invitados, pero llenamos las dos pequeñas salas, ambas decoradas con radios viejas de madera, lámparas de tela, óleos en las paredes, bustos de escayola y hasta había una mecedora que hizo las delicias de los niños del convite. Temí que la rompieran de tanto sentarse en ella para mecerse.

Las habitaciones de la Donamaria'ko Benta e Donamaria, Navarra, no son lujosas. Me gustaron más las zonas comunes, los salones con chimeneas, las paredes de piedra cara vista. En la habitación que nos dieron me encontré una cama con el cabecero de forja y un colchón más duro que las piedras del camino, paredes caleadas de blanco, unas vigas de madera en el techo a medio cubrir, la ventana antigua y de madera, muebles recios y puertas de madera antigua. Casi recordaban las habitaciones de una abadesa en un convento. No nos faltó un cuarto de baño, pero, la habitación era tan de tiempos pasados que mi marido me decía que iban a llamar a la puerta las criadas de la casa trayéndonos agua para ducharnos. No era el caso. Como os decía, había cuarto de baño. También había en nuestra habitación una mesa con un espejo a modo de tocador antiguo que me sirvió para maquillarme y sentirme poco menos que la señora de la aldea.

Os recomiendo Donamaria'ko Benta e Donamaria, Navarra. Tiene su gracia este hotelito rural. No descarto volver. A mi santo le gustó mucho la fachada de piedra con aspecto de casa de pueblo de Navarra. Debajo del tejado a dos aguas hay una terraza que le da un toque diferenciador de otras casas próximas.

Friday, May 15, 2020

Mis vacaciones en tiempos de coronavirus

Me gustó un hotelito rural que se llama Molino de Río Viejo. Está en Collado Hermoso, un pueblo de Segovia donde comes un lechón que chupas los dedos. En este hotel recalamos sin ninguna planificación. Íbamos camino a la boda de unos amigos en Segovia y lo encontramos en la carretera de Segovia. Está junto al puente sobre el río Viejo. Mi marido propuso alojarnos allí mismo si había habitación libre.

Fue una gran idea. Nos dieron una habitación espaciosa, de color verde, y con unas telas estampadas en colchas y mesa camilla que me hicieron recordar los estampados que suelen verse en las decoraciones de las casas de campo de Inglaterra. El edificio de este hotel rural con mucho encanto también es antiguo, igual que las casas de campo de la campiña inglesa: en su día fue un antiguo molino de agua. Pero lo restauraron bien. No echas en falta comodidades que tienes en tu casa. Ni siquiera pasamos frío. Por los radiadores que había debajo de las ventanas salía calorcito de día y de noche. Las ventanas no eran grandes ventanales sino ventanas de casa de campo con escuetas cortinillas y unas contras de madera color madera que quitaban toda la luz del exterior cuando las cerrabas. Mirabas al techo y veías vigas sin tapar o, mejor dicho, a medio tapar. Otro detalle de una decoración rústica y acogedora.

Yo me sentí como en la casa de unos abuelos. Los dueños son muy amables. Se preocupan de que estés cómoda, pero sin agobiarte. A mi marido le cambiaron los cojines de la cama. Le gustan los cojines grandes. Los cojines que nos habían dejado eran de esos cojines que pones sobre la almohada para levantar sólo un poquito la cabeza.

Os recomiendo, pues, el Molino de Río Viejo en Collado Hermoso, Segovia. No debes perderte los desayunos que sirven en lo que fue la antigua sala de moler del molino. Ponen un pan recién horneado perfecto para acompañar el café humeante. Yo no necesité más: pan y café. El pan está tan rico, tan fresco, que no lo olvidas. Volvería a este hotel con encanto de la provincia de Segovia sólo por el pan del desayuno.

Libre de virus. www.avg.com

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