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Tuesday, May 28, 2019

Mis vacaciones en el extranjero



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En el viaje romántico que hicimos mi marido y yo a Casablanca nos alojamos en el Atlas Almohades Casablanca City Center, un hotel que está próximo a la mezquita más importante de esta ciudad de película a la que le estoy cogiendo el gusto, pese que cuando la visité por primera vez me defraudó un poco. Casablanca es una ciudad que acaba enganchando. 

Nos dieron una habitación muy occidental. Lo único que me chirriaba era un ramo de flores del campo metidas en un jarrón sobre la mesilla de noche. Lo retiré yo misma. Las flores en las habitaciones no me gustan nada. Ni siquiera puede decirse que sea yo mucho de flores. Retirado el elemento que me sobraba todo era perfecto. La cama con buena ropa, los suelos de tarima de madera limpio, el silencio reinando en la estancia, un cuarto de baño que nada tenía que envidiar a los cuartos de baños que ves en hoteles españoles. Estuvimos como en el paraíso. Sitio no nos faltaba porque habíamos cogido una suite aprovechando una oferta. Nos trataron como a reyes. Ni nos cobraron extras por lo que consumimos del minibar. 

Os recomiendo este hotel. Es perfecto para unas vacaciones en pareja. El restaurante del Almohades Casablanca, el AL MANSOUR, sirve una selección de cocina local e internacional en la que encuentras siempre un plato a tu gusto. Tienen mucho donde elegir. Nosotros comimos en el restaurante. También frecuentamos el bar. El piano bar Atlantis propone una amplia variedad de cócteles en los que no faltan las bebidas alcohólicas. Saben como sacarnos el dinerito a los turistas. Beber no es pecado. 

Mi chico quiere volver con las niñas. El hotel ofrece servicio de guardería. No me apetece mucho llevar a las niñas. Creo que volveremos otra vez solos. Este hotel te sale muy bien de precio. Por ejemplo, el servicio de lavandería no es tan caro como en otros hoteles. También tienen servicio de cambio de divisa. Si lo necesitas, también podrás solicitar servicios de alquiler de coches. Nosotros alquilamos uno. Es la forma más segura de desplazarte por los alrededores. Además, este hotel acepta las principales tarjetas de crédito. NO tienes problema a la hora de pagar. 

El Atlas Almohades Casablanca se encuentra cerca de un campo de golf y de varias pistas de tenis, entre otras instalaciones deportivas.



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Estuve muy a gusto en el Hotel Sevilla en Ciudad de México, mi alojamiento en un viaje que hice sola a la bonita capital del país azteca. Es un hotel que ves por fuera muy moderno con una fachada cubierta de cristal. Dentro no encuentras el mismo nivel. Supongo que está al gusto mexicano, pero, aún así, podrían tenerlo algo mejor. Los suelos de moqueta de mi habitación se veían viejunos y el cuarto de baño con bañera metida dentro de una mampara quedaba totalmente desfasado. 

¿Y qué decir de la colcha de colores chillones? No hubiera estado tan mal si fuese recién estrenada. La veías tan vieja que acabé por retirarla de la cama. Me ponía de los nervios con aquellos rombos redondeados de colores que elevaban la crispación en mi cabeza. 

Menos mal que las vistas desde la ventana de mi habitación eran preciosas. Veías buena parte de los alrededores del hotel. Me animé a salir y fui andando hasta el centro histórico. Para la vuelta al hotel llamé a una amiga que también se alojaba en el Hotel Sevilla. Ella había alquilado un coche y me hizo de taxista particular. El hotel tiene un parking por el que no cobran extra. Una ventaja a tener en cuenta. 

No os recomiendo ni os dejo de recomendar este Hotel Sevilla. Si te alojas en él, te recomiendo pedir una habitación de las plantas superiores. Son las que tienen aire acondicionado. Mi amiga pidió una de las platas inferiores y casi se achicharra con la calor. Lo hizo por ahorrar. Lo que ahorró en dinero lo pagó en sufrimiento.

Este hotel no es muy tranquilo en sus alrededores. Está en una zona de ocio nocturno. Los ruidos de la calle llegaban hasta mi habitación por la noche, y eso que era de las del último piso. Yo no salí. Me daba un poco de miedo. Preferí quedarme en el hotel. En su restaurante se comía bien. Tenían cocina internacional además de los platos típicos mexicanos.

Mis vacaciones en el Palacio de Versalles



Todos deberíamos ir a ver el Palacio de Versalles para contemplar lo que es la belleza en su grado sumo. Yo fui varias veces. La última vez llevé a las niñas y a mi chico a recorrer aquellos preciosos salones llenos de dorado y espejos. Te sientes como una Reina María Antonieta antes de que le cortaran la cabeza en la Revolución Francesa. 

Muy feliz también se debió sentir el rey Luis XIV de Francia en este maravilloso palacio que era su palacio favorito. Fue el Rey Sol quien ordenó su construcción en lo que anteriormente no era más que un pequeño pabellón de caza. Hoy no te imaginas que Luis XIII no tuviera más que una casita en un paraje de caza. Su hijo fue más listo. 

Nosotros recorrimos con las niñas los jardines y todo lo que hay en lo que en 1671 logró la carta de fundación como Ciudad de Versalles. La otorgó Luis XIV. Mi hija mayor no quería salir de los jardines. Le encantan los jardines. Siempre dice que de mayor quiere ser jardinera. Espero que cuando tenga años para ir a la Universidad se me haga universitaria. No me gustaría verla cortando setos; ni siquiera en los jardines del Palacio de Versalles. El trabajo en el campo es muy duro. Los jardineros que se ocupan de los jardines de este famosos palacio hacen una labor magnífica. No vi en ningún sitio unos jardines mejor cuidados. Los tienen como cuando Luis XIV reunía en Versalles a su nobleza ociosa. En Versalles Luis XIV les dio a los nobles franceses diversión y buena vida. No me extraña que sus descendientes acabaran con las cabezas cortadas en la Francia revolucionaria. 

Os recomiendo visitar el Palacio de Versalles. Es una definición de belleza llevada a la realidad. Recorriendo sus diversas estancias te haces una idea de la maravillosa vida que llevaban los reyes y los nobles. Sales a sus jardines, los paseas, y te imaginas a los pobres de la Francia de siglos pasados mirando lo bien que vivían los ricos mientras ellos eran fritos a impuestos. Versalles siempre me deja un sabor dulcemente amargo en la boca. ¡Qué pena que no hubiera palacios para todos los ciudadanos! Los ricos no saben la suerte que tienen.

Mis vacaciones con mi suegro



Mi suegro quería pasar unos días sanos, como dice él, y mi chico decidió llevarlo al Hotel La Posada de Alameda, en Alameda del Valle, Madrid, un pequeño hotel con habitaciones coquetas, perfectas para unas vacaciones con la familia extensa. Sólo fuimos mi marido, las niñas y mi suegro. Pero éramos uno más y necesitábamos unas vacaciones un poco diferentes a nuestras vacaciones y viajes habituales. Lo habitual ya se lo cuentan al abuelo mis hijas. 

La Posada de Alameda, en Alameda del Valle, Madrid es un hotel muy tranquilo que podría mejorar si hicieran unas cuantas reformas. Por ejemplo, es un lío llegar a la recepción cruzando la cafetería del hotelito. No es una entrada para tímidos. Supongo que lo habrán echo así para conseguir más clientes en la cafetería. Hay gente poco dada a frecuentar los bares de los hoteles donde se hospeda. No es nuestro caso. Pero no me gusta entrar en un hotel arrastrando mis maletas por todo un bar. Mi chico casi da la vuelta. Le dije que yo me quedaba en el hotel tuviera que arrastrar mis dos maletas por delante de los clientes de la cafetería o por delante del Presidente del Gobierno. Mis planes no se cambian. Mi suegro se sumó a mi causa. Así pudimos pasar nuestro fin de semana largo en este hotelito muy chulo. 

Lujos no tienes. Las habitaciones son iguales a las de la casa de tu tía abuela. Se nota que estás en el campo. Yo me asomaba al ventanal de mi cuarto y veía toda la alameda hasta las mismísimas orillas del embalse. Estas buenas vistas me permitieron remolear en mi cuarto. Mi chico salía de caminata con las niñas y con su padre y yo miraba desde la ventana como andaban por la campiña. El deporte de mirar es el que más me gusta. La única salida que hice del recinto hotelero fue una caminata hasta una iglesia renacentista que hay en las proximidades. 

Es fácil llega a este hotelito rural con mucho encanto que os recomiendo. Nosotros fuimos por la autovía de Burgos, salimos a Lozoya a unos 22 kilómetros y ya estábamos en la entrada del pueblo, donde está La Posada de Alameda, en Alameda del Valle, Madrid.

Thursday, May 23, 2019

Mis vacaciones en una playa privada



Estuve en el Aeolos Beach Resort en Perama pasando un fin de semana largo con mi marido y con mis hijas y volví bastante agobiada. El hotel está bien y el sitio es precioso, pero hay tanta gente que te agobias. Por ejemplo, en la pequeña playa privada que tiene el hotel no cabía un alma más. Lo mismo puedo decir de las piscinas. Acabamos yendo a las playas que estaban más lejos del hotel para poder disfrutar de un poco de tranquilidad. 

En este hotel hay muchas familias con niños. Si estás buscando unas vacaciones tranquilas, este no es tu hotel. Es un hotel de sol y playa y ruidos a todas horas. En mi vida había visto unas familias tan ruidosas. 

Encima hacía un calor insoportable. Donde mejor estabas era en la habitación. El aire acondicionado te hacía sentir como en la séptima gloria. Yo iba del pequeño despacho de mi cuarto a la terracita y de la terracita vuelta a trabajar. Las vacaciones siempre las compagino con mi teletrabajo. Del aire no se vive. Las niñas se hacían hueco en la piscina. Se encargó su padre de vigilarlas. 

A donde sí fui fue a los masajes y tratamientos de belleza. Los necesitaba. El sol hacía estragos en mi piel, y el estrés también. Lo mejor que hicimos en este hotel fue apuntarnos a dos de sus excursiones. El Aeolos ofrece excursiones a lugares de interés cercanos, como el palacio de Aquileón a donde fuimos nosotros, el centro histórico de Corfú y la localidad tradicional de Gasturi que tampoco debes perderte. 

Os recomiendo este hotel si quieres unas vacaciones de mucho soy y mucha playa concurrida en la parte más turística de Grecia. Los niños lo pasan mejor que los mayores. Mis hijas no querían marchar. No sé qué gracia les hacía estar como sardinas en lata en las dos piscinas de agua dulce de este hotel de 154 habitaciones. 

Para comer no tienes problema. Hay varios restaurantes de cocina griega y de cocina internacional en el complejo hotelero. Lo malo es que no son nada baratos. Yo me consolé pensando que no nos cobraban extras por la conexión wi fi. Una cosa compensa la otra.

Mis vacaciones al calor de una chimenea




La Abubilla en Carrascal de la Cuesta, Segovia, es un pequeño hotelito rural ubicado en la que fue una típica casa de labranza en el campo castellano. Es perfecta para pasar unos días tranquilos y relajados como pasamos nosotros con mis suegros. Los padres de mi marido celebraban su aniversario de boda. 

No fuimos a comer a otro sitio. Nos valió de sobra el restaurante ubicado en el viejo pajar para que los padres de mi chico soplaran una tarta con las velas que indicaban los años que llevan de casi feliz matrimonio. Tuvieron sus idas y venidas a lo largo de tantos años juntos, pero ahí siguen, todavía sin divorciarse. El restaurante está separado de la vivienda por un patio. Esto da mayor tranquilidad a la casa. Estás en tu habitación y no te llegan los ruidos del restaurante. No sólo está el restaurante en el viejo pajar. Les ha quedado sitio para hacer un salón con una sala de juego. Nos vino bien para distraernos. Coincidió que cuando estuvimos alojados en La Abubilla en Carrascal de la Cuesta, Segovia, era invierno y hacía un frío fuera que quedabas congelada. 

En las habitaciones no hacía nada de frío. Sólo tienen cuatro dormitorios en la segunda planta de la casa, todos ellos con salón con chimenea. Yo casi no quería encender la nuestra, pero mi chico se empeñó en encenderla. Eso sí, por la noche la dejamos apagada. A mí los fuegos me dan mucho miedo. 

Dormí como una reina en mi cama de dosel. Abría los ojos y miraba para los espejos mexicanos que había en las paredes y me sentía como una ricachona que estaba de vuelta a su tierra segoviana tras una estancia en las Américas que me había hecho rica. La misma sensación tuve en el cuarto de baño. Los sanitarios portugueses y los azulejos pintados a mano con primor sólo podían ser cosa de un indiano. 

Os recomiendo La Abubilla en Carrascal de la Cuesta, Segovia. Quedé tan contenta del trato recibido y de la decoración de la casa que pienso volver. Eso sí, intentaré ir cuando haga mejor tiempo. Tal vez en otoño. Me gustaría llevar mi coche para poder ir de compras a Segovia ciudad. Queda a unos 30 kilómetros de este pequeño hotel rural.

Mis vacaciones en el paraíso



Nunca olvidaré nuestras vacaciones románticas en la Isla de Corfú, la segunda isla más poblada de Grecia. Me llamó la atención que hubiera tanta población local en esta isla de 220 kilómetros de costa. Esperaba encontrar multitud de turistas, pero no pensaba que hubiera tantos griegos. 

La isla tiene valles, montañas, playas, fiesta, tranquilidad en otras zonas. Nosotros fuimos hasta los macizos montañosos que alcanzan los mil metros sobre el nivel del mar en el monte Pantocrátoras para que mi marido pudiera hacer sus fotos. Colecciona fotos de los lugares que visitamos. En el norte de Corfú pudimos ver campos de olivos, pequeños valles tan verdes como los campos de Galicia y unas costas en las que se alternaban bahías pequeñas con bahías de mayor tamaño. 

La parte central de Corfú gustó menos a mi chico. Es la parte más poblada, un Corfú caracterizado por su densa vegetación y por sus colinas frondosas. A mi chico le gustó el sur de la isla, donde están las tierras más fértiles. Está pensando en hacerse agricultor. Será cuando sea viejo. De momento, la vida agrícola no está en mi planes. 

En nuestro recorrido romántico por Corfú visitamos Kanonini, Gastouri, la preciosa Ciudad vieja de Corfú y Lakones. Mi chico quería ver las cuevas de Paleokastritsa. No se lo permití. Los hombres enseguida convierten un viaje romántico en un viaje arqueológico. A mí me daba igual como vivían los pueblos primitivos de Corfú. Es más interesante lo que ofrece la isla de lujo para los turistas de hoy en día. A donde sí fuimos fue a la playa Paradise. Sólo se puede acceder por mar. Esto me daba un poco de miedo. ¿Qué pasaría si no venían a buscarnos? Mi chico encontró un viaje organizado para ir a la playa Paradise. Así fui más tranquila. Éramos un grupo bastante grande y seguro que no se atrevían a dejarnos abandonados en esta bonita playa. 

Os recomiendo visitar Corfú. Debes hacer un recorrido por toda la isla para conocerla. Quedarte en el hotel no tiene gracia cuando tienes una maravillosa isla para descubrir.

Monday, May 20, 2019

Mis vacaciones de sol y playa



La playa de Las Galletas es una de las playas favoritas de mi Madre en Tenerife. Hemos veraneado en la zona muchos veranos cuando yo era niña. Las Galletas es una localidad del municipio de Arona en la isla de Tenerife. Yo no tengo los mismos gustos que mi progenitora en lo que a arenales se refiere. La playa de Las Galletas con sus arenas marrones sobre todo en los dos extremos siempre me dio sensación de suciedad. No quiero decir con esto que sea una playa sucia, no lo es. Las autoridades del municipio se afanan en que esté limpia pese a los muchos visitantes que tiene. Esto se debe sobre todo a que es una playa de fácil acceso. Dejas el coche en la carretera y bajas por un caminito hasta el arenal sin perderte. 

La diferencia que le encuentro con otras playas es que tiene un puerto al lado. Un puerto de pescadores. Queda muy bonito con sus lanchas de colores. Mi marido siempre que va le quita un montón de fotos. Tenemos una de sus fotos de la playa de Las Galletas enmarcadas en el salón de nuestra casa y parece tal cual una postal. La playa no les ha quitado el medio de vida tradicional a los lugareños. Justo detrás de la playa tienen la lonja. Allí venden el pescado y hasta lo limpian. 

Nuestras visitas a Las Galletas no van mucho más allá de la playa. Tienes todo lo que necesitas en los alrededores. Por ejemplo, hay buenos restaurantes en la zona de la playa para saborear un buen pescado y los restantes platos de cocina tradicional canaria que sirven. Para bajar la comida nos damos unos paseos con las niñas por una avenida peatonal. Es donde tienen un parque infantil. Mis hijas ven un parque y no perdonan subirse a los columpios. Menos mal que todavía no cobran por columpiarse. 

Os recomiendo visitar Las Galletas y sus playas. Además de la playa de Las Galletas hay otra de arena sin tantas piedrecitas en las proximidades. No sé por qué todo el mundo acaba en la playa famosa. Debe ser que su peculiar arena acaba invitando a ir a verla.

Saturday, May 18, 2019

Mis vacaciones más deportivas



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Mi estancia en el NH Collection Brussels Centre fue inolvidable. Sólo lamenté no haber podido llevar al las niñas y a mi marido para que disfrutaran también de este maravilloso hotel en el centro de Bruselas. El NH Collection Brussels Centre está situado a unos 800 metros de la plaza Grand Place y de la estatua del Manneken Pis. Te viene muy bien para hacer turismo por la capital de Bélgica. También te viene de cine si tienes que hacer alguna gestión en las instituciones comunitarias de la Unión Europea, como era mi caso. 

En este hotel disfruté el desayuno como nunca en mi vida lo había hecho. La sala de desayunos está en la última planta. Estabas comiendo los bollos untados en mantequilla y veías toda la ciudad a tus pies. Me quedé tan contenta con las vistas que volví a subir cuando tuve tiempo libre para hacerlo a una terraza que hay en la azotea. 

No quedan ahí las ventajas del NH Collection Brussels Centre. Destacaría también la wi fi gratuita que va como una moto de bien y un gimnasio donde puedes hacer ejercicio sin pagar extra. 

Las habitaciones son un tanto antiguas en su decoración. Es como si estuvieras en la casa de una señora belga de la aristocracia. Aún así me gustaron. Las habitaciones del NH Collection presentan una decoración acogedora, muy de casa bien, y disponen de aire acondicionado, minibar bien surtido y un set de té/café para preparar el café cuando tú quieras y a tu gusto. Me vino bien para ahorrar en cafés. En Bruselas el café te lo cobran muy caro en las cafeterías. 

La amplia zona de fitness fue un sueño. Es una zona que está equipada con cintas de correr y cross-trainers, entre otros aparatos. Yo me fui directa a la cinta de correr. Necesitaba hacer ejercicio para quemar todos los dulces que me había metido entre pecho y espalda durante el desayuno. Cuando viajo sola se me da por comer más de la cuenta. 

Os recomiendo el NH Collection Brussels Centre, un hotel próximo a las tiendas de Rue Neuve. Puedes ir andando. Eso sí, lleva la cartera bien repleta de billetes. No regalan nada, al contrario. Cobran la última moda que venden como si fuera realmente la última moda antes del Juicio Final. La estación de metro De Brouckere está a solo setenta metros, mientras que la estación central de trenes de Bruselas queda a diez minutos de caminata algo rápida.



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Elegimos el Travelodge London Vauxhall para nuestro último fin de semana en la capital del Reino Unido porque tiene habitaciones familiares. Nosotros necesitamos espacio para no discutir. Las habitaciones pequeñas te vienen costando prácticamente lo mismo y no tienes la comodidad de una habitación amplia. 

En todo caso, no se podía comparar con las habitaciones familiares y no familiares de los hoteles españoles. Eché de menos la limpieza que encuentras, en general, en la hostelería española. En este hotel admiten mascotas. Pues bien, encontré en el suelo varios pelos de perros. Tuve que llamar a recepción para que vinieran a limpiar la habitación a fondo. 

No quedaron ahí las desventajas. Casi me da un patatús cuando vi que nos iban a cobrar la conexión wi fi. Me fui con mi portátil a una zona común para evitar el pago, pero no fue posible. Tanto daba que te conectaras en tu habitación a la Red de Redes como que lo hicieras desde un pasillo: había que pagar extra. 

Mi chico quería alquilar un coche para nuestros desplazamientos. Le quité la idea de la cabeza. En el hotel había parking, pero era de pago. Yo no estaba para más extras. Las niñas tendrían que andar los casi dos kilómetros que había hasta la dichosa Torre del Reloj que querían ver in situ. Entre caminatas, el bus y el metro nos ahorramos el alquiler de un coche. Menos mal que tanto el bus como el metro tenían parada delante del hotel. 

No os recomiendo ni os dejo de recomendar el Travelodge London Vauxhall. La única ventaja que le encontré fue que teníamos una habitación amplia. Este hotel ganaría mucho en limpieza si no admitiera mascotas o si hubiera unas habitaciones aparte para los que llevan mascotas igual que tienen habitaciones específicas para fumadores. La decoración de las habitaciones es muy de hotel moderno, pero sin lujos. Camas duras de hotel, cuarto de baño correcto, secador de pelo bien atado a la pared y geles y champús contados.



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Nos alojamos en el Hotel Villa de la Palmera en Sevilla cuando fuimos a Sevilla a la boda de unos amigos. Fue todo un acierto. El hotel está en un palacete construido con motivo de la Exposición Universal de 1929. No te deja indiferente ni por fuera ni por dentro. 

En sus interiores encuentras la decoración de la belle époque. Miras a los techos y ves arañas de cristal que te hacen soñar con los felices años veinte. Encima de las mesas reconoces piezas de plata propias de casas en las que no faltaba el dinero. Los techos están todos escayolados, las paredes están pintadas de color rojo sangre. En los suelos ves que han conservado con gran acierto el mármol de los primeros tiempos del palacete. Son suelos de mármol escaqueados en negro y en blanco. 

Nos dieron una habitación con techos altos, largos cortinajes y una gran cama que ocupaba gran parte de la habitación. Mi chico se quejaba de que el colchón era blandito. No le faltaba razón. Te acostabas y te hundías en la blandura de un colchón que parecían haber conservado de tiempos pretéritos. El cuarto de baño tenía la misma decoración belle époque. Estaba muy cuidado y muy limpio, igual que el resto del hotel. Este pequeño hotel de la Avenida de la Palmera está muy limpio. Se nota que el personal de limpieza hace bien su trabajo. 

Os lo recomiendo. Vas andando por la orilla del Guadalquivir y ya llegas a la citada avenida de la Palmera. Está como por el medio de la calle. Es muy fácil de encontrar. Yo volvería sólo por el jardín. Eran un gusto pasear por el pequeño jardín. Olía a jazmín y a azahar. Mi marido decía que era un jardín perfumado, demasiado perfumado para su gusto. El pobre temía que me atacaran las alergias. No fue el caso. El olor a jazmín y a azahar en Sevilla no altera mis alergias. Es el olor que seguro que había en el paraíso de Adán y Eva.

Monday, May 13, 2019

Mis vacaciones en Portugal


Dormimos bien y comimos bien. Es lo que puedo decir de nuestra estancia en el Hotel Porto Santo en Porto Santo, Portugal, un hotel en primera línea de playa que cuenta con un jardín muy cuidado en el que no echas en falta estar en el campo. Tampoco echas en falta los buenos desayunos de tu casa. En este hotel el buffet de desayuno es muy completo. No marchas con hambre. Del desayuno me gustaron hasta los zumos. Se notaba que eran zumos de naranjas recién exprimidas. La fruta no faltaba y el bacon, que tanto gusta a mi chico, era de muy buena calidad.

Nos dieron una habitación amplia, con vistas al jardín y una terracita muy mona. Mi chico quería una habitación con vistas al mar, pero yo preferí la que tenía las ventanas hacia el jardín. Así podía ver a mis dos princesitas jugando delante de nuestra ventana. A las niñas les encantó la piscina. No me extraña. Era una piscina espectacular, con borde infinito y vistas al océano Atlántico.

Os lo recomiendo. En el Hotel Porto Santo en Porto Santo, Portugal no te aburres. Mi chico pasó mucho tiempo jugando al golf en el minigolf. Yo me animé con el pin pong con las madres de unas amiguitas que hicieron mis hijas. Últimamente estoy practicando algo de deporte durante mis viajes. Mi marido quería que fuéramos con otros huéspedes del hotel a hacer piragüismo. Yo no doy para tanto. El piragüismo lo practiqué una vez y no me quedaron ganas de repetir: pasaba más tiempo en el agua que encima de la piragua.

Este hotel tiene una ubicación muy buena. El aeropuerto de Porto Santo te queda a unos tres kilómetros. Nosotros fuimos en el autobús que tiene el hotel. Te traen del aeropuerto y te llevan. Todo un detalle por su parte. Otro detallazo es el spa y el centro de bienestar del Hotel Porto Santo en Porto Santo, Portugal. A mí me dejaron nueva.


Friday, May 10, 2019

Mis vacaciones relajadas en Barcelona



Uno de mis hoteles favoritos en Barcelona es el Hotel Relais d'Orsà. No es grande. Sólo es un palacete neoclásico con muchos detalles de estilo francés en su arquitectura y en su decoración. Estás como en la casa de tu tía millonaria. 

La última vez que me alojé en el Hotel Relais d'Orsà en Barcelona iba sola. Estaba por un viaje de trabajo y me quise dar un alojamiento tranquilo. Estoy un poco cansada de los hoteles inmensos con mucha gente a la hora de los desayunos, mucha gente en la piscina, mucha gente en el bar y muchos ruidos. En este hotel cuyo edificio data del año 1900 no tienes los ruidos que sufres en otros establecimientos hoteleros de la ciudad condal. 

Otra ventaja son sus vistas. El Hotel Relais d'Orsà en Barcelona se encuentra en la sierra de Collserola. Desde las ventanas ves toda la ciudad y tienes el Mediterráneo de horizonte. Pude hacer unas fotografías fantásticas desde la ventana de mi habitación. Conseguí un montón de likes en mi Instagram. 

La decoración está muy cuidada. En el vestíbulo tienen estucos venecianos al fuego. Los suelos escaqueados en blanco y negro de los pisos superiores quedan muy chulos. También hay chemineas de mármol. Se nota el pasado glorioso de los primitivos dueños del palacete. No faltan detalles más modernos como, por ejemplo, los muebles del lavabo y la grifería de los cuartos de baño. Yo tomé nota en el cuarto de baño de mi habitación para comprar la misma grifería para el baño de mi casa. 

Todo me gustó en el Hotel Relais d'Orsà en Barcelona, pero lo que nunca podré olvidar es el desayuno. Me lo sirvieron en un privado oval acristalado con vistas a Barcelona. Un auténtico lujo. Me venían ganas de pedir más desayuno para estar allí toda la mañana. Sólo por el desayuno en el privado os recomiendo este hotel. Un hotel de diez. No debes perdértelo. Yo espero poder volver en mi próximo viaje a la ciudad condal. Este hotel sería fantástico para una escapada romántica con mi chico.

Wednesday, May 08, 2019

Mis vacaciones en la Cataluña rebelde



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A mi chico el encanta el golf. Por eso eligió el Hostal de la Glòria en Viladrau, Girona, para pasar unos días de descanso a la vez que hacía negocios con unos amigos catalanes también aficionados al deporte de los palos. Este hostal ubicado en una vieja masía del pasado siglo está a 13 kilómetros de un campo de golf. Os estoy hablando del campo de golf que hay en Tarradell. 

El hotelito no defrauda. La masía no parece masía con las remodelaciones que le han hecho. La recepción es pequeña, pero es grandiosa con su decoración de cuadros pequeños forrando las paredes. Te quedas mirándolos y casi te vienen ganas de contarlos. Debe haber casi unos cien cuadritos. Al lado de la recepción hay un bar y unas mesas donde los lugareños juegan las partidas de cartas. No sé si están todos los días jugando. El fin de semana que estuvimos nosotros en el Hostal de la Glòria en Viladrau, Girona, parecía que todos los abuelos de la zona se habían citado para jugar a las cartas. Mis hijas nos preguntaban si también iban a venir sus abuelos. 

La decoración de este hostal que os recomiendo tiene toques de masía catalana en cositas como los cazos de bronce, las lámparas también de bronce y unas sillas de estilo español viejo perfectamente restauradas. 

Las habitaciones son prácticas y sencillas. Demasiado sencillas para mi gusto. Las camas no son nada ostentosas. Lo mismo puedo decir del resto del mobiliario de nuestra habitación, una habitación que tenía vistas al cuidado jardín que había en la entrada del hostal. Era una habitación tranquila. Yo temía que hubiera ruidos por la noche al dar las ventanas a la fachada delantera. No fue el caso. 

Como os decía, os recomiendo este pequeño hotel. No debes perderte el desayuno. Sirven unos embutidos de la zona que te chupas los dedos. En este hotel tratan muy bien a los clientes. Te dan un trato familiar como si te conocieran de toda la vida.



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Volvería al Hotel Boix en Peramola, Lleida hoy mismo. Volvería sólo para volver a meterme en sus saunas finlandesas. Tiene dos. Las dos son estupendas para olvidarte del mundo allí dentro. Te dejan nueva. Se me fue hasta el dolor de cabeza que llevaba tras un viaje de muchos kilómetros hasta este pueblo de la provincia de Lleida donde está este hotelito rural que os recomiendo. 

El hotelito está bien. Tiene varias remodelaciones en su haber, unas remodelaciones que lo han adaptado a los tiempos modernos. No echas en falta las comodidades de tu casa. Las habitaciones, todas nuevas, están en un anexo. Son habitaciones amplias. Nosotros estuvimos en una sola habitación como en un apartamento. Cabíamos los cuatro y nuestras seis maletas. Me gustaron mucho las vistas al jardín. Te daba tranquilidad asomarte a la ventana y ver aquel jardín tan bien cuidado a tus pies. 

Pero lo mejor fueron las saunas finlandesas. Mi chico no quería probarlas. Lo animé. Tenía que meterse allí dentro. Probó y repitió loa experiencia. Decía que le gustaba más la ducha escocesa a presión, pero repitió la sesión en la sauna finlandesa. A los masajes no se apuntó. Tuvo suficiente con la sauna para relajarse. Yo no me los perdí. La sala de masajes me tuvo de clienta los tres día que estuvimos en el Hotel Boix en Peramola, Lleida. Con lo que no me atreví fue con la playa UVA para la profilaxis vacacional del estrés. 

Tuvimos tiempo para hacer algo de turismo por los alrededores. Mi marido había llevado las cañas de pescar y nos llevó hasta un río a pescar. El río Segre se llama el río. Sólo pescamos un par de truchas. Seguimos nuestra excursión hasta las ruinas de un castillo que queda a unos seis kilómetros del hotelito. Dimos ahí la vuelta. Mi marido quería llegar hasta las montañas. Quería ver de cerca los Macizos de San Honorato y de Coscollet a 12 kilómetros. Preferí regresar. Se estaba mejor en el hotelito que haciendo actividades turísticas rurales.

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Mis vacaciones más frutales



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Dice mi chico que Valldemossa es uno de los pueblos más bonitos del mundo mundial. No le falta razón. Lo pude comprobar cuando nos alojamos en el Hotel Valldemossa, Mallorca, un hotel que está cerca de la Cartuja. 

Es un hotel pequeño. Estás como en la casa de la familia del campo. Sólo tiene doce habitaciones. Nosotros cogimos dos habitaciones contiguas para pasar un fin de semana sin estrecheces. La falta de espacio siempre es motivo de discusión en mi pequeña familia. Mi habitación tenía unas espectaculares vistas al campo. El hotel está rodeado de frutales plantados en bancales. No sólo hay frutales. También hay olivos y se ven unas ovejas muy tranquilitas comiendo la hierba que encuentran. 

Estuve tan cómoda que me hubiera a quedado a vivir en este hotel de Mallorca. Mi marido opinaba lo mismo mientras no vio la factura. Comer en su restaurante cuesta una pasta. No es para menos teniendo en la cocina un afamado chef italiano. Desde el restaurante se ve buena parte de la sierra de la Tramontana y la torre cerámica de la Cartuja. En vistas hay que darle un diez al Hotel Valldemossa, Mallorca. 

Os recomiendo este hotel. Es un hotel perfecto para pasar unas vacaciones tranquilas en Mallorca. Todas sus estancias tienen una privacidad que envidiarían una pareja de amantes en pecado. ¿Y qué decir del personal? Son fantásticos. El personal te asesora y te recibe con un vino tinto mientras suena de fondo la música del piano. No debes perderte tampoco el spa. Yo casi no lo necesité para relajarme porque en la carta de almohadas encontré la almohada perfecta para descansar mi cabeza toda la noche. Cuando duermo bien mi cuerpo no necesita mucho mimos. 

Mis hijas no lo pasaron tan bien como servidora. Tuvimos que llevarlas a la playa. El Hotel Valldemossa, Mallorca, es más idóneo para mayores que para los pequeños de las casas. Los niños quieren sol, playa y animaciones infantiles.



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La Bahía de Roses es el Golfo de Rosas de toda la vida. Lo de Bahía es un nombre que le han puesto los turistas. Yo he veraneado en esta zona de la Costa Brava muchos años de mi infancia y juventud primera. Iba con mis padres. Mi madre es una enamorada de Cataluña. Esta zona costera conserva restos del paso de griegos, romanos, íberos, árabes, visigodos y normandos. Para todos era muy apetecible esta entrada de mar en la costa de unos 15 kilómetros de boca. 

Nosotros estuvimos este verano en la Bahía de Roses no buscando sol y playa, que también, sino haciendo un viaje cultural para que las niñas vieran in situ las ruinas que dejaron los pueblos primitivos y menos primitivos. Bueno, ruinas son ahora estos restos. En su día fueron monumentos dignos de usarse y disfrutarse. Estoy hablando del dolmen de la Creu d'en Cobertella con sus siete moles, por ejemplo. A mis niñas les gustó más el Castro visigótico del Puig Rom, desde donde disfrutas de una maravillosa vista de la ensenada. Lo que no debes dejar de ver es la ciudadela que mandó construir el rey Carlos V. Está a tiro de piedra del casco y de la playa. Los reyes siempre tuvieron buen gusto. 

De la ciudadela nos fuimos directos a ver el Castillo de la Trinidad, al norte. Es de la misma época que la Ciudadela. Mi chico quiso ir a ver las ruinas romanas de Empúries. Están bastante bien conservadas. Pudimos ver como siguen escavando. Nos comentaron los operarios que andaban por allí que todavía les queda mucho que quitar a la luz. 

Poco disfrutamos de las playas. Tuvimos la mala suerte que el tiempo no estaba para llevar a las niñas con sus cubos y palas a hacer castillos de arena. Por eso decidimos llevarlas hasta el Parque Natural Cap de Creus. Pensé que me perdía en tantos caminos que había. Están bien señalizados, pero son un poco laberínticos. El camino más recto es el que une la playa de La Almadraba con Cala Montjoi, famosa por andar Ferran Adriá por allí con sus negocios. 

Os recomiendo visitar la Bahía de Roses. Mi chico quiere volver para tener una experiencia aerodinámica en el Windoor, un túnel del viento que hicieron junto al parque natural de Aiguamolls del Empordá. Conmigo que no cuente para tal experiencia. Yo volveré para disfrutar de sus 45 kilómetros de playas y para comer un arroz caldoso. Lo hacen que te chupas los dedos.

Saturday, May 04, 2019

Mis vacaciones en Cerdeña



El Hotel Abamar en Santa Margherita Di Pula en Cerdeña es uno de los hoteles más solicitados de Cerdeña. Cuando nos alojamos nosotros sólo quedaban tres habitaciones libres. Cogimos dos: una para nosotros y otra para las niñas. Mis hijas ya van creciditas y necesitan su espacio propio. Por suerte nos podemos permitir el gasto. 

La elección de hotel fue todo un acierto. El Abamar Hotel está situado a solo cuarenta metros de su playa privada. Sales del hotel y te metes en una playa a la que sólo pueden ir los huéspedes del hotel. Estás como en tu casa, pero con playa. Una playa muy limpia, perfecta para tomar el sol durante horas mientras ves como tus hijas hacen castillos de arena a tus pies. Es una playa rodeada de los pinares de Pula. Los pinos purifican mucho el aire. Notas aire limpio cuando respiras. 

No es un hotel lujoso. Hay cuatro estrellas en España que tienen habitaciones más modernas. Este hotel ofrece habitaciones clásicas con balcón. el balcón me vino de cine para tomar el sol sin bajar a la playa y también para secar la ropa. Nosotros somos de los que lavamos la ropa a mano en la bañera y la ponemos a secar en las terrazas de las habitaciones. pagar servicio de lavandería me parece tirar con el dinero. 

Os recomiendo el hotel y os recomiendo su playa privada. La playa de arena blanca y fina del Abamar tiene bar, sombrillas y tumbonas. No nos cobraron extra pro usar las tumbonas. El hotel también dispone de terraza con tumbonas y dos piscinas al aire libre de agua salada que están más llenas de gente que la playa. Yo iba siempre a la playa. Mi chico, en cambio, fue varias veces a las piscinas. 

Desayunamos en el hotel. Se sirve un desayuno buffet continental tempranito. Para comer y cenar nos quedamos en la terraza. Te sirven comida a la carta cuando el tiempo lo permite. 

Lo que no me gustó mucho fue que el aeropuerto quedara algo lejos. Mis hijas no hacían más que preguntar si volvíamos a casa en coche. No se nos había pasado por la cabeza tal cosa. Pero comprendo que se agobiaran en el viaje: El aeropuerto de Cagliari Elmas está a 50 minutos en coche. Un poquito lejos.

Prueba primero, paga después