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AUDIBLE: libros leídos por famosos

Saturday, December 30, 2006

Nochebuena con uvas

Todo salió a pedir de boca. Sólo hay que mirar las fotos de Ambrosio para entender nuestro éxito en la capital de Portugal. Mara con su vestido de lunares folclóricos no dejo de bailar jamaicano con el dueño de una galería de arte del Bairro Alto. Cais do Sodré estaba de bote en bote y el señor bailarín que rondaba a la directora de la revista "Miss" parecía casado mirándolo de cerca. Sudaba como un torero al que se le resiste el toro. Quise decirle que se lo tomara con calma porque Mara es una señora que antes de besar se lo piensa y no hablemos de otras cosas mayores para las que todavía necesita un período de reflexión más amplio. Finalmente no le dije nada. Era Nochebuena y no se trataba de desilusionar a un hombre feliz.

Ambrosio fotografió a propios y extraños. Mirando las fotografías estoy descubriendo caras nuevas que no recuerdo de nuestra juerga nocturna. Cierto que no estaba yo para fijarme en nadie: la única copa de champán que tome hizo estragos en mi cabeza. Recuerdo haberme agarrado al brazo de nuestro fotógrafo medio desmayada.

-¿Te encuentras mal, Sophia?
-El champán me ha envenenado.
-Sólo tomaste una copa.
-Fue suficiente. Estoy mareadísima.

Ambrosio me acompañó a un sillón lejos de los bailarines. Se acercó un hombre cincuentón diciendo que era médico. Saque fuerzas de flaqueza y me levanté. Aquel tío era tan médico como yo bailarina del ballet ruso.

Acabamos en la taberna del Cid comiendo unos cigalones que quitaban el hipo.

-Este marisco es tan bueno como el gallego -comenté.
-No se lo digas a Yolanda.
-Tranquilo, Ambrosio. Nuestra poeta está en La Coruña pasando las fiestas y no me oye.

Quien sí me oyó fue el enamorado de Mara. Se sentó en nuestra mesa sin que lo hubiéramos invitado y nos contó las bondades de todos los crustáceos de la costa portuguesa. Hablaba un inglés de antiguo estudiante en Irlanda. Hay cosas que nunca se olvidan, una de estas cosas son los idiomas aprendidos con esfuerzo. Me dormía. Le pedí que hablara en portugués. empecé a despertar. No hay nada mejor para alejar la somnolencia que un monólogo que no entiendes.

Nuestra fiesta de Nochebuena terminó con las uvas. No tocaban pero Mara tuvo un antojo de uvas blancas y su enamorado portugués corrió a buscarlas.

Friday, December 29, 2006

Vistiéndonos para Nochebuena

 Carlos me echó de menos en Nochebuena. Es tan bonito ser amada...
 -¿Qué harás esta noche, Sophia?
 -Soñar contigo, amor.
 -Además de eso.
 -El plan de Mara es unas fotos en la playa, cena en un restaurante típico del Bairro Alto, ir a Cais do Sodré a bailar música jamaicana y acabar en la taberna del Cid.
 -¿Tomáis dos cenas?
 -Ambrosio come mucho. Necesita dos cenas espaciadas.
 
 Mi chico, en el fondo, desearía atreverse a ser más moderno. Lo comprendo. Yo no soportaría una cena de Nochebuena como la suya, rodeada por una familia que suma doce ante la mesa y teme el número trece que pueden alcanzar si su hermana menor trae al novio de Bruselas.
 
 Mara aprovechó la cena para hacer el reportaje gráfico que teníamos pendiente. Quería que llevara un vestido de Carolina Herrera con una colita estilo Casa Real. Lo rechacé, no por la cola sino por los lunares. No soporto las telas de lunares; dan mal fario. La directora de la revista "Miss" decidió ponerse ella misma el vestido de lunares.
 
 Antes de que eligiera para mi un atuendo que no me gustara corrí a vestirme a mi manera. Nada mejor que algo incorrecto, pensé. Con unos pantalones vaqueros made in China y una torera firmada por Christian Lacroix me encontré perfecta.
 
 -¿A dónde crees que vas con ese disfraz? - me preguntó Mara.
 -A la fiesta de Nochebuena.

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Thursday, December 28, 2006

En Lisboa

 
 
 
 Me encantan las vacaciones aunque toque trabajar. ¿No es maravilloso ver a la gente llenando los centros comerciales con cara de felicidad? Si no caes en pensamientos filosóficos crees que existe la felicidad colectiva y generalizada.
 
 Yo no he tenido tiempo para ningún tipo de pensamiento. Estoy en Lisboa desde el sábado para un reportaje fotográfico con Mara y Ambrosio. Mi chico vendrá después de pasar algunos días con su familia.
 
 Estos días casi no hemos hecho nada. Mara dice que ningún escenario la convence.
 
 -La revista "Miss" necesita magia.
 -Si contratas un mago me voy, Mara -amenaza Ambrosio siempre muy supersticioso y miedica ante lo sobrenatural.
 -De no andar mal de presupuesto iríamos a Nueva York.
 -¿A Nueva York en invierno? -pregunto horrorizada.
 -Pues a Marrakech.
 -Peor todavía. No me gustan las ciudades desordenadas.
 -Marrakech tiene encanto.
 -También lo tiene Lisboa. ¿No es encantador un paseo por las orillas del río Tajo?
 
 Acabamos en un restaurante del Bairro Alto saboreando un bacalao excelente. al llegar a los postres se acerca a nuestra mesa una señora con cara de abuela prematura. Dice que me conoce. Lo dudo. No recuerdo ninguna pelirroja de peluquería entre mis amistades.
 
 -Eres profesora del instituto Mirasierra. Te conozco porque siempre aparcas tu coche delante del Miraflores. ¿Quién te crees que eres? ¿Cómo te atreves a ocupar una plaza de aparcamiento que no te corresponde?...
 
 Nuestros vecinos de mesa nos miran como si acabaran de descubrir una pelea interesante para amenizar la sobremesa. Me niego a pelearme con una maleducada. Llamo al camarero y le digo que la pelirroja teñida me está molestando.
 
 -Ben.
 -¿Cómo dice?
 -No entiende -observa Ambrosio.
 
 Se lo repito en inglés, en francés y en el gallego que aprendí con la poeta Yolanda pero el camarero sigue sin entender. Todo le parece bien. La pelirroja bracea, grita y hasta da algún saltito sobre unos tacones de tres centímetros más antiguos que el acueducto de Segovia.
 
 -¿Quién es esta loca? -pregunta Mara.
 -Una abuela.
 -Señora, calmese.
 -Déjala, Mara. Acaba el postre y nos vamos.
 
 En el Bairro Alto se encuentra gente de todo tipo: jóvenes, menos jóvenes, borrachos y mujeres envejecidas que enloquecen cuando los hijos las hacen abuelas. Yo he tenido la mala suerte de encontrarme con una intransigente que no quiere que aparque mi coche delante de un colegio privado.



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Tuesday, December 26, 2006

Un concurso de redacción

 
  El jaleo lo tengo yo ahora. Los niños contaron en casa que la profesora de historia les habló de una bebida alcohólica ideal para el botellón. Doña Manolita trina más que nunca, mis compañeros no quieren saber ni que existo y los sindicatos me han dejado abandonada a mi suerte. Sólo me apoya Ena, la profe chachi, y algún padre enrollado al que le caigo maja.
 
 -Yo no les dije que hicieran botellón.
 -¿Por qué no? Los jóvenes no tienen dinero para pagarles a los capitalistas el garrafón que venden. Yo voy alguna vez a sus botellones y tienen calidad etílica.
 -Ena, por favor...
 -Tú porque tienes un novio rico, Sophia, pero las demás mileuristas tenemos que buscarnos la vida.
 -Carlos no me mantiene, Ena. Yo también me busco la vida con otros trabajos.
 -Yo me la busco ahorrando de aquí para tapar allí.
 
 Doña Manolita entra en la sala de profesores hecha una furia.
 
 -Joven, ¿ha sido usted la que anotó al instituto Mirasierra en el concurso de redacción "Universidad Carreras en 20 minutos"?
 -Fui yo, doña Manolita -dice la profe chachi.
 -Usted... ¡comunista!
 -Un respeto, señora: soy anarquista. Y nuestros alumnos ganarán el primer premio como yo me llamo Ena.



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Friday, December 22, 2006

El Jaleo de San Juan

Les he contado a mis alumnos que en Menorca se celebra el San Juan con una fiesta de caballos. No lo sabían. Es una pena que en este país la gente sólo conozca las fiestas bárbaras. Si no tiran una cabra de un campanario o hacen cualquier otra brutalidad el personal no sabe que hay fiesta.

-Yo conozco la "pomada" menorquina, profe Sophia. Coloca un montón.
-Explícale a tus compañeros qué es la "pomada".

El delegado, un chico alto y delgado con el pelo en coleta, les explica que la "pomada" también se conoce como "gin con limonada" porque mezcla la ginebra menorquina con la limonada.

-En la localidad de Ciudadella, el Jaleo de San Juan es una tradicción con varios siglos de historia -les cuento-. Los jinetes hacen saltar a los caballos entre el gentío.
-Como los San Fermines pero cambiando toros por caballos -observa una niña.
-No, cielo. A los caballos nadie les hace daño. ¿Sabéis cómo terminan las fiestas? El "Caixer Senyor" dice "fins un altre, si Déu vol".
-Hasta la próxima, si Dios quiere.
-¡Muy bien!

Toda la clase aplaude a rabiar al alumno que hizo la traducción. Yo me sumo al aplauso.

Wednesday, December 20, 2006

La poesía de Yolanda

 
 
 El periódico ha pasado a la historia pese a los esfuerzos de Mara y Yolanda para encontrar un caballero blanco que nos salvara de la OPA hostil lanzada por el socio capitalista de mi chico.
 
 Encuentro a Yolanda triste cuando llego a la redacción de la revista "Miss". Intentó animarla contándole anécdotas del instituto. La poeta no se ríe. Voy conociéndola. Comprendo que no es tristeza lo que siente Yolanda. Está enfadada, furiosa, con ganas de morder al mundo.
 
 Yolanda no es como Ena. La profe chachi se pone una pancarta en la minifalda y reta las injusticias con un escándalo. Yolanda lleva la espada en su poesía desgarrada.
 
 Se ruboriza cuando hojeo sus cuartillas.
 
 -¿Sigues escribiendo en gallego?
 -Sí, mi mejor poesía está en gallego.
 -¿Por qué no presentas un poemario a un concurso? El primer premio sería tuyo, Yoli.
 -¡No!
 
 El grito de Yolanda es silencioso, casi un susurro. Balancea sus pies descalzos en botas sin diseñador conocido. Recuerdo las abarcas que compró nada más llegar a Mallorca. Las sandalias menorquinas le encantaron. Pese al frío madrileño, Yolanda es mujer de chanclas, de pies libres. La siento atada en sus botas y en sus pensamientos. Le pregunto por Ambrosio.
 
 -¿Ambrosio? Bien.
 -Te quiere, Yolanda.
 -A mi no me quiere nadie, Sophia. Sólo los sinvergüenzas son amados.
 
 Cuando abro Internet comprendo que Yolanda tiene razón. Los más sinvergüenzas, la vulgaridad, el mal gusto son los más leídos de la Red. A la gente le gusta la basura.
 
 Enciendo el televisor del despacho de Mara. La telebasura está reinando.
 
 En la radio también hablan del caso Malaya y del hijo secreto de no sé quién.
 
 Los periódicos del día terminan con mi paciencia. Más escándalos.
 
 Regreso al despacho de Yolanda y le arrebato sus cuartillas. ¡Poesía, por favor!



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Monday, December 18, 2006

Ena, la profe chachi

 La profe chachi es todo un personaje. La conocí en la sala de profesores. Leía unas fotocopias encuadernadas que dejó sobre la mesa nada más verme.
 
 -¿Eres la nueva? ¡Me encanta tu vestido! ¿UN Schiaperelli? ¿Por qué los grandes diseñadores serán tan caros? Yo no me puedo permitir esos lujos. ¿Cómo haces? ¿Tienes un novio rico?
 -Algo así. Me llamo Sophia ¿y tú?
 -Macarena para el Registro Civil y Ena para los amigos. Llámame Ena, please. No soporto los nombres religiosos incluido el mío.
 
 Ena hablaba por los codos. En diez minutos me puso al tanto de los pormenores del instituto Mirasierra. Es tan simpática que provoca la risa hasta las lágrimas. Imita a doña Manolita tan bien que parece la mismísima directora.
 
 -Cada año tenemos menos alumnos. El colegio de pago nos vacía las aulas.
 -¿El Miraflores?
 -Sí, es de las Salustinas. Todos los papás quieren un hijo pijo y como el Estado les paga la mitad de la cuota mensual les van dando las cuentas aunque muchos pasan hambre.
 -¿No me digas?
 -Sí, hija. Cuando salgo al patio a comerme una manzana golden me miran con ojos de niños hambrientos.
 
 Ena se levanta. Su minifalda tamaño cinturón ancho es la causa de las miradas de los alumnos del privado. Se sube el jersey rosa calcetado.
 
 -¿Te gusta mi camiseta?
 
 Flipo. La camiseta pone en grandes letras "¡Viva la escuela pública!"
 
 -Hoy estoy un poco acatarrada,  por eso he puesto este jersey que calcete este verano yo misma. Doña Manolita pone la calefacción a temperatura invernal para que no pueda lucir mis camisetas. Mañana traeré un eslogan pintado en la falda. ¿Por qué no te unes a mi campaña?
 -¿Qué campaña?
 -A favor de la escuela pública. En este vestido blanco que llevas puedo dibujarte un corazón rodeando "enseñanza pública". Quedaría un "yo amo la enseñanza pública" muy chulo.
 
 -Y a Mara le da un ataque.
 -¿Quién es Mara?
 
 No puedo hablar. Sólo imaginar mi vestido blanco convertido en una pancarta de tela me deja sin palabras.



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Friday, December 15, 2006

Comienzo triunfal

  Evening dress and headscarf in Tear design, Elsa Schiaparelli, Summer/Fall 1938. Philadelphia Museum of Art, museum no. 1969-232-45a, b
 
 En mi primer día como profesora de instituto decidí no pasar desapercibida. Le pedí a Mara prestado uno de sus vestidos de Elsa Schiaparelli. La directora de la revista "Miss" no quería desaprovechar la ocasión para un reportaje fotográfico entre pupitres. Me negué. Doña Manolita si ve entrar a los fotógrafos detrás de mi bella persona es capaz de montar un escándalo que haga historia.
 
 Mara se resignó. Sé que no será la última vez que insista en un reportaje escolar. Tampoco será la última vez que yo recurra a su fondo de armario para ilusionar a mis alumnos con la moda.
 
 Los niños me miraban como si fuera una Diosa del Partenon griego. Tocaba lección de Quijote pero acabe hablándoles de la diseñadora de mi vestido.
 
 Estábamos en plena charla cuando nos interrumpió doña Manolita hecha una fiera del desierto.
 
 -Te dije que les dieras clase de literatura española.
 
 ¿Quien se creía aquella mujer? ¿La madre superiora del convento? Estábamos en un instituto público que yo supiera. Así se lo dije.
 
 -No entiendes nada, joven. Si no imponemos disciplina esto se convierte en una jaula de grillos.
 -¡Cállate, vieja! -chilló una voz masculina.
 
 Doña Manolita quiso echar de mi clase al alumno que la llamo vieja. El chico dijo que sólo yo lo podía echar.
 
 -Dejemoslo, Manolita. Ha sido un incidente sin importancia.
 -¿Sin importancia? ¡Otra profe chachi! Como si no tuviéramos bastante con una ahora tenemos un para de chaladas. Mira como va vestida...
 -Es un vestido diseñado por Elsa Schiaparelli, ¿verdad, niños? Explicarle a doña Manolita lo que sabéis de la moda surrealista.
 
 El chico a quien la directora del instituto quería echar de mi clase le explicó que mi vestido llevaba una langosta como muchos de los diseñados por la diseñadora italiana inspirándose en la pintura de Salvador Dalí.
 
 -A usted le quedaría perfecto un sombrero con forma de zapato.
 -Y a la profe Sophia le vendría bien un sillón con forma de labios.
 
 Doña Manolita marchó echando pestes. Mis alumnos son unos chicos muy listos.



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Wednesday, December 13, 2006

Una comeniños

 El viernes fui a conocer mi nuevo puesto de trabajo. Seguiré siendo pluriempleada porque la vida en Madrid es muy cara. Los alquileres están en una nube. Gracias a Dios yo puedo pagarme una hipoteca de tipo de interés fijo. Los de Caja Madrid me envían un e-mail todos los días recordándome las ventajas de la hipoteca a tipo variable. No, pillines, a mi no me pilláis. Los tipos de interés ya casi doblan mi tipo de interés fijo antiguo.
 
 El instituto está en un pueblo de Madrid que es más ciudad pequeña que lugar rural. Sólo quedan sin urbanizar dos montes y una pista de esquí.
 
 -Eres demasiado joven para enfrentarte a los chicos -me dijo la directora, una señora con cara de sargento del ejército de la Unión Soviética cubierta por una bata blanca como una pediatra antigua.
 
 -No vengo para "enfrentarme" a los alumnos. Mi tarea consiste en darles clase de historia.
 -También tienes que impartir literatura en segundo de bachillerato.
 -Perfecto. Me encanta la literatura.
 -Llegarás a aburrirla, querida. Los monstruitos te harán odiar todo lo que te los recuerde.
 
 De momento sólo me aburrí de doña Manolita. Es una cascarrabias. Salí corriendo del instituto Mirasierra y no paré hasta encontrar un ciber. Me conecté al messenger. Necesitaba amor, aunque fuera virtual. Carlos estaba conectado.
 
 -Dime algo bonito, cariño. Acabo de conocer a una comeniños.
 
 Carlos no entendía nada. Le explique que doña Manolita es peor que su madre.



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Monday, December 11, 2006

Regreso a Madrid

 
 
 Regresamos todos a Madrid. Hay que luchar por la empresa pero también tengo que pensar en mi vida. Me encanta mi trabajo, soy joven, estoy enamorada y hasta podría decir que soy feliz a mi manera. ¿Qué más podría querer? Un trabajo fijo, pensé.
 
 El buzón de mi apartamento estaba a reventar entre publicidad de Carrefour y cartas del banco. Una carta llamó mi atención. Tenía muchos cuños como todos los papeles del Estado. ¿Qué querrían de mi los mandatarios del país? Si era una invitación del Senado para ir a dar una conferencia sobre moda y anorexia podían esperar sus Señorías sentadas. Lo último que necesito es una promoción negativa. Yo podría hablarles a los políticos de la carestía de la vivienda, de la subida del tipo de interés, de la inflación, de los mileuristas,... Pero de la anorexia ni una palabra. Los periódicos de la competencia se inventarían na falsedad sobre mi persona y Mara me despediría.
 
 Abrí la carta. ¡Dios mío! ¡Había aprobado las oposiciones! ¿Era cierto? Volví a leerlo.
 
 Tenía un trabajo fijo: profesora de instituto.



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Thursday, December 07, 2006

La reina Cleopatra

Yolanda ha venido a Palma. Cuando la veo sé que algo gordo ha pasado en Madrid.

-Yolanda, amor.
-Espera, Ambrosio. Tenemos que hablar de cosas serias.

Nos cuenta que han lanzado una OPA hostil sobre el diario "¿Qué me dices?". Quieren comprar el periódico para cerrarlo.

-¿Quién se atreve? -pregunta Mara.
-El socio capitalista del novio de Sophia y su dichosa madre.

Margot una vez superadas las riadas de Galicia se centro en la defensa del socio capitalista. Quiere que Ambrosio quite la denuncia.

-Es un ladrón. Si se lo permitimos roba todo el arte prehistórico balear -dice Ambrosio.

Mara duda. No quiere problemas con los poderosos. Yo tampoco, pero quiero justicia. ¿Y Yolanda? La poeta traza flechas sobre el periódico con un bolígrafo azul bic. Está furiosa.

-Daremos batalla. Ya le puedes ir diciendo a tu Carlitos que se prepare.
-No, Yolanda. Con mi chico no te metas. Él no tiene la culpa de que su madre sea una bruja mala.
-Su culpa es asociarse con un ladrón.
-Alberto es un socio capitalista.
-Sí, y yo soy la reina Cleopatra.

Monday, December 04, 2006

Un día hippy

 Las Dalias
 
 He decidido seguir los consejos de Mara y compaginar de una manera más eficiente el trabajo con el amor. Como Carlos puede trabajar en cualquier sitio gracias al magnífico software de su portátil, me acompaña en las sesiones de fotos.
 
 Es un encanto. ¡Cuánto lo amo, Dios mío! Me siento como una Eva enamorada de su Adán. Ni siquiera tengo celos de Isaura de los Claveles. ¿Qué es una niña pija a mi lado? La nada absoluta.
 
 Hemos venido a Ibiza porque Mara estaba interesada en la moda hippy pero ha cambiado de opinión tras ver los trapos. La directora de nuestra revista tiene un gusto demasiado refinado. Los colores de los vestidos que le muestra una estrafalaria vendedora la escandalizan.
 
 -Por unos días se han perdido el mercadillo de las Dalias. Se celebra todos los sábados de mayo a octubre.
 
 Mara no se ha perdido nada. Ni siquiera quiere ir a un tal bar Anita que conoce Carlos.
 
 Regresamos al yate alquilado por mi chico para su estancia en Mallorca. El piso de Sóller era muy caro. Lo cambió por este barquito que no es mucha cosa pero navega sin naufragar.
 
 -Sophia, posa para Ambrosio agarrada al timón.
 
 El marinero que lleva el barco es un sueco que no habla español ni ninguno otro idioma que no sea el suyo. Utilizo la mímica para decirle que suelte el timón. Nada. Este hombre no entiende. Lo aparto con un suave empujón y agarro el timón.
 
 -¡Magnífico vestido! Custo Barcelona trabaja el punto como nadie. Sophia, saca el chaquetón, por favor.
 
 Respiro aliviada. El chaquetón con cuello y puños en piel es de Gaetano Navarra y mis medias panties son clazedonia. No sé si lo pienso o si lo dice Mara. Sólo sé que me mareo. El barco se mueve rápido. ¡Dios mío!
 
 -¡Quieta! Nos vas a matar -grita Carlos.
 
 Lo último que oigo son los gritos suecos del marinero del yate.



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Friday, December 01, 2006

Un amor en cada puerto

 ¿Cómo puedes amar a un hombre y odiar a su madre? Margot es odiosa. Ha venido a protestar. Quiere que Ambrosio retire la denuncia que le puso al hombre que robaba piedras paleolíticas. Resultó ser el misterioso socio de Carlos.
 
 -¿Tan importante es ese hombre?
 
 Margot me mira como una princesa soberbia miraría a su doncella y sigue hablando con Mara. Se ha sentado en el sillón de orejeras. Ahora cruza las piernas. ¿Intenta ligar con Gregorio?
 
 -Usted es una empresaria, Mara. Seguro que comprende la delicada situación de mi hijo Carlos. Tiene una empresa gacela y no puede permitirse el lujo de perder por una tontería un socio capitalista.
 -Robar piedras prehistóricas es un delito.
 -Yo no hablaría de robo. Dejemoslo en una sustracción inocente.
 -Ambrosio no va a retirar la denuncia -interviene Gregorio-. Es un apasionado defensor del arte.
 
 Margot sonríe. Dice que hay muchos tipos de arte. La moda también es un arte. Mara empieza a dejarse encandilar por mi futura suegra.
 
 -Yo defiendo la demi-couture. Es la única manera de ir segura de que no te meten una vulgar copia.
 -Los grandes de la moda van en esa dirección, señora. El pret-â-porter cada día lo personalizan más.
 -Por favor, llameme Margot.
 -Gracias, Margot.
 -Me encantan Dior y Behuaz Sharapfour.
 -Galliano está últimamente bastante soso. Su último desfile en París defraudó.
 
 Margot me mira con superioridad de duquesa. Recuerda el motivo de su visita y vuelve a la carga.
 
 -El socio capitalista de mi hijo es un importante constructor.
 -Un especulador -masculla Gregorio.
 -Mr. Green invierte sus beneficios en I+D+i. Software crm y ese tipo de cosas informáticas.
 -¿En el Silicon Valley? -pregunto.
 -Tú te llamas Sophia, ¿verdad?
 -Soy la prometida de Carlos.
 -No te fíes, querida. Mi hijo promete amor en cada puerto que pisa.
 -Yo también, Margot. Siento un cierto amor por todos los hombres del chat "Encuentros" pero sobre todos ellos amo a Carlos.



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