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Me sorprendió Sucre. Es una ciudad colonial de Bolivia más moderna de lo que te imaginas cuando tu marido te dice vamos a Sucre como quien te dice vamos a una ciudad desconocida. Para mí era una gran desconocida. Marché, después de estar casi una semana, con ganas de estar más tiempo. Por eso no descartamos regresar a Sucre pronto.
En nuestra breve estancia por motivos laborales de mi esposo tuvimos tiempo para hacer algo de turismo cultural. Visitamos la Iglesia de la Merced, una iglesia sencilla, de una sola planta. Tiene unos altares barrocos lindos. Lo mismo puedo decir de unos lienzos que decoraban sus interiores y del retablo antiguo que no tenía nada que envidiar a los retablos de las catedrales españolas.
Paseamos por la Plaza 25 de mayo, la calle Arenal, la calle Venezuela... El Arco del Triunfo es una réplica casi exacta del Arco del Triunfo de París. También hay una réplica de la Torre Eiffel, rodeada por un estanque sunuoso. Con tanta copia de edificios europeos famosos te sientes como en casa. Mirando el Arco del Triunfo pensé en París. La torre Eiffel de Sucre te hace pensar menos en la capital francesa. Casi te hace reír. No es lo mismo ni en su sombra.
No nos perdimos el Parque de Simón Bolívar. Allí está el edificio de la Corte Suprema. Es un parque muy familiar. Vimos familias merendando sobre un mantel tendido en la hierba. En Bolivia hay familias que viven como las familias europeas. No hay tanta pobreza como te cuentan. Fue en el Parque Bolívar donde encontramos puestos de comida callejera. Convencí a mi santo para comprar unos bocadillos de chorizo. Estaban que te chupabas los dedos.
Os recomiendo visitar Sucre, la famosa ciudad blanca de Bolivia. Es una ciudad turística con mucho sitios interesantes para visitar. Antes de marchar nos acercamos hasta el Barrio de Recoleta, un barrio alejado del centro. Desde este barrio hay unas vistas impresionantes de toda la ciudad. Mi marido se cansó de quitar fotos. No era el único. En Sucre se ven muchos turistas, sobre todo europeos. La gente se lanza a descubrir el mundo.
En nuestra breve estancia por motivos laborales de mi esposo tuvimos tiempo para hacer algo de turismo cultural. Visitamos la Iglesia de la Merced, una iglesia sencilla, de una sola planta. Tiene unos altares barrocos lindos. Lo mismo puedo decir de unos lienzos que decoraban sus interiores y del retablo antiguo que no tenía nada que envidiar a los retablos de las catedrales españolas.
Paseamos por la Plaza 25 de mayo, la calle Arenal, la calle Venezuela... El Arco del Triunfo es una réplica casi exacta del Arco del Triunfo de París. También hay una réplica de la Torre Eiffel, rodeada por un estanque sunuoso. Con tanta copia de edificios europeos famosos te sientes como en casa. Mirando el Arco del Triunfo pensé en París. La torre Eiffel de Sucre te hace pensar menos en la capital francesa. Casi te hace reír. No es lo mismo ni en su sombra.
No nos perdimos el Parque de Simón Bolívar. Allí está el edificio de la Corte Suprema. Es un parque muy familiar. Vimos familias merendando sobre un mantel tendido en la hierba. En Bolivia hay familias que viven como las familias europeas. No hay tanta pobreza como te cuentan. Fue en el Parque Bolívar donde encontramos puestos de comida callejera. Convencí a mi santo para comprar unos bocadillos de chorizo. Estaban que te chupabas los dedos.
Os recomiendo visitar Sucre, la famosa ciudad blanca de Bolivia. Es una ciudad turística con mucho sitios interesantes para visitar. Antes de marchar nos acercamos hasta el Barrio de Recoleta, un barrio alejado del centro. Desde este barrio hay unas vistas impresionantes de toda la ciudad. Mi marido se cansó de quitar fotos. No era el único. En Sucre se ven muchos turistas, sobre todo europeos. La gente se lanza a descubrir el mundo.
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Hicimos con mi suegra y con las niñas el Crucero Zen de la Felicidad. Mi suegra quería vivir la experiencia de tener un coach de la vida durante todo el crucero dando consejos de como ser feliz sin morir en el intento. Le cumplimos el deseo. El crucero no salía nada caro. Eran unos 700 euros por cabeza. en este precio no entraban las bebidas ni las excursiones de naviera. Hubo que pagar un extra. Pero, aún así, no salió caro el viaje. Teníamos régimen de pensión completa.
El barco era un barco recién estrenado. Esto me dio seguridad. Yo miro mucho los barcos. Si los veo viejos, o no subo o voy temblando. En este caso no temblé nada. Tampoco había mucho que temblar porque la travesía era por el Mediterráneo, un mar muy tranquilo. En total pasamos siete días y siete noches. Fueron días y noches inolvidables.
Con este crucero de Costa Smeralda salimos de Barcelona por la tarde. A la mañana siguiente despertamos en Palma de Mallorca. Allí pasamos el día. Mi suegra no se separaba del coach. Creía todo lo que le contaban. Nos dio unas clases de coach de la vida que nos dejó enamoradas a las dos. Se habían acabado los sufrimientos. Nunca más tendríamos depresiones y hasta nos llevaríamos bien. El día que pasamos a bordo con tanto coach y tanto coaching de la vida empecé a alegrarme por tener la suegra que tengo. Mi marido no lo creía. Mi pensamiento se había vuelto pensamiento positivo. Mi suegra hacía preguntas sobre inteligencia emocional a aquel hombre que tenía repuestas para todo. Yo me quedé en la inteligencia emocional. Al mindfulness y a las clases de yoga detox no me apunté. Mi santo se animó con las clases de respiración consciente, la meditación guiada y la clase de tao curativo hizo milagros con sus cervicales. Le pasó su dolor para el resto del año.
Os recomiendo, pues, el Crucero Zen de la Felicidad. Lo que no os recomiendo es llevar niños. Mis hijas se aburrieron mucho en el barco. Leyeron varios libros que tenía pendientes de lectura. El coaching no es para ellas. Todavía son muy jóvenes. Los adolescentes no saben lo que es la depresión porque todavía no han vivido lo suficiente. Ya lo sabrán. Entonces apreciarán el coaching tanto como lo aprecia mi suegra.
Al noveno día de Crucero estábamos de vuelta en Barcelona sanos y salvos. Habíamos visitado Palma de Mallorca, Civitavecchia en Roma, La Spezia en Florencia, Savona, Marsella. Es un crucero muy zen. Da mucha felicidad si crees todo lo que te cuenta el coach.
El barco era un barco recién estrenado. Esto me dio seguridad. Yo miro mucho los barcos. Si los veo viejos, o no subo o voy temblando. En este caso no temblé nada. Tampoco había mucho que temblar porque la travesía era por el Mediterráneo, un mar muy tranquilo. En total pasamos siete días y siete noches. Fueron días y noches inolvidables.
Con este crucero de Costa Smeralda salimos de Barcelona por la tarde. A la mañana siguiente despertamos en Palma de Mallorca. Allí pasamos el día. Mi suegra no se separaba del coach. Creía todo lo que le contaban. Nos dio unas clases de coach de la vida que nos dejó enamoradas a las dos. Se habían acabado los sufrimientos. Nunca más tendríamos depresiones y hasta nos llevaríamos bien. El día que pasamos a bordo con tanto coach y tanto coaching de la vida empecé a alegrarme por tener la suegra que tengo. Mi marido no lo creía. Mi pensamiento se había vuelto pensamiento positivo. Mi suegra hacía preguntas sobre inteligencia emocional a aquel hombre que tenía repuestas para todo. Yo me quedé en la inteligencia emocional. Al mindfulness y a las clases de yoga detox no me apunté. Mi santo se animó con las clases de respiración consciente, la meditación guiada y la clase de tao curativo hizo milagros con sus cervicales. Le pasó su dolor para el resto del año.
Os recomiendo, pues, el Crucero Zen de la Felicidad. Lo que no os recomiendo es llevar niños. Mis hijas se aburrieron mucho en el barco. Leyeron varios libros que tenía pendientes de lectura. El coaching no es para ellas. Todavía son muy jóvenes. Los adolescentes no saben lo que es la depresión porque todavía no han vivido lo suficiente. Ya lo sabrán. Entonces apreciarán el coaching tanto como lo aprecia mi suegra.
Al noveno día de Crucero estábamos de vuelta en Barcelona sanos y salvos. Habíamos visitado Palma de Mallorca, Civitavecchia en Roma, La Spezia en Florencia, Savona, Marsella. Es un crucero muy zen. Da mucha felicidad si crees todo lo que te cuenta el coach.
3
Segovia es conocida por ser la ciudad del Acueducto. El legado en piedra de los romanos la ha hecho famosa. Llegas a Segovia y parece que no ves otra cosa que no sea el acueducto. Casi te cansas de mirarlo. Lo hemos estudiado todos en las clases de Historia del Arte. Tal vez por eso hay que ir a verlo. Es interesante ver como las piedras están colocadas como si de un puzzle se tratase. No hay argamasa uniendo los pedruscos. Todo va tan colocadito que hasta los arcos se aguantan sin masa. Los romanos eran unos constructores muy apañados.
Nosotros no sólo hacemos turismo cultural en Segovia. Nunca nos vamos sin dar buena cuenta de un cochinillo. A mí me encanta su carne blandita. Te lo cortan en todos los restaurantes de esta bonita ciudad castellana con un plato.
Después de una buena comida nos vamos a ver el Alcázar de Segovia. Es un palacio árabe. En el siglo XII le dieron una nueva forma. En los retoques que le han hecho le metieron unos tejados de pizarra que le quedan muy chulos. Me encantan los tejados de pizarra. Dice mi padre que son los mejores tejados que hay. Puede nevar sobre ellos que no te los rompe la nieve. No se puede decir lo mismo de los tejados de tejas. De los tejados de uralita ya ni hablo. ¿Y qué decir de esos tejados de chapa que empiezan a poner en los tiempos actuales? Viene el aire y se lleva las latas que te pusieron en el tejado.
El alcázar les encantó a mis hijas. Nos preguntaban si era un palacio encantado. Lo parecía. Aún tuvimos tiempo para acercarnos hasta la Catedral de Segovia, una catedral de estilo gótico. En la catedral no entraos. No había tiempo para más. Yo quería comprar alguna artesanía en la parte antigua de la ciudad para mi suegra. Me llevé un bolso de cuero que podría haber comprado en una tienda similar en cualquier ciudad. Mi suegra se está volviendo hippy.
Os recomiendo visitar Segovia. Nosotros nos alojamos en su Parador. Está bien. Te sientes como en un palacio. También te sientes como en otra época visitando las calles de esta ciudad castellana. Se nota que fue una ciudad con mucha nobleza y con los Reyes cerca. Tiene casas antiguas que son auténticos palacios.
Nosotros no sólo hacemos turismo cultural en Segovia. Nunca nos vamos sin dar buena cuenta de un cochinillo. A mí me encanta su carne blandita. Te lo cortan en todos los restaurantes de esta bonita ciudad castellana con un plato.
Después de una buena comida nos vamos a ver el Alcázar de Segovia. Es un palacio árabe. En el siglo XII le dieron una nueva forma. En los retoques que le han hecho le metieron unos tejados de pizarra que le quedan muy chulos. Me encantan los tejados de pizarra. Dice mi padre que son los mejores tejados que hay. Puede nevar sobre ellos que no te los rompe la nieve. No se puede decir lo mismo de los tejados de tejas. De los tejados de uralita ya ni hablo. ¿Y qué decir de esos tejados de chapa que empiezan a poner en los tiempos actuales? Viene el aire y se lleva las latas que te pusieron en el tejado.
El alcázar les encantó a mis hijas. Nos preguntaban si era un palacio encantado. Lo parecía. Aún tuvimos tiempo para acercarnos hasta la Catedral de Segovia, una catedral de estilo gótico. En la catedral no entraos. No había tiempo para más. Yo quería comprar alguna artesanía en la parte antigua de la ciudad para mi suegra. Me llevé un bolso de cuero que podría haber comprado en una tienda similar en cualquier ciudad. Mi suegra se está volviendo hippy.
Os recomiendo visitar Segovia. Nosotros nos alojamos en su Parador. Está bien. Te sientes como en un palacio. También te sientes como en otra época visitando las calles de esta ciudad castellana. Se nota que fue una ciudad con mucha nobleza y con los Reyes cerca. Tiene casas antiguas que son auténticos palacios.
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