-La explicación está en la expulsión de los judíos. En esta casa vivió un judío converso que fue expulsado.
-¡Imposible! -protesto-. Este edificio no es tan antiguo.
-¡Calla, insolente! Deja hablar a la experta. Siga doña Claudia Belén.
-Me has insultado, Margot. Exijo respeto.
La experta siguió con su teoría. Parecía la tía de Pablito. Hablaba de los judíos como de sus primos. El gato empezó a maullar cuando la experta andaba por los siglos I y II d.C. Los judíos huían de los romanos y el gato maullaba. Sólo faltaba que cayera otra lámpara. Cayó la de nuestra habitación en el mismo momento que Claudia Belén citó a los almorávides. Margot se santiguó. Menos mal que aún no aparecía la Virgen. Miré el cuadro y no, allí no había ningún rostro divino. Aquellas rayas geométricas tenías más pecado que Eva. Los almohades y benimerines también huyeron de la España mora hacia la España cristiana explicaba la experta. Carlos la miraba con cara de alumno aplicado.
-¿Cuánto cobra usted por hablar de los judíos antiguos? -le pregunté a la experta.
-Los judíos no eran todos ricos.
-Supongo, señora. Los pobres siempre existimos.
-¡Por eso te quieres casar con Carlos!-chilló Margot-. Para que te mantenga.
-Justamente.
-Yo no lo permitiré.
Lo que no puede impedir Margot es la rotura de cristales y porcelanas. Ahora son las figuras Lladró las que vuelan por los aires y acaban en trozos sobre una alfombra persa.
La madre de mi chico lloriquea. Dice que acaba de ver a su padre pasando por el pasillo.
¿Chef por primera vez? - Sé un mejor Cocinillas.
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