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Wednesday, March 06, 2019

Mis vacaciones de maruja bien casada


1

El Hotel Es Recó de Randa en Randa, Mallorca, no es más que una casa de pueblo en la que puedes alejarte del mundanal ruido sin poner muchos kilómetros en ti y la fiesta. Palma te queda a treinta kilómetros. Por eso mi marido y yo elegimos este pequeño hotel rural para pasar unos días de descanso. Queríamos un sitio tranquilo en Mallorca. Lo encontramos en el Hotel Es Recó.

No sólo encontramos tranquilidad sino buena cocina mallorquina. En este hotel tienen un restaurante que elaborá sus deliciosos menús con productos cultivados en campos de la isla de Mallorca. Te sientes como en la casa de una abuela, pero con todas las comodidades. Han restaurando muy bien el edificio dentro de la línea de una arquitectura popular remozada.

Nos dieron una habitación de piso de arriba. A mi marido le gustó mucho el estilo provenzal de nuestra habitación. A mí me gustaron menos las vistas a los tejados del pueblo. Casi prefería unas vistas al jardín, pero todo es acostumbrarse. También era relajante ver los tejados de las casas que te rodeaban. Por cierto, los tenían bien cuidados. Se nota que en este pequeño pueblo en el que se ubica el hotel la gente tiene dinero.

La gente que había alojada en el hotel no metía ruido. Eran turistas que no querían fiestas de discoteca. Nosotros tampoco. Yo me acerqué a Palma para ir de tiendas y poco más. Tanto mi marido como servidora teníamos mucho trabajo de ordenador pendiente. Menos mal que la conexión wi fi del hotel iba como una moto. Trabajamos con los portátiles tan bien como en nuestro dulce hogar.

Lo que más me gustó del Hotel Es Recó de Randa en Randa, Mallorca, fue el olor a horno de leña que me despertaba todas las mañanas. Invitaba a levantarse y correr a desayunar un desayuno en el que el pan recién horneado era el rey. ¡Qué pan tan rico! Tanto me gustaba que no comía otra cosa que pan como mantequilla y un zumito. Sólo por el pan os recomiendo el Hotel Es Recó de Randa en Randa, Mallorca, un hotelito que ves desde la entrada del pueblo.



2

Portugal es un país que me encanta. Lo digo siempre. Por eso solemos ir con cierta frecuencia. De Portugal me gustan hasta sus pequeñas villas. No hace mucho fuimos a Castro Verde, una villa portuguesa perteneciente al Distrito de Beja, región del Alentejo y comunidad intermunicipal del Bajo Alentejo. No llega a los cinco mil habitantes. Es de esos pueblos tranquilos por los que da gusto pasear y tomar unos vinos y aprovechar para disfrutar la gastronomía local con o sin niños.

Mis hija se lo pasaron pipa en los Campos de Girasol, unos jardines que se centran en el cultivo de esta planta de la que se saca un aceite barato y bueno. Les explicamos que de aquellas flores llamativas salían unas pepitas y que de las pepitas se fabrica el aceite que más usamos en mi casa. Después del paseo por el jardín, nos fuimos a ver una película en el Cineteatro de Castro Verde. Nos gusta mezclarnos con la gente de las localidades que visitamos y ser unos ciudadanos más. El papel de turista que hace cosas de turista cansa mucho. Después del cine seguimos paseando. Nos fuimos hasta la Praza da Liberdade y acabamos nuestro paseo en la Praza da República. Fue una tarde muy agradable.

Mi marido quería entrar en la Iglesia de Nuestra Señora de los Remedios. Yo no estaba para iglesias. Afortunadamente, no venía mi suegra. Por eso pude pasar de visitar templos. En Castro Verde no hay muchos edificios impresionantes. Quitando las iglesias sólo ves edificios de dos plantas como mucho. Es un pueblo. No se le pueden pedir rascacielos. Esto llamaba la atención de mis niñas, acostumbradas a andar entre edificios de muchas alturas.

Os recomiendo visitar Castro Verde. Es un pueblecito encantador. En la Praza da República hay bares con buen café. Utilizan la plaza como terraza para poner sus mesas al aire libre a la sombra de algún árbol que hay por allí.



3

Nos alojamos en el Hotel L'Odissea de L'Empordá en Orriols, Girona, cuando se casó una prima mía en una iglesia próxima. Este pequeño hotel rural está en la Carrer del Castell y esperamos volver porque nos pareció un alojamiento ideal para unas vacaciones familiares en el Ampurdán. Se ubica en el Castell Palau d'Orriols, construido entre los siglos XVII y XVIII, aunque su arquitectura parezca totalmente medieval. Debe ser porque aprovecharon en su construcción una torre de defensa del siglo XII y decidieron darle un estilo más austero que la arquitectura recargada que se llevaba en el siglo XVII.

Mi marido decía que se sentía como en una fortaleza. Miraba por la ventana y era como estar esperando las tropas enemigas. Yo me sentí más en una residencia señorial que en una fortaleza. Pero fortaleza sí parecía, sobre todo si bajabas a su patio de armas. Yo leí mucho en el patio de armas. Llevaba algún libro a medio leer y aproveché la tranquilidad de la estancia para ir avanzando en las lecturas pendientes.

Las paredes interiores de L'Odissea de L'Empordá en Orriols, Girona, son de piedra vista, pero las telas alegran tanta sobriedad. Me gustaron mucho las cortinas de vivos colores de las habitaciones. Unos familiares nuestros también se alojaban en este hotel rústico y tenían una habitación muy parecida a la nuestra. En todas las habitaciones había jarrones con flores silvestres. Yo les pedí que retiraran las de nuestra habitación porque no me gustan nada ni las flores ni las plantas en las habitaciones de dormir. Lo que no les hice quitar fueron los cuadros. Las pinturas modernas enmarcadas me parecía que le daban un toque muy chic a la decoración. Las tenían tanto en las paredes de las habitaciones como en los pasillos y en estancias comunes. Por ejemplo, en el salón, los cuadros te hacían mirar sus dibujos que recordaban los dibujos de Picasso alegrados por vivos colores. Son pinturas de artistas modernos.

Os recomiendo el L'Odissea de L'Empordá en Orriols, Girona. Nosotros cogimos la suite más pequeña. Tiene cinco suites. Era una suite de 77 metros cuadrados. Falta nos hizo porque llevábamos a las dos niñas. A mis hijas les gustaron mucho los muebles de diseño. Decía la mayor que estábamos mejor que en casa. Yo no diría tanto. Aquella iluminación tenue acabó dándome un poco de dolor de cabeza. Lo que sí me gustó fue que los suelos fueran de tarima de madera nueva. Se veían muy limpios.



4

Nosotros íbamos hacía Lleida cuando pasamos por Balaguer y tuvimos que parar al ver su castillo iluminado. Era de cuento de hadas. Mis niñas me preguntaba sin tenía un hada dentro. Aquello hay que verlo. Por eso os recomiendo ir a Balaguer.

Estuvimos un día paseando por el pueblo. De día es menos bonito. Tiene zonas que están bien, como su centro más histórico, pero también tiene algún edificio de pena penita. Esas casas que pintaron de blanco pobre hace años y que sus propietarios no pueden cuidar mucho por falta de dinero desmerecen mucho en un pueblo que tiene un castillo tan bonito de noche.

En Balaguer no debes perderte el Puente de San Miguel. Tiene muchos años en su haber. el agua sigue pasando pro debajo de sus arcos perfectos. Mi marido hizo un montón de fotos en el puente, casi tantas como en el castillo.

Tuvimos la suerte de que era sábado y en la Iglesia de Santo Domingo se celebraba una boda. Vimos salir a los novios bajando por la escalinata de piedra bajo una lluvia de arroz. Una escena preciosa. Toda iglesia queda bonita con una boda delante. No quiero decir que la iglesia de Santo Domingo no sea bonita. Está bien con sus escaleras delante.

Balaguer fue en su día una ciudad musulmana. Está situada en el pirineo leridano. Nosotros coincidimos con la fiesta que hacen con unas lanchas que van pro el río muy adornadas. Estaba hasta el tope el río de pequeñas barcas. Me recordaron las de las fiestas de Betanzos en La Coruña. Como dice mi suegra, las fiestas son parecidas en todos los sitios. La Transsegre es una carrera de barcas. Está mejor para mirar que para participar. A mí me dan mucho miedo esas cosas. Correr se corre más seguro por una carretera en una maratón. el río lleva mucha agua y es peligroso.



5

Cifuentes en Guadalajara es el pueblo de las cien fuentes. De ahí viene su original nombre tal como nos comentó un vecino cuando fuimos a esta localidad de la provincia de Guadalajara un poco dejada de la mano de Dios. La gente se va para las grandes ciudades y se nota la despoblación en estos pueblos castellanos que no alcanzan los dos mil vecinos.

Paseando por sus calles pensé que no era un mal sitio para vivir. El día que sea vieja de verdad me voy a vivir a un pueblo como Cifuentes fijo. Debe ser un gusto conocer a todos los vecinos y que todos los vecinos te conozcan. Vives como en familia. En Cifuentes no me faltaría una buena iglesia para ir a rezar por mis pecados. La Iglesia del Salvador recuerda con su estilo gótico la existencia de tiempos mejores en el pueblo. a mi marido le gustó mucho la gran puerta occidental del templo. Los maestros albañiles se esforzaron domesticando la piedra en bonitas formas.

Nuestra siguiente parada fue en el Museo de Arte Contemporáneo Santo Domingo. Paseamos por sus salas mirando cuadros de pintores algo conocidos y esculturas de escultores menos conocidos que los artistas que firmaban los cuadros. Apenas nos cruzamos con gente. Nos comentó una chica que había por allí que los cifuenteños no frecuentan mucho el museo; lo hacen más los turistas que paran a pasar unas horas en el pueblo o que se acercan desde las casas rurales de la zona para interesarse por el arte. Pasa en todas las ciudades, sean pequeñas o grandes.

Mi marido quería ir a las cuevas de Cifuentes. Me negué cuando supe que se conocían como el Santuario del crimen. Las leyendas serán un cuento,pero es mejor apartar de las malas leyendas. Me daba igual que la gente fuera pro allí a hacer meriendas en el campo. Yo no iba y mis hijas tampoco. Agarré las niñas de las manitas y me las llevé al Museo de la Automoción. Mi marido vino detrás sin protestar. Fue mucho mejor idea la mía que la suya. El Museo de Automoción está muy bien para entretener a dos niñas a las que les encantan los coches.

Os recomiendo visitar Cifuentes. Hay mucho que ver. Sólo pro el maravilloso Museo de Automoción que tienen merece la pena acercase a pasar una tarde. Nosotros volveremos. Me quedé con ganas de ver más. Medio día no llega para ver todo lo de interés turístico que hay en la bonita Cifuentes.

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