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Wednesday, March 06, 2019

Mis vacaciones de mujer vanguardista



1

El Hotel San Roque no nos dejó indiferentes. Mi marido me prometió unas vacaciones en Canarias en un hotel lujoso. Lo que yo no esperaba era pasar un fin de semana largo en un hotel rural que se suponía que era lujoso. No quiero decir que no tuviera ciertos lujos, que los tenía, pero eran uno lujos un tanto vanguardistas como, por ejemplo, los muebles de habitaciones y estancias comunes firmados todos ellos por autores que van de artistas.

El exterior es una fachada rojiza sin adornos que llega hasta un campo de fútbol. Tiene un color rojo que se hace ver desde lejos. Una vez dentro te das cuenta que no es más que un hotel rural en un caserón con un patio interior canario forrado de madera oscura y presidido por una fuente-escultura de un tal Miguel Navarro. Nos hicimos cientos de fotos en la fuente. Mi santo decía que quedaba genial como fondo de fotos de enamorados. Tanto le gustó que tengo una de esas fotos enmarcada en mi casa para recordar aquellos días de amor en pareja.

Pasear por los claustros del hotel era como pasear por los claustros de un convento sin monjas. Yo me iba por el primer claustro comunicante y terminaba los paseos en el segundo patio con piscina. Muchas cremas de Mary Kay les vendí a unas señoras inglesas que temían quemarse con el sol que caía sin piedad sobre la zona de la piscina.

Mi marido tampoco estaba muy contento. Sus quejas eran de la habitación. El cuarto de baño lo traía de cabeza porque la ducha no tenía repisa para el champú. Gastó todo el champú que nos dejaron y tuvo que pedir más. Los de la recepción no se lo tomaron muy bien. No es que dijeran nada, pero pusieron cara de pocos amigos. Mi marido les salía caro. El cuarto de baño era lo peor de nuestra habitación. Tan moderno lo quisieron hacer que teníamos una bañera junto a la cama tal cual, sin separación alguna. Eran un todo en uno que no dejaba sitio a la intimidad.

Aún así os recomiendo este hotel. Vale la pena ir para disfrutar de los muebles de autor. Las cómodas vanguardistas del salón llaman la atención. ¿Y qué decir de la silla Barcelona expuesta en una antesala de la planta superior? Hay que verla para creer en tanto diseño. YO volvería sólo para disfrutar de mi habitación roja con la gran bañera a los pies de la cama. Salías de la cama, te metías en la bañera y salías de la bañera e ibas para la cama.



2

Mi hermana me convenció para ir hasta Moguer en Huelva a unas visitas guiadas que hacen en su monasterio. Yo fui por lo bien que se come en Moguer y para pasar con mi hermana un día de chicas como en los viejos tiempos. Venían unas amigas también de tiempos distintos a los de ahora. Fue un reencuentro en una ciudad preciosa, en una ciudad que os recomiendo.

Lo pasé bien en la visita guiada que hicimos por el Monasterio de Santa Clara. El guía era un chico muy majo. Nos explicó todo el arte gótico que había por las viejas paredes del monasterio. Donde más se paró con sus explicaciones fue en el templo. Las monjas tenían una capillita muy chula. Como decía mi hermana, Dios estaba allí fijo. Aquello era pura belleza arquitectónica.

No había menos belleza en la casa museo de Zenobia y de Juan Ramón. Yo soy una enamorada de la mujer del famoso poeta. Gracias a Zenobia Juan Ramón vivió muy bien. Zenobia era una mujer excepcional, era la que organizaba la vida del poeta y la que buscaba dinerito para la familia. El recorrido por la casa fue una experiencia que espero repetir con mis hijas. A las niñas siempre les leo poemas de este poeta y de otros poetas. La poesía es fundamental en el desarrollo emocional de una persona.

Después de la casa de Juan Ramón y de Zenobia nos acercamos hasta el castillo. Yo no hubiera ido, pero mi hermana donde sabe que hay un castillo no se lo pierde. El castillo data del siglo XIV. Es almohade.

Después del castillo mi hermana y sus amigas continuaron la visita a los templos. Yo no podía ni ir a ver una iglesia. Tenía bastante con la capilla del Monasterio de Santa Clara. Lo que me apetecía era comer. Por eso me di un buen homenaje con una raya en pimentón. Estaba que te chupabas los dedos.

Os recomiendo visitar Moguer. No debes perderte la casa de Zenobia y de Juan Ramón. Está llena de objetos que fueron propiedad de esta famosa pareja y de fotografías suyas. Tampoco debes perderte la gastronomía de Moguer, un pueblo blanco andaluz que enamora a todo el mundo con sus pintorescas construcciones de color blanco.



3

Estuvimos en una urbanización a unos 17 kilómetros de Valencia alojados en el Hotel Ad Hoc, un hotel decorado con muebles de anticuario, ladrillos decorativos al descubierto y enfoscados de color vainilla. Es un hotel que no te deja indiferente con una decoración un tanto peculiar.

Por ejemplo, detrás del cabecero de nuestra cama había una pared de ladrillos descubiertos colocados en línea que hacía juego con otro trozo de pared idéntica detrás del escritorio. A mi marido le gustó el detalle. Decía que debíamos poner aquellos ladrillos en alguna pared interior de nuestra casa de campo. No lo hará mientras esté casado conmigo. No me convencen las paredes de ladrillos descubiertos por muy decorativos que sean. Lo mismo me pasa con las paredes de piedras peladas.

Nuestra habitación era idéntica a otras habitaciones del hotel. Nos enseñaron varias porque yo les pedí una de las habitaciones más luminosas que tuvieran. Al fina nos quedamos con la que era más grande. Estaba decorada, como os dije, entre lo clásico y lo moderno. Lo clásico lo ponían los muebles estilo casa de la tía abuela y lo moderno el televisor de plasma y un cuadro de un pintor desconocido para mí que había imitado en sus trazos sobre lienzo a Picasso.

Lo que sí me encantó fue el cuarto de baño. Flipé mirando aquellos grifos Grohe. Me comentó la camarera de habitación que los cuartos de baño de todas las habitaciones tenían la lujosa grifería Grohe y toallas sin raspa. Yo no me había fijado mucho en las toallas, pero, sí, eran suaves. Tanto me da que sean suaves o que rasquen un poco. Casi prefiero que rasquen porque secan mejor.

Nos quedamos a comer en el Restaurante Chust Gogoy, el restaurante del hotel. Es un restaurante que ofrece una gran variedad de platos mediterráneos. Tenían unos arroces que te chupabas los dedos. Yo no pedí otra cosa tanto para comer como para cenar. Sólo por los arroces ya merece la pena recomendar el Hotel Ad Hoc en Valencia.



4

Fui a Nepal con mi marido por un viaje de negocios suyo y nos alojamos en el Hotel Shambala, un hotel que está en Katmandú, a poca distancia de Monasterio de Kopan y de Boudhanath. Este hotel de 4 estrellas se encuentra muy cerca de Chabahil y Templo Pashupatinath. Nosotros aprovechamos para visitar estos templos tan frecuentados por los turistas en nuestros momentos de ocio.

Las habitaciones del hotel me parecieron unas habitaciones perfectas para descansar. Me sentí como como en mi propia casa. Teníamos un cuarto con aire acondicionado y televisor LED. El acceso inalámbrico a Internet gratuito nos mantuvo conectados con nuestros trabajos y nuestras familias y la programación digital está disponible para nuestro entretenimiento de películas y series. Los baños disponen de artículos de tocador y secador de pelo bien atadito a la pared. Eso es lo que no me gusta nada en los hoteles: que tengan los secadores de pelo atados a la pared. Las comodidades de este hotel oriental también incluyen caja fuerte, escritorio y teléfono. El teléfono ni lo utilizamos.

Lo que más me gustó del hotel fue el spa, que ofrece masajes, tratamientos corporales y tratamientos faciales. Me dejó nueva. El tratamiento facial no pensaba hacerlo, pero tanto me lo recomendaron que accedí. Fue todo un acierto. Me quitaron el estrés de encima. También fui a la piscina al aire libre y a una sauna que no estaba nada mal. Para ir de tiendas me subía a un autobús que me acercó a las calles comerciales junto con otros huéspedes. En este hotel están en todo.

Las comidas las hicimos todas en el restaurante. El restaurante del hotel sirve desayuno, almuerzo y cena. Había comida internacional. No tuvimos que comer arroces con palillos, que también tenían.

Os lo recomiendo. Mi marido quedó muy contento con el centro de conferencias y salas para reuniones de negocios. Fue allí donde se reunió con sus clientes. Estuvo muy cómodo y no le salió muy caro este servicio.

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