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Wednesday, October 09, 2019

Mis vacaciones en el último verano



1

A mi suegra le encantó el Cortijo Faín en Arcos de la Frontera, Cádiz. fue un acierto hacer una reserva en este cortijo para celebrar su cumpleaños. La madre de mi marido es una fan de la arquitectura popular andaluza. Siempre dice que si le tocara la lotería compraría un cortijo en Andalucía. De momento no ha tenido tanta suerte. Tiene que conformarse con que la llevemos de vacaciones a estos cortijos donde alquilan habitaciones a turistas nacionales y extranjeros para ganarse la vida.

La casa es del siglo XVII. No parece tan antigua. La tienen bien conservada. Llegamos a la casa cruzando un olivar de unas 300 hectáreas. El olivar es de la casa. Sus propietarios han sumado al negocio de la aceituna el negocio del alquiler de habitaciones.

Nuestras habitaciones eran distintas. Nada tenía que ver mi habitación con la de mi suegra y la que reservamos para las niñas también era diferente. En total este hotel rural tiene diez habitaciones y unas cuantas suites de distintas dimensiones.

Me impresionó la biblioteca. Me dijeron que había más de diez mil libros, todos viejos. No hacía falta sacar uno de las estanterías para oler su aroma de libro viejo. Eché en falta los libros más vendidos del momento. Mi marido, en cambio, se sumergió en la lectura de los incunables. Su madre sólo pasó a ver la biblioteca. Lo suyo era sentarse a la sombra de uno de los muchos árboles que había en el jardín y ver jugar a sus nietas.

Las niñas se entretuvieron mucho en la piscina. El agua estaba fresquita y el calor invitaba a nadar en aquellas aguas estancadas que se veían muy limpias. Tuvieron la piscina para ellas solas. Los otros huéspedes pasaban las tardes leyendo a la sombra de los árboles.

Donde había mucha concurrencia de gente era en el porche acristalado a la hora del desayuno. Fruta fresca, buen bacon, fiambre variado, huevos, naranjas y zumos, muchos zumos servían en el porque acristalado. La comida era casera. Os la recomiendo. También os recomiendo el hotel Cortijo Faín en Arcos de la Frontera, Cádiz, un alojamiento en el que no faltan geranios, sillas de enea, arcos y suelo de terrazo. Es muy andaluz.


2

Estuvimos con mi suegra en la Villa L'Hort de Sant Cebriá en Girona sin las niñas porque esta casa rural a la que tantas ganas tenía de ir la madre de mi esposo no admite niños. Lo que sí admite son perros. Perros educados y, a poder ser, pequeños. Los perros grandes no les hacen mucha gracia.

Mi suegra llevó su mastín. Casi nos hacen marchar el primer día. Tuvimos que tenerlo encerrado en una especie de perrera aparte porque había una señora que tenía que el mastín le hiciera daño a su caniche. Sería más bien lo contrario. El caniche de la señora era muy agresivo.

Dejando a un lado lo del perro, he de decir que lo pasamos bien. La Villa L'Hort de Sant Cebriá en Girona es una casa rural de aspecto refinado. No es grande. No es más que una casa familiar de campo para ricos. Como el dinero no cae del cielo, sus propietarios la han reconvertido en un alojamiento rural. Les va bien el negocio. Cuando estuvimos nosotros tenían todas las habitaciones ocupadas.

No entiendo por qué no admiten niños. Me dijo una de las empleadas que lo hacían porque había clientes que no querían que las manos infantiles les tocaran las orejas a sus perros. Otros preferían un alojamiento donde no hubiera gritos infantiles. Lo de que los niños tocaran o dejaran de tocar a sus perros les daba igual. Lo malo para ellos eran los gritos y las risas de los niños.

Yo eché en falta a mis hijas. Poco me relajé en una habitación decorada con estilo rural y vistas al tranquilo jardín en el que los perros correteaban. Sólo ladraba el mastín de mi suegra. Creo que algún turista protestó por los ladridos. La gente parece que no sabe que los perros ladran. Es su manera de comunicarse.

Os recomiendo Villa L'Hort de Sant Cebriá en Girona para ir con perros. No lleves a tus hijos pequeños. No admiten niños. Ya te lo dicen cuando reservas. Yo acepto esta prohibición, pero, repito que eché en falta a mis hijas. Una madre de verdad no puede tener unas vacaciones felices dejando a sus retoñas en casa con la otra abuela.


3

Nunca había disfrutado más de la naturaleza que cuando nos alojamos en el Hotel Spa Hípica Villa Nazules en Toledo. Me sentí como una campesina rica. El hotel está en mitad de un olivar. Olivos y yeguas. Olivos y caballos. Olivos y muchos perros. Sí, perros porque este hotel admite perros de sus huéspedes. No importa que sean perros grandes que metan miedo. Todos los perros son bienvenidos en el Hotel Spa Hípica Villa Nazules en Toledo.

Nosotros marchamos pronto. Estábamos en el hotel invitados por unos tíos de mi marido. Celebraban sus bodas de oro y no se les ocurrió cosa mejor que llevar a sus familiares más queridos al campo toledano. Yo hubiera preferido que me llevaran a la playa.

Lo mejor del hotel fue nuestra habitación. Nos dieron una habitación grande, con vistas al precioso campo que rodea el hotel. Asomarte a la ventana y ver a los caballos correteando por fuera era como estar en una reserva de animales. Mis niñas querían salir al campo a cabalgar en los caballitos. No se lo permití. Los caballos me dan mucho respeto.

Poco tiempo pasé en el hotel. Dejé amis niñas con mi suegra y con mi marido y me fui en coche a Toledo. Queda a unos 15 kilómetros del hotel. Yo necesitaba hacer turismo de compras. Las tiendas son mi perdición. Mis hijas no se aburrieron pese a tener prohibido acercarse a los animales. Tenían una piscina estupenda para entretenerse chapoteando.

Mi suegra y su hermana se lo pasaron de cine en el spa. No estaba mal. Tampoco estaban mal las piscinas del hotel. Lo que no os recomiendo son las clases de equitación. Mi cuñada se apuntó a unas clases de montar a caballo y casi se arruina. La equitación es un deporte pensado para ricos.

Os recomiendo el hotel. Me parece perfecto para disfrutar el campo si llevas una mascota. Los perros son muy bienvenidos en el Hotel Spa Hípica Villa Nazules en Toledo, un hotel que tiene detalles bonitos con la gente que está de celebración. A los tíos de mi marido los recibieron con cava y unos pasteles porque sabían que iban a celebrar sus bodas de oro. Crucé los dedos cuando vi el recibimiento. Los tíos de mi esposo son dos ancianos. Temía que el cava hiciera estragos en sus cabezas. Afortunadamente, sobrevivieron a las copas de cava de bienvenida y a la celebración de las bodas de oro. Van camino de sus bodas de platino.


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