La Selva Negra está en Alemania. No te la crees hasta que la recorres. Yo hice un viaje por allí con mi marido y con las niñas hace casi un año. Quedamos asombrados mirando las casas típicas, de madera y con una enorme techumbre de pizarra. Mi marido quería recorrer parte de la Selva a pie. Las niñas y servidora nos negamos. Alquilamos un vehículo todoterreno y fuimos la mar de cómodos.
Mi santo se encargó de conducir. Intentó seguir un itinerario marcado. Digo intentó porque nos perdimos varias veces. Al final nos pasamos al tren cundo llegamos a Friburgo de Brisgovia. Hacia mediodía estábamos en Freudenstadt. Lo mejor vino por la tarde cuando recorrimos el Camino Alto de la Selva Negra. Es muy poético. Acabamos nuestro itinerario en tren en Baden-Baden.
Os recomiendo visitar la Selva Negra. Está en el suroeste de Alemania. Ves en todas sus sendas multitud de turistas y alemanes caminando. Casi todos llevan un bastón para apoyarse al andar. Pero que nadie se imagine una especie de Camino de Santiago. Allí la gente se lo monta a lo grande: van andando de hotel en hotel. El equipaje lo llevan en una furgoneta hasta el próximo hotel mientras ellos andan unos veinte kilómetros al día.
De la Selva Negra nunca olvidaré unos gigantescos pinos negros que hay en Simonswald. Tampoco olvidaré la visita que hicimos a un museo de relojes de cuco en Furtwangen. Y puestos a no olvidar he de hablaros de los altos precios. Es todo carísimo. Nosotros acabamos comiendo salchichas a todas horas. No nos podíamos permitir ir de restaurantes.
Mi santo se encargó de conducir. Intentó seguir un itinerario marcado. Digo intentó porque nos perdimos varias veces. Al final nos pasamos al tren cundo llegamos a Friburgo de Brisgovia. Hacia mediodía estábamos en Freudenstadt. Lo mejor vino por la tarde cuando recorrimos el Camino Alto de la Selva Negra. Es muy poético. Acabamos nuestro itinerario en tren en Baden-Baden.
Os recomiendo visitar la Selva Negra. Está en el suroeste de Alemania. Ves en todas sus sendas multitud de turistas y alemanes caminando. Casi todos llevan un bastón para apoyarse al andar. Pero que nadie se imagine una especie de Camino de Santiago. Allí la gente se lo monta a lo grande: van andando de hotel en hotel. El equipaje lo llevan en una furgoneta hasta el próximo hotel mientras ellos andan unos veinte kilómetros al día.
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