Wednesday, June 12, 2024

Mis vacaciones entre Lugo y Cancún

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Cada vez que tengo la oportunidad de visitar a mis tías en Lugo, siento una mezcla de emoción y nostalgia. Esta encantadora ciudad gallega se ha convertido en un segundo hogar para mí, y cada visita es una nueva oportunidad para redescubrir sus rincones mágicos y disfrutar de su hospitalidad.

Mi recorrido por Lugo siempre comienza con un paseo por su emblemática Muralla Romana. Este impresionante monumento, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, rodea el casco antiguo de la ciudad y ofrece unas vistas panorámicas espectaculares. Me encanta caminar por sus 2 kilómetros de longitud, observando cómo la historia se entrelaza con la vida cotidiana de los lugueses.

Después de recorrer la muralla, suelo dirigirme a la Plaza Mayor, el corazón vibrante de Lugo. Aquí siempre hay algo interesante que ver: desde mercados locales hasta actuaciones callejeras. Me gusta sentarme en una terraza y disfrutar de un café mientras observo el bullicio a mi alrededor. La Catedral de Santa María, con su imponente fachada gótica, domina la plaza y es una visita obligada para cualquier amante del arte y la arquitectura.

Uno de mis lugares favoritos en Lugo es el Parque Rosalía de Castro. Este hermoso espacio verde es perfecto para dar un paseo tranquilo o simplemente relajarse bajo los árboles centenarios. A menudo llevo un libro conmigo y paso horas disfrutando del ambiente sereno del parque. Además, desde aquí se puede acceder al río Miño, donde me gusta hacer senderismo por las rutas que bordean sus orillas.

Cuando llega la hora de comer, no puedo resistirme a visitar mi restaurante favorito: "O Grelo". Este acogedor establecimiento ofrece lo mejor de la gastronomía gallega, con platos tradicionales como el pulpo a feira y el lacón con grelos. La calidad de los ingredientes y el cariño con el que preparan cada plato hacen que cada comida sea una experiencia memorable.

Las fiestas en Lugo son otro motivo por el cual adoro esta ciudad. Una de las celebraciones más destacadas es el Arde Lucus, un festival que revive el pasado romano de Lugo con desfiles, mercados y representaciones históricas. Participar en esta fiesta es como viajar en el tiempo; me encanta vestirme con trajes romanos y unirme a las actividades junto a mis tías y amigos locales.

Otra festividad que nunca me pierdo es San Froilán, una fiesta que se celebra en octubre. Durante estos días, las calles se llenan de música, bailes tradicionales y puestos de comida donde se pueden degustar delicias como las empanadas gallegas y los churros con chocolate. La atmósfera festiva es contagiosa y siempre me hace sentir parte de la comunidad luguesa.

El clima en Lugo puede ser bastante variable, pero eso no disminuye mi entusiasmo por visitarla. En verano disfruto del sol suave mientras exploro sus calles adoquinadas, y en invierno encuentro encanto en sus días lluviosos paseando bajo un paraguas o refugiándome en alguna cafetería acogedora.

Al concluir cada visita a Lugo, siempre me llevo conmigo recuerdos entrañables y una sensación renovada de conexión con esta tierra rica en historia y cultura. Si tuviera que dar dos motivos para recomendar visitar Lugo serían estos:

-Su Patrimonio Histórico: La Muralla Romana es solo uno de los muchos tesoros históricos que ofrece Lugo. Desde su catedral hasta sus vestigios romanos repartidos por toda la ciudad, hay innumerables oportunidades para sumergirse en siglos pasados mientras se disfruta del presente.

-La hospitalidad gallega: Los lucenses son conocidos por su amabilidad y calidez hacia los visitantes. Ya sea compartiendo historias locales o recomendando lugares escondidos fuera del circuito turístico habitual; siempre te harán sentir bienvenido e integrado dentro comunidad local.

En definitiva; si buscas destino donde puedas combinar exploración cultural profunda con experiencias auténticas llenas humanidad, no busques más allá porque Lugo tiene todo eso que estás deseando disfrutar.




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Desde el momento en que aterrizamos en el Aeropuerto Internacional de Cancún, supe que este viaje sería inolvidable. La brisa cálida y el sol radiante nos dieron la bienvenida, y no podía esperar para sumergirme en todo lo que esta joya del Caribe mexicano tenía para ofrecer.

Nuestro primer día comenzó con una visita a la famosa Playa Delfines. Al llegar, me quedé sin aliento ante la vista del mar turquesa extendiéndose hasta donde alcanzaba la vista. La arena blanca y suave bajo mis pies era como caminar sobre polvo de estrellas. Pasamos horas nadando en las aguas cristalinas y tomando el sol, disfrutando de la tranquilidad y belleza natural del lugar.

Después de un relajante día en la playa, decidimos explorar el centro de Cancún. Nos dirigimos a la Zona Hotelera, un área vibrante llena de hoteles lujosos, restaurantes exquisitos y tiendas exclusivas. Caminamos por el Boulevard Kukulcán, maravillándonos con la arquitectura moderna y los jardines bien cuidados. Hicimos una parada en el Museo Maya de Cancún, donde aprendí mucho sobre la rica historia y cultura de los antiguos mayas que habitaron esta región.

El segundo día fue una aventura hacia Isla Mujeres. Tomamos un ferry desde Puerto Juárez y en menos de 20 minutos llegamos a esta encantadora isla. Rentamos un carrito de golf para recorrerla y nos detuvimos en Playa Norte, considerada una de las mejores playas del mundo. El agua aquí era aún más clara si cabe, y pasamos horas nadando y relajándonos bajo las palmeras.

De regreso a Cancún, no podíamos dejar pasar la oportunidad de visitar Xcaret, un parque eco-arqueológico que combina naturaleza e historia. Pasamos todo el día explorando ríos subterráneos, observando fauna local como jaguares y flamencos, y disfrutando del espectáculo nocturno "Xcaret México Espectacular", que narra la historia del país a través de música y danza.

El tercer día decidimos adentrarnos más en la cultura local visitando el Mercado 28 en el centro de Cancún. Este mercado es un laberinto colorido lleno de artesanías mexicanas, joyería hecha a mano y recuerdos únicos. Me encantó regatear con los vendedores locales mientras compraba algunos regalos para llevar a casa.

Por supuesto, no podíamos irnos sin experimentar la vida nocturna por la que Cancún es tan famoso. Esa noche fuimos a Coco Bongo, uno de los clubes más icónicos del lugar. El espectáculo fue impresionante: acróbatas volando por encima del público, imitadores talentosos recreando actuaciones musicales famosas y una energía contagiosa que nos mantuvo bailando hasta altas horas de la madrugada.

El cuarto día lo dedicamos a explorar las zonas verdes alrededor de Cancún. Visitamos el Parque Kabah, un oasis urbano donde pudimos caminar entre senderos rodeados de vegetación tropical y observar aves exóticas. Fue un respiro refrescante después del bullicio turístico.

También hicimos una excursión a Tulum para ver las ruinas mayas situadas frente al mar Caribe. La combinación de historia antigua con vistas panorámicas al océano fue simplemente espectacular. Después de recorrer las ruinas, nos dirigimos a una playa cercana para disfrutar del mar antes de regresar a nuestro hotel.

El clima durante nuestra estancia fue perfecto: días soleados con temperaturas cálidas ideales para disfrutar al aire libre. Incluso cuando llovió brevemente una tarde, fue solo un chaparrón refrescante que rápidamente dio paso nuevamente al sol brillante.

En nuestro último día decidimos relajarnos completamente antes del vuelo nocturno. Pasamos la mañana en Playa Tortugas practicando snorkel entre peces multicolores y luego tomamos un paseo en catamarán por la laguna Nichupté al atardecer; ver cómo el cielo se teñía gradualmente con tonos rosados ​​y dorados mientras navegábamos suavemente sobre las aguas tranquilas fue mágico.

Al reflexionar sobre nuestra semana en Cancún mientras empacaba mis maletas esa noche final sentí gratitud profunda por todas las experiencias vividas: desde sus playas paradisíacas hasta su vibrante vida nocturna; desde sus tesoros históricos hasta sus exuberantes espacios naturales; cada aspecto contribuyó significativamente haciendo este viaje verdaderamente especial e inolvidable.

Si tuviera que dar solo un motivo para visitar Cancún sería su capacidad única para ofrecer algo maravilloso e interesante independientemente tus intereses personales o preferencias vacacionales: ya sea buscando relajación total bajo sol caribeño o aventuras culturales llenas historia fascinante – aquí encontrarás todo eso ¡y mucho más!

Os recomiendo ir a Cancún. Mi marido la llama la ciudad del amor. Realmente lo es. Yo iría todos los años si pudiera. En los arenales de sus playas te sientes como si el mundo se hubiera detenido en lo más bonito.

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