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Wednesday, July 18, 2007

El supermercado de don José, 5

Don José supervisa todos los supermercados de la cadena. Cuando no está, hay mejor ambiente en el súper, sobre todo si Dianita anda a lo suyo, es decir, a comer y vomitar.

-No puedo evitar probar todo lo nuevo -nos confiesa-. Ésto lo pago luego.
-Por mí como si no lo pagas.

Me mira horrorizada. Que duden de su honradez nata, la ofende.

Carlos quiere que me haga con las copias de seguridad de la contabilidad.

-Don José tiene que tener los discos guardados en su despacho.
-Seguro que la contabilidad B la lleva a mano.
-Tú busca los discos, Sophia.
-¿Y si está en el disco duro del ordenador?
-La pasas a un CD y me la traes.

No puedo entrar en el despacho del jefe: está cerrado con llave.

-Qué buscas ahí? -pregunta Dianita.
-Billetes de cinco euros.
-Yo te doy.

Dianita saca un fajo de billetes variados y me da unos cuantos. Los cuento y le doy un billete de cincuenta. Tengo billetes de cinco euros para el resto del día.

Estoy contando los céntimos que se empeña en entregarme una señora cuando suena mi móvil. Dianita salta de su caja, introduce su mano en el bolsillo de mi uniforme y contesta la llamada. Me vienen ganas de matarla. Si me contengo es porque hay testigos.

-¿Sophia?... Sí... ¿Con quién hablo?...

Tiro en el cajón los centimitos y le arrancó el móvil. Es Mara. Anulo la llamada y continuo cobrando.

-Creo que era tu madre.
-Crees mal.

Dianita le dice a sus clientes que se vengan por mi caja. Pretende interrogarme delante del grupo más numeroso de cotillas que vi en mi vida.

-Los hijos son unos maleducados. Mira que colgarle el teléfono a una madre...
-Primero es el trabajo.
-Esta es mi vecina del quinto.

Me van a volver loca. Recurro al método de escape habitual.

-Voy al baño, Diana.
-Tienes que acabar de cobrar.
-No aguanto tanto.

En la trastienda, un reponedor coloca la mercancía recién llegada.

-¿Son esos los albaranes?
-Se los dejo aquí a don José.
-Hoy no está.

El reponedor se encoje de hombros. Deja los albaranes sobre un pale y se va con el repartidor de leche de Feiraco.

¿Habrá una caja fuerte en la trastienda? Le doy una patada a la pared y suena a ladrillo. El zócalo golpeado suena a madera. ¿Y detrás del calendario? Lo aparto y encuentro la caja fuerte. Silbo. Allí debe estar la contabilidad B guardada.

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Prueba primero, paga después