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Mi chico está cansado. Viaja más que el ministro de Asuntos Exteriores.-Mara vino a buscarte a mi casa de Madrid. Quiere que hagas un reportaje en Gibraltar.-¡Jamás! Hasta que Gibraltar no sea español legalmente yo no pongo allí mis lindos pies.-Marta dice lo mismo.Carlos se sienta en el sillón favorito de su abuelo y contempla la nueva decoración del salón.-¿Qué hiciste con los libros?-Los subí al trastero.-Esta casa no tiene trastero, Sophia.-Lo tiene el edificio de alado.-¿Alquilaste un trastero para guardar los libros de mi abuelo?Asentí.Carlos me pide la llave.-Encontré la caja fuerte del supermercado, amor. A ver si la abro esta semana.-No cambies de tema, por favor. Dame la llave del trastero. Los libros son la herencia más importante que nos dejó mi abuelo.-Pues ya no la tenéis. Repartí la herencia entre cientos de coruñeses anónimos: fui dejando libros por los bancos de los parques.-Mi madre me mata.-No se lo permito, amor. Me perteneces. somos pareja de hecho.-Cuéntame eso.-Estamos empadronados en esta casa.-¿Cómo te atreviste, Sophia?Los hombres no nos merecen a las mujeres. Encima que accedo a ser cajera-espía, pretende que viva ilegalmente en La Coruña.-Yo soy de Vigo.-¿Y qué?-Un vigués nunca puede vivir en La Coruña.-No seas aldeano, amor. Hay que ser ciudadano del mundo. Se es de donde se pace.-Sí, como las vacas.-No vi ninguna vaca por aquí, amor. Perros a montones. Hay uno en la terraza de enfrente que no me deja dormir.Carlos no me escucha. Cuenta los libros que quedan.-¿Qué hiciste con los obeliscos de mármol?-No me hables de aquellos pedruscos. Llamé a cinco empresas de derribos y ninguna quería arrancarlos del salón. Al final, el cerrajero consiguió quitarlos a golpe de martillo sin electrificar.-¿El cerrajero?-Vino a poner una cerradura más en la puerta. Un piso en el centro de una ciudad no puede tener una única cerradura.-Los obeliscos de mármol los había comprado mi abuelo en Nueva York.-Eran feísimos. Ahora están reciclados en adoquines.-Si lo sabe mi madre, muere.-Pues no se lo digas.Lo que más me fastidia de mi chico es lo enfaldado que está. Sólo piensa en su mamá, y no hay manera de destetarlo.
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