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Tuesday, February 06, 2018

Mis vacaciones en la Belle Épque


1


Me gustó mucho el Grande Hotel de Paris donde pasé unos días con mi chico y con las niñas. La entrada es muy Belle Época. Lo mismo puedo decir de las restantes estancias del hotel, pero, la entrada, es ideal, muy señorial, con unas escaleras de palacio y unos dorados en las puertas que parece que entras en un palacio y no en un hotel de tres estrellas. 

Yo le daría una estrella más a este hotel. Es cierto que los muebles de las habitaciones son antiguos, pero son casi de anticuario. Están bien cuidados, bien barnizados y no se les ve polillas. En nuestra habitación había dos camas: la de matrimonio y una auxiliar que compartieron mis niñas. La conexión wi fi era gratuita. Toda una ventaja. Hay hoteles en Portugal que sólo tienen conexión wi fi gratis en las estancias comunes. Yo siempre miro que haya conexión wi fi gratis en las habitaciones. Me niego a pagar un suplemento pr conectarme a Internet en mi habitación. 

Estuvimos cómodos. Era un gusto despertarse por la mañana, asomarse al balcón y encontrar un jardín bien cuidado a tus pies. Creo que todas las habitaciones daban al jardín igual que la nuestra. Lo que no estaba nada bien era la insonorización. La última noche casi no pudimos conciliar el sueño por culpa de los vecinos gritones de la habitación de enfrente. 

Pero volvería a este hotel sin pensarlo dos veces. Volvería sólo por el desayuno. Había unos pasteles portugueses tan ricos que me puse hasta arriba de dulce. Me sentí pecadora. Si llego a estar una semana entera alojada en el Grande Hotel de Paris, hubiera marchado con diez kilos de más. El desayuno a base de pastelitos portugueses era mi perdición. 

Os lo recomiendo. El Grande Hotel de Paris parece un museo. Su ubicación también es muy buena. Sólo modificaría sus cuartos de baño. Los sanitarios son viejos. Por ejemplo, la pileta de nuestro cuarto de baño parecía de un aseo público. La bañera también se veía vieja.




2


Venecia no es una ciudad que me guste. Mi relación con Venecia es un poco de amor-odio. Cuando era una adolescente tenía esta ciudad idealizada. Cuando la conocí se me cayó del pedestal. Es una ciudad sucia. El amor se te va oliendo los canales. Aún así he ido más de una vez porque a mi chico le gusta mucho. Por eso le dejo que elija el hotel. La última vez eligió el Splendid Venice porque está a pocos metros de la Plaza de San Marcos, una plaza nada recomendable para las personas a las que no nos gustan las palomas. 

Lo mejor de este hotel es la terraza. Subes a la azotea y ves toda Venecia desde la terraza del hotel. Este hotel tiene embarcadero propio. Eso es ideal para los enamorados que quieren dar un paseo en góndola. Sales del hotel, te subes con tu amorcito en la góndola y a soñar y no mirar mucho el agua sucia del canal por donde te lleva el góndolero. Yo respiré cuando regresé al hotel y el aire acondicionado entró en mi nariz. Lo agradecí. 

El hotel tiene una decoración un tanto rococó. Nuestra habitación tenía un papel pintado que me vinieron ganas de preguntarles dónde lo habían comprado. Era una habitación poco luminosa y sobrada de cortinones azules. La cama era cómoda. Mi chico estaba en el séptimo cielo. Yo miraba todos los rincones porque la limpieza como que no me convencía. 

El desayuno es un buffet variado, con bastante fruta. Nosotros también nos quedamos a comer en el restaurante del hotel. Casi todo lo que tenían en la carta eran mariscos. Debe ser que los enamorados quieren comer mariscadas italianas. 

Os recomiendo el hotel. Está bien situado para desplazarte por la ciudad de los canales en trasporte público. La parada del autobús acúatico, es decir, del vaporetto, te queda a cinco minutos del hotel.



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