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Saturday, December 15, 2018

Mi viaje a Casablanca



Casablanca es una ciudad marroquí que me decepcionó un poco. Yo tenía en mi cabeza la Casablanca de la famosa película y nada tiene que ver la Casablanca real. Mi marido se río mucho con mi decepción. Aquella ciudad fea, con malos olores y ruidosa no era la urbe que yo esperaba encontrar. 

Tanto me decepcionó que acabamos pasando menos día de los previstos. Poco había que ver. Preferí ir para Rabat y acabar allí nuestras vacaciones marroquís. Casablanca está a unos cien kilómetros de Rabat. 

Nosotros llegamos en un vuelo internacional al aeropuerto de MohamedV, a unos treinta kilómetros de Casablanca. Mi marido alquiló un coche para no tener que ir en taxi. No me gustan nada los taxis que hay en Marruecos. Y de los autobuses mejor ni os hablo. No son autobuses para mí. La última vez que me subí a un autobús en Marruecos tuve que compartir viaje con unas gallinas. 

Lo que sí hicimos en Casablanca fueron compras. Tuve que regatear como una musulmana para conseguir unos precios razonables en la nueva medina de Casablanca. al final me llevé babuchas para todas la mujeres de la familia y chilabas para todos los caballeros. Mi marido no quería una chilaba, pero a mí me encantan las chilabas. Veo un hombre con chilaba y me vienen ganas de enfundar a mi santo con una igual. 

Mi marido se empeñó en acercarse hasta el acuario. me dejé llevar y casi me arrepiento. Ver unos cocodrilos africanos de verdad delante de mis narices casi me mata de miedo. Por supuesto, estaban controlados. Un bicho de aquellos no escapaba. Tampoco escapaban las tortugas gigantes que pudimos tocar sin peligro. Los pingüinos se veían un poco enfermos. Quizá era una impresión mía, pero no los vi nada contentos. 

Lo más bonito de Casablanca es una ciudad marroquí que me decepcionó un poco. Yo tenía en mi cabeza la Casablanca de la famosa película y nada tiene que ver la Casablanca real. Mi marido se río mucho con mi decepción. Aquella ciudad fea, con malos olores y ruidosa no era la urbe que yo esperaba encontrar. 

Tanto me decepcionó que acabamos pasando menos día de los previstos. Poco había que ver. Preferí ir para Rabat y acabar allí nuestras vacaciones marroquís. Casablanca está a unos cien kilómetros de Rabat. 

Nosotros llegamos en un vuelo internacional al aeropuerto de MohamedV, a unos treinta kilómetros de Casablanca. Mi marido alquiló un coche para no tener que ir en taxi. No me gustan nada los taxis que hay en Marruecos. Y de los autobuses mejor ni os hablo. No son autobuses para mí. La última vez que me subí a un autobús en Marruecos tuve que compartir viaje con unas gallinas. 

Lo que sí hicimos en Casablanca fueron compras. Tuve que regatear como una musulmana para conseguir unos precios razonables en la nueva medina de Casablanca. al final me llevé babuchas para todas la mujeres de la familia y chilabas para todos los caballeros. Mi marido no quería una chilaba, pero a mí me encantan las chilabas. Veo un hombre con chilaba y me vienen ganas de enfundar a mi santo con una igual. 

Mi marido se empeñó en acercarse hasta el acuario. me dejé llevar y casi me arrepiento. Ver unos cocodrilos africanos de verdad delante de mis narices casi me mata de miedo. Por supuesto, estaban controlados. Un bicho de aquellos no escapaba. Tampoco escapaban las tortugas gigantes que pudimos tocar sin peligro. Los pingüinos se veían un poco enfermos. Quizá era una impresión mía, pero no los vi nada contentos. 

Lo más bonito de Casablanca es la place des Nations Unies. Es donde se concentran los turistas. Otro sitio muy concurrido es la playa municipal. Estaba hasta los topes. Eso también me llamó la atención. De volver a Casablanca iría directamente a la playa. Me quedé con ganas de meterme en el arenal rodeada de gente local y gente extranjera. Seguro que vuelvo. No me gusta quedarme con malas impresiones de la ciudad. Prefiero pensar que mejorar con una mejor gestión municipal. Por eso os recomiendo visitar Casablanca.
es la place des Nations Unies. Es donde se concentran los turistas. Otro sitio muy concurrido es la playa municipal. Estaba hasta los topes. Eso también me llamó la atención. De volver a Casablanca iría directamente a la playa. Me quedé con ganas de meterme en el arenal rodeada de gente local y gente extranjera. Seguro que vuelvo. No me gusta quedarme con malas impresiones de la ciudad. Prefiero pensar que mejorar con una mejor gestión municipal. Por eso os recomiendo visitar Casablanca.

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