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Thursday, December 27, 2018

Mis vacaciones más locas en Marruecos


Marruecos me enamoró desde el primer día. Mi primer viaje a Marruecos fue cuando era poco más que una adolescente. Fui con unas amigas en un viaje organizado, el viaje más seguro. He ido a Marruecos otras muchas veces, pero nunca olvidaré mi primer viaje. Para mí supuso conocer un país muy distinto a España, con unas costumbres a años luz y con un clima que me sorprendió. Yo tenía metido en mi joven cabecita que Marruecos era un país desértico al cien por cien. Me sorprendió encontrar un país de clima templado con lluvias irregulares en casi todo su territorio.

Este maravilloso país no cambió en todos estos años. Estuve el verano pasado con mi marido y con las niñas y me seguí encontrando gente que te vende de todo cuando te ve cara de turista. Eso también tiene su gracia. Y más gracia tiene cuando te encuentras con personas de distintas razas y culturas vendiendo a todo vender. Como dice mi marido, son fenicios al cien por cien. Parece que no saben hacer otra cosa que no sea vender.

La diversidad también está presente en la geografía. Encuentras ciudades grandes donde se concentra la población. ciudades como la famosa Marrakesh, una ciudad en la que el desierto se encuentra con las montañas y la costa. Marrakesh es una ciudad que ves desde lejos de color rojo. Fez, en cambio, es una ciudad donde el color gris se impone al blanco. Fez es un laberíntico centro intelectual. A mi marido, le gustan otras ciudades. Marrakesh y Fez son más de mi gusto. Mi santo se queda con la ciudad color esmeralda, con Mequínez. Rabat, la capital de Marruecos, también le gusta mucho.

Esta última vez fuimos en Ferry desde Algeciras. Yo quería mezclarme con la población local que cruza el estrecho en los ferrys y sentirme una musulmana. Incluso me llevé la ropa típica para pasar unos días sin que me ofrecieran muchas cosas para comprar. No lo conseguí. En Marruecos parece que huelen a los turistas como os dije.

Nosotros evitamos el sur. Es donde hace más calor. Te asas. Yo estuve en aquel primer viaje mío a Marruecos y no podíamos salir de la piscina en toda la tarde. En verano te asas en el sur de Marruecos. En esta ocasión pasamos más tiempo en las ciudades. Todas tienen la misma configuración: una parte nueva y una parte vieja. No faltan los barrios judíos al lado de la medina casi siempre. Es una pena que no dejen entrar en las mezquitas a los no musulmanes.

Lo que siempre hago en Marruecos es comprar en sus zocos. Suelo comprar artesanías y ropa. El regateo se me da muy bien. Nosotros estuvimos coincidiendo con el Ramadán y acabamos casi ayunando también porque casi todos los restaurantes estaban cerrados durante el día. Tenía su gracia comer de noche. El ayuno de los musulmanes no es como aquel ayuno que nos contaban nuestras abuelas. Mis hijas también lo pasaron de cine. Aprendieron palabras en árabe con una facilidad increíble. Lo peor fue la comida. Los platos de pollo, cordero, buey no eran para ellas. Ni siquiera les gustaba el pescado asado. La mayor sólo comía sopa de pollo en los restaurantes. La pequeña ni eso.

Me quedé con ganas de ir a alguna Moussem, esas fiestas locales islámicas equivalentes a las fiestas del patrón del pueblo aquí en España. Yo fui otras veces que estuve en Marruecos y me lo pasé genial. Suelen organizar coloridos bazares y fiestas agrícolas. También está muy bien el Festival Folklórico de Marrakesh con sus bailes regionales y con los coloridas trajes de los que bailan.

Os recomiendo visitar Marruecos. Es un país distinto, divertido, con personas muy agradables, sobre todo si respetas sus costumbres. Aunque sólo sea para aprender a regatear vale la pena ir. El regateo es todo un arte.

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