Verona es la ciudad de Romeo y Julieta. Mi marido dice que es la ciudad del amor, pero yo nunca me sentí muy feliz recorriendo sus calles. Iba paseando con mi santo y me imaginaba una Julieta horrorizada por el final de su Romeo y tomando la decisión errónea de seguirlo en su fatal destino. Romeo y Julieta vivieron un amor imposible de trágico final. Por eso Verona siempre me ha parecido una ciudad triste.
Triste o no esta ciudad situada al noroeste de Italia siempre está sobrada de turistas. Parece que todos los enamorados van a Verona para hermanarse con los amores de Romeo y Julieta. Yo la primera vez que fui me llevé la sorpresa de encontrar una ciudad bastante grande. Tendrá unos 250.000 habitantes largos. A esto le sumas los turistas y parece que estás en Nueva York. Todo es gente.
Nosotros fuimos a Verona en coche desde Venecia. Un viaje de 120 kilómetros que me dejó exhausta. Nuestra primera parada fue en la inmensa Plaza Bra. Dicen que es la plaza más grande de Italia y debe ser cierto. Me pareció un mundo. Allí hay un anfiteatro romano bastante grande. Me recordó al anfiteatro de Roma. La plaza es tan grande que le caben dentro unos jardines.
Después de tanta plaza me fui de tiendas por Verona. Mi marido sufría, pero no era para tanto. Verona no es tan cara como Milan o Roma para ir de compras. Se puede comprar. No es que compres baratito, pero compras esas cuatro cosas que quieres llevar de regalo para ti y para los tuyos sin que le tiemble mucho la cartera a tu marido.
Fue casi todo lo que hice en Verona: comprar. Mi marido quería ir a visitar monumentos. Lo de siempre. Yo no estaba para tanto paseo. Nos acercamos hasta el Palacio de la Razón y me parecía haberlo visto en miles de sitios. Las ciudades italianas son muy parecidas en monumentos. Lo mismo me pasó mirando la alta torre de los Lamberti. Es la torre más alta de Verona. Mide unos 84 metros de altura. Me defraudó un poco comprobar que no está construida en mármol en toda su altura. Le metieron unos ladrillos para ahorrar. Más ladrillos vimos en la Casa de los Mercaderes, en frente del Ayuntamiento de Verona.
Seguro que volveremos pronto a Verona con las niñas. Aprovecharemos para hacer más turismo de monumentos y menos turismo de compras. Mis hijas están muy interesadas en el arte. Han heredado de su padre el gusto por las viejas piedras que nos ha dejado la Historia del Arte. También han heredado su romanticismo. Mi niña grande siempre me pregunta cómo es la ciudad de Romeo y Julieta.
Triste o no esta ciudad situada al noroeste de Italia siempre está sobrada de turistas. Parece que todos los enamorados van a Verona para hermanarse con los amores de Romeo y Julieta. Yo la primera vez que fui me llevé la sorpresa de encontrar una ciudad bastante grande. Tendrá unos 250.000 habitantes largos. A esto le sumas los turistas y parece que estás en Nueva York. Todo es gente.
Nosotros fuimos a Verona en coche desde Venecia. Un viaje de 120 kilómetros que me dejó exhausta. Nuestra primera parada fue en la inmensa Plaza Bra. Dicen que es la plaza más grande de Italia y debe ser cierto. Me pareció un mundo. Allí hay un anfiteatro romano bastante grande. Me recordó al anfiteatro de Roma. La plaza es tan grande que le caben dentro unos jardines.
Después de tanta plaza me fui de tiendas por Verona. Mi marido sufría, pero no era para tanto. Verona no es tan cara como Milan o Roma para ir de compras. Se puede comprar. No es que compres baratito, pero compras esas cuatro cosas que quieres llevar de regalo para ti y para los tuyos sin que le tiemble mucho la cartera a tu marido.
Fue casi todo lo que hice en Verona: comprar. Mi marido quería ir a visitar monumentos. Lo de siempre. Yo no estaba para tanto paseo. Nos acercamos hasta el Palacio de la Razón y me parecía haberlo visto en miles de sitios. Las ciudades italianas son muy parecidas en monumentos. Lo mismo me pasó mirando la alta torre de los Lamberti. Es la torre más alta de Verona. Mide unos 84 metros de altura. Me defraudó un poco comprobar que no está construida en mármol en toda su altura. Le metieron unos ladrillos para ahorrar. Más ladrillos vimos en la Casa de los Mercaderes, en frente del Ayuntamiento de Verona.
Seguro que volveremos pronto a Verona con las niñas. Aprovecharemos para hacer más turismo de monumentos y menos turismo de compras. Mis hijas están muy interesadas en el arte. Han heredado de su padre el gusto por las viejas piedras que nos ha dejado la Historia del Arte. También han heredado su romanticismo. Mi niña grande siempre me pregunta cómo es la ciudad de Romeo y Julieta.
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