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Sant Ignasi en Ciutadella, Menorca es una casona del siglo XVIII que encuentras después de un campo de olivos. Es toda tranquilidad. En el jardín que la rodea sólo escuchas el trino de los pajaritos. Dentro, una apuesta por el turismo de calidad, te aparta de visitantes ruidosos.
Yo pasé en esta casa rural un fin de semana largo con mi marido, mis hijas y mi suegra. Menorca es una isla que gusta mucho a mi esposo. No tiene nada que ver con Mallorca y mucho menos tiene que ver con la fiesta continua de Ibiza. Menorca es una isla para los turistas que buscan tranquilidad en las Islas Baleares.
Mi suegra tomaba el sol en el jardín. Encontró su sitio debajo de una palmera que le ofrecía un cobijo de sol y sombra ideal para una persona de la tercera edad. En el jardín de la casona, además de palmeras, había nogales y algún arriate de plantas bastante bien cuidadas.
Dentro de la casa te encuentras con estancias comunes muy perfumadas. La recepción, por ejemplo, olía a almáciaga. Muchos mejores son los dormitorios. Nosotros cogimos tres. Eran idénticos. Se trataba de habitaciones con esteras negras en el suelo a modo de alfombras, paredes pintadas de color crema clarito, colchas y cortinas en la misma tonalidad crema. Tampoco encontrabas lujos en los cuartos de baño. Limpios, pero sin otro exceso que los geles y jabones que te dejaban. No nos hizo falta decirles que repusieran. Había para dar y regalar.
Os recomiendo Sant Ignasi para alojaros en Menorcca. Te queda cerca de Ciutadella. Nosotros aprovechamos para ir a cenar. También para ir de tiendas. El turismo de compras no se lo perdono a mi santo. Aunque me lleve para el medio del monte, yo me voy de tiendas sí o sí. En todo caso, no estábamos en medio de la nada. Sigues un largo sendero hacia Cala Morell y ya llegas. Tienes señales en la salida de Ciutadella para no perderte.
No nos aburrimos. Como os dije, entre tomar el sol debajo de las palmeras para tener algún fresquito y caminar por el campo de los alrededores se nos fue el tiempo. Mis hijas disfrutan mucho en la naturaleza. Ellas salieron más de la casona que yo. Fueron con su padre a ver la Naveta des Tudons, un monumento funerario de la edad de bronce que queda a unos siete kilómetros de esta casa rural de fachada pintada de color amarillento y con contras en las ventanas. A mis hijas les gusta mucho el arte antiguo. Su padre también las llevó a ver unas cuevas prehistóricas que hay en Cala Morell y los poblados megalíticos de Son Catlar y Torre Llafuda.
Yo pasé en esta casa rural un fin de semana largo con mi marido, mis hijas y mi suegra. Menorca es una isla que gusta mucho a mi esposo. No tiene nada que ver con Mallorca y mucho menos tiene que ver con la fiesta continua de Ibiza. Menorca es una isla para los turistas que buscan tranquilidad en las Islas Baleares.
Mi suegra tomaba el sol en el jardín. Encontró su sitio debajo de una palmera que le ofrecía un cobijo de sol y sombra ideal para una persona de la tercera edad. En el jardín de la casona, además de palmeras, había nogales y algún arriate de plantas bastante bien cuidadas.
Dentro de la casa te encuentras con estancias comunes muy perfumadas. La recepción, por ejemplo, olía a almáciaga. Muchos mejores son los dormitorios. Nosotros cogimos tres. Eran idénticos. Se trataba de habitaciones con esteras negras en el suelo a modo de alfombras, paredes pintadas de color crema clarito, colchas y cortinas en la misma tonalidad crema. Tampoco encontrabas lujos en los cuartos de baño. Limpios, pero sin otro exceso que los geles y jabones que te dejaban. No nos hizo falta decirles que repusieran. Había para dar y regalar.
Os recomiendo Sant Ignasi para alojaros en Menorcca. Te queda cerca de Ciutadella. Nosotros aprovechamos para ir a cenar. También para ir de tiendas. El turismo de compras no se lo perdono a mi santo. Aunque me lleve para el medio del monte, yo me voy de tiendas sí o sí. En todo caso, no estábamos en medio de la nada. Sigues un largo sendero hacia Cala Morell y ya llegas. Tienes señales en la salida de Ciutadella para no perderte.
No nos aburrimos. Como os dije, entre tomar el sol debajo de las palmeras para tener algún fresquito y caminar por el campo de los alrededores se nos fue el tiempo. Mis hijas disfrutan mucho en la naturaleza. Ellas salieron más de la casona que yo. Fueron con su padre a ver la Naveta des Tudons, un monumento funerario de la edad de bronce que queda a unos siete kilómetros de esta casa rural de fachada pintada de color amarillento y con contras en las ventanas. A mis hijas les gusta mucho el arte antiguo. Su padre también las llevó a ver unas cuevas prehistóricas que hay en Cala Morell y los poblados megalíticos de Son Catlar y Torre Llafuda.
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Mas Pau en Avionyonet de Puigventós en Girona es una casa rural que conocimos gracias a su restaurante. Fuimos con unos amigos a saborear la alta cocina catalana en el corazón del Alt Empordà. Regresamos unas semanas después para pasar un fin de semana comiendo a lo grande. Es a comer lo que invitan sus tres comedores comunicados entre sí.
En nuestra segunda visita llevamos a mi suegra. Fue una sorpresa para ella ver el bar con mesas fabricadas a partir de máquinas de coser antiguas. Eso se llama reciclaje. El bar tiene los techos abovedados. No te queda duda de estar dentro de una masía del siglo XVII.
Tampoco te queda duda de la antiguedad del edificio cuando llegas y ves una fachada sencilla, de piedra, decorada con unas plantas trepadoras. Las habitaciones, en cambio, recuerdan más a las habitaciones de un piso de ciudad que a las de una masía. Unas paredes de color salmón me hicieron sentir casi en la casa de Barbie. Más me sentí en un mundo rosa cuando abrí la puerta del cuarto de baño y me encontré un llamativo mármol rosa como protagonista de la decoración del cuarto de aseo.
Mi suegra se quejó del mobiliario gastado. Se está volviendo muy de Ikea gracias a mí. Lo que sí le gustaron fueron las cortinas. Tenían unos colores muy primaverales. Pura alegría empezabas a sentir mirando para las cortinas de las habitaciones.
No faltan cultivos alrededor de la casa. Sus dueños saben sacarle partido al negocio: casa con alojamientos, buen restaurante y un huerto para tener materia prima propia para las comidas. Los felicito por el negocio completo que han montado. Deberían tomar nota otros restaurantes y pequeños hoteles: un huerto propio es la mejor apuesta que se puede hacer por la agricultura respetuosa con el medio ambiente.
Nosotros quedamos muy contentos con el trato recibido. Nos sentimos como en casa. Por eso os recomiendo Mas Pau. Es bastante fácil de encontrar: está a unos cuatro kilómetros de Figueres. Olot te queda a la izquierda.
En nuestra segunda visita llevamos a mi suegra. Fue una sorpresa para ella ver el bar con mesas fabricadas a partir de máquinas de coser antiguas. Eso se llama reciclaje. El bar tiene los techos abovedados. No te queda duda de estar dentro de una masía del siglo XVII.
Tampoco te queda duda de la antiguedad del edificio cuando llegas y ves una fachada sencilla, de piedra, decorada con unas plantas trepadoras. Las habitaciones, en cambio, recuerdan más a las habitaciones de un piso de ciudad que a las de una masía. Unas paredes de color salmón me hicieron sentir casi en la casa de Barbie. Más me sentí en un mundo rosa cuando abrí la puerta del cuarto de baño y me encontré un llamativo mármol rosa como protagonista de la decoración del cuarto de aseo.
Mi suegra se quejó del mobiliario gastado. Se está volviendo muy de Ikea gracias a mí. Lo que sí le gustaron fueron las cortinas. Tenían unos colores muy primaverales. Pura alegría empezabas a sentir mirando para las cortinas de las habitaciones.
No faltan cultivos alrededor de la casa. Sus dueños saben sacarle partido al negocio: casa con alojamientos, buen restaurante y un huerto para tener materia prima propia para las comidas. Los felicito por el negocio completo que han montado. Deberían tomar nota otros restaurantes y pequeños hoteles: un huerto propio es la mejor apuesta que se puede hacer por la agricultura respetuosa con el medio ambiente.
Nosotros quedamos muy contentos con el trato recibido. Nos sentimos como en casa. Por eso os recomiendo Mas Pau. Es bastante fácil de encontrar: está a unos cuatro kilómetros de Figueres. Olot te queda a la izquierda.
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