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Friday, September 18, 2020

Mis vacaciones en una cárcel de mujeres

La Hospedería Fuentenueva en Baeza, Jaén, tiene un pasado que casi me hizo salir huyendo cuando lo conocí. Mi marido sabía que había sido una cárcel de mujeres cuando hizo la reserva, pero no me lo comentó hasta que estábamos instalados en la habitación. Estaba quedándome dormida en una cama comodísima y me quitó el sueño diciéndome que estábamos en la cárcel.

Afortunadamente, entre la cárcel de mujeres y el hotelito rural con encanto que es hoy en día, este edificio lleno de historia fue la vivienda de un juez. Los fantasmas de las mujeres encarceladas no deben andar por allí. Ya se encargó la familia del juez de quitarle a las distintas estancias el mal rollo carcelario.

La fachada del edificio no tiene nada que ver con su interior. Cuando llegas ves una fachada castrense que recuerda las fachadas de los cuarteles bien del ejército. Una vez dentro, descubres un interior neomorisco decorado con sobriedad. Los cuadros sobre taburetes de pintor le dan un aire bohemio chic. Las escuálidas plantas en salones y pasillos meten un toque de naturaleza dentro de los muros serios. No faltan arcos perfectamente integrados en tabiques que muchas veces prescinden de puertas en las estancias comunes.

Mis hijas disfrutaron mucho las exposiciones de pintura y artesanía que albergaban los salones. La pequeña sale a su abuela paterna: se interesa mucho por las artesanías. La mayor es más como yo: ve una pintura y queda mirándola embelesada aunque su autor sea un desconocido.

No faltaba una fuente en un rinconcito trasero, bajo una cúpula morisca. Mi marido decía que el ruido del agua de la fuentecilla daba tranquilidad. A mí me ponía de los nervios. No soporto el ruido del agua. Menos mal que nuestras habitaciones estaban alejadas de la fuente morisca.

Nos dieron unas habitaciones amplias, pero con unas vistas a un horrible patio trasero. Con motivo estaban los estores bajados. Abrí las ventanas y volví a cerrarlas y a taparlas. Ver el patio trasero deprimía. Sobre el escritorio nos dejaron un ramito de flores. Mi santo tarareó la canción del ramito de violetas de Cecilia nada más verlo. Quité el ramito. No me gustan las flores en la habitación. Mis hijas también quedaron decepcionadas con su cuarto, idéntico al nuestro. Sólo se diferenciaba en que en el suyo había dos camas gemelas. Fueron las camas el motivo de sus quejas: decían que eran muy estrechas. Nuestra cama de matrimonio tampoco era lo que se dice de matrimonio de verdad, pero el colchón blando me ayudó a conciliar el sueño y a no acordarme de mi cama en casa.

Por las mañanas moríamos de calor. Tenía que abrir las ventanas de par en par para no desfallecer. Les pedí un ventilador. Me trajeron uno que era como un vendaval. Ni tanto ni tan poco. Acabamos poniendo el ventilador en el cuarto de baño y desde allí daba aire para la habitación.

Pese a alguna desventaja, os recomiendo la Hospedería Fuentenueva. Puedes ir andando hasta las Puertas de Jaén y Úbeda. Nosotros fuimos a pie a ver los restos de la muralla de Arco de Villalar, seguimos caminando hasta el Palacio de Jabalquinto y de los Salcedos. Es un edificio gótico precioso. En esta zona de Baeza hay muchos edificios renacentistas. El último día de nuestra estancia nos acercamos en coche a Úbeda. Falta nos hacía el coche porque está a ocho kilómetros de la hospedería.
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