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Tuesday, September 01, 2020

Mis vacaciones fenicias



1


Lixus me decepcionó. Cuando mi marido me dijo que íbamos a ver las ruinas de Lixus durante nuestro último viaje a Marruecos, esperaba ver algo grandioso. Lixus fue el establecimiento romano más grande de Marruecos, después de Volubilis. Se decía que Lixus era la ciudad más grande del África occidental. Mi marido me ilusionó con la historia del explorador Hannón, un señor que en el siglo V a.C. tenía una especie de circo por allí montado, un circo en el que no faltaban enormes elefantes y las bestias más salvajes sin domesticar.

Cuando llegamos a Lixus no se veían elefantes. Ni un elefantito pequeño. Nada. Sólo había unas cabras inofensivas y unas cuantas ovejas medio famélicas. Las ovejas buscaban hierbas para alimentarse entre las ruinas de la vieja ciudad. Aquello daba pena.

Nada quedaba de la grandiosa urbe fundada por los fenicios. Lixus sigue teniendo una ubicación estratégica, pero los gobernantes de Marruecos no le saben sacar partido. La gente de la zona intenta sobrevivir como puede. Algunos recogen sal en las marismas. Pero no está en pie el negocio del garum, un subproducto de las salazones de pescados que fabricaban los antiguos habitantes de Lixus. Era todo un negocio cuando la ciudad vivía sus años de esplendor. La factoría de sal está hoy en ruinas. Ha dejado de preparar pescado ahumado y sal para las embarcaciones.

Mi marido insistió en pasear por todas las ruinas. Fuimos andando por un camino polvoriento hasta el anfiteatro romano. Allí montaban un circo con animales salvajes que divertía a los vecinos y a los visitantes. Vimos el deslucido Mosaico del Océano. Aprovechando que llevaba un calzado adecuado para andar, me atreví a seguir a mi marido hasta la cumbre. Había unas vistas preciosas de Loukos, se veían también las salinas con terraza y los alminares de Larache. Hacia abajo se extendía la acrópolis, junto con los restos del oratorio. Mirando el oratorio te venían ganas de rezar en aquellos altares rodeados de columnas y una cámara en bóveda.

Os recomiendo visitar Lixus en Marruecos, pero hay que ir con mentalidad de ruinas de la vieja gloria de una ciudad que hoy no es más que unos escombros más o menos bonitos. Lo mejor son sus vistas desde la cumbre. Lo peor es que las ruinas estén tan descuidadas. Si quitaran las cabras y las ovejas de en medio, Lixus ganaría mucho. Así parece la ciudad de los muertos gloriosos. Te pones triste. Piensas que podrías estar viendo una ciudad esplendorosa de hoy en día en su futuro ruinoso. No somos nada. Todo es polvo.



2


A mi marido le gusta mucho La Rioja. Su padre iba a la vendimia cuando él era niño para poder incrementar un poco los escasos ingresos de la familia. Por eso mi santo está muy agradecido a los riojanos. El año pasado nos llevó a mi y a las niñas a ver los lugares que visitó durante su infancia su progenitor. Nos alojamos en la Hospedería Señorío de Briñas, en Briñas, un hotel rural en medio de un paisaje de viñedos y bodegas.

Me gustó la casona. Tiene una fachada de sillería del siglo XVIII que no tiene nada que envidiar a algún palacio real. Dentro te sientes como en casa gracias al trato cercano de sus propietarios. Te tratan más como a una invitada que como una clienta. Nos dieron dos habitaciones con camas limpias, muebles antiguos y el buen gusto de una decoración que no olvida el pasado de la vieja casa.

La arquitectura de otros tiempos se hace presente en los muros de sillería, en los balcones de forja. No faltan detalles un poco pasados de moda. Por ejemplo, los viejos radiadores. Mi marido decía que no funcionaban. No pudimos comprobarlo. Eran días de sol y altas temperaturas. Los suelos de madera listada se veían muy limpios. Limpieza es lo que inspira este hotel rural por dentro.

Encima del albañal, en la antigua cuadra, pudimos ver una exposición de antigüedades. No me interesaron mucho. Yo soy fan de Ikea. Los muebles viejos no van conmigo. Nunca compraría un sillón Luis XVI.

A mis hijas les llamó mucho la atención el desagüe de tejas en forma de palmera que había en la suite 7. Nosotros queríamos la suite dúplex. No fue posible cogerla: estaba ocupada. Pero quedamos contentos en nuestras habitaciones más sencillas. También teníamos un arco bizantino, pomos en las puertas antiguos, herrajes decorativos y unos toalleros en los cuartos de baño que procedían de los primeros aseos que tuvo la casona.

Os la recomiendo. La Hospedería Señorío de Briñas en La Rioja tiene una buena ubicación para hacer una excursión por los campos de vides. No faltan iglesias para visitar por los alrededores. Mi santo quería hacer un tour religioso como cuando viene su madre con nosotros. Sólo acepté ir a ver dos iglesias: la basílica de la Vega y la iglesia de Santa María. Me interesaba más ver las casonas hidalgas que hay a unos cuatro kilómetros. Muchas conservan las viejas bodegas.

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