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El Hotel del Oso en Cosgaya, Cantabria es un edificio que recuerda casi a una cárcel. Mi marido me decía que le echaba mucha imaginación a la arquitectura. No hacía falta soltar la imaginación para pensar que bien podrían estar privadas de libertad las personas detrás de una fachada de piedra con ventas pequeñas que subían hasta los tres pisos y aún tenían dos ventanitas más en un ático del tejado.
Yo esperaba encontrar una casa rural distinta cuando íbamos con el coche por el camino de Cosgaya, un camino rodeado de campos con árboles frutales, y desde el que ves las crestas nevadas de las montañas. En la orilla izquierda del río Deva hay un pequeño caserón que es también del hotel, ubicado en la orilla derecha. Nos contaron que primero construyeron el caserón pequeño. Después se pusieron a levantar el hotel. La gente emprendedora es muy organizada.
Hubiéramos quedado más tiempo si mi hija mayor no hubiera tenido un ataque de alergia. En aquella casa tienen flores por todas partes: en las ventanas de las habitaciones y estancias comunes, en los interiores, en el jardín. Tuvimos la mala suerte de llegar en plena primavera florida. Mi niña tenía sus alergias desatadas y más se le desataron en aquella casa florida.
Fue una pena. Las habitaciones estaban frescas pese a la calor que hacía fuera. Por eso creo que regresaremos algún invierno, cuando las flores no estén tan presentes. Una amiga mía fue hace dos inviernos y estuvo como en el séptimo cielo. Me contó que tienen buena calefacción. También tienen mucha clientela. El Hotel del Oso es frecuentado por los turistas que hacen senderismo por los Picos de Europa.
Os recomiendo este hotel rural. Está bien para pasar unos días tranquilos. Yo pienso volver, tal vez sin las niñas y sus alergias, para volver a saborear el delicioso cocido lebaniego que sirven en su restaurante. El restaurante del Hotel del Oso tiene unos platos regionales que te chupas los dedos. También engordas. Esa es la desventaja de la la buena comida.
Yo esperaba encontrar una casa rural distinta cuando íbamos con el coche por el camino de Cosgaya, un camino rodeado de campos con árboles frutales, y desde el que ves las crestas nevadas de las montañas. En la orilla izquierda del río Deva hay un pequeño caserón que es también del hotel, ubicado en la orilla derecha. Nos contaron que primero construyeron el caserón pequeño. Después se pusieron a levantar el hotel. La gente emprendedora es muy organizada.
Hubiéramos quedado más tiempo si mi hija mayor no hubiera tenido un ataque de alergia. En aquella casa tienen flores por todas partes: en las ventanas de las habitaciones y estancias comunes, en los interiores, en el jardín. Tuvimos la mala suerte de llegar en plena primavera florida. Mi niña tenía sus alergias desatadas y más se le desataron en aquella casa florida.
Fue una pena. Las habitaciones estaban frescas pese a la calor que hacía fuera. Por eso creo que regresaremos algún invierno, cuando las flores no estén tan presentes. Una amiga mía fue hace dos inviernos y estuvo como en el séptimo cielo. Me contó que tienen buena calefacción. También tienen mucha clientela. El Hotel del Oso es frecuentado por los turistas que hacen senderismo por los Picos de Europa.
Os recomiendo este hotel rural. Está bien para pasar unos días tranquilos. Yo pienso volver, tal vez sin las niñas y sus alergias, para volver a saborear el delicioso cocido lebaniego que sirven en su restaurante. El restaurante del Hotel del Oso tiene unos platos regionales que te chupas los dedos. También engordas. Esa es la desventaja de la la buena comida.
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El Caserio de Mozaga en Lanzarote, Canarias, no destaca entre las casas de labranza del interior de la isla. Mi marido tenía dudas cuando llegamos. Pensaba que estaba ante una casa particular. Es una edificación rectangular de muros encalados y carpintería verde. En su interior ves una decoración sobria que recuerda más a la de las casas castellanas que a la decoración tradicional canaria, con elementos más llamativos.
A mis hijas les gustó mucho la entrada de la finca. Decían que el suelo empedrado era igual al de nuestra casa de campo. Díganos que era parecido. Nuestra casita en la aldea es mucho más modesta en jardines y en interiores. Me encantaría tener el jardín isleño del Caserío de Mozaga. Es un jardín de tierra negra en el que crecen una gran variedad de arbustos florales.
Nos dieron dos habitaciones muy parecidas. La nuestra tenía una ventana en el techo que le daba mayor luminosidad. Las ventanas eran de madera en toda la casa e igual de antiguas que los muebles y algunos enseres de otra época. Me llamó la atención una maqueta de barco que había sobre una mesita auxiliar. Los cuadros que decoraban la pared eran pequeños. Yo casi los hubiera quitado. Una jarra antigua sobre un plato sopero le daba un toque rural a lo que se suponía que iba a ser mi escritorio. Tuve que quitar la jarra para que me cupiera el portátil. Mi marido se arregló para trabajar en la mesa auxiliar del barco.
Os recomiendo este alojamiento rural en Lanzarote. Es una casa rural tranquila. No debes perderte sus desayunos de estilo inglés. Los completan con distintos tipos de pan, zumos, embutidos, cereales, frutos secos y huevos de la zona. Para comer al mediodía y a la cena sirven platos de cocina mediterránea y también algún plato de la gastronomía local. Se come bien. El mérito es del cocinero.
Nosotros poco salimos. Mi marido quería unas vacaciones tranquilas para teletrabajar. Fui yo la que saqué a las niñas a dar una vuelta por la zona. Fuimos andando hasta el Monumento al Campesino, obra de César Manrique. Mi hija mayor está muy interesada en los trabajos de Manrique en Lanzarote. Le había hablado de este famoso artista su profesora de Arte en el colegio. Yo no pude privarme de una tarde de tiendas en Arrecife, la capital de Lanzarote. Queda a 7 kilómetros del Caserío de Mozaga. También convencí a mi esposo para ir una tarde hasta el Puerto del Carmen. Es donde están las mejores playas y toda la animación nocturna. Nos vino bien el coche que habíamos alquilado. Puerto del Carmen queda a 16 kilómetros de este precioso alojamiento rural.
A mis hijas les gustó mucho la entrada de la finca. Decían que el suelo empedrado era igual al de nuestra casa de campo. Díganos que era parecido. Nuestra casita en la aldea es mucho más modesta en jardines y en interiores. Me encantaría tener el jardín isleño del Caserío de Mozaga. Es un jardín de tierra negra en el que crecen una gran variedad de arbustos florales.
Nos dieron dos habitaciones muy parecidas. La nuestra tenía una ventana en el techo que le daba mayor luminosidad. Las ventanas eran de madera en toda la casa e igual de antiguas que los muebles y algunos enseres de otra época. Me llamó la atención una maqueta de barco que había sobre una mesita auxiliar. Los cuadros que decoraban la pared eran pequeños. Yo casi los hubiera quitado. Una jarra antigua sobre un plato sopero le daba un toque rural a lo que se suponía que iba a ser mi escritorio. Tuve que quitar la jarra para que me cupiera el portátil. Mi marido se arregló para trabajar en la mesa auxiliar del barco.
Os recomiendo este alojamiento rural en Lanzarote. Es una casa rural tranquila. No debes perderte sus desayunos de estilo inglés. Los completan con distintos tipos de pan, zumos, embutidos, cereales, frutos secos y huevos de la zona. Para comer al mediodía y a la cena sirven platos de cocina mediterránea y también algún plato de la gastronomía local. Se come bien. El mérito es del cocinero.
Nosotros poco salimos. Mi marido quería unas vacaciones tranquilas para teletrabajar. Fui yo la que saqué a las niñas a dar una vuelta por la zona. Fuimos andando hasta el Monumento al Campesino, obra de César Manrique. Mi hija mayor está muy interesada en los trabajos de Manrique en Lanzarote. Le había hablado de este famoso artista su profesora de Arte en el colegio. Yo no pude privarme de una tarde de tiendas en Arrecife, la capital de Lanzarote. Queda a 7 kilómetros del Caserío de Mozaga. También convencí a mi esposo para ir una tarde hasta el Puerto del Carmen. Es donde están las mejores playas y toda la animación nocturna. Nos vino bien el coche que habíamos alquilado. Puerto del Carmen queda a 16 kilómetros de este precioso alojamiento rural.
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