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Wednesday, March 17, 2021

Mis vacaciones en época de coronavirus

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La Ruta del Mar de Arousa y del Río Ulla es un Camino de Santiago. Nosotros la hicimos con unos amigos. No es fácil hacerla porque necesitas una pequeña embarcación. Los amigos de mi marido se agenciaron una. Fue toda una experiencia ir navegando cerca de numerosas islas e islotes. Los islotes de Xidoiros, Rúa, las dos islitas Malveiras, la gran isla de Arousa y Cortegada fueron referentes en nuestra travesía. En Cortegada pudimos divisar el bosque de laurel más alto de Europa. Casi todas estas islas tienen cruces. Se las colocaron en los años sesenta del siglo pasado. Las cruces le dan un toque místico misterioso. De noche casi meten miedo.

Llegamos al final de la ruta en el puente de Pontecesures. Allí te cruzas con el Camino Portugués. Yo hubiera dejado nuestro peregrinar, pero la opinión mayoritaria fue seguir el puente que cruza el río Ulla y llegar a Padrón. Aún nos quedaban veinte kilómetros para Santiago de Compostela. Fue un milagro que yo los hiciera andando. Creo que conseguí andar tanto porque me daba vergüenza decir que no daba un paso más.

Os recomiendo este Camino a Compostela, un camino que va por el mar. La única desventaja que tiene respecto a los otros Caminos de Santiago es que necesitas una embarcación para hacerlo. Este camino te lleva a disfrutar del único viacrucis fluvial del mundo. Desde el mar podrás ver las torres de Oeste, de Catoira, una de las imágenes más bonitas de esta ruta.

Si pretendes bajar de la lancha en las islas que te encuentras, te aviso que está prohibido pisar las islas Malveiras. Son islas con mucho encanto. Por ejemplo, la isla de Areoso, uno de los islotes Xidoiros, tiene restos prehistóricos. Nosotros sólo paramos en la isla de Arousa. En esta isla está el Parque Natural de O Carreirón.

En todo caso, no hace falta parar en las islas. La ruta es igual de bonita yendo por el mar viendo las siluetas de unas islas e islotes que levantan una cruz al cielo. La primera cruz está en lo alto de la isla de Malveira Grande. Es el viacrucis fluvial que os mencioné.

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Echo de menos mis viajes al extranjero, por ejemplo a Marruecos. Me encantan las ciudades pequeñas de nuestro país vecino. Por ejemplo, Volubilis, una ciudad de unos 25.000 habitantes próxima a Mequínez. Es una ciudad con un pasado romano del que hablan sus múltiples ruinas.

Nosotros fuimos a Volubilis porque una amiga arqueóloga me había hablado maravillas de la colección de mosaicos romanos de esta ciudad. Esta colección atrae muchos turistas extranjeros. Pero es para pensar ir por allí en verano. Cuando estuve con mi marido las temperaturas eran bastante elevadas. Era el mes de julio. Caía un sol de justicia durante todo el día.

Volubilis fue fundada el año 25 a.C. por Yuba II, el rey berebere de Mauritania. Durante el Imperio Romano la ciudad floreció. En el siglo II era la capital de la provincia de Mauritania Tingitana. Fueron sus años dorados. Lamentablemente, vinieron malos tiempos para Volubilis cuando en el siglo VIII Muley Idriss se llevó a la mayoría de la población a Mequínez y a Fez. En Volubilis quedaron los judíos y los bereberes cristianizados.

Mi marido y yo recorrimos la ciudad a pie acompañados por un guía de confianza. Pudimos ver las viejas murallas que rodean buena parte de la urbe. Seguimos un camino hasta la Casa de Orfeo. Allí vimos el maravilloso mosaico que sirve de pavimento. Es el que le da nombre a la casa. Mi marido no se cansaba de ver ruinas. Me sacó unas fotos para nuestra Historia Familiar delante de unas columnas corintias que se mantienen en pie por encima de las ruinas del Capitolio. Yo también estaba en pie ante el viejo templo caído. Más ruinas vimos en el Decumanus Maximus, un amplio bulevar que disfrutaron los antepasados de los actuales habitantes de Volubilis. Siguiendo este amplio bulevar llegamos a la Puerta de Tánger, un arco por el que se sale de la ciudad en ruinas. Yo no podía más. Tienes que subir una cuesta que quita el aliento. Me alegré haber llevado un coche. Lo necesitaba para regresar a Mequínez, la ciudad donde nos alojábamos.

Os recomiendo visitar Volubilis. Cuando estuvimos nosotros había muchos turistas. A la gente le gustan las ruinas del Imperio Romano. Es una pena que todas aquellas piedras caídas no estén de pie. En su día Volubilis era una ciudad espectacular, como todas las ciudades que florecían en el Imperio Romano. Yo hubiera vivido como una reina en la Casa de Orfeo. Me imaginaba pisando descalza aquellos suelos con mosaicos mientras una doncella me preparaba un té. La vida puede ser maravillosa en cualquier época. Sólo necesitas tener la suerte de que la fortuna te acompañe.


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