Carlos decidió poner el asunto en las manos de un detective. Cree que las voces que oímos tienen más normalidad que paranormalidad.
-El gato dice "mamá", amor. Muy normal no es.
-Dice "miau" y punto.
-No te pongas en plan dictador.
-Perdona, estoy nervioso. Alberto todavía no regresó de Praga -Carlos juega con su llavero distraido en pensamientos profundos.
-Ya despertó el gato -observo-. ¿No lo oyes, amor? Vuelve a decir mamá.
-Mi madre regresó a Vigo. Pobre mamá. Lo que le faltaba era que se le apareciera mi abuelo en plan fantasma.
Margot no inspira compasión a nadie que no sea su hijo. Es una mujer alta como un pino, fuerte como un león y bruta como un elefante. Cuesta aceptarla como suegra. En cambio, mi chico es un querubín. Si un día lo odias por pijo, al siguiente día lo amas por ser un hombre con ideas factibles.
-Voy a tomar un café, ¿vienes?
-El café lo tomaremos en casa, amor. No estoy dispuesta a contribuir al capitalismo de los dueños de las cafeterías.
Carlos marcha. Siempre marcha cuando, no quiere discutir.
Quien viene, y no para tomar café, es la asistenta. Saca cubos y fregonas, y empieza a volverme loca con la crisis de estornudos que me provoca.
-¡Lárguese para su casa!
-Estoy limpiando.
-Le echa usted unos líquidos al suelo que me alteran las sensaciones olfativas normales.
-Tiene razón doña Margot. No vales para nuera.
¿Tengo que aguantar insultos en una casa que me pertenece por usufructo si Carlos muere? Me niego. Marcho con paso firme. Le diré al detective que nos ha embrujado la asistenta.
Mi sudadera larga color Burdeos
5 days ago
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