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No me dejó indiferente el Douro Hotel Porto Antigo en Portugal con el río Duero a sus pies. A mí no me gustan mucho los ríos cerca de los hoteles. Es una manía mía. Me gusta más una playa. Los ríos siempre me dan sensación de poca limpieza por limpias que vayan sus aguas.
Este cuatro estrellas tiene, según mi marido, una ubicación de ensueño. Por eso lo eligió para un fin de semana romántico. No estuvo muy acertado. En Portugal hay hoteles mucho mejores que este cuatro estrellas con una vistas maravillosas sobre el Duero.
Más que las vistas me gustó su personal. Son serviciales y discretos. Las masajistas me dejaron mi espalda nueva. Volvería al hotel sólo por los masajes. Fue lo que más disfruté. A la piscina sólo me acerqué y me alejé. Estaba demasiado concurrida. Parecía que todo el mundo mundial estaba de vacaciones en el Douro Hotel Porto Antigo en Portugal los dos días que estuvimos nosotros. Casi todos eran de fuera de Portugal. Tal vez por eso en el restaurante del hotel abundaban los platos europeos. Poca cocina típica de Portugal vi en la carta.
Nos apuntamos a un crucero en barco que organizaba el hotel. No estuvo mal. Ibas viendo el río y las estrellas porque la noche nos cayó encima prontísimo. Mi marido estaba encantado en lo que él creía que era un crucero romántico. Más románticos me parecieron los barquitos que se acercaban con sus ricos viajeros a tomar una copa en la terraza del hotel y dejaban el yate justo delante. No es que los envidiara, pero tenían su gracia. A mí los barcos siempre me dan mucho respeto tanto en los ríos como en el mar. El río Duero en su desembocadura parece peligroso.
Os recomiendo el hotel pese a todo. Nuestra habitación era de las mejores, de las que tenían balcón privado. No nos faltaron comodidades: aire acondicionado, minibar bien surtido y televisión vía satélite.
Este cuatro estrellas tiene, según mi marido, una ubicación de ensueño. Por eso lo eligió para un fin de semana romántico. No estuvo muy acertado. En Portugal hay hoteles mucho mejores que este cuatro estrellas con una vistas maravillosas sobre el Duero.
Más que las vistas me gustó su personal. Son serviciales y discretos. Las masajistas me dejaron mi espalda nueva. Volvería al hotel sólo por los masajes. Fue lo que más disfruté. A la piscina sólo me acerqué y me alejé. Estaba demasiado concurrida. Parecía que todo el mundo mundial estaba de vacaciones en el Douro Hotel Porto Antigo en Portugal los dos días que estuvimos nosotros. Casi todos eran de fuera de Portugal. Tal vez por eso en el restaurante del hotel abundaban los platos europeos. Poca cocina típica de Portugal vi en la carta.
Nos apuntamos a un crucero en barco que organizaba el hotel. No estuvo mal. Ibas viendo el río y las estrellas porque la noche nos cayó encima prontísimo. Mi marido estaba encantado en lo que él creía que era un crucero romántico. Más románticos me parecieron los barquitos que se acercaban con sus ricos viajeros a tomar una copa en la terraza del hotel y dejaban el yate justo delante. No es que los envidiara, pero tenían su gracia. A mí los barcos siempre me dan mucho respeto tanto en los ríos como en el mar. El río Duero en su desembocadura parece peligroso.
Os recomiendo el hotel pese a todo. Nuestra habitación era de las mejores, de las que tenían balcón privado. No nos faltaron comodidades: aire acondicionado, minibar bien surtido y televisión vía satélite.
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Nos gustó mucho el Hotel Villa Garden Braga en Portugal, un hotel que ha sido bien remodelado. El edificio fue en su día una casa de campo próxima a la ciudad. Era el siglo XIX. Hoy es un hotel con todas las comodidades que necesitas para pasar unos días de vacaciones tranquilas en esta bonita ciudad lusa.
Yo aproveché para acercarme al centro de Braga a hacer compras. Mi turismo favorito es el turismo de tiendas. Teníamos un coche alquilado que dejábamos en el parking del hotel. No nos cobraron nada por dejar el coche. Mi marido decía que teníamos el parking gratis en el paquete que habíamos comprado. Podría ser porque estábamos a pensión completa. No queríamos perder tiempo buscando restaurante por los alrededores. El motivo de nuestro viaje era laboral, no de ocio, pero siempre ponemos algo de ocio en nuestros viajes de trabajo.
Nos dieron una habitación luminosa, grande, con bonitas vistas al jardín del hotel. Teníamos dos camas: la nuestra, de matrimonio, y una cama auxiliar casi tan grande que ocuparon nuestras niñas. Dormimos cómodamente. Los colchones estaban nuevos y no los notabas nada duros. La habitación estaba pintada en un color blanco neutro que contribuía a resaltar todavía más la luz que entraba por los amplios ventanales. Los cortinones azulones nos hicieron mucha falta para poder dormir hasta las nueve sin que la luz del sol nos quitara el sueño.
Os recomiendo el Hotel Villa Garden Braga en Portugal, un hotel que queda a unos cincuenta kilómetros de Porto. Mi marido quería acercase hasta Oporto para pasar una tarde. Me pareció mucha distancia. Poca menos distancia tuvimos hasta el Parque Nacional de Gerês. Nos quedaba a cuarenta kilómetros, pero acabamos yendo porque nuestra niña grande quería ir. Una amiguita suya había estado en este parque y ella también quería vivir la experiencia. Fue un acierto. Tuvimos un día precioso para pasar unos días en plena naturaleza portuguesa. Cuando regresamos al hotel yo no podía como mis pies. El senderismo es un deporte muy cansado.
Yo aproveché para acercarme al centro de Braga a hacer compras. Mi turismo favorito es el turismo de tiendas. Teníamos un coche alquilado que dejábamos en el parking del hotel. No nos cobraron nada por dejar el coche. Mi marido decía que teníamos el parking gratis en el paquete que habíamos comprado. Podría ser porque estábamos a pensión completa. No queríamos perder tiempo buscando restaurante por los alrededores. El motivo de nuestro viaje era laboral, no de ocio, pero siempre ponemos algo de ocio en nuestros viajes de trabajo.
Nos dieron una habitación luminosa, grande, con bonitas vistas al jardín del hotel. Teníamos dos camas: la nuestra, de matrimonio, y una cama auxiliar casi tan grande que ocuparon nuestras niñas. Dormimos cómodamente. Los colchones estaban nuevos y no los notabas nada duros. La habitación estaba pintada en un color blanco neutro que contribuía a resaltar todavía más la luz que entraba por los amplios ventanales. Los cortinones azulones nos hicieron mucha falta para poder dormir hasta las nueve sin que la luz del sol nos quitara el sueño.
Os recomiendo el Hotel Villa Garden Braga en Portugal, un hotel que queda a unos cincuenta kilómetros de Porto. Mi marido quería acercase hasta Oporto para pasar una tarde. Me pareció mucha distancia. Poca menos distancia tuvimos hasta el Parque Nacional de Gerês. Nos quedaba a cuarenta kilómetros, pero acabamos yendo porque nuestra niña grande quería ir. Una amiguita suya había estado en este parque y ella también quería vivir la experiencia. Fue un acierto. Tuvimos un día precioso para pasar unos días en plena naturaleza portuguesa. Cuando regresamos al hotel yo no podía como mis pies. El senderismo es un deporte muy cansado.
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