El Monasterio de Pedralbes, Barcelona, data del lejano siglo XIV, pero está muy bien conservado. Yo fui a verlo con mi marido y mis hijas. Es el sitio perfecto para pasar una tarde de clase de historia impartida por tu esposo. Desde que mi marido se metió a profesor de historia de nuestras hijas no necesitamos guía en nuestras visitas culturales.
En todo caso, este museo no necesita mucha explicación. Lo ves y reconoces el estilo gótico en sus formas, tanto en el exterior como en los interiores. No está tal cual estuvo cuando lo construyeron. En sus orígenes estaba rodeado de una muralla. Había guerras y tenían que defenderse. De la muralla de antaño todavía ves dos torres en las que en su día se metían los soldados para ver si venían los invasores. También hay dos puertas que estaban en las primitivas murallas.
No debes perderte la iglesia de Pedralbes, una iglesia que tiene una única nave y está presidida por un retablo gótico construido por Jaume Huguet. El claustro, alrededor del cual se ordena el monasterio, tiene tres pisos de altura y es bastante amplio. No tiene nada de novedoso. Es como otros claustros: son sus arcos, sus columnas y su silencio. Los capiteles de las columnas están decorados con el emblema de los Condes de Barcelona y el de la casa de Moncada. No hay duda de que estamos en Cataluña.
En uno de los laterales del claustro se encuentra el sepulcro de la reina Elisenda. Me vinieron ganas de rezarles unos padrenuestros. Me dio pena que no tuviera ni una rosa sobre su tumba. Mis hijas querían ir al jardín a pillar unas flores para ponerlas en la tumba de la reina del nombre bonito, como decían ellas. No se lo permití. Sólo me faltaba que acusaran a mis niñas de ladronas. Las flores hay que comprarlas.
Acabamos la visita entrando en la capilla de San Miguel en la que se pueden ver diversas pinturas de Ferrer Bassa. No son cuadros muy bonitos, pero tienen el mérito de tener un montón de años en su haber. Las pinturas de aquellos siglos lejanos tenían mucha calidad. Estas pinturas fueron realizadas en el año 1346. Me recordaron a las pinturas del pintor italiano Giotto.
Os recomiendo visitar el Monasterio de Pedralbes, Barcelona. Puedes ver como vivían los monjes. Me gustó su fresquera. Les permitía tener los productos frescos sin necesidad de una nevera, que tampoco podían tener porque aún no existía.
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