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La Granja de San Ildefonso es la ciudad de los palacios de los Reyes de España. Yo voy muchas veces con las niñas para que vean lo bien que vivían los reyes. Mi marido dice que exagero. Aquellos palacios que se ven tan majestuosos por fuera por dentro eran alojamientos fríos nos explica con todo lujos de detalles. Yo estoy segura de que los pobres campesinos vivían mucho peor en sus humildes chozas.
La última vez que estuvimos por allí empezamos nuestro recorrido turístico por la parte baja de la población, en la Fundación Nacional del Vidrio. Fuimos andando hasta el palacio neoclásico del siglo XVIII y admiramos su fachada inmune al paso del tiempo. Se construía bien en aquella España antigua. El Museo de los Tapices nos encantó a todos. Es una pena que no se vuelvan a poner de moda los tapices. Son perfectos para tapar una pared que no tienes bien pintada. Las niñas no querían marchar del museo. Todo les llamaba la atención. No era para menos. Tienen tapices enormes.
Después del Museo de los Tapices nos adentramos por los jardines. Mi marido quería entrar en la colegiata barroca. Le dije que ni hablar. Yo tenía suficiente admirando aquella iglesia por fuera. Los Surtidores nos sirvieron de telón de las fotos familiares. Las fotos en los jardines con fuentes quedan muy bonitas. Muchos más bonitas que las fotografías que nos hicimos en las Reales Caballerizas del siglo XVIII. Los caballos y yo poco tenemos que ver. No me llamaron nada la atención sus caballerizas por muy reales que fueran. Lo que sí me gustó mucho fue el Museo del Vidrio. Está en la antigua Real Fábrica de Cristales.
La Granja de San Ildefonso está a 11 kilómetros de Segovia. Nos dio tiempo a acercarnos hasta Segovia cuando nos cansamos de ver tanto palacio y tanto jardín bien cuidado. Hacer la Ruta de los Reales Sitios lleva su tiempo, pero, si quieres, la puedes hacer en menos de un día.
Dejamos para otra ocasión la Ruta de los castillos. Pero la haremos con las niñas. La hicimos solos más de una vez hace años. Todavía guardo la foto que nos quitamos mi chico y yo dándonos un beso ante el Castillo de Pedraza de la Sierra.
Os recomiendo visitar La Granja de San Ildefonso, la ciudad de descanso de los Reyes de España que precedieron en los siglos pasados a los actuales Reyes. También fue la ciudad de descanso de la nobleza de la corte. Dan fe de ello castillos como el Castilnovo, Sepúlveda y Turégano.
La última vez que estuvimos por allí empezamos nuestro recorrido turístico por la parte baja de la población, en la Fundación Nacional del Vidrio. Fuimos andando hasta el palacio neoclásico del siglo XVIII y admiramos su fachada inmune al paso del tiempo. Se construía bien en aquella España antigua. El Museo de los Tapices nos encantó a todos. Es una pena que no se vuelvan a poner de moda los tapices. Son perfectos para tapar una pared que no tienes bien pintada. Las niñas no querían marchar del museo. Todo les llamaba la atención. No era para menos. Tienen tapices enormes.
Después del Museo de los Tapices nos adentramos por los jardines. Mi marido quería entrar en la colegiata barroca. Le dije que ni hablar. Yo tenía suficiente admirando aquella iglesia por fuera. Los Surtidores nos sirvieron de telón de las fotos familiares. Las fotos en los jardines con fuentes quedan muy bonitas. Muchos más bonitas que las fotografías que nos hicimos en las Reales Caballerizas del siglo XVIII. Los caballos y yo poco tenemos que ver. No me llamaron nada la atención sus caballerizas por muy reales que fueran. Lo que sí me gustó mucho fue el Museo del Vidrio. Está en la antigua Real Fábrica de Cristales.
La Granja de San Ildefonso está a 11 kilómetros de Segovia. Nos dio tiempo a acercarnos hasta Segovia cuando nos cansamos de ver tanto palacio y tanto jardín bien cuidado. Hacer la Ruta de los Reales Sitios lleva su tiempo, pero, si quieres, la puedes hacer en menos de un día.
Dejamos para otra ocasión la Ruta de los castillos. Pero la haremos con las niñas. La hicimos solos más de una vez hace años. Todavía guardo la foto que nos quitamos mi chico y yo dándonos un beso ante el Castillo de Pedraza de la Sierra.
Os recomiendo visitar La Granja de San Ildefonso, la ciudad de descanso de los Reyes de España que precedieron en los siglos pasados a los actuales Reyes. También fue la ciudad de descanso de la nobleza de la corte. Dan fe de ello castillos como el Castilnovo, Sepúlveda y Turégano.
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La Posada del Canónigo en El Burgo, Málaga es como un regreso al siglo XVIII, siglo en el que fue construido el viejo edificio que la alberga. De la antigua edificación conservan la estructura. Lo que han metido nuevo no tiene nada de nuevo porque buscaron muebles viejos para amueblar una posada que invita a pensar más en la Edad Media que en la Edad Moderna.
Mi chico me decía que estaba triste y que me ponía melancólica. Estaría triste. Pero su elección de alojamiento para un fin de semana romántico no fue un acierto. Mi cuerpo pedía alegría, y una habitación de luz tenue, por grande que fuera, no invitaba a brindar por la vida.
La habitación tenía una zona de sala de estar separada por un cortinón tan grande y tan grueso que daba grima tocarlo. Ni siquiera me parecía que estuviera muy limpio. Lo dejamos abierto. Fue mi chico el encargado de atar en cada lado con una atadero que había aquella tela.
Muy antiguo ves todo: los suelos de madera, los muebles, los armarios, las camas... Dejé la ropa en las maletas. Aquel armario no valía para colgar nada. Me olía a un antipolilla que me mareaba. Las estancias comunes tienen una decoración en el mismo tono triste, pero introduciendo algún elemento árabe. Es una mezcla de elementos árabes y elementos clásicos que podía tener cierta gracia si mejoraran la iluminación.
Nuestra habitación estaba arriba, en lo que fue un antiguo granero ahora rehabilitado para habitaciones grandes. Era una habitación con techos de madera,la cama de barrotes, las mesillas de la misma madera que la cama. Lo peor para mi chico fue el frío que pasamos. Ya nos habían dicho que las habitaciones de arriba eran fresquitas. Se las pedían mucho en verano, nos comentó la chica de recepción. La comprendí cuando vino la noche. En mi vida habíamos pasado más frío. Era como estar en el Polo Norte. Ni la estufa que nos trajeron nos hacía entrar en calor.
No os recomiendo la Posada del Canónigo en El Burgo, Málaga para el invierno. En verano seguro que se está bien. Hará calor fuera y fresco en tu habitación. Tampoco os recomiendo la excursión a caballo que organizan los responsables del alojamiento por la Sierra de las Nieves. Mi marido fue solo y volvió que no se tenía. Yo fui más lista: me quedé leyendo un libro que tenía pendiente en el saloncito de la habitación con la estufa bien arrimada al sofá.
Mi chico me decía que estaba triste y que me ponía melancólica. Estaría triste. Pero su elección de alojamiento para un fin de semana romántico no fue un acierto. Mi cuerpo pedía alegría, y una habitación de luz tenue, por grande que fuera, no invitaba a brindar por la vida.
La habitación tenía una zona de sala de estar separada por un cortinón tan grande y tan grueso que daba grima tocarlo. Ni siquiera me parecía que estuviera muy limpio. Lo dejamos abierto. Fue mi chico el encargado de atar en cada lado con una atadero que había aquella tela.
Muy antiguo ves todo: los suelos de madera, los muebles, los armarios, las camas... Dejé la ropa en las maletas. Aquel armario no valía para colgar nada. Me olía a un antipolilla que me mareaba. Las estancias comunes tienen una decoración en el mismo tono triste, pero introduciendo algún elemento árabe. Es una mezcla de elementos árabes y elementos clásicos que podía tener cierta gracia si mejoraran la iluminación.
Nuestra habitación estaba arriba, en lo que fue un antiguo granero ahora rehabilitado para habitaciones grandes. Era una habitación con techos de madera,la cama de barrotes, las mesillas de la misma madera que la cama. Lo peor para mi chico fue el frío que pasamos. Ya nos habían dicho que las habitaciones de arriba eran fresquitas. Se las pedían mucho en verano, nos comentó la chica de recepción. La comprendí cuando vino la noche. En mi vida habíamos pasado más frío. Era como estar en el Polo Norte. Ni la estufa que nos trajeron nos hacía entrar en calor.
No os recomiendo la Posada del Canónigo en El Burgo, Málaga para el invierno. En verano seguro que se está bien. Hará calor fuera y fresco en tu habitación. Tampoco os recomiendo la excursión a caballo que organizan los responsables del alojamiento por la Sierra de las Nieves. Mi marido fue solo y volvió que no se tenía. Yo fui más lista: me quedé leyendo un libro que tenía pendiente en el saloncito de la habitación con la estufa bien arrimada al sofá.
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Poesías, relatos breves y confesiones socialmente incorrectas. diarioescritoraanonima.blogspot.com |
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