Íbamos camino de Francia cuando descubrimos el Hotel Edelweiss en Camprodon, Girona, muy cerquita de la frontera y decidimos parar a pasar allí un par de días. El hotel es perfecto para unas vacaciones en la montaña. También es perfecto para detenerte y recobrar fuerzas tras un largo viaje que se va a alargar más hasta tu destino final. Fue lo que hicimos nosotros. Paramos más por las niñas que por nosotros mismos. Mis hijas enseguida se cansan de viajar en coche.
Fue todo un acierto. El hotel es chulísimo. Está en un edificio con fachada modernista que invita a sacar una foto de familia para enviar a las abuelas. Así lo hicimos. Es la foto que vamos a imprimir en nuestras postales de felicitación de las fiestas navideñas.
Una vez dentro, descubrimos un hotel con maderas barnizadas en las paredes y plafones. Los cortinajes de cretona en los salones te hacían sentir en un palacio. El personal es muy amable. Sólo puedo decir maravillas de ellos. Los que atendían el vestíbulo-recepción nos hablaron en castellano sin ningún problema. La pela es la pela.
Nuestra habitación era muy bonita. Más bonito me pareció aún el cuarto de baño con sus mármoles venecianos y la grifaría dorada. En la habitación había unos muebles de imitación fabulosos. Mi chico estaba convencido que uno de los sillones era un Luis XVI o algo así. La verdad es que imitaban a la perfección esos muebles que venden los anticuarios de lujo. Tomé nota para comprar algo parecido para mi salón cuando lo vea en alguna tienda de muebles viejos bonitos. Las cortinas eran tan gruesas y pesadas que pudimos dormir como benditos. No te despertaba la luz del día hasta que las apartabas dejando el ventanal desnudo. a mi marido le gustaron mucho los floreados de estilo inglés que había en todos los rincones. Hay que darle un diez al hotel en decoración llamativa de otros tiempos.
También le doy un diez a su desayuno. Nos sirvieron un desayuno con productos típicos de la tierra que nos quitó el hambre para todo el día. Mi chico se puso hasta las cejas del pan con tomate. Sólo por el desayuno ya os recomiendo este hotel de diez.
Fue todo un acierto. El hotel es chulísimo. Está en un edificio con fachada modernista que invita a sacar una foto de familia para enviar a las abuelas. Así lo hicimos. Es la foto que vamos a imprimir en nuestras postales de felicitación de las fiestas navideñas.
Una vez dentro, descubrimos un hotel con maderas barnizadas en las paredes y plafones. Los cortinajes de cretona en los salones te hacían sentir en un palacio. El personal es muy amable. Sólo puedo decir maravillas de ellos. Los que atendían el vestíbulo-recepción nos hablaron en castellano sin ningún problema. La pela es la pela.
Nuestra habitación era muy bonita. Más bonito me pareció aún el cuarto de baño con sus mármoles venecianos y la grifaría dorada. En la habitación había unos muebles de imitación fabulosos. Mi chico estaba convencido que uno de los sillones era un Luis XVI o algo así. La verdad es que imitaban a la perfección esos muebles que venden los anticuarios de lujo. Tomé nota para comprar algo parecido para mi salón cuando lo vea en alguna tienda de muebles viejos bonitos. Las cortinas eran tan gruesas y pesadas que pudimos dormir como benditos. No te despertaba la luz del día hasta que las apartabas dejando el ventanal desnudo. a mi marido le gustaron mucho los floreados de estilo inglés que había en todos los rincones. Hay que darle un diez al hotel en decoración llamativa de otros tiempos.
También le doy un diez a su desayuno. Nos sirvieron un desayuno con productos típicos de la tierra que nos quitó el hambre para todo el día. Mi chico se puso hasta las cejas del pan con tomate. Sólo por el desayuno ya os recomiendo este hotel de diez.
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No tenía otra opción. Albert Rivera dimite tras consultarlo con la almohada. Necesitó dormir poco, o no dormir nada para decidir que se iba. Se va www.nocreasnada.com |
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