Sunday, June 09, 2019

Mis vacaciones más rurales



1

Las Navezuelas, en Cazalla de la Sierra, Sevilla, nos brindó la experiencia de pasar unos días en un cortijo de 130 hectáreas, en uno de los molinos de aceite de la sierra norte de Sevilla que funciona desde el siglo XVI. Mis hijas fueron las que más lo disfrutaron. Mis niñas y las niñas de unos amigos que también se sumaron a nuestra escapada rural al campo sevillano. 

La casa no defrauda. Es un cortijo con una decoración muy rural. Coincidimos con unos ecoturistas que hacen rutas a caballo. Mi marido quería sumarse a sus rutas a caballo. Sólo accedía a hacer una ruta en bicicleta por los montes vecinos. Mi marido hizo otra ruta con nuestros amigos, pero andando. No permití que subiera a un caballo. Me dan miedo. Mi chico es muy intrépido. No piensa que es padre de dos niñas de corta edad. El proyecto familiar que tiene conmigo es más importante que sus ganas de subirse a un caballo que lo puede tirar con consecuencias irreparables. 

Los montes que rodean el cortijo son muy lindos con sus encinas y sus olivos. Se huele naturaleza sin contaminar. Da gusto pasear entre los olivos. También es muy sana la casa. Nuestra habitación tenía vistas al monte. Abrías la ventana y entraba aire limpio, no el aire contaminado que hay muchos días en la ciudad en que vivimos. 

No descarto volver pronto a Las Navezuelas, en Cazalla de la Sierra, Sevilla. Quiero coger una de los dos apartamentos independientes. Tal vez llevemos a mi madre. A mi progenitora le encantan los cortijos, esas fincas inmensas que no hace falta comprar para disfrutar. Hay muchas, como esta de Las Navezuelas, en Cazalla de la Sierra, Sevilla, que puedes alquilar por habitaciones. 

Comimos en la finca. Se come de cine. Cocinan con productos de la huerta. Sólo por la comida merece la pena ir. Ni que decir que os recomiendo Las Navezuelas, en Cazalla de la Sierra, Sevilla. Nosotros fuimos desde Sevilla por la carretera de El Pedroso. Enseguida encuentras esta finca con su casa de cortijo blanca inmaculada.



2

Valdevilla en Soria, es un ejemplo de lo que había que hacer con todas las aldeas abandonadas que hay en la España interior y no tan interior. Este pueblo había quedado abandonado y lo han remodelado de arriba a abajo para tener casas apetecibles para los turistas que pagan por vivir en una aldea unos días. 

El pueblo sólo tiene cinco casas. Nosotros alquilamos una entera. Nos hacía falta porque mi madre celebraba su onomástica y quería darnos una gran fiesta a su manera. Fue todo un acierto alquilar una gran casa de piedra del siglo XVIII para que mi progenitora se sintiera a sus anchas. Decía que se sentía como una marquesa. No era para menos. Mirabas aquellas piedras con Historia y soñabas con los viejos tiempos que tuviste que estudiar en la escuela. Piedra, madera, teja, yeso... Los que hicieron la remodelación de la casa supieron gastar el dinero para darle a la casa su vieja esplendor. 

En el conjunto de casas encontramos un edificio de servicios con talleres ocupacionales y salas de reuniones. Tanto este edificio como las casas estaban decoradas con estilo rústico total. Como os decía, los que hicieron los arreglos eran unos profesionales dignos de alabanza. 

Mi marido les pudo explicar a nuestras hijas la arquitectura antigua. Se cansó de hablarles de los suelos de barro que todavía había en parte de la casa, de los portones de doble hoja y les explicó que los balcones asomados sobre los tejados colindantes fueron una moda del pasado. 

Os recomiendo Valdevilla en Soria. Debes ir para saber el mucho partido que se le puede sacar a un pueblo abandonado. Llegas por la carretera de San Pedro de Manrique a Fuentes de Magaria. a unos siete kilómetros encuentras un desvío a un camino carretero de dos kilómetros que bordea la loma de Hito de la Cuesta. Cuesta un poco llegar, lo reconozco. Yo si hubiera ido sola dudo que consiguiera acertar con Valdevilla en Soria. Mi chico se entiende mejor en las carreteras poco frecuentadas.



3

La Hostería de Mont Sant en Xátiva, Valencia, es un alojamiento muy discreto próximo al famoso castillo de Xátiva. Nos fue muy fácil de encontrar. Subes hacia el castillo y a la mitad del camino entre el castillo y la población de Xátiva encuentras este alojamiento rural con más encanto en sus jardines que en su edificio. 

No es más que una pequeña casa rodeada por un jardín de unos 17000 metros cuadrados. Jardín suficiente para pasear sin necesidad de ir a hacer senderismo por los alrededores. Fue lo que hice yo. Mi chico quería hacer las mil y una rutas senderistas que encontró en no sé qué mapa. Yo tenía de sobra con el jardín para andar sin perderme. Además había unos bancos muy chulos para sentarme cuando me cansaba de pasear entre árboles y verdores silvestres domesticados por el buen hacer de los jardineros. 

Nos dieron una habitación con una decoración rural resaltada por los techos de madera y las vigas del mismo material noble. No le quedaban bien aquellos techos. Yo, de ser la dueña de la Hostería de Mont Sant en Xátiva, Valencia, le hubiera puesto una placa como Dios manda. No me gustan los techos de madera. La decoración rústica se acababa en la habitación. Lo que era la terracita de nuestro cuarto tenía unos sillones rojos que parecían sacados de la casa de mi cuñada. Eso sí, eran muy cómodos. Yo me sentaba en un sillón rojo para leer y contemplar el castillo en lo alto de la montaña. Estaba como en el séptimo cielo de la tranquilidad. 

Mi única salida fue un viaje que hicimos en coche hasta Bellús, una localidad con balneario y murallas. Al balneario no fuimos, pero si dimos un paseo por la zona de las murallas para que las niñas pudieran ver que hay muchas ciudades con murallas en este país. Mis hijas piensan que las únicas murallas que hay en España son las de Lugo y las de Ávila. 

Os recomiendo la Hostería de Mont Sant en Xátiva, Valencia. No es más que una casita de color naranja en mitad de un bonito jardín, pero merece mucho la pena por la tranquilidad que ofrece en una localidad muy turística.

No comments: