Saturday, June 01, 2019

Mis vacaciones en la Isla de las Especias



Nunca olvidaré Zanzíbar, la famosa Isla de las Especias que conocí gracias a un viaje que hice acompañando a mi chico. Cosa de negocios. Pero a los negocios se sumó el placer de disfrutar de unos días de descanso al sol en medio de los aromas de especias que envuelven todas las tierras bañadas por el Océano Índico. A mí me olía todo como la alacena de la cocina de mi madre donde guarda los botes de especias. Mi chico decía que eran imaginaciones mías. Lo serían. 

Fuimos hasta Cape Town a conocer su casco histórico. Caminar por sus callejuelas de la parte vieja de la ciudad fue toda una experiencia. Fuimos descubriendo sus archifamosas tiendas de especias. Compramos algunos tarros para mi madre y para mi suegra. Donde gastamos más dinero fue en los bazares que venden artesanía suajili. Tienen cosas preciosas, sobre todo cinturones de cuero y algún bolsito que no pude dejar en la tienda porque me enamoraba. Mi chico me tuvo que sacar casi arrastro. Me había dado una locura por las compras y me iba a llevar un bazar entero. 

Dejamos Cape Town y nos fuimos al Bosque de Jozani, muy cerquita. Es el último trozo de bosque tropical de la isla. Hay que verlo. Es un bosque tropical igualito al de las postales. Mi chico sacó un montón de fotos. A este bosque llevamos un guía de la zona para no perdernos. Venían también unos amigos americanos. Tuvimos la gran suerte de ver unos cuantos monos colobos rojos. El Bosque de Jozani es el único lugar del mundo mundial en el que habita el mono cologo rojo. No me pareció nada guapo este mono. Los monos en general son animales feos, pero el colobo es de los más feos. Me dieron pena. 

No hicimos el toor de las especias completo. Me aburría. Preferí acercarme a la Bahía de los Delfines. Había muchos turistas mirando sus saltos y acrobacias. Los delfines son unos animales muy simpáticos. Me gustan más que los monos. 

Nuestra estancia en la Isla de las Especias acabó con un paseo a bordo de un dhow, la embarcación típica de la isla, por la Bahía de Menai, una reserva marina salpicada de islotes desiertos, bancos de arena y arrecifes de coral. Había tantas pequeñas islas sin habitar que me vinieron ganas de habitar yo misma una isla. Sería feliz. Mi chico, en cambio, no estaba por trasladarse a un paraíso de Adán y Eva. Es un hombre responsable. 

Os recomiendo visitar Zanzíbar. La Isla de las Especias es la isla que necesitas para una escapada romántica con el hombre de tus sueños. Yo ya tuve la mía. Volvería a repetirla hoy mismo.

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